Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Se�or, aun los demonios se nos sujetan [se someten] en tu nombre.

Y �l les dijo: Yo ve�a a Satan�s caer del cielo como un rayo.

He aqu� os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os da�ar�.

En aquella misma hora Jes�s se regocij� en el Esp�ritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Se�or del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los ni�os. S�, Padre, porque as� te agrad�" (Lc 10:1-21).

b. El Entrenamiento De Corta Duraci�n Es El Mejor. Note que el entrenamiento que Jes�s utiliz� con los doce ap�stoles y los otros setenta fue de corta duraci�n. �l demostr� lo que ellos deber�an hacer y, despu�s, los envi� a realizar las mismas cosas. "De cierto, de cierto os digo: El que en m� cree, las obras que yo hago, �l las har� tambi�n; y aun mayores har�, porque yo voy al Padre" (Jn 14:12).

Entre m�s extenso sea el programa de entrenamiento, menos efectivos ser�n los graduados. El entrenamiento debe ser m�ximo de 6 meses; luego, los entrenados deber�n ser enviados fuera a tiempo completo, para que practiquen lo que aprendieron. Si es necesario, pueden ser tra�dos de vuelta para entrenamiento adicional uno o dos a�os m�s tarde.

c. Mant�ngalo Pr�ctico. El entrenamiento de corta duraci�n debe ser 50% ENSE�ANZA Y 50% PR�CTICA. Lo que fue ense�ado deber� ser practicado inmediatamente. No entrene la cabeza, entrene las manos. Mantenga el �nfasis sobre la Pr�ctica (entrenamiento pr�ctico).

El autor ha empleado mucho tiempo de los �ltimos 30 a�os viajando por m�s de cien naciones del mundo. Ha observado los entrenamientos de programas que producen buenos resultados y los que producen malos resultados (resultados negativos).

La Iglesia est� recibiendo magn�ficos resultados en tres naciones. Estos son: Corea, Brasil y Chile. En tales naciones, los principios anteriores han sido utilizados. Las iglesias est�n experimentando gran crecimiento y los l�deres son muy pr�speros en ganar miles de almas para Cristo.

El entrenamiento debe ser centrado en la Biblia, de corto tiempo y pr�ctico. El aspecto acad�mico no debe ser enfatizado.

En estos tres pa�ses mencionados, las tres caracter�sticas del programa de entrenamiento son: la dedicaci�n o entrega a Cristo, la pureza de car�cter y el �nfasis sobre el entrenamiento pr�ctico (hacer inmediatamente lo que se ha ense�ado).

Es un programa basado en la Palabra de Dios, la Biblia y, es por eso, que rinde los resultados b�blicos.

4. Transfiera La Unci�n
"Entonces Jehov� dijo a Mois�s: Re�neme setenta varones de los ancianos de Israel, que t� sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tr�elos a la puerta del tabern�culo de reuni�n, y esperen all� contigo.

Y... tomar� del esp�ritu que est� en ti, y pondr� en ellos; y llevar�n contigo la carga del pueblo, y no la llevar�s t� solo" (Nm 11:16, 17).

a. La Unci�n Es Esencial. Este es probablemente el principio m�s importante (pero el m�s descuidado), en el desarrollo del liderato.

Sin el poder del Esp�ritu Santo (la unci�n) sobre el l�der, no tiene la esperanza de tener �xito. Jes�s nunca envi� a nadie a que lo representara sin primero saturarlo de Su poder.

"Habiendo reunido a sus doce disc�pulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades" (Lc 9:1).
"Despu�s de estas cosas, design� el Se�or tambi�n a otros setenta, Y les dijo: ...He aqu� os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os da�ar�" (Lc 10:1, 18, 19).

"Y estando juntos, les mand� que no se fueran de Jerusal�n, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual les dijo, o�steis de m�. Porque Juan ciertamente bautiz� con agua, mas vosotros ser�is bautizados con el Esp�ritu Santo dentro de no muchos d�as" (Hch 1:4, 5).

"Pero recibir�is poder, cuando haya venido sobre vosotros el Esp�ritu Santo, y me ser�is testigos en Jerusal�n, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo �ltimo de la tierra" (Hch 1:8).

Jes�s no comenz� Su ministerio hasta que el Esp�ritu del Se�or descendi� sobre �l durante Su Bautismo en agua por Juan el Bautista (Lea Mt 3:16; Mr 1:10; Jn 1:32).

Jes�s comenz� Su ministerio diciendo: "El Esp�ritu Del Se�or est� sobre m�, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de coraz�n; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el a�o agradable [o jubileo] del Se�or" (Lc 4:18, 19; lea Lev�tico 25:1-54).

