Cap�tulo 6
El Papel De La Intercesi�n En Alcanzar Al Mundo Para Jes�s

A. UNA IGLESIA MODELO PARA LA ORACI�N Y LAS MISIONES
En el Libro de los Hechos Encontramos una Iglesia sobresaliente. Era, a la vez, una iglesia que oraba y contaba con una mente misionera; es por eso que es de inter�s especial para nosotros.

Esta iglesia estaba localizada en la ciudad de Antioqu�a en la costa norte de Siria. Fue la primera iglesia gentil y algunos dirigentes de renombre en el cristianismo primitivo estaban entre sus miembros. Lucas nos cuenta algo sobre su car�cter y ministerio especiales: "Hab�a profetas y maestros en la iglesia en Antioquia: Bernab�… Sim�n… Lucio…

Manaen y Saulo. Mientras estaban orando, ayunando y adorando al Se�or, el Esp�ritu Santo dijo: Apartadme a Bernab� y a Saulo para la obra a que los he llamado. Despu�s de que ayunaron y oraron, les impusieron las manos y los enviaron" (Hch 13:1-3).

Estos tres vers�culos sostienen seis ideas que nos ayudar�n a comprender la clase de gente que Dios usa para alcanzar al mundo:

1. Eran Ministros De La Palabra
De la lista de profetas y maestros dada en el vers�culo uno, sabemos que eran obreros instruidos y establecidos en la Palabra de Dios.

2. Eran Obreros Dedicados A La Adoraci�n
Era pr�ctica suya "servir al Se�or". Mediante su adoraci�n daban la bienvenida a Dios en su mundo diario. Su santa presencia en medio de ellos era la fuente de su vida espiritual.

3. Eran Obreros Que Conoc�an La Disciplina Del Ayuno
A trav�s de este m�todo, pudieron someter sus cuerpos al control del Esp�ritu Santo. Ayunar es una manera de decir: "Yo soy un ser espiritual antes que un ser f�sico".

4. Eran Obreros Que Escuchaban Y Obedec�an La Voz Del Esp�ritu Santo
Estaban en sinton�a con Su presencia y buscaban Su direcci�n para sus vidas y la de la iglesia.

5. Eran Miembros De Oraci�n
La segunda referencia a la oraci�n y el ayuno muestra que conoc�an que el hacer guerra espiritual ser�a una parte importante de su ministerio misionero. Sus misioneros se ver�an respaldados con el poder de un pueblo que ora.

6. Era una Iglesia Entregada Al Respaldo De Sus Misioneros
Cuando les impusieron las manos, ligaron sus vidas a quienes eran enviados. Continuaron apoy�ndoles en todas las formas posibles. Sus misioneros no fueron olvidados.

Esta descripci�n de la iglesia en Antioqu�a nos da una instrucci�n pr�ctica, a partir de la Escritura, al tema de la oraci�n intercesora.

Desarrollaremos el tema de la intercesi�n considerando una cantidad de aspectos diferentes. Tambi�n, aprenderemos a dividir nuestra responsabilidad de orar por todo el mundo, en partes que podamos manejar sin vernos sobrecargados. Pues si sentimos que es una tarea demasiado grande, existe siempre el peligro de que ni siquiera la iniciemos.

Dios desea que compartamos la misma excitaci�n y alegr�a que la iglesia en Antioqu�a sent�a cuando Pablo y Bernab� volvieron y hablaron de las muchas maneras en que sus oraciones hab�an sido contestadas. La respuesta a la oraci�n es una recompensa rica para la fe y la obediencia.

B. PROBLEMAS DE ORACI�N
Orar por las naciones es diferente a la clase de oraci�n que hemos discutido bastante en nuestra serie.

El n�mero de pa�ses y la extensi�n de sus necesidades requiere un acercamiento que est� m�s all� de la visi�n de nuestra rutina diaria de oraci�n.

1. Ideas Err�neas Sobre La Oraci�n
Muchos cristianos encuentran dif�cil creer que sus "peque�as" oraciones pueden representar realmente una diferencia en el curso de los asuntos internacionales. Est� m�s all� del l�mite de su raz�n.

Gran parte de esta manera de pensar, procede de ideas d�biles y equivocadas sobre la naturaleza y la pr�ctica de la oraci�n.

La oraci�n no s�lo es un buen sentimiento o una actitud noble. No es una clase vaga de influencia que flota alrededor y que pudiera esperanzadamente hacer a alguien cierto bien.

La oraci�n es la parte que representamos en enfocar el prop�sito y el poder de Dios sobre un punto espec�fico de necesidad. Dios nos ha dado el privilegio y la responsabilidad de realizar Su voluntad tanto en la tierra como en el cielo. Nos promete respaldar nuestras oraciones de fe con Su poder y autoridad.

