Cap�tulo 4
Orden y Obediencia
(OFRECIMIENTO DEL D�A)

A. SOMETIENDO EL D�A A DIOS
"Encomendad vuestro camino al Se�or. Confiad tambi�n en �l y �l lo llevar� a su t�rmino… Descansad en el Se�or y esperad pacientemente a que �l act�e" (Sal 37:5,7).

Las dos palabritas "encomendaos" y "descansad", son de gran importancia. Deber�an formar la puerta divina a trav�s de la cual usted pase a su diario caminar con el Se�or.

Si "encomendamos" todas nuestras actividades a Dios, sabiendo que nosotros no tenemos poder para cambiarlas y "descansamos en el conocimiento de que... a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien..." (Ro 8:28), habr� orden divino en cada d�a.

No quiero decir que tengamos que gritarle �rdenes a Dios.

Venga delante del Se�or cada d�a y d�gale: "Jes�s, deseo hablar contigo sobre hoy".

Entonces, d�gale lo que piensa sobre lo que el d�a va a involucrar o tener. Siempre hay cosas que surgen en nuestro camino de una forma que no esperamos. Por ello, parece que nunca se logra lo planeado.

Con lo anterior, podemos sentirnos muy frustrados, derrotados o deprimidos. Los d�as est�riles pueden ser muy desalentadores.

He descubierto sin embargo, que con el paso del tiempo los d�as "est�riles" pueden llegar a ser m�s "fecundos" de lo que nosotros pensamos al principio. Se necesita tiempo para que las semillas crezcan y produzcan una cosecha.

Es alentador recordar que Dios nunca es tomado por sorpresa de lo "inesperado". Nuestros planes y prop�sitos pueden fracasar, pero los Suyos nunca fallan, y menos si nosotros ordenamos nuestros d�as delante del se�or. Nada ser� un desperdicio o p�rdida total si entregamos nuestras vidas al Se�or, y menos si lo hacemos todas las ma�anas.

Hay d�as en que he perdido mi tiempo devocional matinal con Dios. He fallado en ordenar mi d�a delante de �l. He tenido tanta prisa en ir a mi obra para el Se�or, que no me tom� el tiempo de esperar en �l, quien es el autor de la obra.

Usualmente en tales d�as, alrededor de las diez y media u once, las cosas van en 18 direcciones diferentes. Mi cabeza se siente y suena como un panal de abejas, ocupada con toda clase de cosas zumbando por dentro y por fuera. �Le suena eso familiar a alguno?

Hacia las once de la ma�ana puedo entrar en cosas muy espinosas y dif�ciles, haya orado o no. El haber sido preparado por la oraci�n provee una fuerza espiritual real.

Haber ordenado el d�a delante de Dios, le da a uno fe en que �l nos guiar� sabiamente en los problemas inesperados que surjan. Eso constituye gran diferencia en el d�a, una diferencia muy grande.

Estoy agradecido que el Trono de Gracia de Dios es verdaderamente de gracia y no de juicio. Me siento muy feliz de que podamos ir decididamente a �l, incluso en nuestros fracasos, y que �l est� listo para perdonar y restaurar.

Han habido ocasiones en las que la prisa y confusi�n de una ma�ana han hecho que pase por alto orar, que todo me salga mal, y he tenido que arrodillarme a clamar por la ayuda y sabidur�a de Dios. Para alegr�a m�a, descubr� que aunque hubiera fallado en esperarle, �l todav�a me estaba esperando.

Nunca es demasiado tarde para orar, pero podr�amos evitarnos, a nosotros y a otros, muchos pesares si lo hacemos al inicio de la ma�ana. Ese es el tiempo de "encomendar" nuestro d�a al Se�or, despu�s podemos "descansar" en �l.

B. MUESTRE UNA NECESIDAD SIMILAR A LA DE UN NI�O
"En todos tus caminos, m�rale a �l y �l dirigir� tus senderos. No seas sabio a tus propios ojos. Teme al Se�or y ap�rtate del mal" (Pr 3:6,7).

Deseo compartir con ustedes lo importante que es ser como un ni�o al conocer nuestra necesidad de Dios. Somos totalmente dependientes de �l, como un ni�o lo es de su padre terrenal. Lo necesitamos much�simo cada d�a.

