Cap�tulo 2
Escuchar la voz de Dios

Introducci�n

�Est� Dios aun hablando en el presente? �Es posible escuchar la voz de Dios? Los l�deres cristianos est�n confundidos acerca de este asunto.

Algunos creen que Dios puede guiarnos y conferir direcci�n cuando la necesitamos. Otros dicen que Dios solamente nos habla por lo que leemos en la Biblia. Creo que Dios todav�a nos habla hoy por Su Esp�ritu Santo, as� como lo hizo en los tiempos b�blicos. �Qu� cree usted?

Los libros ap�crifos relatan acerca de una secta de los fariseos que existi� en el 800 (o m�s) antes de Cristo, la cual, ense�aba que todo lo que Dios tuviera que decir ya estaba dicho en los escritos de Mois�s. Cualquier voz o escrito prof�tico subsiguiente ser�an invalidados. Solamente aceptaban los primeros cinco libros de la Biblia y nada m�s.

Es evidente que muchos l�deres de la Iglesia creen la misma doctrina hoy (con alguna que otra modificaci�n). Por ejemplo, los "fariseos de la teolog�a moderna" ense�an que Dios s�lo nos habla hoy por lo que est� escrito en la Biblia, m�s all� de eso, Dios no dice ni una sola palabra.

Aunque es cierto que la Biblia es un libro concluido y nadie debe atreverse a agregar algo m�s al Canon de las Escrituras, la idea de que servimos a un DIOS MUDO (uno que no puede hablar) es una gran herej�a teol�gica.

Muchos est�n dispuestos a morir para defender lo que Dios ha dicho (en los siglos pasados), pero "...desechan al que habla [en el presente, en nuestros d�as y tiempos] desde los cielos" (He 12:25). Somos amonestados siete veces: "El que tiene o�do, oiga lo que el Esp�ritu dice [tiempo presente] a las iglesias…" (Ap 2:7; 3:22).

A. LA NECESIDAD DE ESCUCHAR
Jes�s dijo: "…No con s�lo el pan vivir� el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4:4). La terminolog�a "sale" habla de una funci�n presente y cont�nua. Esto significa que algo que sucedi� en el pasado, est� sucediendo en el presente y continuar� ocurriendo en el futuro.

Este vers�culo podr�a ser traducido como sigue: "El hombre...vive...de toda palabra que ha sido hablada y contin�a siendo hablada por la boca de Dios".

Dios, quien habl� en �pocas pasadas, est� hablando en el presente y continuar� hablando en el futuro. �DIOS NO ES UN DIOS MUDO!

Con esto, no queremos decir que la Biblia todav�a contin�e siendo escrita y que necesitemos seguir agreg�ndole. Yo NO creo tal cosa. Sin embargo, la Biblia nos ense�a que Dios desea un pueblo en el cual pueda "...habitar y andar" (2 Co 6:16), personas santas que sean "...letras [ep�stolas, cartas]...sabidas y le�das de todos los hombres" (2 Co 3:2, 3).

�Oh, cuanto necesitamos escuchar Su voz! Solamente podemos vivir (tener la vida y bendici�n de Dios en nuestras iglesias hoy) por medio de escuchar cada palabra que salga y contin�e saliendo de la boca de Dios hacia nuestros corazones.

1. Conocer La Voluntad De Dios
Todo l�der de la Iglesia afronta esta pregunta: �Qu� espera Dios que yo haga y qu� debo dejar que �l haga? �D�nde termina mi responsabilidad y d�nde comienza la de Dios?

En una parte, la Biblia dice: "…No con ej�rcito, ni con fuerza, sino con mi Esp�ritu, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos" (Zac 4:6). En lo anterior algunos sugieren que ense�a lo siguiente: Dios har� todo con Su Esp�ritu y nosotros no tenemos que hacer nada.

En otra parte, Jes�s dijo: "Porque el siervo que entendi� la voluntad de su se�or, y no se apercibi�, ni hizo conforme a su voluntad, ser� azotado mucho" (Lc 12:47). Esto nos ense�a claramente que Dios hace responsable a Sus siervos de conocer Su voluntad y tomar acci�n para ejecutarla.

�C�mo podemos reconciliar la tensi�n entre la soberan�a de Dios y la responsabilidad del l�der de la Iglesia para implementar o ejecutar Su voluntad?

Podemos resolver con facilidad este dilema al examinar las palabras de Jes�s: "...el siervo que entendi� la voluntad de su se�or...ni hizo conforme a su voluntad, ser� azotado mucho" (Lc 12:47). Jes�s contrasta esto con el sirviente que no entendi� la voluntad de su se�or. Tal siervo, "ser� azotado poco" (v 48). De seguro que ser� azotado en ambos casos: si entendi� la voluntad de Dios y no la ejecut� o si no la entendi� y tampoco la llev� a cabo.

