Cap�tulo 6
Evitar Convertirnos En V�ctimas

Introducci�n

Dios est� buscando hombres que pueda elevar a posiciones de liderato. Cada movimiento fresco del Esp�ritu, ha sido marcado por el suscitar de un liderato nuevo de parte de Dios, el cual, �l ha preparado y escogido para la realizaci�n de Su obra. Otro fresco despertar del Esp�ritu est� a las puertas. En estos precisos momentos est� tomando lugar un cambio primordial en los eventos humanos que es prueba de esto.

Dios necesita hombres que se "pongan al Portillo" en su lugar y que "hiciesen vallado" (Ez 22:30), hombres que conozcan las sendas antiguas y la Palabra de Dios, y que digan: "Este es el camino andad por �l" (Is 30:21).

Este cap�tulo explica el precio y peligros que hay envueltos en el proceso de producir tales hombres. Si usted desea ser uno de esos hombres elegidos para servir en el gran avivamiento por venir, va a necesitar conocer los principios expuestos en este cap�tulo.

Resumen de los Cap�tulos anteriores.
Lo que voy a compartir en este cap�tulo est� basado sobre la suposici�n de que usted ha le�do, entendido y comenzado a poner en pr�ctica las cosas bosquejadas en los cap�tulos anteriores.

El PRIMER cap�tulo trat� con la necesidad de que cada l�der espiritual aprenda a esperar en el Se�or (Is 40:31). Esta es la primera prioridad de un l�der espiritual. A medida que espera, Dios toma sus fuerzas y las reemplaza con las Suyas. Aqu� toma lugar un intercambio.

El SEGUNDO cap�tulo expuso la necesidad de aprender a escuchar la voz de Dios. Un principio vital hacia un ministerio pr�spero o exitoso, es que el hombre vive con "toda palabra que sale de [que contin�a siendo hablada por] la boca de Dios".

Nuestro coraz�n debe ser guardado puro y rendido al Se�or antes de que podamos escucharle. Luego, a medida que le escuchamos y obedecemos, nuestra fe va creciendo. A medida que crece, podremos escuchar Su voz habl�ndonos de las cosas grandes que quiere hacer a trav�s de nosotros.

El TERCER Y CUARTO cap�tulos presentaron el proceso a trav�s del cual Dios usa las persecuciones que experimentamos para probar y refinar Sus palabras de instrucci�n y direcci�n hacia nosotros. A trav�s del horno de las aflicciones progresamos del paso de ser "llamados" hacia el paso de ser "escogidos". Tal refinamiento es necesario, debido a que es a trav�s de ese proceso que �l nos prepara para afrontar la intensa guerra espiritual que estaremos peleando en la posici�n que desempe�aremos como l�deres espirituales.

En el QUINTO cap�tulo Jos� nos confiere el ejemplo principal de este aspecto: Dios permiti� que las circunstancias le llevaran hasta la mazmorra o prisi�n de fara�n, a fin de solidificar su car�cter o personalidad. Luego fue liberado de la prisi�n, tuvo una audiencia con fara�n y fue hecho Primer Ministro de Egipto.

Este cambio de sus sufrimientos en prisi�n a la posici�n de responsabilidad que ocup�, pudo haberle dado a Jos� la falsa sensaci�n de su importancia y prominencia. No obstante, ya Dios hab�a obrado en �l la virtud de la humildad mientras estuvo en aquel calabozo horrible. Esa experiencia le salv� de la trampa o peligro del orgullo (arrogancia).

A. PREPARACI�N PARA EL MINISTERIO
1. �Cu�nto Tiempo Tomar�?

Es probable que se est� preguntando en estos momentos: "�Cu�nto tiempo tomar� tal proceso? �Cu�nto tiempo le tomar� a Dios la preparaci�n de un l�der?".

No hay un tiempo establecido de antemano. Mois�s estuvo 40 a�os bajo preparaci�n en el desierto pastoreando las ovejas de su suegro Jetro.
En el caso de Pablo, solamente le tom� unos catorce a�os despu�s de su conversi�n para salir al campo como l�der (Hch 13:1-3). Sin embargo, en su caso hubieron muchos a�os de entrenamiento en las Escrituras antes de convertirse al evangelio.