2. Duda y Des�nimo
Sin �l no podemos; pero sin nosotros �l no lo har�.

Siendo que la oraci�n libera el poder de Dios, el diablo no desea que oremos y nos desanimar� de cualquier manera que pueda. Desea que sintamos que nuestras oraciones son demasiado cortas, demasiado d�biles o demasiado peque�as, para tener un efecto real sobre asuntos tan amplios y tan lejanos como los asuntos extranjeros.

Adem�s, muchas personas tienen un punto de vista fatalista sobre las acciones y las reacciones de las naciones extranjeras; creen que no se puede decir o hacer nada que produzca una diferencia. Lo que habr� de ser, ser�.

Esta duda mentirosa del diablo puede ser dif�cil de apartar porque no siempre tenemos respuestas r�pidas y listas a nuestras oraciones a favor de las naciones.

En nuestras oraciones, por los asuntos diarios que tenemos a la mano, a menudo vemos las respuestas a nuestras oraciones con m�s rapidez. Esto edifica y anima a nuestra fe.

Sin embargo, los asuntos mezclados del mundo pueden exigir mayores per�odos de tiempo antes de que el prop�sito de Dios pueda ser llevado a cabo plenamente. Aun entonces, pueden suceder muchas cosas sin que nos demos cuenta, dado a que estamos demasiado lejos del escenario en que acontecen.

Adem�s, los caminos de Dios no son siempre nuestros caminos. El plan y el proceso divinos, est�n a menudo m�s all� de nuestra perspectiva limitada por la comprensi�n.

Pablo nos dice que incluso los profetas del Antiguo Testamento no previeron plenamente el misterio de la Iglesia. La idea de que jud�os y gentiles iban a llegar a convertirse en un Cuerpo en Cristo Jes�s, estaba totalmente fuera de su l�nea de pensamiento.

Algunos sucesos en la historia jud�a tienen que haber sido muy dif�ciles de entender sin esa revelaci�n. Solamente en el tiempo de Dios, Su prop�sito qued� claro.

El principio se aplica todav�a hoy a nosotros. Dios contesta nuestras oraciones a Su manera y en Su tiempo. A veces lo sabemos, pero a veces no. Lo que s� sabemos es que �l ha prometido contestar nuestras oraciones cuando oremos en fe y obediencia.

3. Motivos Err�neos
Los motivos equivocados pueden ser otra fuente de dificultad en la oraci�n intercesora. Si solamente oramos por el sentido del deber legalista, nuestro esfuerzo se convertir� pronto en una carga sin vida. La verdadera intercesi�n tiene que venir de un coraz�n y una mente motivados y dirigidos por el Esp�ritu Santo.

Los m�todos equivocados pueden derrotar tambi�n nuestros deseos de oraci�n. Nuestro enemigo nos empujar� de un extremo a otro. Si no puede evitar que oremos, desea que nuestras oraciones sean tan vagas y generales que no sepamos si Dios las contesta o no.

Una oraci�n que diga: "Dios bendiga a nuestra familia, nuestra naci�n, al mundo, etc.", no es realmente una muy satisfactoria ni para nosotros, ni para Dios. Eso se debe a que la fe siempre busca encontrar un punto de referencia. Con la oraci�n espec�fica viene un sentido de expectaci�n definida.

En el otro extremo, las largas listas de necesidades espec�ficas sin direcci�n divina o incluso orden pr�ctico, pueden convertirse en algo cansado y aburrido. Jes�s advirti� contra la pr�ctica de las "repeticiones vanas" en la oraci�n: muchas palabras con poco prop�sito o poder (Mt 6:7).

Cuando nuestros motivos o m�todos son err�neos, nos desanimamos y nos rendimos r�pidamente. Entonces, nos sentimos culpables y sin ayuda. Ya no sabemos qu� hacer. Es por tales razones, que tal vez queramos pasar alg�n tiempo tanto en el prop�sito como en la pr�ctica de la oraci�n intercesora. Tenemos que saber lo que es la intercesi�n real y como funciona de una manera personal y pr�ctica.

C. LA DEFINICI�N DEL T�RMINO INTERCESI�N
Deseo darles una simple definici�n del vocablo intercesi�n. M�s adelante discutiremos el concepto de oraci�n intercesora con m�s detalles.

La intercesi�n puede ser definida como sigue: "Orar a favor de otros, bajo el poder y la direcci�n del Esp�ritu, sabiendo que habr� resultados divinos".

La declaraci�n anterior puede dividirse en tres partes. Las consideraremos una por una.

1. Orando A Favor De Otros
La intercesi�n significa orar por alguien, aparte de s� mismo. Ahora bien, ese "alguien" puede ser un familiar cercano y querido de usted, por cuyo bienestar f�sico y espiritual usted se preocupa. As� que, usted se dedica a orar diligente y urgentemente por dicha persona. El "alguien" podr�a ser tambi�n un individuo que ni siquiera conoce personalmente, alguien que vive en un pa�s lejano o extranjero. Quiz�s ese "alguien" es un misionero en ese pa�s. Pudiera ser a�n el "pa�s" mismo. La idea b�sica de la intercesi�n es que es oraci�n a favor de alguien o algo, adem�s de usted o su patria.