Dios desea l�deres en la Iglesia que entiendan y pongan en pr�ctica Su voluntad. La voluntad de Dios, establece los l�mites de nuestra responsabilidad. Si no entendemos Su voluntad, seremos juzgados de igual manera. A fin de hacer la voluntad de Dios, es vital que la entendamos. Para poder hacer Su voluntad, tendremos que escuchar Su voz. �Es as� de simple!

a. Un Testimonio Personal. Cuando estaba en un instituto de entrenamiento misionero en el verano de 1951, fui de puerta en puerta, de casa en casa tratando de encontrar a alguna alma que pudiera guiar a Cristo. Me salieron callos en los nudillos de tanto tocar a las puertas.

Hab�a tomado un curso sobre c�mo ganar almas, el cual, bosquejaba la manera de conducirlas a Cristo. Fui ense�ado a mostrar a los no convertidos que:

• Eran pecadores (Ro 3:23).
• La paga del pecado es muerte eterna en el infierno (Ro 6:23).
• Jes�s llev� su castigo por el pecado sobre la cruz (1 P 2:24).
• Si recibe a Cristo ser� salvo (Jn 1:12).

Perm�tame decirle que todo lo expuesto arriba es cierto. Eso es todo lo que las almas necesitan para ser salvas. Si creen eso de todo coraz�n, experimentar�n el nuevo nacimiento por medio del poder regenerador del Esp�ritu Santo.

Ni una sola persona de las que visit� en ese verano naci� de nuevo en Cristo. Nadie quiso recibir a Jes�s. �Qu� estaba haciendo mal?

Estaba dependiendo de una f�rmula, de un m�todo, en lugar de depender del Esp�ritu Santo. No estaba escuchando la voz de Dios para que me guiara y mis esfuerzos fueron en vano.

Unos a�os m�s tarde, al observar al Pastor Heeley conducir a muchas almas a Cristo, descubr� cuan equivocado hab�a estado en mi t�cnica de ganar almas. Por todas las partes a las que iba el Pastor Heeley ten�a �xito en guiar las almas a Cristo.

Cuando el Pastor Heeley necesitaba un recorte de pelo, oraba: "Se�or, gu�ame a un barbero que necesite conocerte y que est� listo para recibirte". Se montaba en su autom�vil y pasaba por varias barber�as. Cuando percib�a en su interior la sensaci�n del esp�ritu de haber encontrado la barber�a correcta, se estacionaba y entraba al lugar esperando con fe dirigir al barbero a Cristo. Eran raras las veces que fracasaba.

Cuando el Pastor Heeley sal�a a comprar gasolina para su carro o comestibles para su esposa, hac�a exactamente lo mismo, oraba por la direcci�n del Esp�ritu Santo, y luego prestaba atenci�n a la tierna voz de Dios para su direcci�n. Siempre encontraba pecadores que estaban listos para recibir al Salvador cuando segu�a la direcci�n divina.

Un d�a le pregunt�: "�Qu� m�todos usa usted cuando le predica a las personas, Pastor Heeley?" Respondi�: "No tengo uno espec�fico, simplemente escucho la voz del Esp�ritu para que me dirija en lo que tengo que decirles a las almas. Nunca repito lo mismo dos veces. El Se�or me ayuda a descubrir sus necesidades y yo les hablo del Salvador en una forma amorosa y compasiva, la cual, les da a entender que me intereso y que Dios se interesa por ellos".

El Pastor Heeley naci� y se cri� en Canad� pero nunca escuch� el evangelio hasta que lleg� a la edad de los 40 a�os. Fue guiado a Cristo por un ganador de almas ambulante que le mostr� gran amor e inter�s compasivo. El pastor Heeley es exactamente como su padre espiritual: va peregrinando por todo el mundo mostrando amor compasivo a los perdidos y gui�ndolos a Cristo. �Su secreto? Escucha y obedece la voz de Dios.

He tratado de imitar al Pastor Heeley desde que le conoc�. He descubierto que Dios le dirigir� si desea que �l lo haga. Preste atenci�n a la voz de Dios y �l le guiar� amablemente hacia las almas que necesitan salvaci�n y que est�n listas para recibir al Salvador.

Necesitamos escuchar la voz de Dios no s�lo en el aspecto de ganar almas, sino tambi�n en cada �rea de nuestro ministerio. �Qu� es entonces lo que nos lo impide?

B. COSAS QUE NOS IMPIDEN ESCUCHAR
1. Un Coraz�n No Perfecto Hacia Dios
"Porque los ojos de Jehov� contemplan toda la tierra, para corroborar a los que tienen coraz�n perfecto para con �l…" (2 Cr 16:9).