La unci�n fue esencial para que Jes�s pudiera cumplir Su ministerio (como aparece delineado en los vers�culos anteriores), de igual manera �sta, es esencial para usted.

Jes�s orden� a Sus disc�pulos que deber�an "ser bautizados con el Esp�ritu Santo" (Hch 1:5). Pablo orden�: "No os embriagu�is con vino, en lo cual hay disoluci�n; antes bien sed llenos del Esp�ritu" (Ef 5:18).

Vea la secci�n de la Gu�a de Entrenamiento para L�deres que trata con "El Bautismo Con El Esp�ritu Santo", para m�s ense�anza sobre este tema tan vital.

b. L�deres Ungidos Deben Entrenar A Otros. No perdamos de vista el principio tan vital, envuelto en las Escrituras anteriores. El l�der clave era ungido y pasaba su unci�n adelante a los que entrenaba.

En contraste a esto, el autor ha notado que a menudo los seminarios de entrenamiento son dirigidos por cristianos que han fracasado en el ministerio. Aquellos que se fueron a pastorear una iglesia o a evangelizar y fracasaron en el proceso, a menudo son tra�dos al Seminario para entrenar a los que tienen potencial para el liderato. Un enfoque de tal naturaleza, est� condenado a producir a otros que han de fracasar.

La ley de la Cosecha encontrada en la Biblia es clara.

"Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla seg�n su naturaleza, y �rbol que da fruto, cuya semilla est� en �l, seg�n su g�nero..."

"Y cre� Dios los grandes monstruos marinos [ballenas] y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron seg�n su g�nero..." (Gn 1:12, 21).

Nosotros reproducimos lo que somos. Si l�deres que han fracasado entrenan, sus estudiantes ser�n fracasos tambi�n. Los l�deres que tienen �xito, quienes llevan una unci�n poderosa del Esp�ritu Santo en sus vidas, esos son los que deben estar envueltos en la ense�anza o entrenamiento del liderazgo. Los tales reproducir�n otros que llevar�n una unci�n poderosa y ser�n pr�speros.

Esto fue cierto en quienes entren� Mois�s. Dios dijo: "Y... tomar� del esp�ritu que est� en ti, y pondr� en ellos..." (Nm 11:17).

Esto fue cierto en El�as y Eliseo. "El�as dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porci�n de tu esp�ritu sea sobre m�.

�l le dijo: Cosa dif�cil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te ser� hecho as�...

Y aconteci� que... un carro de fuego con caballos de fuego apart� a los dos; y El�as subi� al cielo en un torbellino.

Vi�ndolo Eliseo, clamaba: �Padre m�o, padre m�o, carro de Israel y su gente de a caballo!

Alz� luego el manto de El�as que se le hab�a ca�do, golpe� las aguas, y dijo: �D�nde est� Jehov�, el Dios de El�as? Y as� que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pas� Eliseo.

Vi�ndole los hijos de los profetas que estaban en Jeric� al otro lado, dijeron: El esp�ritu [unci�n] de El�as repos� sobre Eliseo..." (2 R 2:9-15).

Esto mismo sucedi� con Jes�s y Sus disc�pulos. "El Consolador.. .el Esp�ritu Santo..." (Jn 14:26).

"Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviar� del Padre..." (Jn 15:26).

"Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendr�a a vosotros; mas si me fuere, os lo enviar�" (Jn 16:7).

c. La Unci�n Es Compartida. La unci�n fue trasladada de Mois�s a los l�deres que compartir�an su ministerio. La unci�n fue transferida de El�as a Eliseo, quien compartir�a su ministerio. La unci�n fue transferida de Jes�s a Sus disc�pulos, quienes compartir�an Su ministerio.

El mismo principio todav�a sigue operando. El entrenador comparte su unci�n con el entrenado. Por consiguiente, los que efect�an el entrenamiento deben ser los que tengan el poder de Dios sobre sus vidas. Las leyes de la Cosecha obrar�n, �stas, producir�n su propia especie.

Conoc� un evangelista que ten�a un ministerio din�mico de milagros de sanidad para la poblaci�n de Asia, �frica y Am�rica Latina. Not� que en casi toda naci�n que �l ministraba, el que serv�a como su int�rprete ten�a la misma unci�n (ministerio) que el evangelista. Dos semanas trabajando con el evangelista hicieron que la unci�n se trasladara al int�rprete. Despu�s de que el evangelista se march�, el int�rprete continu� adelante con el mismo esp�ritu y poder del evangelista.

d. �Qui�n Traslada La Unci�n? Dios dijo: "Y... tomar� del esp�ritu que est� en ti, y pondr� en ellos..." (Nm 11:17).