Hoy es domingo. �Qu� tenemos que hacer hoy? D�jenme contarles lo que yo tengo que hacer hoy. Estar� predicando y ense�ando tres veces esta ma�ana; voy a tener una celebraci�n familiar por concepto del cumplea�os de mi madre esta tarde; esta noche estar� predicando de nuevo. Es un d�a bastante exigente, pero los deberes de la iglesia son cosas que yo he hecho millares de veces.

He predicado el evangelio por m�s de cuarenta a�os. Pero quiero decir algo, el Domingo por la ma�ana orando dije en voz muy alta: "Padre y Dios, este es tu hijo Jack. Vengo a ti como tu hijo porque necesito tu ayuda para este d�a. No quiero s�lo seguir una f�rmula familiar, sino tambi�n conducir a tu gente a una adoraci�n espiritual verdadera. Reh�so ser ‘sabio ante mis propios ojos'."

Ser "sabio a los propios ojos" significa ser orgulloso y jactancioso, es un sentimiento de auto confianza, es decir, que realmente sabemos c�mo hacer bien las cosas por nosotros mismos.

Y en cuanto a la forma o patr�n del servicio se refiere, es verdad que necesitamos la ayuda de Dios para ello. Sin embargo, se puede tener un "servicio" sin la presencia de Dios.

La vida de un servicio depende del poder del Esp�ritu de Dios. Nunca podemos tomar al Esp�ritu Santo como algo garantizado. Siempre y en todas las maneras, debemos procurar depender de �l. Esta es la confianza simple similar a la de un ni�o. Un�monos a la oraci�n de David: "Inclina, oh Jehov� tu o�do, y �yeme; porque estoy afligido y menesteroso" (Sal 86:1).

C. PIDA DIRECCI�N ESPEC�FICA
"Mu�strame Tus caminos, oh Se�or; ens��ame Tus sendas. Cond�ceme en Tu verdad y ens��ame, porque T� eres el Dios de mi salvaci�n. En Ti espero a lo largo de todo el d�a" (Sal 25:4, 5).

Yo ordeno mi d�a delante del Se�or diciendo: "Padre, a lo largo de todo el d�a te estar� buscando. Mu�strame tus caminos". Le pido a Dios, espec�ficamente, que me gu�e en muchos asuntos diferentes.

Entonces, cuando vuelvo a estos asuntos durante el transcurso del d�a, me vuelvo a �l otra vez y le digo: "Ay�dame aqu�, Se�or". De esta manera, en la ma�ana establezco un punto de referencia con el cual me relaciono a lo largo del d�a.

Ayer, salimos temprano en la ma�ana hacia Glorietta, Nuevo M�xico. Hay all� un maravilloso lugar de campamentos de los Bautistas del Sur que vamos a utilizar como lugar de convenci�n para nuestra denominaci�n. En el camino hacia el aeropuerto, cierto n�mero de nosotros est�bamos teniendo un tiempo muy interesante conversando. Estaba a punto de decir algo cuando sent� una peque�a advertencia o toque en mi esp�ritu, como si el Esp�ritu de Dios estuviera dici�ndome: "No digas eso".

Mi comentario no era ni desagradable ni falso; s�lo parec�a innecesario. Sent� ganas de discutir con Dios: "S� que no es necesario pero voy a decirlo de cualquier forma. Realmente no va a estropear nada". Dios simplemente contest�: "No lo digas. En absoluto".

A veces pasamos por alto o desobedecemos esta peque�a se�al y hablamos, al parecer nuestro comentario no caus� da�o alguno, pero sentimos un poco de tristeza por haber hablado satisfaciendo nuestros deseos.

En este caso, me guard� las palabras y sent� la aprobaci�n del Esp�ritu Santo. Es una buena sensaci�n saber que nuestra actitud y manera de actuar est�n complaciendo al Se�or.

El punto que quiero dejar claro es el siguiente: mi habilidad para ejercitar control propio vino de mi tiempo de oraci�n. Yo hab�a ordenado mi d�a delante del Se�or y or� para: "Que las palabras de mi boca y la meditaci�n de mi coraz�n agraden a Tu vista" (Sal 19:14). Por supuesto que si pedimos guianza espec�fica al principio del d�a, �l nos dirigir� fielmente en todos los detalles que aparezcan en nuestro camino.