En los tiempos b�blicos la gente entend�a que el coraz�n era el contenedor de: 1) las emociones o afectos; 2) los motivos; 3) y las intenciones de la persona. Dios est� realmente interesado en estas cosas.

a. Afectos terrenales. Si nuestros afectos est�n puestos en las cosas terrenales m�s que en las celestiales, ello, es una ofensa directa a Dios (1 Jn 2:15). La Biblia nos dice que tenemos que amar a Dios con todo nuestro coraz�n, alma, mente y fuerzas (Mt 22:37).

b. Motivaciones Impuras. Si nuestros motivos son impuros como las del profeta Balaam (Nm 23), entonces, Dios nos juzgar� con severidad. Balaam cambi� los dones milagrosos que Dios le otorg�, por dinero, fama y prestigio.

c. Intenciones Err�neas. Anan�as y Safira (Hechos 5) pretendieron donar todo su dinero para la obra de Dios, pero la verdad fue que se quedaron con una gran porci�n de la venta. Dios los mat� porque su intenci�n fue mala.

�Oh! Cu�nto necesitamos vigilar nuestros afectos, motivaciones e intenciones a fin de estar seguros de que son puros. Dios conoce nuestros corazones, �cierto?

"…pues que el hombre mira lo que est� delante de sus ojos, mas Jehov� mira el coraz�n" (1 S 16:7). No podemos esconder estas cosas del Se�or. Si nosotros no guardamos nuestros corazones puros delante de la presencia de Dios, de seguro que no podremos escuchar Su voz.

2. La Dureza De Coraz�n
"…Si oyereis su voz hoy, no endurezc�is vuestros corazones" (He 4:7).

Cuando salimos mi equipo y yo a compartir el evangelio, ayunamos y oramos para que el poder de Dios se manifestara en bendiciones y sanidad. A menudo separamos un d�a para ayuno y oraci�n durante estos eventos.

Es nuestra costumbre seleccionar tres parejas de cristianos capacitados (esposos y esposas) y formar con ellos un equipo de oraci�n. Es posible que organicemos cinco o seis equipos de oraci�n para ministrar a las personas durante el d�a de ayuno y oraci�n.

El equipo de oraci�n coloca sus sillas en un c�rculo. Los que pasan para recibir la oraci�n se sientan en el centro de ese c�rculo.

Animamos a los equipos a que oren en el Esp�ritu (en otras lenguas: 1 Co 14:13,14) y esperamos que el Esp�ritu les otorgue ayuda sobrenatural a los que necesitan oraci�n.

a. La Falta De Perd�n Detiene La Voz De Dios. Una dama acudi� a un c�rculo de oraci�n, del cual mi esposa y yo �ramos parte. Padec�a de una artritis muy aguda y le causaba grandes dolores en sus manos y espalda. Sus dedos estaban tan deformados que no pod�a estirarlos. Dijo que Dios hab�a dejado de hablarle, que no hab�a escuchado Su voz por m�s de ocho meses.

A medida que el equipo comenz� a orar por ella en el Esp�ritu, un cuadro comenz� a formarse en mi mente de un campo sembrado de ma�z, del cual la cosecha hab�a sido recogida. El terreno estaba endurecido y seco y los tallos de ma�z marchitos. Mientras consideraba si este cuadro o panorama ten�a alg�n significado para la necesidad de la hermana, sent� que el Esp�ritu Santo comenz� a decirme: "�sta es la condici�n del coraz�n de esa hermana. Est� muy endurecido y seco".

Dirig� mis ojos al cielo y or�: "�Por qu�, Se�or? El Esp�ritu respondi�: "Su esposo la ha estado maltratando y ella no lo ha perdonado. El hecho de no poder perdonar, ha causado tal dureza de coraz�n. Debido a que no ha podido perdonarle, tampoco yo puedo perdonarle. Todo esto combinado, ha causado una terrible frustraci�n en su coraz�n. Como consecuencia, est� padeciendo esa artritis aguda que le aflige".

No siempre estoy seguro de que escucho la voz de Dios cuando algo como eso acontece. Por lo tanto, a fin de probar si fue el Esp�ritu Santo o mi imaginaci�n, le cont� a la hermana acerca de la visi�n que hab�a recibido. Le dije que consideraba que �l me hab�a mostrado su situaci�n. Luego le pregunt�: "�Es cierto esto?" - Ella irrumpi� en llanto y contest� - "S�, hermano Ralph, es cierto".

b. El Perd�n Nos Hace Escuchar La Voz De Dios. La compasi�n del Se�or llen� mi coraz�n hacia esta amada hermana. Con l�grimas corriendo por mi rostro, le dije: "Hermana, Jes�s la ama mucho, �l desea sanarle y hablarle como antes. Pero debe verbalizar su perd�n. Simplemente diga: ‘Perdono a mi esposo de todas las cosas malas que ha hecho para herirme'. Cuando lo haga, el Se�or la va a sanar y su coraz�n volver� a ser sensible en lugar de ser duro y �l le volver� a hablar de nuevo".

