a. Impartir Poder Y Autoridad. La unci�n del rey impartir� el poder y autoridad del oficio de rey. Con esa unci�n, el Esp�ritu de Dios vino sobre el rey a fin de que pudiera gobernar al pueblo de Dios: Israel.
El cumplimiento de la autoridad y poder del Nuevo Testamento que result� de la unci�n del rey, se encuentra en Hechos 1:8: "Mas recibiereis la virtud del Esp�ritu Santo que vendr� sobre vosotros". El Bautismo con el Esp�ritu Santo, es claramente el duplicado de la UNCI�N DEL REY en el Nuevo Testamento.

"Y fueron todos llenos del Esp�ritu santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, como el esp�ritu les daba que hablasen… y los ap�stoles les daban testimonio de la resurrecci�n del Se�or Jes�s con gran esfuerzo [poder]… y muchos milagros y prodigios eran hechos por los ap�stoles en el pueblo…" (Hch 2:4; 4:33; 5:12).

4. Las Tres Unciones Hablan De...
Estas tres unciones que hemos visto en el Antiguo Testamento hablan de:

a. Justificaci�n: hemos sido perdonados

b. Santificaci�n: pureza de coraz�n

c. Autoridad Y Poder:
Dios quiere que nosotros disfrutemos del fruto de las tres unciones en nuestras vidas y ministerio. Examinemos algunos hombres en la Biblia quienes disfrutaron de esa "triple unci�n" o "plena unci�n".

B. EJEMPLOS DE UNCI�N TRIPLE
1. Melquisedec
"Tu fortaleza ser� renovada de d�a en d�a… T� eres sacerdote para siempre seg�n el orden de Melquisedec" (Sal 110:3, 4).

Bajo el orden de Mois�s, uno ten�a que ser miembro de la tribu de Lev� a fin de poder ser un sacerdote. Cuando Jes�s vino, naci� de la tribu de Jud�, de donde tendr�an que venir los reyes. (Lea G�nesis 49:8-10).

�Qu� derecho ten�a Jes�s (o usted y yo) al ministerio sacerdotal? �l vino de la tribu equivocada.

El Ap�stol Pablo resolvi� este dilema en su ep�stola a los hebreos. �l les explic� que el ministerio sacerdotal de Jes�s (as� como el nuestro) estaba basado en el precedente establecido por el orden sacerdotal de Melquisedec. (Lea Hebreos 7).

Melquisedec es uno de los personajes m�s misteriosos en la literatura b�blica. Su nombre en hebreo significa: "Rey de justicia". El tambi�n era el rey de la ciudad conocida como Salem (m�s tarde llamada Jerusal�n, que en hebreo significa "Ciudad de Paz"). As� que, podemos deducir que �l era Rey de Paz y Rey de Justicia.

Fue adem�s Sacerdote del Dios Alto, quien bendijo a Abraham despu�s de que regres� de su victoria sobre los reyes que se hab�an llevado cautivos a su sobrino Lot y familia (Gn 14:18-20). Melquisedec funcion� como profeta, sacerdote y rey. Como tal, era un ejemplo perfecto (tipo o representaci�n prof�tica) del Rey Mes�as por venir: Jes�s.

�Qu� hizo que Melquisedec fuera profeta, sacerdote y rey? La unci�n que hab�a sobre su persona. "Funcion� en la unci�n". Dios hizo a Melquisedec lo que fue, al ungirlo.

Y esa es la misma forma en la que Jes�s, nuestro sumo sacerdote, profeta y rey, funciona. Esa es adem�s la autoridad por medio de la cual todo hombre lleno del Esp�ritu de Dios opera. Nosotros ejercemos derechos o privilegios prof�ticos, sacerdotales y reales (de rey) �nicamente por virtud de la unci�n.

