Cap�tulo 3
Confesi�n Y Limpieza
(OFRECIMIENTO DEL CORAZ�N)

A. INVITANDO A DIOS PARA QUE NOS EXAMINE
Junto con nuestros cuerpos, tambi�n tenemos que ofrecer nuestros corazones a Dios. Deber�amos pedir e invitar al Se�or para que examine nuestros corazones. El salmista lo dice con estas palabras: "Se�or, exam�name y conoce m� coraz�n. Pru�bame y conoce mis pensamientos y ve si hay alg�n camino inicuo o malo en m�. Cond�ceme en el camino que permanece para siempre" (Sal 139:23, 24).

Ahora bien, esta no es la oraci�n de un hombre que estuviera intensamente en pecado, o viviendo una vida de frustraci�n espiritual. David atraves� por tiempos de gran sufrimiento, como vemos en el Salmo 51 su oraci�n de arrepentimiento por adulterio y homicidio (a veces llamado "el Salmo del pecador"). Por esto fue diferente cuando escribi� el Salmo 139.

En los primeros vers�culos de este Salmo, David habla de la mano amorosa de Dios sobre su vida. Sabe que el Se�or est� con �l en todo lugar y en todo el tiempo. Sabe que Dios le hizo de una manera maravillosa y que tiene un plan maravilloso para su vida.

Sigue diciendo que los pensamientos del Se�or hacia �l son como las arenas del mar en n�mero. Conoce el gran amor de Dios que es muy precioso para �l en todas sus maneras.

En realidad este es un cuadro claro de un hombre que est� viviendo en comuni�n con Dios. Sin embargo, est� pidi�ndole que examine su coraz�n y pruebe sus pensamientos para ver si encuentra alg�n mal en su interior del cual no estuviera consciente.

Este Salmo nos dice, en los vers�culos iniciales, que Dios nos conoce mejor que nosotros mismos. Qu� sabio es dejar que �l se�ale cualquier �rea de peligro en nuestras vidas que nos pueda ocasionar da�o o dolor a nosotros mismos o a otros.

Cuando yo era un muchacho, mi padre me dio una lista de cosas que ten�a que hacer cada s�bado. Era un trabajo duro, y usualmente me llevaba cuatro horas o m�s terminarlo. Entonces pod�a pasar el resto del d�a jugando.

Cuando pap� ven�a a casa por la tarde, tomaba la lista y miraba en derredor para ver si todo se hab�a hecho bien. A veces se�alaba alg�n rinc�n escondido que no hab�a sido barrido perfectamente. Entonces yo tomaba un peque�o cepillo de mano y terminaba de hacer el trabajo debidamente.

Ahora bien, mi padre no me estaba rebajando de una manera desprovista de amor o bondad. S�lo me estaba ayudando a aprender c�mo hacer un buen trabajo desde el principio. Cuando lo terminaba, estaba dispuesto a decir: "�Muy buen trabajo, hijo!" Como ustedes pueden imaginarse, la siguiente semana cuando barr� el suelo, recordaba todos los "rincones escondidos", lugares que no hab�a visto antes.

Es posible que todos nosotros tengamos "rincones escondidos" en nuestros corazones que necesiten ser barridos.

No digo esto sin amor, pero hay muchas personas que son descubiertas en h�bitos pecaminosos de lo que ni siquiera saben. El resultado de su pecado los capturar� a su tiempo. Entonces se preguntar�n: "�Por qu� me suceder�a esto?".

La mayor parte del tiempo que un pastor pasa intentando ayudar a la gente con problemas personales, es a causa de los pecados escondidos. Est�n pensando, diciendo y haciendo cosas malas y ni siquiera lo saben.

Son muy pocas personas las que viven y dicen: "Decid� que iba a volverle la espalda a Dios y a vivir una vida pecaminosa". La mayor�a de las veces vienen frustrados y heridos en su interior debido a que no saben c�mo caminar con Jes�s, o escuchar Su voz.