Ella hizo lo que le suger� y en unos tres minutos toda su artritis aguda hab�a desparecido. La artritis y dolor de espalda tambi�n desaparecieron. Las coyunturas deformadas de sus dedos tomaron su forma normal y pod�a estirarlos y doblarlos.

Varios d�as m�s tarde, me dijo en un mar de l�grimas de alegr�a: "Hermano Ralph, Dios me ha estado hablando nuevamente. �Qu� compasivo es! A�os despu�s me enter� que estaba pastoreando una buena iglesia.

Esta historia ilustra cu�n importante es tener nuestros corazones bien con Dios. Un coraz�n endurecido, con callos, incr�dulo y que le guarde rencor a los dem�s, de seguro puede impedirnos escuchar la voz de Dios.

3. L�deres No Regenerados
He viajado a trav�s de m�s de cien naciones del mundo. Uno de los problemas m�s grandes que afronto a medida que viajo, es el de l�deres eclesi�sticos no regenerados. L�deres que nunca han nacido de nuevo del Esp�ritu de Dios. �Acaso es de sorprenderse el porqu� no pueden escuchar la voz de Dios?

M�s de 200 a�os atr�s Juan Wesley, el fundador del Metodismo (la denominaci�n m�s grande del mundo), iba de regreso por barco a Inglaterra despu�s de un servicio misionero en la colonia de Georgia. All� estuvo tratando de llevar alivio a los prisioneros que estaban recibiendo terribles maltratos.

En el barco en que �l iba, se encontr� con unos misioneros de Morovia quienes le preguntaron a Juan Wesley: "�Es usted un cristiano nacido de nuevo?"

�l les respondi� - "Soy un cl�rigo anglicano ordenado".

- "Eso no fue lo que le preguntamos, Juan. �Es usted un cristiano nacido de nuevo en Esp�ritu de Dios?"

Juan replic� - "He estado trabajando con los prisioneros, ayudando a los pobres y haciendo toda suerte de obras buenas desde que me gradu� del seminario." - (Juan estaba tratando de evadir aquel asunto que significaba el "cielo o el infierno").

Los misioneros continuaron presion�ndole - "Juan Wesley, Jes�s dijo: "Es necesario nacer otra vez".

Confrontando la misma pregunta una y otra vez, Juan Wesley pas� la mayor parte de su viaje releyendo su Nuevo Testamento. Se encontr� vers�culos tales como: "Porque el mismo Esp�ritu da testimonio a nuestro esp�ritu de que somos hijos de Dios" (Ro 8:16).

�l se pregunt�: "�De qu� est� hablando el Ap�stol Pablo? ‘El Esp�ritu da testimonio al nuestro esp�ritu...' �Qu� significa eso?"

Luego ley� a 1 Juan 5:10 "El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en s� mismo…".

�l medit�: "No he experimentado en mi coraz�n el testimonio del cual Juan est� hablando. �Acaso habr� nacido de nuevo?".

Entre m�s hablaba con los morovianos y le�a su Nuevo Testamento, m�s se convenc�a de que no ten�a "fe salvadora".

a. Fe Salvadora � Acuerdo Intelectual. Un d�a ley� la escritura de Santiago 2:19: "…Los demonios tambi�n creen y tiemblan". Juan Wesley comenz� a ver que hab�a una diferencia entre la "fe salvadora" y el conocimiento intelectual de los hechos hist�ricos registrados en la Biblia acerca de Jes�s. Los demonios creen los hechos, pero no tienen fe salvadora.

Convencido de que su iglesia, los profesores de seminario y su junta misionera le hab�an fallado al no ense�arle si hab�a nacido de nuevo del Esp�ritu de Dios, Juan comenz� su b�squeda por la verdad espiritual.

Poco tiempo despu�s de llegar al puerto en Inglaterra, una noche Juan fue a visitar una misi�n de poco reconocimiento en Londres para escuchar la presentaci�n del evangelio con claridad y simplicidad. Wesley testific� m�s tarde: "Mi coraz�n fue extra�amente conmovido". Se march� de la misi�n esa noche con una paz que sobrepasa todo entendimiento, lleno de gozo y de gloria inefable.