2. Mois�s
Mois�s fue otro hombre que disfrut� de esa "unci�n triple". Dios us� a Mois�s para liberar a Su pueblo de Egipto. Luego, a trav�s de �l, Dios otorg� la ley a Israel. Mois�s gobern� sobre los israelitas por cuarenta a�os. �l pudo hacer tal obra �nicamente por la unci�n especial que llevaba de parte de Dios. Llevaba tanto la unci�n de profeta-sacerdote como la de rey.

Como sacerdote, interced�a por Israel y los instru�a en el camino de la justicia. Tambi�n gobern� sobre ellos como rey. Su vida se caracteriz� por una tremenda unci�n de poder y dedicaci�n a la oraci�n. Llev� sobre s� una plena unci�n. Fue un hombre que ejerci� los derechos sacerdotales para tener acceso a Dios y tambi�n ejerci� gran autoridad sobre el pueblo como rey.

Es de especial inter�s notar que Mois�s no recibi� el t�tulo de "sacerdote", ni de "rey", aunque oper� en ambas �reas.

3. Los Jueces
Los "jueces" fueron hombres y mujeres quienes tambi�n recibieron una "unci�n triple".

Necesito aclarar un malentendido acerca de los jueces. Ellos fungieron como "salvadores", en el aspecto de que ellos salvaron a la naci�n de sus adversarios. Fueron "libertadores", en el sentido de que libraron a Israel de sus enemigos opresores. Fueron "jueces" �nicamente en el sentido de que ellos trajeron juicio y sabio consejo a la naci�n.

No fueron "jueces" como los que tenemos en las naciones occidentales, quienes se sientan sobre tronos judiciales en las cortes para hacer que los decretos o leyes sean cumplidos.

Despu�s de la muerte de Mois�s, Josu� y los jueces (libertadores) que le sucedieron recibieron la "triple unci�n", tanto para liberar a Israel de sus opresores como para traerlos de regreso a la renovaci�n espiritual de sus relaciones con Dios.

Ellos a menudo fungieron como sacerdotes para reconciliar al pueblo con Dios y a Dios con el pueblo. Fungieron como reyes por medio de levantar ej�rcitos y dirigirlos para sacudir el yugo de la opresi�n de sus enemigos. No obstante, no recibieron los t�tulos de "sacerdotes", ni de "reyes". Fungieron como ambos simplemente por la "unci�n".

A medida que el Esp�ritu de Dios ven�a sobre ellos durante tiempos de gran necesidad en Israel, ellos implementaban las acciones que Dios deseaba que ejecutaran.

Este m�todo informal de administrar las cosas, libr� al liderato de ser institucionalizado y una carga para la naci�n. El gobierno institucionalizado y la religi�n, usualmente han demostrado ser una maldici�n para la persona com�n en la naci�n o la iglesia.

4. Samuel
Samuel es el �ltimo de esa extensa lista de hombres que llevaron la "triple unci�n" divina. Durante el per�odo de mil a�os (1,000), desde Melquisedec hasta Samuel, Dios hab�a estado derramando esa "triple unci�n" sobre los hombres llamados para proveer de liderato a Su pueblo escogido.

Al igual que Mois�s, Josu� y los jueces antes de �l, Samuel fue levantado por Dios para un tiempo especial de gran necesidad en Israel. Samuel, en armon�a con lo precedente, no llev� el t�tulo de sacerdote o rey. No obstante, la funci�n de un profeta-sacerdote y rey, fueron evidentes en su vida.

Durante el tiempo en el que Israel necesitaba escuchar del Se�or, Samuel fue ungido para profetizar. Debido a que el sacerdocio lev�tico se hab�a corrompido, Samuel ofreci� sacrificio e intercedi� por el pueblo. Tambi�n provey� el liderato que Israel necesitaba tan desesperadamente.

Como Melquisedec, Mois�s y muchos de los dem�s jueces, Samuel ministr� bajo la completa unci�n de profeta, sacerdote y rey.

Estas vidas de hombres ungidos eran santas ante Dios, y sus ministerios llevaban la indisputable autoridad y poder de reyes. Tambi�n fungieron en el ministerio sacerdotal a medida que eran ungidos por Dios.