Desde el tiempo de sus sue�os hasta que lleg� a ser Primer Ministro de Egipto, pasaron trece a�os en la vida de Jos�.

Dos cosas determinar�n cu�nto tiempo le tomar� a Dios hacer un l�der de usted:

• La magnitud y naturaleza del ministerio al cual Dios le ha llamado, y
• La manera en que usted reacciona o responde ante Sus tratos a medida que le prepara.

a. �Mec�nico O Doctor? Cu�nto desea Dios lograr a trav�s de usted y cu�nto quiere usted lograr para Dios, determinar� la intensidad de Sus tratos.

Esto mismo es cierto en los negocios del mundo: Una persona puede ser un buen mec�nico de autom�vil con solamente unos cuantos a�os de escuela. Sin embargo, no podr�a ser un doctor en medicina sin pasar muchos a�os intensos de ardua preparaci�n acad�mica.

Si usted desea que Dios le use en un ministerio prominente y poderoso, caracterizado por muchos milagros y se�ales de autoridad, el tiempo de su preparaci�n ser� extenso y doloroso.

Cuanto m�s grande sea su responsabilidad, m�s rigurosa ser� su preparaci�n. Se necesita de un calor m�s intenso para refinar un vaso de oro para la honra de Dios, que el necesario para fabricar un vaso de barro para el uso com�n.

b. �Obstinado U Obediente? El segundo factor, es su reacci�n o respuesta ante los tratos de Dios a medida que lo prepara. Si usted es lento para aprender lo que Dios quiere ense�arle, ello extender� el tiempo, y la preparaci�n ser� m�s dif�cil. El herrero tiene que usar un martillo pesado y much�simo calor a fin de darle forma al duro e inflexible acero. El joyero s�lo tiene que aplicar cantidades modestas de presi�n para darle forma al oro flexible. El secreto radica en ser sensible, flexible y obediente al Se�or. Cuando �l quiera ense�arle una lecci�n, trate de aprenderla con rapidez. No se rebele ni sea obstinado, pues si lo hace, tendr� que utilizar mucho m�s "fuego y un martillo m�s pesado" a fin de moldearle para el liderazgo.

2. Las Contingencias Abundan
Es una necesidad suponer que una vez que usted viene a ser un l�der, no tendr� m�s necesidad de crecimiento espiritual. Tal pensamiento, ha conducido a muchos a la ruina.

En 1948, hubo un poderoso movimiento del Esp�ritu Santo que barri� a los Estados Unidos. Dios trat� poderosamente con Su Iglesia durante los a�os que subsiguieron a la II Guerra Mundial.

Para 1950, se levantaron m�s de cincuenta ministros prominentes. La mayor�a de ellos, eran evangelistas en el poderoso despertamiento de sanidad divina, que para ese tiempo estaba barriendo al mundo.

Solamente unos cuantos resistieron. �D�nde est�n los dem�s? �Por qu� solamente quedan unos cuantos? La lista de contingencias (bajas) es grande. Muchos de los que pasaron la prueba del programa de preparaci�n de Dios, fracasaron en la prueba de mantenerse victoriosos en su llamamiento.

Existen m�s bajas entre los que llegan a ser l�deres prominentes que las que hay en la preparaci�n de los mismos.

El Ap�stol Pablo sab�a esto cuando declar�: No sea que, habiendo predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado" (1 Co 9:27).

Muchos de los que aspiran a posiciones de liderato dicen para s�: "�Una vez que logre llegar a alguna posici�n de liderato, estar� a salvo!" �Pero eso no es cierto! Como l�der, un hombre es mucho m�s vulnerable a los ataques espirituales debido a su prominencia y visibilidad.

3. El Precio Es Alto

La preparaci�n para el liderato envuelve muchas l�grimas y dolorosas pruebas. (Lea Hebreos 5:7, 8). Esto es as�, porque usted ha sido entrenado para soportar las impetuosas presiones que le sobrevienen a un l�der.