Al final hab�a conocido el gozo del nuevo nacimiento en el Esp�ritu. Ahora entend�a lo que Pablo, Juan y Santiago quer�an decir. Ahora sab�a la diferencia que exist�a entre la realidad espiritual y el conocimiento intelectual del evangelio. Emple� los a�os restantes de su ministerio mostrando a las gentes y a los pastores cu�n esencial era estar seguro de haber nacido de nuevo.

b. Usted Puede Saber Si Es Salvo. �Qu� respecto a usted? �Est� seguro que ha nacido de nuevo? �Por supuesto que puede estarlo! �Por qu� no le pide al Se�or Jes�s que venga a su coraz�n?

Ore esta simple oraci�n: �Se�or Jes�s, confieso que eres mi Se�or. Creo que llevaste mis pecados a la cruz del Calvario para salvarme de la condenaci�n. Creo que resucitaste de los muertos y que est�s sentado en el trono a la diestra del Padre celestial.

Conf�o en Tu sangre que derramaste por mi redenci�n. Hoy renuncio y doy mis espaldas al pecado. Recibo tu Esp�ritu Santo para que d� testimonio a mi esp�ritu de que soy un hijo de Dios. Todo eso te lo pido en el nombre del Se�or Jesucristo! �AMEN!

"Si or� con sinceridad, Jes�s ya entr� a su coraz�n. Ahora debe salir inmediatamente y contarle a otras almas que Jes�s es su Salvador, d�gales que lo recibi� como Se�or y Salvador y que est� completamente seguro. D�gales que est� completamente seguro de que es salvo y que va camino al cielo".

La Biblia dice: "que si confesares con tu boca al Se�or Jes�s, y creyeres en tu coraz�n que Dios le levant� de los muertos, ser�s salvo. Porque con el coraz�n se cree para justicia; mas con la boca se hace confesi�n para salud [salvaci�n]" (Ro 10:9, 10).
Ahora que ha nacido de nuevo, y est� consciente de ello, es un candidato para que el Se�or comience a platicar con usted. Ahora podr� escuchar Su voz. Jes�s dijo: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen" (Jn 10:27).

Cuando Jes�s venga a su coraz�n, lo limpiar� y lo purificar� del pecado y las tinieblas; �l quitar� el coraz�n de piedra y pondr� uno tierno y sensible a los impulsos del Esp�ritu de Dios. Tal coraz�n, ser� presto en escuchar la voz del Padre.

"Y esparcir� sobre vosotros agua limpia, y ser�is …Y os dar� coraz�n nuevo, y pondr� esp�ritu nuevo dentro de vosotros, y quitar� de vuestra carne el coraz�n de piedra, y os dar� coraz�n de carne… y har� que and�is en mis mandamientos, y guard�is mis derechos, y los pong�is por obra" (Ez 36:25-27).

4. La Desobediencia Impide Que Dios Hable
Judson Cornwall dijo que estaba orando fervientemente rog�ndole a Dios que le hablara. El Se�or le dijo al final: "Judson, �por qu� deber�a hablarte de nuevo, cuando no me has obedecido en lo que te dije la �ltima vez que te habl�?". El Pastor Cornwall se levant� e hizo al momento lo que Dios le hab�a pedido que hiciera previamente. Entonces, continu� escuchando la voz del Se�or como antes.

"Luego la fe es por el o�r, y el o�r, por la palabra de Dios" (Ro 10:17).

La fe puede ser definida como "Acci�n que obedece a lo que Dios dice". Escuchar la voz de Dios no significa s�lo o�rla con sus o�dos. �sta, significa responder obedientemente a lo que �l dijo.

Cuando mi hijo ten�a cerca de nueve a�os de edad, le habl� de la siguiente manera: "Hijo, toma esta bolsa de basura y �chala en el lugar donde se tiran los desperdicios". �l respondi�: "Muy bien Pap�". Treinta minutos m�s tarde cuando regres�, la basura todav�a estaba en su lugar. �Me escuch� �l? No en el sentido b�blico. Mientras no me obedezca, estar� ignorando mi orden.

Llam� a mi hijo aparte y le mostr� la tabla que uso para castigarle en el trasero, la cual, ten�a lista para tal uso; entonces fue presto en escuchar mi voz y poner la basura afuera.

La fe viene por el o�r... la palabra de Dios, en otras palabras, es escuchar y responder obedientemente a lo que Dios ha ordenado.

a. El Orgullo Impide La Obediencia. Un gran impedimento a nuestra reacci�n de obediencia, es el ORGULLO. Escuch� al evangelista de renombre mundial Oral Roberts decir: "Cada vez que subo a una plataforma para orar por los enfermos, he tenido que colgar mi orgullo sobre la cruz nuevamente, pues es de la �nica manera en que unos cuantos de aquellos por los que oro recibir�n sanidad".

A pesar de los incr�dulos, los que se burlan y los reporteros criticadores, Oral Roberts ha perseverado en humillaci�n para hacer lo que Dios le ha pedido que haga. Debido a su fidelidad a un llamamiento de tan poca popularidad, miles han sido sanados y el ministerio de sanidad es practicado m�s abundantemente a trav�s de toda la Iglesia del mundo.