Es bajo la direcci�n y soberan�a de Dios que esto toma lugar. La clave en este bendito traslado es que Dios es quien escoge los recipientes y dirige el liderato. "Y nadie toma para s� esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aar�n" (He 5:4). Esto ocurre por nombramiento divino.

Es evidente que en la Iglesia primitiva ellos emplearon bastante tiempo ayunando, en oraci�n y en el ministerio al Se�or, a fin de crear la atm�sfera apropiada para que �l les pudiera hablar (Hch 1:14; 13:1-3). En medio de tales tiempos fue cuando el Esp�ritu Santo vino. Los obreros salieron en el poder del Esp�ritu y cumplieron sus ministerios pr�speramente.

Ojal� pudi�ramos limpiar los escalones hacia el Aposento Alto nuevamente y orar hasta que la presencia del Alt�simo sacudiera todo el lugar. Entonces, estar�amos listos para volver a salir a proclamar y demostrar la resurrecci�n de Jes�s.

"Y con gran poder los ap�stoles daban testimonio de la resurrecci�n del Se�or Jes�s, y abundante gracia era sobre todos ellos" (Hch 4:33).

Para un estudio m�s profundo acerca de la unci�n, vea la Secci�n A2.9: Reciba La Triple Unci�n en el Manual de Entrenamiento para L�deres.

5. Traslade La Carga
"Entonces Jehov� dijo a Mois�s: Re�neme setenta varones de los ancianos de Israel...y esperen all� contigo...Y llevar�n contigo la carga del pueblo..." (Nm 11:16, 17).

�Si usted ve a un hombre esforz�ndose por ser responsable, promu�valo! Tal hombre ser� una bendici�n a la obra de Dios. �Si ves a un hombre tratando de alcanzar autoridad, ten cuidado! Tal hombre perjudicar� la obra de Dios.

a. Liderazgo No Es Se�or�o. "Apacentad la grey de Dios... no como teniendo se�or�o sobre los que est�n a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey" (1 P 5:3).

Dios hizo a la humanidad para que ejerciera dominio (lea Gn 1:26). Por esta raz�n, en el coraz�n de la mayor�a de los hombres existe el deseo de gobernar.

El gobernar seg�n el modelo b�blico, es totalmente diferente a la manera en que la mayor�a de los l�deres del mundo ejercen su autoridad. Es por eso que necesitamos entender el modelo de la Biblia para el liderazgo.

Es utilizar el dominio como Jes�s lo hizo: leg�timamente: "...porque yo hago siempre lo que le agrada [al Padre]" (Jn 8:29). �l us� Su posici�n de liderato para ense�ar, bendecir, sanar, romper yugos, echar fuera demonios, perdonar pecados y sanar a los quebrantados de coraz�n (lea Lucas 4:18). Todo esto agrad� a su Padre celestial.

"Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Mr 10:45). Jes�s no ejerci� dominio como un dictador. �l entend�a Su papel como un regidor, pero al servicio de los dem�s.

Sus disc�pulos no comprendieron esto. Ellos pensaban que el liderato significaba una posici�n elevada para recibir honra y alabanza.

"Entonces se le acerc� la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postr�ndose ante �l y pidi�ndole algo.

�l le dijo: �Qu� quieres? Ella dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos m�os, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.

Entonces Jes�s respondiendo, dijo:... Sab�is que los gobernantes de las naciones se ense�orean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellos potestad. Mas entre vosotros no ser� as�, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros ser� vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros ser� vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Mt 20:20-28).

El Se�or no quer�a que Sus ap�stoles fueran SE�ORES. Por el contrario, quer�a que fueran SIERVOS de los dem�s, humildes y dispuestos a lavar los pies de sus semejantes, exactamente como un esclavo vil. "Pues si yo, el Se�or y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros tambi�n deb�is lavaros los pies los unos a los otros" (Jn 13:14).

El Ap�stol Pablo afirm� esto en sus escritos. "Pero ahora en Cristo Jes�s, vosotros… est�is edificados sobre el fundamento de los ap�stoles y profetas, siendo la principal piedra del �ngulo Jesucristo mismo" (Ef 2:13, 20).

Esto nos ense�a que el liderato de ap�stoles y profetas, son ministerios fundamentales en la iglesia. El fundamento de un edificio est� bajo el mismo, siguiendo su papel de sost�n: no lo domina ni lo mantiene bajo dominio.

La ‘piedra principal del �ngulo' era la piedra de esquina en las pir�mides. Este lugar es reservado para Jes�s exclusivamente. Solo �l tiene el derecho de reinar en la Iglesia como la piedra angular del fundamento, es decir, la piedra de esquina.