D. OBEDEZCA LAS INSTRUCCIONES
Jes�s nos dice claramente en el Serm�n del Monte que nuestro Padre celestial ha prometido ocuparse de todas nuestras necesidades.

"Mirad los p�jaros del cielo, no siembran ni siegan ni recogen en graneros, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta… Mirad los lirios del campo, no trabajan ni se afanan, sin embargo, ni Salom�n en toda su gloria se visti� como uno de ellos.

Y si la hierba del campo que hoy es, y ma�ana es echada en el horno, Dios viste as�, �no har� mucho m�s a vosotros?…

…que vuestro Padre celestial sabe que de todas estas hab�is menester" (Mt 6:26-32).

El Se�or est� diciendo que no tenemos que preocuparnos acerca de lo que comeremos o con qu� vestiremos. Al igual que nuestro Padre cuida y provee para las aves y los lirios del campo, as� tambi�n cuidar� y proveer� para nosotros.

Pero hay una parte a desempe�ar y una palabra que obedecer. Dios no va a cumplir todas estas promesas sin que nosotros hagamos nuestra parte.

�Qu� haremos, �nicamente sentarnos y esperar su provisi�n? �Hay algo que tenemos que hacer para disfrutar de su provisi�n? Las Escrituras nos dan la respuesta. Dios no llevar� a cabo dichas promesas si no cumplimos con sus requisitos.

La Biblia dice, "Pedid y se os dar�... orar�is as�...

Danos hoy nuestro pan cotidiano [comida]..." (Lc 11:9; Mt 6:9-11).

Este es el requisito que Dios nos hace. "Pedid y se os dar�." �No os preocup�is, pero pedid!

�Acaso Dios nos esta diciendo que si no oramos no recibiremos? �S�!

Santiago dice: "...no ten�is lo que dese�is, porque no ped�s" (Stg 4:2).

La salvaci�n es un buen ejemplo. Est� para todos y es para siempre, pero s�lo para aquellos que la piden. Recibimos ese don cuando pedimos a Jes�s que venga a nuestros corazones como nuestro Se�or y Salvador. No obstante, tenemos que pedirlo.

El mismo principio o verdad se aplica a nuestros asuntos diarios. Tenemos que pedir a Dios por nuestro "pan de cada d�a". Esto se refiere a nuestras necesidades materiales o corporales, pero incluye mucho m�s. Se aplica a nuestro alimento espiritual tambi�n.

Jes�s dijo: "…mi comida es que haga la voluntad del que me envi�, y que acabe su obra" (Jn 4:34).

�Qu� significa esto?

Al igual que el hambre del cuerpo puede ser saciada comiendo, el hambre del coraz�n y del alma puede ser saciada haciendo la voluntad de Dios.

Nuestro Padre tiene un plan y un prop�sito diario para nuestras vidas, que �l llegue a ser el pan cotidiano por el que oramos.

La clave para conocer la voluntad de Dios es pedirla, y pedirla cada d�a. Eso no significa que �l le revelar� cada detalle de su d�a antes que le suceda. Significa que cuando el d�a venga a su fin, Su prop�sito para su vida se habr� cumplido.
Puede que no haya sido su propia voluntad, pero habr� sido la de �l. Dios har� que todo obre para Su buen prop�sito en Cristo Jes�s. Su voluntad para nosotros es que lleguemos a ser como Su hijo. Nada se perder�, nada se desperdiciar� (Ro 8:28, 29).

Puede que usted ni siquiera haya comprendido lo que se cumpli� con el prop�sito de Dios para un d�a dado. Puede haber parecido uno de esos d�as "sin fruto" de los que hablamos antes.

Ot�rguele alg�n tiempo a Dios para producir la cosecha. Puede tardar una semana, o un a�o, o incluso la mitad del tiempo de su vida. Sin embargo, llegar� un d�a en que todos podamos decir: "Jes�s me dirigi� durante todo mi camino".

Devuelva a Dios cada d�a de su vida. Ordene cada d�a delante de �l. P�dale a Dios con gozo el pan diario de Su voluntad para usted, y quede en paz.


.::1er Trimestre - .::SECCI�N A