No obstante, aquel milenio (1,000 a�os) estaba por concluir. Los vientos del cambio estaban soplando fuertemente en Israel. El disgusto por el camino de Dios comenz� a socavar la opini�n p�blica. El pueblo muy pronto comenzar�a a pedir un cambio que tendr�a un impacto dram�tico en la manera en que la unci�n descend�a sobre los llamados.

C. LA UNCI�N DIVIDIDA
En efecto, la unci�n se dividir�a entre los hombres con t�tulos de "reyes" y otros con t�tulos de "sacerdotes". Los reyes ser�an destruidos por la unci�n real, debido a la falta de santidad. Los sacerdotes levitas tomar�an la unci�n sacerdotal y la prostituir�an por medio de la ausencia de autoridad y poder en sus vidas.

1. Israel Demanda Un Rey
Uno de los cap�tulos m�s tristes en la historia, comenz� cuando Israel demand� un l�der que llevar�a por t�tulo: rey.

Dios advirti� a Israel a trav�s de Samuel: "Este ser� el derecho del rey que ha de reinar sobre vosotros: tomar� vuestros hijos, y pondr�los en sus carros… pondr�los asimismo a que aren sus campos, y sieguen sus mieses sin paga…

El diezmar� vuestras simientes y vuestras vi�as, para dar a sus eunucos y a sus siervos. Y clamar�is aquel d�a a causa de vuestro rey que os habr�is elegido…" (1 S 8:10-18).

El pueblo no estaba en el humor de escuchar. Samuel hab�a envejecido y nombrado a sus hijos, Joel y Abijam, como jueces de Israel. "Mas no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se ladearon tras la avaricia, recibiendo cohecho y pervirtiendo el derecho" (1 S 8:3).

L�NEA DE LAS ERAS
ANTIGUO TESTAMENTO


2000 a.C.                                         1000 a.C.                                           4 a.C.
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                         Unci�n Triple                   |              Unci�n Dividida

             De Melquisedec A Samuel       |       De Sa�l Al Nacimiento De Cristo

Como resultado, los ancianos de Israel se preocuparon de la conducta de los hijos de Samuel. Ellos no pudieron creer que Dios podr�a proporcionar otro l�der con una "triple unci�n", por consiguiente, fueron con Samuel y le dijeron: "He aqu� t� has envejecido, y tus hijos no van por tus caminos: por tanto, constit�yenos ahora un rey que nos juzgue, como todas las gentes" (1 S 8:5).

Esa petici�n entristeci� mucho a Samuel. Pero Dios estaba a�n m�s herido que Samuel. �l le dijo a Samuel: "Oye la voz del pueblo en todo lo que te dijeren: porque no te han desechado a ti, sino a m� me han dejado, para que no reine sobre ellos.

Que me han dejado y han servido a dioses ajenos, as� hacen tambi�n contigo… Oye su voz, y pon rey sobre ellos…" (1 S 8:7, 8, 22).

El pueblo estaba feliz de haber prevalecido con Dios. Ellos no percibieron que hab�an escogido lo tr�gico. Aunque Samuel les advirti�, ellos rehusaron escuchar, y Dios dej� que siguieran los deseos de sus corazones. Dios decidi� abandonarlos a los intentos de sus propios caminos. �l le orden� a Samuel: "Oye su voz, y pon rey sobre ellos".

He dicho a menudo: "A veces el juicio m�s grande que Dios puede derramar sobre nosotros, es abandonarnos a nuestros propios caminos". �Esto es algo sombr�o, pero verdad!

a. Unci�n �nicamente Para Ejercer Poder.
"Tomando entonces Samuel una ampolla de aceite, derram�la sobre su cabeza, y bes�lo, y d�jole: �No te ha ungido Jehov� por capit�n sobre su heredad?" (1 S 10:1).

�Por qu� fue rechazado Sa�l m�s tarde como Rey? Porque fue impaciente en esperar por Samuel para que ofreciera el sacrificio y usurp� los deberes de sacerdote al ofrecer tal sacrificio a Dios (1 S 13:8-14).

