Cap�tulo 9
Recibir La Unci�n Triple

Introducci�n

�Dios quiere que usted sea un l�der que obtenga resultados y haga un impacto sobre su mundo! Pero, �c�mo puede usted ser esa clase de l�der?

Los cap�tulos anteriores se han enfocado sobre muchas �reas pr�cticas donde los l�deres deber�n alinear sus vidas con las normas de la Biblia. Ah� es donde comenzamos. Es vital que administremos bien el dinero, que andemos en humildad y evitemos los fracasos morales. Pero aun con todo eso podemos fracasar en ser efectivos en nuestro ministerio.

Ni educaci�n, ni las habilidades especiales le dar�n a su ministerio el poder que debe tener para transformar las vidas de las gentes. �Qu� podr� transformarlas?

La completa unci�n del Esp�ritu Santo �nicamente confiere la unci�n celestial que necesita para cumplir su funci�n.

Dios nos ha hecho "reyes y sacerdotes para nuestro Dios" (Ap 1:6). �l quiere que tengamos el poder de reyes y la pureza de sacerdotes. Es vital que experimentemos Su unci�n a plenitud a fin de tener eso.

En este cap�tulo, le mostrar� c�mo "la unci�n" traer� liberaci�n, fortaleza y salvaci�n al pueblo de Dios.

Cristo en griego (y Mes�as en hebreo) significa "El Ungido". Jes�s introdujo Su ministerio al proclamar: "El Esp�ritu del Se�or es sobre m�, por cuanto me ha ungido para predicar… sanar… pregonar libertad… a los ciegos vista… poner en libertad…" (Lc 4:18). Jes�s aclar� que era porque el Esp�ritu del Se�or le hab�a ungido que pod�a estar capacitado para tener un ministerio efectivo. La misma regla se aplica a usted y a m�.

Isa�as habl� acerca del poder de liberaci�n de la unci�n en las siguientes palabras: "El yugo se empobrecer� por causa de la unci�n" (Is 10:27). Hay un hermoso coro basado sobre este vers�culo que dice as�:

Por medio de la unci�n Jes�s destruir� el yugo.
Por medio del Esp�ritu Santo y poder,
como lo anunciaron los profetas.
Este es el d�a de la lluvia tard�a.
Dios se est� moviendo con poder nuevamente,
Y la unci�n romper� el yugo.

�Oh, esta es la verdad! Tenemos que tener el Esp�ritu Santo dentro de nosotros e impartir la unci�n plena para dirigir al pueblo de Dios y cumplir Su Voluntad en nuestra generaci�n.

�Cu�l es esa unci�n? �Qu� tiene que decir la Biblia acerca de ella? �C�mo ha venido sobre los l�deres en las generaciones pasadas?

A. LAS TRES UNCIONES
Aprendemos acerca de tres unciones diferentes en el Antiguo Testamento:

• La unci�n del LEPROSO
• La unci�n del SACERDOTE
• La unci�n del REY.

1. La Unci�n Del Leproso
La lepra era la enfermedad m�s espantosa de la antigua Palestina. Esa horrible condici�n consum�a lentamente la carne de sus v�ctimas indefensas. Eventualmente, los dedos de los pies y otras extremidades mor�an, se pudr�an y se despegaban de sus partes.
El leproso desafortunado era exiliado de su comunidad. A fin de prevenir que otros se acercaran a ellos, los leprosos ten�an que dar aclamaciones por donde quiera que iban, diciendo: "�INMUNDO, INMUNDO!" La v�ctima de esa enfermedad horrible, s�lo pod�a esperar una muerte lenta, dolorosa y prematura.

La lepra es un tipo y sombra de pecado; una lecci�n objetiva gr�fica, por medio de la cual el Esp�ritu Santo representa, de manera dram�tica, el efecto consumidor y espantoso del pecado en la vida de una persona. La lepra revela el pecado y la verdadera naturaleza de Satan�s. "El ladr�n [Satan�s] viene… para robar y matar y destruir…" (Jn 10:10).