Si pedimos al Se�or que nos muestre nuestros pecados escondidos, �l nos hablar� y nos ayudar� a barrer cada rinconcito de nuestras vidas para que quede limpio y brillante. Cuando escuchemos Su voz y busquemos obedecer Su Palabra, aprenderemos a caminar junto a Su lado d�a tras d�a. Entonces, cuando la noche se acerque, nosotros podemos o�rle decir tambi�n: "�Muy buen trabajo, hijo! Estoy realmente orgulloso de ti". Eso s� que vale la pena.

B. NO SE ENGA�EN
El enga�o es creer que algo es correcto cuando es err�neo. 1 Juan 1:7-10 nos dice que mientras caminemos en la luz del amor y la verdad de Dios, la sangre de Jes�s sigue limpi�ndonos de todo pecado. Tambi�n dice: "Si decimos que no tenemos pecado, nos enga�amos a nosotros mismos". Este mismo hermoso pasaje de la Escritura sigue diciendo: "Pero si confesamos [contamos a Dios] nuestro pecado, El es fiel para perdonarnos".

1. Tres �reas De Decepci�n
A partir de esto, vemos que hay tres posibles �reas para el enga�o:

a. No Hemos Pecado. Pensar que no tenemos pecado por el cual ser perdonados.

b. No Necesitamos Confesar. Pensar, si pecamos, que Dios lo pasar� por alto o nos perdonar� aun cuando no nos enfrentemos con tal situaci�n o no se lo confesemos a �l.

c. No Seremos Perdonados. Pensar que no podemos ser o no seremos perdonados, incluso cuando confesemos nuestro pecado.

2. Decepci�n Echa A Perder La Comuni�n
Si estamos enga�ados en cualquiera de las tres �reas, nuestra comuni�n (caminar y hablar con Dios) se deteriorar�. Encontraremos dif�cil orar, alabar o adorar al Se�or.

La Palabra de Dios no llevar� el gozo y la paz que llev� una vez. Ser� duro para nosotros mirar el rostro de nuestro Se�or con sinceridad. Podemos tratar de actuar como si todo estuviera bien, pero muy adentro de nosotros, sabremos que algo va mal.

a. Corazones Heridos. Aquellos que creen que nunca pecan, siguen teniendo los problemas causados por su pecado. Desconocen el porqu� los tienen, o el porqu� su coraz�n a�n les duele.

b. Corazones Endurecidos. Los que pecan, pero piensan que no tienen que dec�rselo a Dios, porque �l los perdona de cualquier manera, pueden volverse duros de coraz�n. Despu�s de poco tiempo, ni siquiera escuchan al Se�or cuando trata de advertirlos. El apartarse muy lejos de Dios es un asunto peligroso.

�Fue este acaso el problema de los Fariseos? (Jn 9:40,41). Los Fariseos estaban enga�ados y no lo sab�an. Por lo tanto, su pecado permanec�a con ellos.

c. Corazones Cargados. Los creyentes que piensan que aun cuando le confiesen sus pecados a Dios, �l no los perdonar� y olvidar�, siempre tendr�n pesar en sus corazones. Siempre caminan bajo una nube oscura de culpa y condenaci�n.

Es muy bueno poder decir con honestidad que a veces caemos o fracasamos. Dios est� siempre listo para perdonar, restaurar y fortalecernos. Tambi�n desea ense�arnos c�mo caminar por sobre la tentaci�n y la ca�da en el pecado.

La senda para vivir una vida victoriosa sobre el pecado, reside en el asunto de allegarse a �l antes de que pequemos. Es m�s f�cil venir a �l por adelantado, que despu�s que hayamos ca�do.

3. Sensibilidad Al Esp�ritu
En nuestra devoci�n matinal, podemos decir al Se�or que no tenemos deseo de ser enga�ados durante el d�a que viene.