El liderato cristiano no es un encanto o ilusi�n, sino m�s bien una guerra. Usted est� en guerra con Satan�s y con el mundo. Muchas veces es malentendido por miembros de la familia, amigos y compa�eros del evangelio. Adem�s de esto, muchas veces ser� criticado por personas motivadas por el celo y el temor.

El relato b�blico de Mois�s en el Libro de N�meros es un cuadro preciso de lo que en s� envuelve el liderato. Mois�s era el caudillo de m�s de dos millones quinientas mil personas (2'500,000). �stas formaban parte de un sinn�mero de rebeldes, querellosos, censuradores y murmuradores. Ellos ve�an un milagro y no pasaba mucho tiempo para que empezaran a murmurar. Fomentaban una rebeli�n tras otra.

Aun el propio hermano y hermana de Mois�s le criticaron y retaron su liderato (pero fueron juzgados por ello).

No es de asombrarse del porqu� Dios pas� m�s de cuarenta a�os preparando a Mois�s antes de ponerlo a dirigir a Su pueblo. Si Mois�s no hubiera empleado aquellos cuarenta a�os pastoreando las ovejas testarudas de su suegro Jetro en el desierto, jam�s habr�a sido el gran l�der que realmente fue.

Mois�s y El�as fueron lo dos que aparecieron en el Monte de la Transfiguraci�n con Jes�s. De esta (y otras Escrituras), podemos asumir que ellos eran los dos l�deres m�s grandes e importantes del Antiguo Testamento.

Una medida de la depresi�n que un hombre de Dios sufre en el liderato, es ilustrada en las vidas de Mois�s y El�as.

a. Mois�s. A pesar de que Mois�s tuvo todos aquellos d�as de preparaci�n, las presiones vinieron a ser tan enormes que �l le pidi� a Dios que le quitara la vida. Un hombre no ora de esa manera a menos que su vida est� siendo atormentada miserablemente.

"Y dijo Mois�s a Dios: �Por qu� has hecho mal a tu siervo? �y por qu� no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre m�? �Conceb� yo a todo este pueblo? �engendr�lo yo, para que me digas: Ll�valo en tu seno, como la que cr�a al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres?

�De d�nde tengo yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mi diciendo: Danos carne que comamos. No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demas�a.

Y si as� lo haces t� conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal" (Nm 11:11-15).

Solamente aquellos que han estado en los terrenos de la batalla pueden hablar de sus sufrimientos. El liderato sobrelleva cargas muy pesadas, pero son parte de tal llamado. Mois�s se encontraba tan desanimado y deprimido con la situaci�n, que deseaba la muerte.

b. El�as. El�as tambi�n tuvo su punto bajo en su ministerio. Le vino despu�s de tener un gran triunfo: cuando hab�a orado a Dios para que hiciera caer fuego del cielo y matara a los cuatrocientos profetas de Baal. Tr�gicamente, los valles de la desesperaci�n vienen a menudo despu�s de haber disfrutado de experiencias muy elevadas de victorias poderosas.

"Y Acab dio la nueva a Jezabel de todo lo que El�as hab�a hecho, de c�mo hab�a muerto a cuchillo a todos los profetas. Entonces envi� Jezabel a El�as un mensajero, diciendo: As� me hagan los dioses, y as� me a�adan, si ma�ana a estas horas yo no haya puesto tu persona como la de uno de ellos.

Viendo pues el peligro, levant�se y fuese por salvar su vida, y vino a Beerseba, que es en Jud�, y dej� all� su criado. Y �l se fue por el desierto un d�a de camino, y vino y sent�se debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Baste ya, oh Jehov�, quita mi alma; que no soy mejor que mis padres" (1 R 19:1-4).

Dios respondi� la oraci�n de El�as y se lo llev� al cielo en un carro de fuego algunas semanas despu�s de haber orado aquella oraci�n.

Para m�, es una demostraci�n grande del amor de Dios y comprensi�n hacia Sus l�deres, cuando honr� a Mois�s y a El�as al permitirles que descendieran del cielo en el momento de Su transfiguraci�n (Mateo 17).

S�, hay un precio que pagar a fin de llegar a ser un l�der. Si la preparaci�n es dif�cil, recuerde: las presiones que acompa�an el liderazgo prominente, ser�n mucho m�s dif�ciles que el entrenamiento que lo llev� all�.