Muchos de nosotros nos hemos detenido de hacer lo que Dios dice, debido al temor de lo que otros puedan pensar si le obedecemos. Proverbios 29:25 nos dice: "El temor del hombre pondr� lazo; Mas el que conf�a en Jehov� ser� levantado". El "temor del hombre" es simplemente otra expresi�n de orgullo. B�sicamente, no hacemos lo que Dios nos dice por el ORGULLO.

Nuestra mente carnal piensa: "Si tratamos de hacer lo que Dios nos ordena y fracasamos, �qu� pensar� la gente? Mis camaradas en el ministerio no me entender�n. Mi denominaci�n no estar� de acuerdo con lo que Dios me dice que haga".

Todos estos pensamientos tienen su ra�z en el temor del hombre: El ORGULLO. Muchos de los que desean hacer la voluntad de Dios se detienen por temor al hombre.

A menudo se me formula la pregunta: "Hermano Ralph, �C�mo puede estar seguro de que Dios es quien le habla?

Yo respondo: "No siempre estoy seguro. Compruebo si es Dios quien me habla. Examino los hechos con otros que puedan estar envueltos.

La Biblia dice: "Examinadlo todo..." (1 Ts 5:21). La �nica manera de comprobar algo, es poni�ndolo a prueba. A menudo fracaso en la comprobaci�n, pero uno de los elementos de la fe es el riesgo. Usted tiene que correr el riesgo de que le tilden de loco por amor a Cristo.

No permita que el orgullo le paralice. Trate de hacer lo que sienta que Dios le manda. Aunque es posible que experimente varios fracasos, de seguro tendr� algunos triunfos tambi�n. Corra el riesgo. Salga con fe e intente grandes cosas para Dios.

b. Las Preocupaciones Impiden La Obediencia. Una de las historias m�s interesantes en la Biblia se encuentra registrada en el cap�tulo 5 de 2 Reyes. �ste, ilustra v�vidamente como nuestros conceptos anticipados nos impiden escuchar y obedecer la voz de Dios.

1) Naam�n Casi Pierde Su Bendici�n. Naam�n era un general sirio cuya sirvienta israelita era su prisionera de guerra. El general padec�a de la incurable enfermedad de lepra. Su sirvienta le cont� acerca de un profeta de Israel llamado Eliseo que ten�a el poder de Dios para sanar a los enfermos.

Naam�n se comunic� con el rey de Israel siguiendo los canales diplom�ticos e hizo arreglos para visitar a Eliseo. Cuando el sirio lleg� al hogar humilde de Eliseo, el profeta envi� a su sirviente a decirle al General Naam�n lo que Dios le hab�a dicho que hiciera. "Ve y l�vate siete veces en el Jord�n, y tu carne se te restaurar�, y ser�s limpio" (v 10).

Y Naam�n se fue enojado... �l dijo: "�He aqu�, pens� que el profeta tendr�a la cortes�a de salir a verme. Pens� que invocar�a el nombre de su Dios, que alzar�a su manto y tocar�a en el lugar de la lepra y ser�a sanado". (Note su concepto anticipado sobre c�mo ser�a sanado).

"Si son r�os lo que necesito, me volver� a Siria para lavarme en las aguas cristalinas de Abana y Farfar, r�os de Damasco, y no en el R�o cenagoso del Jord�n." Al terminar tal declaraci�n, se fue muy enojado.

No obstante, uno de sus criados le suplic� diciendo: "Padre m�o, si el profeta te mandara alguna gran cosa, �no la har�as? �Cu�nto m�s, dici�ndote: L�vate, obedece, (palabra clave) y ser�s limpio?

Finalmente le persuadi� y Naam�n descendi� al R�o Jord�n y se sumergi� siete veces como el profeta se lo hab�a mandado. Cuando obedeci�, su carne se torn� tan suave como la de un ni�o. Naam�n qued� completamente sano.

El general casi perdi� la bendici�n que vino a buscar. �Por qu�? Debido a las especulaciones que ten�a sobre c�mo Dios le iba a sanar. Su orgullo y especulaci�n imped�an su obediencia.

Como podemos ver, la especulaci�n est� arraigada en el orgullo. Es como la declaraci�n de "yo lo s� todo". Puedo especular c�mo suceden las cosas antes de que sucedan, es decir, como suceder�n" (una cualidad divina).

Cuando las cosas no suceden como las especulamos, afecta nuestra imagen divina (saturada de orgullo) de nosotros mismos y, al igual que Naam�n, nos marchamos enojados y resentidos porque Dios no hizo las cosas como pensamos que las har�a.