Deseamos realmente caminar en la luz de Su amor y verdad. Deseamos conocer y sentir Su presencia con nosotros todo el tiempo. De esta manera, podemos servir y obedecerle con paz en el coraz�n.

Debemos pedirle a Dios que nos haga sensibles a Su Esp�ritu Santo diariamente, pues �l puede amonestarnos cuando estemos en peligro. Tambi�n nos dejar� saber r�pidamente si pecamos contra Su amor y verdad.

Pienso que todos comprendemos que si fallamos a Dios durante el d�a, no perdemos nuestra salvaci�n. Este pecado peque�o, no obstante, puede estropear r�pidamente nuestra comuni�n (nuestro caminar y hablar con Dios).

Es vital que seamos prestos en pedirle perd�n, ya que no deseamos que nuestra comuni�n con �l se rompa. Deseamos complacer al Se�or Jes�s en todas las cosas y no entristecerle en ninguna.

C. VIGILE SU MENTE Y SU BOCA
El Salmista David escribi�: "Que las palabras de mi boca y la meditaci�n [pensamiento] de mi coraz�n, agraden a tus ojos, oh Se�or, fortaleza m�a y Redentor m�o" (Sal 19:14).

Alguien ha dicho: no podemos impedir que los p�jaros vuelen sobre nuestras cabezas, pero podemos impedir que hagan su nido en nuestro pelo.

1. Vigilando Nuestra Mente
a. Tres Fuentes Principales Del Pensamiento. Los pensamientos pueden venir a nuestras mentes desde muchos lugares diferentes. De hecho, hay tres fuentes principales:

1) El Mundo - de lo que vemos y escuchamos.

2) La Carne - de nuestra vieja naturaleza de pecado.

3) El Diablo - del mundo de las tinieblas espirituales.

Sin embargo, s�lo porque un pensamiento venga a nuestra mente no significa que tengamos que pensarlo. Los pensamientos impuros, cuando nos siguen, conducir�n a palabras y hechos impuros. Tenemos, por lo tanto, que cortarlos de ra�z y reemplazarlos con pensamientos santos.

b. Haga A Jes�s Se�or De Su Mente. Podemos empezar el d�a pidi�ndole a Dios que guarde nuestras mentes.

Cuando un pensamiento err�neo surja, �l nos lo har� saber r�pidamente. Una manera r�pida de cortarlo de ra�z, es por medio de decir: "Se�or Jes�s, t� tambi�n ves ese pensamiento y no vamos a darle m�s tiempo o atenci�n, �verdad?".

Los pensamientos sobre Jes�s tienen un gran poder para destruir tales situaciones. Esto impedir� que prosigamos alimentando el pensamiento o caer bajo un falso sentimiento de culpa o condenaci�n.

Todo cristiano tendr� que batallar contra los pensamientos err�neos de vez en cuando; no obstante, Jes�s es el Se�or de nuestras mentes al igual que de nuestros corazones.

2. Vigilando Nuestra Boca
"La muerte y la vida est�n en el poder de la lengua…" (Pr 18:21).

a. Las Palabras Son Poderosas. Tambi�n deseamos vigilar nuestras palabras, pues las palabras tienen sentimiento y significado, y son muy poderosas para el bien y para el mal. Pueden da�ar o sanar. Pueden proporcionar alegr�a o tristeza. Pueden edificar o derribar. Pueden administrar amor o temor, vida o muerte.

A veces las palabras pueden tener poco efecto, y el hablar mucho es una p�rdida de tiempo. (Mt 12:36). Tiempo es vida y el desperdiciarlo es como desperdiciar la vida.

b. Sabiendo Cuando Hablar. Todos debemos aceptar el hecho de que el Se�or tendr� que advertirnos sobre nuestras palabras en un momento u otro. Quiz�s est�bamos a punto de hablar, pero el Se�or dijo: "No lo digas, no es necesario ahora". Quiz�s desconoc�amos, en tal momento, respecto a la importancia de guardar esas palabras para nosotros, pero Dios no.