B. NUESTRO PEOR ENEMIGO
El enemigo m�s peligroso del l�der de la Iglesia, es �l mismo. Su propia naturaleza carnal y el pecado innato que residen en su coraz�n, constituyen un enemigo vicioso y falaz. Comparado con esto, sus enemigos externos son f�ciles de combatir.

Los cap�tulos posteriores, tratar�n extensivamente con los puntos que siguen; no obstante, examin�moslos brevemente aqu�.

1. Las Tres Trampas Principales Del Liderato
Las tres �reas del pecado que pueden ser tropiezo para cualquier l�der cristiano son: el amor hacia las mujeres (el sexo il�cito o inmoral), el amor por el dinero (el deseo de hacerse rico) y el amor a las posiciones y a la prominencia (orgullo).

La experiencia s�lo sirve para confirmar el testimonio de las Santas Escrituras: "No am�is al mundo, ni las cosas que est�n en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no est� en �l.

Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no provienen del Padre, sino del mundo" (1 Jn 2:15,16).

Nadie es inmune ante estos pecados. Yo mismo, no me considero inmune, ni jam�s he conocido a alguien que lo fuera. Existe un porcentaje elevado de fracasos entre los l�deres cristianos debido a estos mismos.

Todo l�der sabio, est� consciente de que puede caer en cualquiera de estas tres trampas si no tiene cuidado. Estas representan, sin lugar a duda, los pecados habituales mencionados en Hebreos 12:1.

Seg�n 1 Juan 2:15, la falta de amor hacia el Padre da lugar a que el amor hacia el mundo evolucione. Esto es lo que hace que usted sea particularmente vulnerable a estas tres �reas de ataque, y a�n m�s cuando usted aspira a alguna posici�n de liderato.

El entrenamiento adecuado y la preparaci�n para el liderato envuelven el desarrollo de una confianza absoluta en Dios y en Su Palabra. Si usted camina en fe, de cierto que no tendr� porqu� estar inseguro. Usted podr� evitar las trampas del pecado sexual, la codicia y el orgullo. Estas tres �reas del pecado proceden de la inseguridad (la falta de fe y confianza en el Se�or).

a. La Inmoralidad. Por lo general, la inmoralidad viene como resultado de un matrimonio inseguro, el cual, puede estar fracasando debido a la falta de dignidad o estima propia. Esto hace que usted sea una persona consciente de s� misma, centrada en s� misma y ego�sta. El compa�ero infeliz disputa, y el l�der se siente desprovisto de su cari�o, yendo a caer en los brazos de otra mujer que es m�s comprensible y amorosa.

1) Familia: Prioridad Importante. El l�der tiene que luchar por hallar tiempo para su esposa e hijos. Deber� mostrar un inter�s activo en los miembros de su familia. Las presiones intensas e itinerarios activos creados por las responsabilidades y problemas de la iglesia, le mantendr�n lejos del logro de esta excelsa prioridad.
2) Un Consejo Para La Esposa. La esposa deber� corresponder con amor, sensibilidad y respaldo a su esposo, quien se ver� constantemente acosado por las presiones de un trabajo que siempre ir� aumentando. Puede que �l se sienta inadecuado para manejar todo lo relacionado consigo mismo y sus demandas, lo cual puede crearle frustraciones, temores, aislamiento y soledad. Para tales momentos, las palabras saturadas de bondad y cari�o pueden hacer una gran diferencia en el mundo, en el estado emocional y espiritual del l�der eclesial atormentado. El apoyo comprensivo de parte de su esposa podr�a salvar tanto su persona como su ministerio.

3) Una Cicatriz Permanente. El fracaso moral es especialmente peligroso. Salom�n dice de alguien que cae en fornicaci�n: "Heridas y vergüenza hallar�, y su afrenta nunca ser� borrada" (Pr 6:33). Tal afrenta le puede estorbar por el resto de su vida.