Cuando Sa�l trat� de funcionar en aquello para lo cual nunca hab�a recibido unci�n, fue juzgado inmediatamente y rechazado por Dios.

Esto ilustra el punto. Cuando Israel demand� un rey, la unci�n fue dividida. El rey solo ten�a una unci�n parcial. Israel no volvi� a tener un l�der con la unci�n de profeta-sacerdote y rey a la vez. Solamente ten�a la unci�n de rey para gobernar, no la unci�n sacerdotal para ministrar a Dios con obediencia y santidad.

No era la voluntad de Dios que Israel tuviera un rey "como las dem�s naciones". El Patr�n de Dios para el liderato hab�a emergido a trav�s de Melquisedec, Mois�s, Josu�, los jueces y Samuel.

�l hab�a sido fiel en levantar l�deres que recibieran Su plena unci�n para que gobernaran a Israel tanto en la capacidad de reyes como de sacerdotes. No obstante, Israel escogi� tener un rey "como las dem�s naciones". Rechazaron el gobierno teocr�tico de Dios y tornaron sus espaldas a �l como Rey. Fue por eso que Dios los entreg� al deseo maligno de sus corazones.

Un rey verdaderamente teocr�tico, lleva la plena unci�n de Dios. Reina tanto como profeta-sacerdote que como rey. Pero al Israel pedir un rey "semejante al de las dem�s naciones", comenz� a reinar un hombre sobre el pueblo de Dios con una unci�n parcial. Ten�a �nicamente poder y autoridad para regir. No era restringido por la santidad y el buen car�cter. Esta divisi�n en la unci�n nunca hab�a sido la voluntad de Dios para Su pueblo.

b. La Falta de Santidad Trae Fracaso. Dios sab�a que ning�n hombre jam�s podr�a reinar bajo la unci�n de rey a menos que fuera equilibrada por la unci�n sacerdotal para la santidad en el Se�or.

La mayor�a de los reyes de Israel y Jud� fracasaron en su liderato debido a la falta de santidad en sus vidas.

Dios rechaz� a Sa�l como rey por su desobediencia y entrometimiento en el ministerio para el cual no hab�a recibido unci�n. Al final, vemos a Sa�l quit�ndose su propia vida. El reino de David fue deteriorado por su pecado de inmoralidad con Betsab�. El reino de Salom�n tuvo un fin desastroso debido a su falta de santidad e idolatr�a.

Israel eventualmente se dividi� de Jud� y, despu�s de aproximadamente doscientos a�os, fue llevado al exilio o cautividad principalmente por causa de los pecados de sus reyes imp�os; ellos ten�an el poder y autoridad de Dios, pero no caminaron en Su santidad. Esto trajo los juicios divinos sobre la naci�n, lo cual trajo como resultado la dispersi�n de los israelitas por todas las partes de la tierra.

As� que, la era m�s tr�gica en la dolorosa historia de Israel culmin� en ignominia y derrota.

2. Sacerdotes Sin Poder
Despu�s de que el pueblo demand� rey, comenzaron a experimentar una diferente clase de opresi�n. Un �nfasis sobre la santidad legalista desprovista de poder y autoridad de Dios, hab�a reemplazado el liderato desinteresado, misericordioso y compasivo de hombres como Samuel. Los fariseos de los tiempos de Jes�s fueron la extensi�n final de tal error.

Esos sacerdotes "sin poder" y parcialmente ungidos, no permanecieron firmes ante Dios, ni interced�an por el pueblo como lo hac�a Mois�s. Cuando Dios amenaz� con destruir a toda la naci�n por su pecado y desobediencia, Mois�s intercedi� para salvar a la naci�n (Ex 32:30-35).

En lugar de ello, la denominaci�n de los fariseos con toda su arrogancia y legalismo sectario, comenzaron a asumir una influencia de autoridad sobre la vida religiosa de la naci�n.
a. Demandas Legalistas. Los fariseos demandaban una adherencia estricta a la letra de la Ley. Perdieron la perspectiva del prop�sito de la Ley y fueron muy insensibles a las necesidades humanas.