2) El Patr�n De Dios Para Su Vida. Nuestra teolog�a (una especulaci�n acerca de Dios), a menudo entra en conflicto con la direcci�n del Esp�ritu para nuestra vida y, cuando lo hace, afrontamos el grave peligro de errar la voluntad de Dios.

Cuando Dios comenz� a hablarme de ser un predicador ambulante, me resist� firmemente. Durante once a�os hab�a estado plantando iglesias nuevas y pastore�ndolas. Ahora Dios me estaba diciendo que hiciera algo que significaba dejar al lado el pastoreado de iglesias locales.

Protest�: "Se�or, no es b�blico. Todo lo que haces o har�s, lo haces a trav�s de una iglesia local". Esa era mi teolog�a para ese tiempo. Volv� a quejarme con Dios: "Esa idea de predicador ambulante no est� de acuerdo con el patr�n del libro de los Hechos. Estoy limitado a hacer todo seg�n el patr�n" (Hebreos 8:5 era uno de mis textos favoritos).

Un domingo en la ma�ana mientras iba caminando hacia el p�lpito a predicar, el Se�or me habl� diciendo: "�Por qu� no lees el resto del vers�culo?" Sab�a lo que �l quer�a decir. Lee el resto de Hebreos 8:5.

"Se�or, �por qu� debo leer el resto del vers�culo? Lo he le�do cientos de veces. He predicado de �l en diversas ocasiones. Conozco ese vers�culo al rev�s y al derecho. �Por qu� debo leer el resto del vers�culo?

Pero la voz insistente del Se�or continu� presion�ndome en mi interior: "Lee el resto del vers�culo". Abr� la Biblia y le�: "Mira, haz todas las cosas conforme al dechado que te ha sido mostrado en el monte" (He 8:5b). Cuatro palabras me impactaron como dinamita: "Te ha sido mostrado".

"Haz TODAS las cosas conforme al dechado que te ha sido mostrado".

Mi teolog�a estaba basada en el patr�n que se le hab�a mostrado a Mois�s, a David, a la Iglesia primitiva, pero Dios estaba diciendo: "Tienes que hacer las cosas como yo te las muestro. No� edific� el arca porque ese era mi patr�n para No�. Mois�s edific� el tabern�culo porque ese era mi patr�n para �l. Salom�n edific� el templo porque yo le dije que lo hiciera. Pedro, Pablo, Santiago y Juan hicieron todo como yo se los orden�. Ese fue el patr�n para sus vidas".

"Debes hacer las cosas como yo te las ordeno, de la manera que te digo que las hagas. Ese es mi patr�n para tu vida".

Finalmente comprend�. Ten�a que o�r y obedecer la voz de Dios. No pod�a hacer las cosas simplemente porque mi denominaci�n las hac�a de tal manera o porque "siempre han sido hechas de esa manera". Ten�a que obedecer a Dios.

Mi amigo, ese es el asunto todav�a, �no es cierto? Dios tiene un plan para cada uno de nosotros. El ministerio que �l le dio a Billy Graham es como el de Juan el Bautista, de quien la Biblia testifica: "Juan, a la verdad, ninguna se�al [milagro] hizo" (Jn 10:41). Kenneth Hagin y Oral Roberts son ministros m�s o menos como San Esteban, quien: "…hac�a prodigios y milagros grandes en el pueblo" (Hch 6:8).

Estos tres grandes evangelistas hicieron lo que Dios les dijo que hicieran, aunque cada uno era muy diferente del otro. Cada uno de nosotros tiene que escuchar y obedecer la voz de Dios. Eso es lo que le va a distinguir de los miles que no escuchar�n ni obedecer�n. La mayor�a no prestar� atenci�n a Su voz ni la obedecer�. �Pero es vital que usted s� lo haga!

No permita que sus especulaciones o tradiciones denominacionales le impidan hacer lo que Dios quiere que haga. Algunos se le opondr�n, le despreciar�n y criticar�n. Otros dudar�n de usted y le atacar�n. Su orgullo sufrir�. Pero a pesar de lo que venga en contra suya, haga la voluntad de Dios.

3) Mi Experiencia En La Isla Khushan. En el a�o 1962, form� parte del equipo de dos evangelistas que salieron a evangelizar una peque�a isla a las afueras de la costa oriental de Zhejiang, Am�rica Central. Un creyente que previamente conduje hace tres a�os en el lugar, nos precedi� a esta isla y hab�a comenzado una iglesia.

De la manera tradicional de los evangelistas de Am�rica del Norte, prediqu� fervientemente durante varias noches, sin ver una sola alma convertirse a Cristo.

Mi compa�ero evangelista y yo est�bamos tan frustrados y desesperados que anunciamos un culto de oraci�n para las cuatro de la ma�ana cada d�a. De esa manera, podr�amos orar con los miembros antes de que salieran a pescar y a recoger frutos por la ma�ana temprano.