El perd�n y la gracia restauradora de Dios nunca dejan de estar disponibles, pero el agravio y la afrenta contin�an ejerciendo su efecto nocivo, pues perder� todo lo que ha ganado en los a�os de preparaci�n que emple� para llegar a ser un l�der.

b. La Codicia. La codicia (el amor hacia el dinero) proviene de la inseguridad respecto a la provisi�n de Dios. Como l�der espiritual, usted debe: "...buscar primeramente el reino de Dios y su justicia". Si hace esto, Jes�s dijo: "Todas las dem�s cosas os ser�n a�adidas".

Dios suplir� los alimentos, la ropa, la salud, la vivienda, la transportaci�n que necesita, etc., si practica fielmente el principio de prosperidad encontrado en la Biblia. Este principio es el siguiente: "Dad y se os dar�" (Lc 6:38).

1) Aprenda A Dar. Hasta que usted no aprenda a dar consistentemente los diezmos (10%) de sus ingresos al Se�or, nunca conocer� la provisi�n de Dios para sus necesidades. Si hace esto, quebrantar� la maldici�n de la pobreza que le persigue constantemente.

Ofrende para la expansi�n de las misiones, para ayudar a las viudas, a los hu�rfanos, a los pobres que le rodean, etc., y de seguro que Dios cumplir� la siguiente promesa: "…Os abrir� las ventanas de los cielos, y derramar� sobre vosotros la bendici�n hasta que sobreabunde" (Mal 3:7-11).

2) Ense�e A Otros A Dar. Una vez que comience a practicar tal mandato, ense�e a todos los miembros de su iglesia a hacer eso mismo. A medida que aprenden a pagar sus diezmos a la tesorer�a de la iglesia cada domingo, la maldici�n de la pobreza que les persigue, tambi�n ser� destruida.

El ofrendar para la obra de Dios, hace pedazos la influencia pecaminosa del "amor al dinero". Practique esto regularmente y se evitar� muchas angustias. S�lvese a s� mismo de la pobreza y a su congregaci�n tambi�n al ense�arlos a ofrendar.

Hay muchas cosas m�s que ense�ar acerca de los pecados de inmoralidad y codicia en los pr�ximos dos cap�tulos.

c. Orgullo. El orgullo es el resultado de la inseguridad respecto a su llamado y a su propia dignidad o m�rito. El orgullo es el fracaso m�s f�cil de ver por los dem�s, pero lo m�s dif�cil de ver por nosotros mismos en nuestras propias personas.

Se muestra a s� mismo por medio de una actitud de jactancia. Esta, emite inseguridad. Una persona que posee un ministerio efectivo, no tiene que jactarse o vanagloriarse "Al�bete el extra�o, y no tu boca" (Pr 27:2).

Si alguien cree que necesita promover que es un ap�stol, eso significa que tal persona duda que lo sea, y duda que otros tambi�n lo crean a menos que ella misma diga algo al respecto. La jactancia es una evidencia clara de que una persona est� llena de orgullo e inseguridad.

1) El Liderato No Es Se�or�o. "Ruego a los ancianos [l�deres] que est�n entre vosotros… Apacentad la grey de Dios que est� entre vosotros… no por fuerza, sino voluntariamente… no como teniendo se�or�o sobre las heredades del Se�or, sino teniendo dechados [ejemplos] de la grey [reba�o]" (1 P 5:1,2,3).
Los verdaderos l�deres no son se�ores o amos. Ellos funcionan como sirvientes del pueblo de Dios. El liderato de la Iglesia no es una posici�n de se�or�o. El prop�sito de Dios es ense�arnos a poseer la actitud de siervos.

Jes�s fue el hombre m�s humilde y manso entre todos Sus semejantes. El verdadero l�der, al igual que Jes�s, no rehusar� ciertas labores por el hecho de creer que est�n por debajo de su dignidad como l�der. Un l�der seguro o confiado no es amenazado por las tareas serviles o responsabilidades humildes.

Pablo escribi� acerca de Jes�s: "…El cual siendo en forma de Dios, [�l] no estim� el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despoj� a s� mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres.

Y estando en la condici�n de hombre, se humill� a s� mismo, haci�ndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Fil 2:6-8). Jes�s estaba tan seguro respecto a qui�n era �l, que no necesito exaltarse a S� mismo.