Esa demanda inflexible y legalista hacia la adherencia a normas religiosas que no eran b�blicas, hizo que fueran inclementes, vengativos y arrogantes. Ellos perdieron de vista el hecho de que todos los hombres eran pecadores y ten�an necesidad de la misericordia de Dios.

Ellos acumulaban condenaci�n y muerte sobre cualquier persona que sorprendieran en el acto de la violaci�n de cualquier mandamiento.

Esto los catalog� como los religiosos m�s hip�critas en la historia religiosa. Jes�s dirigi� Sus m�s feroces reprensiones a esos "maestros de la ley". Hab�an inventado leyes que ellos mismos no pod�an cumplir, pero condenaban a los dem�s cuando no las cumpl�an. "Sobre la c�tedra de Mois�s se sentaron los escribas y los fariseos: As� que, todo lo que os dijeren que guard�is, guardadlo y hacedlo; mas no hag�is conforme a sus obras: porque dicen, y no hacen…

Antes, todas sus obras hacen para ser mirados de los hombres… Y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en la sinagogas; y las salutaciones en las plazas, y ser llamados de los hombres Rab�" (Mt 23:2-7).

Alguien dijo muy bien: "el espacio o vac�o que existe entre lo que decimos y lo que hacemos, es la medida de nuestra apostas�a". �Dios nos ayude, pero es cierto!

b. Orgullo Espiritual. A la "santidad aparente" de los fariseos, ellos le agregaron su arrogancia u orgullo espiritual. Es un terrible error enfatizar la santidad y conocimiento b�blico sin el poder del Esp�ritu de Dios en su vida, y tratar de que tenga resultados.

Pablo nos amonesta contra aquellos l�deres religiosos y denominaciones que han ca�do en el siguiente error: "Porque habr� hombres amadores de s� mismos, amantes del dinero, jactanciosos, arrogantes… sin santidad, sin afecto… Teniendo apariencia de piedad, sin la fuerza [poder]: a esos evita y no tengas amistad con hombres de tal �ndole" (2 Ti 3:2-5, parafraseado).

El fracaso de los reyes que llevaban el poder de Dios sin la unci�n sacerdotal para vivir vidas santas, trajo los juicios preliminares de Dios sobre Israel.

Los sacerdotes de la secta farisaica, llevaban una unci�n sacerdotal pero estaban exentos del poder de Dios. Esto produjo una religi�n basada en la apariencia de santidad externa, sin el cambio interno del coraz�n. Este sistema opresivo trajo los juicios finales de Dios sobre Israel. Ambos fracasaron en cumplir el prop�sito de Dios sobre la tierra.

D. LA "TRIPLE UNCI�N" RESTAURADA
El pueblo de Dios hab�a pasado grandes sufrimientos a manos de los reyes imp�os de Israel. Hab�an experimentado la ira de Dios debido a los errores de sus l�deres.

1. La Promesa De Dios De Restauraci�n
Por lo tanto, la promesa de Dios trajo gran esperanza al pueblo: "Y restituir� tus jueces como al principio, y tus consejeros como el primero: entonces te llamar�n ciudad de justicia, Ciudad fiel" (Is 1:26).

Para un pueblo que por siglos s�lo hab�a conocido un liderato con una unci�n parcial, esta era una promesa de gloriosa restauraci�n. Dios prometi� darles l�deres que otra vez gobernaran la naci�n con la misma unci�n que demostraron sus primeros jueces, hombres como: Mois�s, Josu�, Samuel, etc.

Este tema recurrente, estuvo muy a menudo presente en el mensaje de Isa�as: "He aqu� que en justicia reinar� un rey, y pr�ncipes presidir�n en juicio. Y ser� aquel var�n como escondedero contra el viento, y como acogida contra el turbi�n; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran pe�asco en tierra calurosa" (Is 32:1, 2).