La lepra, as� como Satan�s y el pecado, robar� nuestras vidas, mat�ndonos y destruyendo nuestro ministerio eventualmente.

a. La Ley De La Limpieza. Uno se pregunta el porqu� Mois�s deline� reglas tan elaboradas para la limpieza del leproso y su restauraci�n. Despu�s que tales reglamentos fueron hechos, no hubo un caso de sanidad de lepra en un israelita en todo el Antiguo Testamento. �Por qu� entonces hizo Dios que Mois�s escribiera las reglas?

La raz�n tal vez se debi� a que Dios ten�a una lecci�n "oculta" de naturaleza "espiritual" en tales reglas para nuestra ense�anza. Examinemos los detalles en el cap�tulo 14 de Lev�tico.

Las reglas que fueron prescritas por Mois�s para declarar al leproso limpio y curado, son un cuadro del Antiguo Testamento para la limpieza del pecado en el Nuevo Testamento a trav�s de Jesucristo. Todos los elementos de la experiencia de nuestra salvaci�n est�n all�.

1) Derramando La Sangre. Un ave llevando la culpa del pecado, el derramamiento y aplicaci�n de la sangre (la cual representa el sacrificio de Jes�s derramando Su sangre para pagar la culpa de nuestro pecado).

2) Arrepentimiento Y Confesi�n. El arrepentimiento, confesi�n (lo cual representa lo que debemos hacer para ser justificados, o para ser declarados justos cuando nacemos de nuevo).

3) Derramar Agua. (Simboliza el bautismo en agua).

4) La Unci�n Con Aceite. (Tipifica la obra del Esp�ritu Santo en la experiencia de nuestra salvaci�n).

b. La Ley De La Limpieza Aplicada A Nuestras Vidas
1) Arrepentirnos (tornarnos del pecado y la rebeli�n hacia Dios, a la obediencia de Su Palabra).

2) Confesar Nuestros Pecados a Dios y recibir Su perd�n. Si hacemos esto de coraz�n sincero, somos salvos (sanados) del pecado.

3) Ser Bautizados. Entonces, tenemos que obedecer a Jes�s al aceptar ser bautizados en agua.

4) Experimentamos La Unci�n Del Esp�ritu Santo que da testimonio junto a nuestro esp�ritu de que somos hijos de Dios (Ro 8:16).

c. Unci�n Con Aceite. Ungir significa colocar aceite o consagrar por medio de la aplicaci�n de aceite. Despu�s que el leproso era sano y obedec�a las reglas de la limpieza, se presentaba ante el sacerdote levita para ser ungido con aceite.

El aceite en el Antiguo Testamento era s�mbolo del Esp�ritu Santo. Cuando se ung�a a una persona con aceite, se estaba representando el bautismo en el Esp�ritu Santo sobre un creyente en Cristo para un prop�sito espec�fico.

El leproso, una vez contaminado por la lepra, cuando era librado y limpiado de sus efectos, era ungido con aceite para mostrarle que hab�a sido completamente restaurado para ocupar su lugar como miembro de la familia de Israel.
Todo pecador experimenta la unci�n del leproso cuando nace de nuevo del Esp�ritu. "Respondi� Jes�s: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Esp�ritu, no puede entrar en el reino de Dios…" (Jn 3:5).

Todo el que cree en Jes�s y somete la manera de su vivir al Se�or�o divino, de seguro que experimentar� una medida del aceite de la unci�n del Esp�ritu Santo. Romanos 8:9 dice: "Y si alguno no tiene el Esp�ritu de Cristo, el tal no es de �l". 1 Corintios 12:3 agrega: "Y nadie puede llamar a Jes�s Se�or, sino por el Esp�ritu Santo".