Juan 13, aclara esto mucho mejor: "Sabiendo Jes�s que el Padre le hab�a dado todas las cosas en las manos, y que hab�a salido de Dios, y a Dios iba, levant�se de la cena, y qu�tase su ropa, y tomando la toalla, ci��se.

Luego puso agua en un lebrillo, y comenz� a lavar los pies de los disc�pulos, y a limpiarlos con la toalla con que estaba ce�ido" (vs 3-5).

Note la terminolog�a "sabiendo", porque Jes�s sab�a quien era �l, pod�a tomar el lugar m�s bajo en el servicio y no presentar Su "imagen como un gran l�der". Contraste esto con las ropas reales de los pont�fices de la iglesia moderna y muchas veces sus costumbres ostentosas.

El lavar los pies a otros era una de las tareas m�s comunes en la cultura de los tiempos de Jes�s. Era una tarea usualmente realizada por un esclavo de la casa. De la manera en que nosotros ofrecemos hospitalidad a alguna persona, de igual manera en la �poca de Jes�s el esclavo de la casa o familia ten�a la costumbre de lavar los pies a los hu�spedes o invitados.

El lavar los pies a los dem�s, era una responsabilidad indeseable. Los caminos eran muy polvorientos y la suciedad de dichas carreteras o caminos, era algo m�s que mero polvo. Los medios de transportaci�n de aquellos d�as eran los camellos, los mulos, los caballos y los asnos.

No se necesita disponer de una gran imaginaci�n para entender que las calles y carreteras estaban cubiertas con el esti�rcol de esos animales. Los pies de los viajeros se embarraban con esos excrementos al igual que con el polvo.

El lavar los pies de los hu�spedes era efectuado por el esclavo m�s vil, siendo que ello significaba limpiar toda la mugre de las calles. Esta tarea era considerada como algo por debajo de la dignidad del "buen hombre de la casa".

Sin embargo, esa fue la tarea a la cual el Se�or de Gloria se someti�. Las protestas violentas de los disc�pulos son f�ciles de entender. �C�mo pudo Jes�s hacer aquello? �C�mo pod�a el Maestro y Rey lavar los excrementos y suciedades de los pies de Sus seguidores?

Pod�a hacerlo porque estaba seguro de quien era �l. Sab�a que el Padre le hab�a entregado todas las cosas en Sus manos. Sab�a que hab�a venido del Padre, que era el Hijo de Dios y el Mes�as prometido.

�l sab�a que pronto regresar�a al Padre, despu�s que derrotara al pecado, la muerte, el infierno y la tumba. �l no ten�a que probarse nada a S� Mismo o a otros. Su vida ya hab�a demostrado quien era �l para todos los que tuvieran percepci�n espiritual para ver.

2) No Hay Trabajo Indigno. Fue un viernes por la noche en nuestras actividades y servicios que el inodoro se tap� y se desbord�.

Ya era tiempo de dejar de trabajar por esa noche; nos esperaba un d�a s�bado saturado de trabajo. El inodoro que se hab�a averiado necesitaba inmediata atenci�n. �Se imagina a quien le toc� la tarea? �Lo adivin�!

Yo tuve que hacerlo, pues no hab�a nadie m�s disponible. Todos los dem�s hombres se hab�an ido a preparar los terrenos para el campamento.

Me puse mis ropas de trabajo y comenc� a cavar para ver si las l�neas estaban obstruidas y pod�a destaparlas. Estaba hasta las rodillas de lodo y aguas negras cuando un l�der de otra provincia entr�.

Nunca antes hab�a estado en nuestras oficinas y estaba preguntando por el hermano Mahoney, el Director de esta Organizaci�n Misionera Mundial. Yo le dije: "Est� hablando con �l". – "�Usted es el hermano Mahoney?" - Suspir� sin apenas creerlo. Estaba realmente "asombrado" de verme haciendo una tarea como aquella.

Pero la responsabilidad requer�a que se hiciera. Las conferencias no podr�an iniciarse si la facultad del campamento no ven�a el s�bado a continuar los preparativos. �stas no podr�an trabajar si las l�neas de los alcantarillados estaban tapadas y las aguas sucias desbordadas por las oficinas, as� que, tuve que hacer el trabajo y no me pes� hacerlo.