La identidad de este rey justo emerge sin equivocaci�n alguna a medida que leemos otras escrituras adicionales "Porque un ni�o nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro: y llamar�s su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Pr�ncipe de paz…" (Is 9:6).

Este Pr�ncipe de Paz tambi�n disfrutar�a de la unci�n de profeta-sacerdote y rey: "La vara de tu fortaleza enviar� Jehov� desde Sion: Domina en medio de tus enemigos… Jur� Jehov�, y no se arrepentir�: T� eres sacerdote para siempre, seg�n el orden de Melquisedec" (Sal 110:2-4).

Aqu�l que habr�a de venir, llevar�a la unci�n completa de Dios, fungiendo como Rey y Profeta-sacerdote. Llevar�a una "vara (cetro) de fortaleza" para regir como Rey de Justicia. Ser�a un "Sacerdote eterno seg�n el orden de Melquisedec". Su unci�n ser�a tan grande que ser�a conocido como "El Ungido" (Mes�as en Hebreo y Cristo en Griego).

2. La Promesa De Dios Cumplida En Jesucristo
La promesa de Dios para la restauraci�n de la plena unci�n fue cumplida en Jesucristo. Fue "ungido con �leo de alegr�a m�s que a tus compa�eros" (He 1:9).

Jes�s reina como "Ap�stol y pont�fice" (He 3:1) y como "Rey de Reyes y Se�or de Se�ores" (Ap 17:14).

Solo El "ha sido hecho por Dios sabidur�a, y justificaci�n, y santificaci�n, y redenci�n" (1 Co 1:30).

"Es como el buen �leo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aar�n, y que baja hasta el borde de sus vestiduras" (Sal 133:2).

Una hermosa ilustraci�n y verdad son expresadas en el vers�culo anterior. La unci�n que ven�a sobre el sumo sacerdote corr�a desde la cabeza hasta las extremidades inferiores de su cuerpo.

a. Debemos Llevar Su Unci�n. Ahora sabemos que somos miembros del Cuerpo de Cristo (1 Co 12:27). Sabemos que Cristo es cabeza y sumo sacerdote (Ef 1:22; He 3:1). As� que, "la triple unci�n" que fue derramada sobre �l, fluye a trav�s de nosotros los miembros de su cuerpo. Podemos participar de la misma unci�n que estaba sobre �l.

La unci�n de Jes�s fue la ilustraci�n final de la unci�n que Dios desea que nosotros tengamos.

Como l�deres de la Iglesia, tenemos que llevar Su unci�n, la unci�n para vivir vidas justas, santas y ungidas; para sanar los enfermos, echar fuera demonios y para predicar estas Buenas Nuevas del reino en todos los rincones del mundo. En resumen, una unci�n del poder.

1 P 2:9 dice que nosotros somos: "..linaje escogido, real sacerdocio (sacerdotes-reyes). "Y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios" (Ap 1:6; 5:10).

3. Pasos Para Recibir La Unci�n Triple
a. Nacer De Nuevo. Si usted no ha nacido de nuevo, siga los pasos bosquejados en la primera parte de este cap�tulo, y en el Cap�tulo 2 de esta secci�n: "L�deres No Regenerados". Usted recibir� la "unci�n del leproso", la primera de las tres unciones.

b. Bautizado en agua. Si usted no ha sido bautizado en agua, tome ese paso. Cuando sea bautizado, reconozca que Dios quiere y desea hacer una obra sobrenatural en tu coraz�n. Espere que cualquier h�bito pecaminoso prolongado o pecados dominantes sean quebrantados a medida que es "sepultado con �l en el bautismo" (Ro 6:4).

"…que nuestro viejo hombre juntamente fue crucificado con �l, para que el cuerpo del pecado sea deshecho, a fin de que no sirvamos mas al pecado" (Ro 6:6).