Estas Escrituras confirman que nadie puede en realidad nacer de nuevo sin experimentar alguna medida de la obra del Esp�ritu Santo.

Cuando somos bautizados en el Esp�ritu Santo, hay una unci�n m�s plena, la cual, discutiremos con m�s detalles en la secci�n de este cap�tulo sobre la unci�n del rey. Tal unci�n es distinta de la obra principal de la salvaci�n. No obstante, ambas envuelven la operaci�n y ministerio del Esp�ritu Santo.

1) Tres �reas De La Vida Afectadas. "Y tomar� el sacerdote de la sangre de la victima por la culpa, y pondr� el sacerdote sobre la ternilla de la oreja derecha del que se purifica, y sobre el pulgar de su mano derecha, y sobre el pulgar de su pie derecho.

Asimismo tomar� el sacerdote del log de aceite… y pondr� sobre la ternilla de la oreja derecha… y sobre el pulgar de su mano derecha, y sobre el pulgar de su pie derecho, sobre la sangre de la expiaci�n por la culpa… lo que quedare del aceite… pondr� sobre la cabeza del que se purifica…" (Lv 14:14-18).

Es importante notar que la sangre del sacrificio y el aceite de la unci�n fueron colocados sobre el o�do, mano y pie. Esto nos muestra que nuestra salvaci�n y experiencia de unci�n (nuestra sanidad de lepra del pecado) afecta tres importantes �reas de nuestras vidas:

a) O�r - Nuestro oir de la voz de Dios (nuestros o�dos)

b) Servicio - Nuestro servicio para nuestro Salvador (nuestras manos)

c) Caminar - Nuestro andar con �l (nuestros pies)

Si no escuchamos la voz de Dios (lea el Cap�tulo 2), nuestro servicio no ser� fruct�fero. Si no seguimos a Jes�s en el servicio, nuestro andar con el Se�or no ser� colmado.

Necesitamos la sangre para que limpie nuestro oir, nuestro servicio y nuestro andar. Necesitamos la unci�n del Esp�ritu Santo para escuchar, para servir y para andar como debemos. Tanto la sangre de Jes�s como la unci�n del Esp�ritu Santo son partes necesarias de nuestra "gran salvaci�n" (He 2:3).

2. La Unci�n Del Sacerdote
En los cap�tulos 29 y 30 de �xodo y el cap�tulo 8 de Lev�tico aprendemos acerca de la consagraci�n de Aar�n y sus hijos para el sacerdocio.

a. Consagraci�n Al Sacerdocio. Como en el caso de la unci�n del leproso, los tipos y s�mbolos del plan de salvaci�n se encuentran en las reglas que se aplican a lo que es ser apartados (santificados) para el ministerio sacerdotal.

1) Sacrificio De Cordero Sin Mancha. Aar�n y sus hijos entraron por la puerta del Tabern�culo de Mois�s y se detuvieron frente al altar de bronce. All�, derramaban la sangre de un cordero sin tacha y sin defecto como una ofrenda por el pecado. Por medio de ese sacrificio, recib�an el perd�n de la culpa del pecado, cuya paga es muerte (Ro 6:23). Esto es representativo de la experiencia del nuevo nacimiento o la justificaci�n.

2) Lavamiento Con Agua. Despu�s, se mov�an hacia el lavadero de bronce donde se lavaban completamente. Aqu� experimentaban exoneraci�n de su contaminaci�n, del h�bito o poder del pecado. Esto corresponde a lo que debe suceder en el bautismo del creyente en las aguas.

3) Vestiduras Sacerdotales Y Unci�n Con Aceite. Luego, pasaban a la puerta de la "congregaci�n en el tabern�culo" donde recib�an sus vestiduras sacerdotales. Esta ceremonia conclu�a con su unci�n en aceite. �xodo 30:30 declara: "Ungir�s tambi�n a Aar�n y a sus hijos, y los consagrar�s para que sean mis sacerdotes".

b. Unci�n Para Santidad. Concerniente al uso del aceite santo de la unci�n, el vers�culo 29 explica: "Con �l ungir�s el tabern�culo del testimonio… y los utensilios de adoraci�n, y ser�n cosas sant�simas, todo lo que tocare en ellos, ser� santificado".