Un hombre que no est� preparado para limpiar un inodoro (excusado) cuando la situaci�n lo requiera, tampoco estar� preparado para el liderato espiritual. El considerar que una tarea de tal �ndole o tan indeseable est� por debajo de su dignidad, pasa por alto el verdadero significado de la posici�n que debe desempe�ar un l�der. Si usted no est� lo suficientemente seguro en Dios como para estar dispuesto a limpiar o destapar las l�neas de un alcantarillado, entonces, Satan�s le desalojar� con facilidad de su posici�n de liderato.

Un l�der debe estar dispuesto a arrodillarse ante sus seguidores para lavarles los pies, si es que desea ser como Jes�s. Estando seguro en el conocimiento de que era el Hijo de Dios, Jes�s estuvo libre para servir de cualquier manera que fuera necesario. Esto es lo opuesto del amor hacia las posiciones de parte de l�deres inmaduros y carnales.

3) Trate De Alcanzar Responsabilidad. Alguien dijo: "Si ve a un hombre tratando de lograr autoridad, vig�lelo, causar� problemas. Si ve a un hombre tratando de sobresalir en sus deberes, promu�valo, ser� de bendici�n".

Es vital que nos esforcemos en ejecutar nuestras responsabilidades y no querer poseer autoridad para mandar. Tocante a las posiciones de liderato en la Iglesia, el amor hacia las mismas destruye a muchos ministros. Pablo dijo: "Si alguno apetece obispado, buena obra desea".

No obstante, si su deseo es por alguna posici�n o autoridad y no por responsabilidad, su ca�da ser� tan segura como lo fue la de Satan�s.

El l�der eclesial supera o vence porque permanece consciente del orgullo que mora en �l. (Ro 7:14-24). El tal, camina en una actitud de arrepentimiento sincero, procurando sobresalir en el servicio, y evita aquellas cosas que tengan la tendencia de crear en �l un concepto m�s alto de s� mismo que el que debe tener.

C. ORGULLO: LA ESENCIA DEL PECADO
1. S�ntomas Del Orgullo
Los sutiles s�ntomas del orgullo son bastante f�ciles de identificar, siempre y cuando usted los conozca.

a. "Yo Soy M�s Importante." El pensar que ciertas personas o situaciones del trabajo est�n por "debajo de su dignidad", o pensar que usted es m�s importante que otros porque posee una posici�n de liderato.

b. "Yo Quiero Que Me Sirvan." El aceptar honores especiales como l�der y esperar ser servido por los dem�s, en vez de entregarse a s� mismo a servirle a ellos.

c. "Yo Soy El Mejor." Pablo nos amonesta diciendo: "…no teniendo m�s alto concepto de s� mismo que el que debe tener" (Ro 12:3). El orgullo ha comenzado a dominarnos si nos estimamos m�s de lo que deber�amos.

Estos y otros rasgos similares, nos advierten que hemos sido envenenados por ese pecado sutil: el orgullo.

Dios aborrece el orgullo porque es la esencia del pecado. Satan�s cay� debido al orgullo. "Enalteci�se tu coraz�n a causa de tu hermosura…yo te arrojar� por tierra…" (Ez 28:17).

Eva cay� porque Satan�s apel� a su orgullo: "…y ser�is como dioses [como Elohim: Dios] sabiendo el bien y el mal…" (Gn 3:5). De seguro que el orgullo traer� nuestra ca�da. "Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la ca�da la altivez de esp�ritu" (Pr 16:18).

2. El Orgullo Es Peligroso
El orgullo es peligroso porque es ma�oso. Es como la ciza�a en un huerto de legumbres. �sta, crecer� y se adue�ar� de todo el huerto, si no tomamos acci�n positiva para prevenirlo.

Usted puede comenzar como un l�der humilde y creer que ha dominado la humildad. Cuando se siente "orgulloso" de su humildad, de cierto que no posee ninguna humildad.