En un bautismo en agua, llevado a cabo de acuerdo a la escritura, usted puede recibir su "unci�n sacerdotal" a fin de salir caminando en novedad de vida y libre del dominio del pecado. Espere que esto suceda cuando sea sumergido en las aguas del bautismo.

c. Bautismo En El Esp�ritu Santo. Su "unci�n de rey" para obtener poder y autoridad viene de Jes�s. Juan nos dice: "…la unci�n que vosotros hab�is recibido de �l, mora en vosotros…" (1 Jn 2:27). Como declaramos antes, �sta fluye de la cabeza hacia las partes inferiores del cuerpo.

L�NEA DE LAS ERAS
NUEVO TESTAMENTO


30 d.C.                                                                      1000 d.C.                                                2030 d.C.


Unci�n Triple                                                         No Unci�n                                         Unci�n Restaurada

Principio De La Era De La Iglesia A                   Era Oscura A                              2da. Venida De Cristo


Juan el Bautista dijo de Jes�s: "Yo os bautizo en agua, mas… �l os bautizar� en Esp�ritu Santo… y fuego" (Mt 3:11). Juan quiso decir que Jes�s bautizar�a de la misma manera en que �l lo hac�a, pero con la excepci�n de que ser�a con el Esp�ritu Santo en lugar de agua.

1) Deseo De Ser Bautizado En El Esp�ritu. �C�mo bautizaba Juan el Bautista?

Los candidatos ven�an a �l expresando el deseo de ser bautizados en agua. Es vital que usted vaya a Jes�s con el deseo de que �l le bautice con Su Esp�ritu.

2) Deje Que Jes�s Le Bautice Con El Esp�ritu Santo. Ellos dejaron que Juan les bautizara, ellos no trataron de bautizarse a s� mismos. Usted tiene que dejar que Jes�s le bautice con el Esp�ritu Santo. El d�a de Pentecost�s: "…vino un estruendo del cielo como de un viento recio… el cual hinch� toda la casa donde estaban sentados" (Hch 2:2). El hecho de que estaban sentados, facilit� el que Jes�s los bautizara, ellos no estaban en alguna clase de estado religioso fren�tico e hiper-emocional, tratando de bautizarse a s� mismos.

3) Sumergidos En El Esp�ritu. Juan los bautiz� en agua. Fueron sumergidos en las aguas del R�o Jord�n. Jes�s le bautizar� con el Esp�ritu Santo. �l es el que bautiza y el Esp�ritu Santo simboliza las aguas espirituales en las que Jes�s le sumerge.

As� como en Pentecost�s, levante su voz en oraci�n y loor a Jes�s; y reciba el Esp�ritu Santo en Su Nombre. A medida que percibe al Esp�ritu Santo llen�ndole, deje que �l le otorgue esa lengua celestial en su oraci�n y adoraci�n a su Padre celestial.

A medida que el Esp�ritu le da palabras o s�labas para hablar, d�galas con fe en Dios. Usted no entender� las palabras, pero su Padre celestial s�. "Y comenzaron a hablar en otras lenguas, como el Esp�ritu les daba que hablasen" (Hch 2:4). �Haga eso mismo, en este momento!

En este bautismo, su "unci�n de rey" tendr� su principio; luego, as� como las dem�s unciones del Esp�ritu, ir� creciendo y aumentando a medida que usted marche adelante en su caminar con el Se�or. �ALELUYA!

E. CONCLUSI�N
A trav�s de este libro hemos aprendido que Dios desea instruirnos para que esperemos en �l y para que escuchemos Su voz. Hemos sido ense�ados a ver las tribulaciones como Sus instrumentos de refinamiento. Hemos aprendido la manera de evitar las trampas del orgullo, del pecado sexual y del amor hacia el dinero.

Hemos llegado al entendimiento de que las personas que �l llama, tienen que ser probadas, refinadas y entrenadas por el Esp�ritu Santo en la escuela de las pruebas y tribulaciones. Entre mayor sea su responsabilidad, m�s intensos ser�n Sus tratos con usted.