En otras ocasiones, el Se�or nos dir� que hablemos. Ha puesto algo en nuestros corazones desde Su coraz�n y desea que Su gente escuche la Palabra. Ese es el momento de hablar en fe. Las palabras del Se�or siempre traer�n vida.

El comenzar cada d�a hablando con Dios, nos ayudar� a escuchar Su voz a trav�s del resto del d�a. Esta es otra raz�n importante para desarrollar el h�bito de las devociones diarias.

D. MANTENIENDO LA META A LA VISTA
El Ap�stol Pablo habla de esto en Filipenses 3:13-14: "No, queridos hermanos, todav�a no soy en absoluto lo que deber�a de ser. Pero hago una cosa. Olvido todo lo que est� detr�s de m� y miro a lo que est� adelante. Mis ojos est�n en la meta. Prosigo adelante para ganar la carrera y conseguir el premio. Ese es el prop�sito para el cual Dios nos est� llamando al cielo en Cristo Jes�s".

Ese es un vers�culo muy especial para m�. De hecho, lo he tomado como el vers�culo de mi vida. Hay una raz�n por la que esta parte de la Palabra de Dios es tan importante para m�. D�jenme contarles la historia que est� detr�s de ella.

Cuando ten�a catorce a�os, estaba escuchando a una predicadora en nuestra iglesia en Oakland, California. El nombre de la mujer era Esther Kerr Rusthoi. Ella era la persona que escribi� el hermoso himno titulado: "Valdr� la Pena Cuando Veamos a Jes�s". Era evangelista y hab�a venido a predicar en nuestra iglesia por dos o tres d�as.

Una noche cuando estaba predicando, cont� c�mo una vez hab�a llegado muy cerca de la puerta de la muerte. Ella y otras personas estaban atrapadas en un r�o seco cuando repentinamente una inundaci�n de aguas los sorprendi�.

Ellos unieron sus manos en oraci�n y permanecieron en pie contra la fuerza del agua que ven�a sobre ellos. Al "pararse firmes contra" el poder del r�o crecido que los empujaba, pudieron permanecer juntos y finalmente llegar a un lugar seguro.

Cont� la historia para ayudarnos a entender las palabras que Pablo utiliz� sobre "proseguir" adelante hasta alcanzar la meta de Dios para nuestras vidas. Esa noche me conmov� de coraz�n. Le dije al Se�or: "Esa es la clase de persona que yo deseo ser. Deseo siempre "proseguir" y ganar lo mejor que T� tengas para mi vida en Cristo." Esa es todav�a mi meta o prop�sito vital en el Se�or a "largo plazo".

Las metas a largo plazo son alcanzadas cuando se obtienen una serie de metas diarias a corto plazo. Cada d�a en el plan de Dios para nuestras vidas, hay una cantidad de peque�as metas que alcanzar. Estos son peque�os "trabajos" que �l desea que hagamos.

A menudo durante nuestras oraciones matinales, Dios traer� varias cosas a nuestra mente que ser�n una parte de Su plan para el d�a. (Discutiremos este tema m�s detalladamente en nuestra pr�xima secci�n). Cuando realizamos estas peque�as tareas en fe y obediencia, hemos "diligentemente" caminado hacia una meta mayor y a largo plazo para nuestras vidas.

Cada ma�ana, durante nuestros tiempos devocionales de oraci�n, deber�amos devolver nuestras vidas y el d�a a Dios. Deber�amos orar para "proseguir" no importa lo que pueda venir contra nosotros. No nos echaremos atr�s en nuestro esfuerzo de hacer la voluntad de Dios. Podemos conseguir nuestras metas en Dios.

Ganaremos nuestro premio celestial. Dios desea que ganemos. Por consiguiente, vayamos a saludar cada d�a con fe, esperanza y valor en Cristo Jes�s.


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