El orgullo es un destructor. Es por esa raz�n que la voluntad de Dios para un novicio, es que vaya asumiendo posiciones de responsabilidad poco a poco, a fin de crecer hacia otras posiciones m�s delicadas con todo �xito, sin que sea destruido por el orgullo. "Conviene, pues, que el obispo…no sea uno que ha sido salvo recientemente [un ne�fito], porque infl�ndose no caiga en el mismo juicio de condenaci�n incurrido por el diablo" (1 Ti 3:2,6, parafraseado).

3. Evadiendo La Trampa Del Orgullo
Si el orgullo es tan dif�cil de detectar y un enemigo tan insidioso, �c�mo podemos guardarnos de este pecado serpentino? Los siguientes, son algunos pasos que todos debemos dar a fin de evadir la trampa de la soberbia que tanto asecha a los l�deres:

a. Mant�ngase Cerca De Dios. Permanezca en estrecha comunicaci�n con el Se�or Jes�s mediante una vida disciplinada en la oraci�n diaria, a trav�s del estudio diligente de su Biblia y en la continua meditaci�n de Su Palabra. Esto le mantendr� concentrado en Su gloria y le ayudar� a preservar una visi�n sobria de su real importancia.

b. Ore Y Ayune. Si hay orgullo en su vida, trate con �l. David dijo: "Aflig� con ayuno mi alma…" (Sal 35:13).

c. Mant�ngase Cerca De Otros. El liderato le a�sla de las personas. La Biblia dice que debemos "…perseverar…en la comuni�n…" (Hch 2:42). Siempre mantenga alguna clase de intimidad o confraternidad con aquellos que pueden ser de edificaci�n espiritual para su vida, de manera correctiva si es que hay necesidad.

El l�der que no recibe est�mulo consistente y sincero de parte de sus amigos de confianza, puede perder su perspectiva y dar paso al orgullo. Jerem�as declar� en tal respecto: "Enga�oso es el coraz�n m�s que todas las cosas…" (Jer 17:9). De seguro nos desviaremos por motivo del orgullo, si no tenemos esta protecci�n.

d. No Compita Por Las Posiciones. El Salmo 75:6 nos dice: "Porque ni de oriente ni de occidente, ni del desierto viene el ensalzamiento". Dios es quien le promover� a la posici�n de liderato que tiene para usted sin importar las circunstancias que le rodeen. �l conoce donde est� usted y se encargar� de promoverle a su debido tiempo (1 P 5:1-6).

e. Procure Sobresalir Como Sirviente De Otros. Un buen sirviente se esfuerza en hacer que aquellos a quienes sirve tengan �xito. Si tienen �xito, usted lo habr� tenido tambi�n. Si usted se concentra en su propia prosperidad o �xito, el orgullo le infectar� con facilidad. (Lea Filipenses 2:4).

f. Conduzca Un Servicio De Lavar Los Pies. Cada vez que un obrero es licenciado u ordenado al ministerio, una de sus primeras responsabilidades debe ser lavar los pies de las personas a quienes estar� sirviendo. Si es una iglesia grande, entonces el grupo de l�deres deber� representar a toda la congregaci�n, y proceder� a lavar sus pies.

Cuando emerjan las disputas en la iglesia, un servicio de lavado de pies servir� como el mejor ant�doto para romper la tenacidad del orgullo que se oculta detr�s de los pleitos. Ponga a las damas a lavar los pies de las damas, y a los hombres a lavar los pies de los hombres.

D. CONCLUSI�N
A fin de ser salvo del fracaso debido al orgullo, lea la siguiente oraci�n en voz alta ante el Se�or en estos momentos:

Amado Se�or, T� prometiste que me guiar�as por sendas de justicia y que me proteger�as de todo mal. Haz de m� el siervo que T� deseas que sea. L�brame de los pecados presuntuosos de la inmoralidad, la codicia y el orgullo.

Escudri�a mi coraz�n y rev�lame cualquiera de esos pecados de los cuales yo no est� consciente. Gu�rdame y hazme permanecer atento ante cualquier correcci�n que otros puedan se�alarme. Dame gracia para aceptar Tu castigo. Gracias por hacer de m� un siervo humilde como T�. �AMEN!


.::1er Trimestre - .::SECCI�N A