1. Necesitamos La Unci�n Plena
No obstante, si hemos aprendido todas estas cosas, pero fracasamos en dirigir al pueblo de Dios con la unci�n plena que vemos en Jesucristo, todo ser� en vano.

Sin la unci�n del esp�ritu de Dios sobre nuestro ministerio no podemos ser efectivos en nuestra evangelizaci�n, ense�anza, predicaci�n, obra de liberaci�n y sanidad, y tampoco podemos realizar las "obras mayores" prometidas a los l�deres de la Iglesia. Todo lo que hagamos ser� el resultado de la energ�a de la carne, pero sin frutos permanentes.

Es de suma importancia que los l�deres de la Iglesia anden en santidad y dependan del poder del Esp�ritu. El poder espiritual permanente s�lo puede encontrarse en una vida santa, y todos los que andan en santidad pueden recibir el poder de Dios en sus vidas.

Es vital que experimentemos ambos. El acentuar la santidad y la separaci�n del mundo mientras se carece del poder de Dios, nos har� est�riles y legalistas. Por otro lado, el pedirle a Dios poder y negar la santidad, nos coloca en la posici�n donde la unci�n que llevamos nos destruir� (Lea Mateo 7:21-23).

2. Debemos Mantener La Unci�n Plena
Juan nos dice: "Pero la unci�n que vosotros hab�is recibido de �l, mora en vosotros, mas como la unci�n misma os ense�a de todas las cosas, y es verdadera… os ha ense�ado a perseverar en �l.

Y ahora hijitos, perseverad en �l; para que cuando apareciere, tengamos confianza, y no seamos confundidos de �l en su venida" (1 Jn 2:27,28). La terminolog�a "morar" parece ser la clave.

"Estad en m�, y yo en vosotros. Como el p�mpano no puede llevar fruto de s� mismo, si no estuviere en la vid; as� ni vosotros, si no estuvieres en m�

"Yo soy la vid, vosotros los p�mpanos: el que est� en m�, y yo en �l, �ste lleva mucho fruto; porque sin m� nada pod�is hacer. El que en m� no estuviere, ser� echado fuera como mal p�mpano, y se secar�; y los cogen, y los echan en el fuego, y arden.

Si estuviereis en m�, y mis palabras estuvieren en vosotros, pedid todo lo que quisiereis, y os ser� hecho" (Jn 15:4-7).

a. Morar En Jes�s. �C�mo podemos dirigir de la mejor manera con la unci�n completa? �Por medio de morar en Jes�s! Morar significa "permanecer, continuar, residir, habitar, estar".

Pablo dijo eso de la siguiente manera: "Por tanto de la manera que hab�is recibido al Se�or Jesucristo, andad en �l… Arraigados y sobreedificados… y confirmados en la fe… creciendo en ella con hacimiento de gracias" (Col 2:6,7).

La independencia y autosuficiencia son virtudes de personas capacitadas (maduras). No obstante, pueden ser nocivas en nuestras relaciones espirituales con Jes�s. �l dice: "�Reside... permanece en M�! �Depende de M�!"

El que el p�mpano pueda permanecer en la vid significa que contin�e conectado, a fin de que reciba la vida que fluye a trav�s de la vid. El ser fruct�fero depende de esa conexi�n vital con la vid. De esa misma manera, nosotros tenemos que permanecer en relaciones �ntimas con Jes�s. Si lo hacemos, Su vida y Su unci�n siempre fluir�n a trav�s de nosotros.

Seamos como Mar�a: quien escogi� sentarse a Sus pies a escuchar Sus palabras (Lc 10:38-42).

Entonces, ministraremos dentro de esa plena unci�n de Jes�s: profeta-sacerdote y rey. La adoraci�n y la alabanza vendr�n a ser como el aliento de vida. Seremos equipados con Su poder y dones para liberar a otros en la misma libertad que disfrutamos.

Cu�n tr�gico es que un hombre sobre quien Dios haya puesto Su mano, utilice tal unci�n para promover sus propios prop�sitos. �No haga tal cosa! Sea uno que siempre "Agrade a Jes�s".


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