Cualquier l�der de la iglesia que trate de tomar el lugar de Jes�s, est� en peligro de operar como un ‘anticristo'. En el Nuevo Testamento, el t�rmino griego para anticristo no solo significa ‘contra Cristo', sino que en algunos pasajes significa ‘en el lugar de Cristo'. Aquellos que son entrenados para el liderato deben entender este importante principio.
Siglos antes de Cristo, los israelitas trataron de hacer que su libertador, Gede�n, fuera rey sobre ellos. Pero �l respondi� sabiamente: "...No ser� se�or sobre vosotros, ni mi hijo os se�orear�, Jehov� se�orear� sobre vosotros" (Jue 8:23).

1) La Par�bola De Jot�n. Recomiendo que lea la par�bola de Jot�n (un pariente de Gede�n en Jueces 9:7-21).

En su par�bola, ninguno de los �rboles o vi�as que llevan frutos, aceptan la solicitud de reinar sobre el pueblo. �nicamente la zarza, una planta llena de espinos y sin frutos, accedi� al llamado de reinar sobre el pueblo.

Note c�mo la "vi�a fruct�fera" respondi� en la par�bola de Jot�n: "Dijeron luego los �rboles a la vid: Pues ven t�, reina sobre nosotros. Y la vid les respondi�: �He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los �rboles?" (Jue 9:12, 13). La ‘vi�a' rehus� gobernar sobre otros.

Jes�s ten�a la misma actitud. �l era la vi�a verdadera y tambi�n rehus� que lo hicieran rey (lea Juan 15:1). "Pero entendiendo Jes�s que iban a venir para apoderarse de �l y hacerle rey, volvi� a retirarse al monte �l solo".(Jn 6:15).

Pablo escribi� a los Filipenses: "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo tambi�n en Cristo Jes�s, el cual, siendo en forma de Dios, no estim� el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despoj� a s� mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condici�n de hombre, se humill� a s� mismo, haci�ndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Fil 2:5-8).

Por consiguiente, "Nada hag�is por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los dem�s como superiores a �l mismo" (Fil 2:3).

2) Pablo: Un Ejemplo. El mero hecho de ser un ap�stol de Jes�s no tra�a honor o alabanza. Pablo describ�a su liderato con las siguientes palabras: "Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija.

Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecuci�n, y la soportamos.

Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos.

No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos m�os amados". (1 Co 4:11-14).

La iglesia de Corinto y sus l�deres ten�an un entendimiento equivocado de su papel en este mundo presente. Ellos pensaban que eran como gobernadores gentiles (lea 1 Corintios 4:8). Pablo us� palabras llenas de sarcasmo para corregir sus ideas falsas.

b. El L�der De La Iglesia: Un Llevador De Cargas. La Escritura usa al buey como s�mbolo del l�der de la iglesia. "Porque en la ley de Mois�s est� escrito: No pondr�s bozal al buey que trilla.

�Tiene Dios cuidado de los bueyes?

�O lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribi�…" (1 Co 9:9, 10).

El buey fue escogido como la representaci�n del l�der de la Iglesia debido a su paciencia persistente en las labores de la cosecha. La fortaleza o fuerzas cont�nuas y resistentes del buey, han hecho de tal animal uno de los m�s amados y reverenciados entre todos los usados en la agricultura.

Como tal, el buey ilustra el papel b�blico del l�der de la iglesia: un llevador de cargas, uno que lleva gozosamente la responsabilidad de ver que otros sean alimentados y cuidados.

Es obvio, desde el punto de vista b�blico, que los que cumplen fielmente su papel de liderato llevan muchas cargas como los bueyes. Pablo describi� su ministerio en 2 Corintios 11:23-28 en las siguientes palabras:

"…en trabajos m�s abundante; en azotes sin n�mero; en c�rceles m�s; en peligros de muerte muchas veces.

De los jud�os cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno.

Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un d�a he estado como n�ufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de r�os, peligros de ladrones, peligros de los de mi naci�n, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en fr�o y en desnudez.

Y adem�s de otras cosas, lo que sobre m� se agolpa cada d�a, la preocupaci�n por todas las iglesias". Nadie, excepto los l�deres sinceros de la Iglesia, son los �nicos que desean llevar esta clase de cargas y responsabilidades. Los tales, representan los bueyes de Dios.

Procure esta clase de hombres para entrenarlos en el liderato. Observe estos principios b�blicos para el entrenamiento de l�deres:

"...porque entonces har�s prosperar tu camino y todo te saldr� bien" (Jos 1:8).


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