Esper�bamos que asistieran diez o doce miembros a cada culto. Para nuestra sorpresa, la peque�a iglesia se llen� a capacidad con un promedio de 100 personas (tantas, como las que nunca hab�amos visto en los servicios de las noches).
Como sabr�, nadie conduce cruzadas evangel�sticas a las 4:00 A.M., pero as� fue como Dios obr�. �l quer�a destruir mis especulaciones de la manera en que opera, y ense�arme una lecci�n concerniente a escuchar y obedecer Su voz.

Comenzamos el tiempo de oraci�n con un breve coro:

Mu�vete sobre mi alma, mu�vete sobre mi alma,
Dulce Esp�ritu, mu�vete sobre mi alma.
Mi reposo es completo, mientras a Su estrado me postro,
Dulce Esp�ritu, mu�vete sobre mi alma.

Despu�s de cantar el coro una o dos veces, una de las damas comenz� a profetizar. Sus palabras eran vacilantes. Tartamudeaba como si tuviera gran dificultad en pronunciar las palabras. Me estaba poniendo nervioso, pero pens�: "Dejemos que la pobre alma trate, no perjudicar� a nadie con ello".

Tres veces repiti� estas palabras: "Quita tus zapatos de tus pies, porque el lugar que pisas es santo". Todo lo que escuch� fue una mujer por quien sent�a compasi�n, una que balbuceaba palabras con gran dificultad que parec�an totalmente incoherentes para el p�simo momento de inspiraci�n.

Mi compa�ero, el Pastor Heeley, escuch� algo muy diferente. �l escuch� la voz del Esp�ritu llamando a los pecadores al arrepentimiento. (Me alegr� de que tuviera unos o�dos espirituales mejores que los m�os).

�l se levant� y comenz� a hablar quedamente: "Amigos, creo que el Se�or nos ha hablado a nosotros y necesitamos responder. No s� si �l quiere que nos quitemos los zapatos literalmente o no. Pero en caso que as� sea, no nos har�a mal que lo hici�ramos".

Sinti�ndonos un poco necios, comenzamos a quitarnos los zapatos. El Pastor Heeley continu�: "Lo que el Se�or probablemente quiere decir es esto: que nos quitemos los antiguos zapatos de la vida de pecado y salgamos a caminar por la senda nueva de la vida de justicia. Tenemos que abandonar la antigua vida de esclavitud y rebeli�n, y andar en la nueva vida de libertad y obediencia a Jes�s.

"Si ustedes quieren hacer eso ahora mismo, dejen sus zapatos detr�s de ustedes, salgan al pasillo y desciendan hacia el frente del edificio, a fin de que podamos orar juntos".

Para mi sorpresa, todo lo que mis "sermones evangel�sticos s�per cargados" no produjeron, el o�do espiritual y sensible del Pastor Heeley, unido a su respuesta a la voz de Dios, lo hizo. Las personas comenzaron a venir de todas partes del peque�o edificio. Luego aconteci� una de las cosas m�s asombrosas que jam�s he presenciado.

A medida que ven�an, al parecer hab�a una l�nea invisible dibujada a lo largo de la primera hilera de bancos al frente. Cuando los que pasaban para recibir a Cristo pasaban aquella l�nea, ca�an sobre sus rostros como si hubieran sido golpeados por un �ngel invisible. Aquellos indios miskitos tan inflexibles, estaban dispersos por todo el piso llorando y derramando l�grimas de dolor y arrepentimiento por sus pecados, como si sus corazones estuvieran quebrantados.

Pens� que cuando la primera media docena hubiera ca�do, los dem�s se asustar�an, se volver�an y saldr�an huyendo del servicio. Pero no lo hicieron. Continuaron pasando hasta que casi todos los pecadores en el servicio recibieron el don del arrepentimiento y la salvaci�n (m�s de 50 aceptaron a Cristo).

�Qui�n hubiera pensado en ganar almas de esa manera? �Qui�n escuch� jam�s de tal m�todo de evangelizaci�n? Pero como puede ver, el secreto estaba en "poseer un o�do atento para escuchar lo que el Esp�ritu estaba diciendo".

Admito avergonzadamente que no escuch� al Esp�ritu para percibir lo que estaba sucediendo en el servicio. Pero, gracias a Dios, mi compa�ero s� ten�a sus o�dos sintonizados con el Esp�ritu. �l obedeci� al Se�or y, como resultado, tuvimos un poderoso despertar que sacudi� a la isla de un lado a otro.

Oh Dios, l�brame de mi desobediencia, especulaciones, tradiciones y dureza de coraz�n, lo cual, me impide escuchar y obedecer tu voz. �AMEN!


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