Es claro, en los vers�culos anteriores, que cualquier cosa que el aceite de la unci�n tocara, era santo. Cuando Mois�s derram� aceite sobre la cabeza de Aar�n y sus hijos, fueron santos ante Dios.

Esta fue una unci�n para la santidad, en otras palabras, para ser apartado para el servicio de Dios por medio de vivir p�a y justamente. As� que, la unci�n sacerdotal nos ense�a: consignarnos a la justicia y a la manera santa de vivir despu�s de que hemos nacido de nuevo.

Desde ese tiempo en adelante, todos los sacerdotes eran ungidos para ser santificados de la misma manera. Hab�a muchas cosas que un sacerdote no pod�a hacer debido a la santidad de su oficio. Debido a su unci�n, muchas cosas pod�an contaminar a un sacerdote, las cuales, puede que no contaminaran a otros.

1) Apartados Para El Se�or. Esta ceremonia fue la que separ� a Aar�n y sus hijos totalmente para el sacerdocio de Dios. Ellos fueron santificados para tal oficio. Donde la unci�n del leproso tipific� nuestra justificaci�n, la unci�n sacerdotal represent� nuestra separaci�n para el servicio del Se�or y para una vida santa.

Apocalipsis 1:6 dice: "Y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios y su Padre…". 1 Pedro 2:9 dice: "… vosotros sois… real sacerdocio…". El creyente en Jesucristo ha sido llamado a andar ante Dios como un sacerdote santo.

2) Pureza Y Poder. Escuch�, a�os atr�s, al p�o Obispo Synab decir: "�Cu�ndo comenzamos a hablar a Dios acerca del PODER, �l empieza a hablarnos acerca de PUREZA!" �Cu�n cierto es esto!

Tenemos que ser salvos no s�lo de la culpabilidad del pecado, sino tambi�n de su contaminaci�n, h�bito y control sobre nuestras vidas. "… y llamar�s su nombre Jes�s [que significa libertador], porque �l salvar� a su pueblo de sus pecados" (Mt 1:21).

Algunos predicadores dicen: "Somos salvos en pecado". La Biblia dice que somos salvos del pecado. Somos salvos, �NO PARA PECAR! No somos salvos para hacer del pecado una pr�ctica. "El que hace pecado, es del diablo…" (1 Jn 3:8).

�Oh, cu�nto necesitamos esta unci�n sacerdotal hacia la santidad! "Dios, te suplicamos que derrames sobre nosotros tal unci�n de manera ilimitada." Si no vamos a ser destruidos por Su poder en operaci�n, entonces tenemos que tener su pureza expresada a trav�s de nosotros.

3. La Unci�n Del Rey
La tercera unci�n en el Antiguo Testamento, es la unci�n del Rey. La unci�n del primer rey de Israel, Sa�l, es descrita con las siguientes palabras: "Tomando entonces Samuel una ampolla de aceite, derram�la sobre su cabeza [la de Sa�l], y bes�lo, y d�jole: �No te ha ungido Jehov� por capit�n sobre su heredad?" (1 S 10:1).

Leemos acerca de la segunda ocurrencia cuando David fue ungido rey para reemplazar a Sa�l. "Envi� pues �l [Isa�, el padre de David], e introd�jolo [a David]; el cual era rubio, de hermoso parecer y de bello aspecto. Entonces Jehov� dijo: Lev�ntate y �ngelo, que este es.

Entonces Samuel tom� el cuerno del aceite, y ungi�le de entre sus hermanos; y desde aquel d�a en adelante el Esp�ritu de Jehov� tom� a David" (1 S 16:12, 13).


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