2. Con El Poder Y La Direcci�n Del Esp�ritu Santo
La intercesi�n es la oraci�n que incluye la ayuda y direcci�n del Esp�ritu Santo. El Ap�stol Pablo nos dice que el Esp�ritu Santo est� dispuesto a ayudarnos cuando no sabemos exactamente c�mo o por qu� cosa orar (Ro 8:26,27).

Muchos asuntos est�n m�s all� de nuestra comprensi�n. En ocasiones as�, es un alivio saber que tenemos un Santo Ayudador que dirigir� nuestras oraciones seg�n la voluntad de Dios.

El Esp�ritu Santo no s�lo dirigir� nuestras oraciones, sino que tambi�n las "impulsar�". Hay ocasiones en las que Dios traer� a ciertas personas a nuestra mente. Debemos tomar tales pensamientos e impresiones seriamente. Es la voz del Esp�ritu que nos dice: "Ore por esta persona ahora mismo". Este es su llamado divino para la intercesi�n. No lo posponga.

Por consiguiente, vemos que en la intercesi�n del Esp�ritu Santo nos dice cu�ndo, c�mo y por qui�n orar. Esa es la parte de Dios. Nuestra parte es obedecer y orar.

3. Sabiendo Que Ocurrir�n Resultados Divinos
La intercesi�n hace diferencias.

La oraci�n cambia las cosas. La oraci�n intercesora es la causa que produce el efecto. Hay un resultado divino en la oraci�n que no puede venir de otra manera.

La idea de que la oraci�n puede hacer diferencias en nuestras vidas y en nuestro mundo, est� en total oposici�n con la mente natural del hombre. Muchas religiones paganas nos ense�an que somos v�ctimas de nuestras circunstancias, sin ayuda o esperanza.
Esta idea se apodera del mundo con sentimientos a�n m�s profundos y oscuros. El destino est� fijado, el futuro est� dispuesto y no hay nada que podamos hacer al respecto. S�lo podemos someternos a los asuntos del mundo tal y como son porque no se pueden cambiar.

Uno no puede luchar contra un destino que ya ha sido determinado.

Jes�s ense�� exactamente lo contrario. Su vida, muerte y resurrecci�n, probaron que este mundo puede ser redimido. Puede ser devuelto al prop�sito y plan original de Dios. Todo no est� perdido. No estamos condenados a morir, sino destinados a vivir. Cuando Cristo vino a esta tierra, dej� al descubierto la mentira del diablo y nos llam� a una vida de fe, esperanza y amor.

Adem�s, nos dio el derecho a orar como �l lo hizo. Sus oraciones ten�an el efecto de cambiar la vida y sacudir la tierra. Este mundo nunca ser�a el mismo.

Pero primero, Jes�s tuvo que venir, tuvo que afianzarse y exponer al Hombre de Tinieblas y a la oscuridad que hab�a en el hombre. Jes�s dio ese paso, le hizo frente al diablo. As� tenemos que hacerlo nosotros.

D. INTERCESI�N Y GUERRA ESPIRITUAL
1. Fuerzas Espirituales
Cuando nos oponemos al diablo, nos vemos envueltos en una batalla espiritual. Para que la ganemos, es necesario que conozcamos las fuerzas espirituales que est�n en operaci�n. Hay tres:

a. El Esp�ritu De Las Tinieblas

b. El Esp�ritu Del Hombre

c. El Esp�ritu De Dios

2. La Relaci�n Del Hombre Con Las Fuerzas Espirituales
a. El Hombre Sujeto Al Poder De Sat�n.
El Esp�ritu de las tinieblas est� encabezado por Satan�s, el diablo. No nos estamos refiriendo a una idea divertida. Nos estamos enfrentando con una personalidad cruel y astuta que se opone a Dios y a Su divino prop�sito.

Puesto que Dios cre� al hombre con un prop�sito santo en su mente, no es de sorprendernos que el hombre se convierta en el objeto de su ataque. Sat�n odia todo lo que revela algo de la imagen o del plan divino de Dios.

Por esta raz�n, en la forma de una serpiente, enga�� a Eva e hizo que Ad�n cayera del estado perfecto y perdiera la autoridad que Dios les adjudic� a ambos.

Desde ese tiempo, el hombre no s�lo ha estado sujeto al poder de Sat�n, sino tambi�n al gobierno de su propia naturaleza ca�da.

b. El Hombre Sujeto Al Poder De La Carne. La parte sensual del hombre: su alma, su voluntad, su mente, sus emociones y sentidos, aparte del Esp�ritu de Dios, es denominada en las Escrituras "la carne". Hay suficiente energ�a imp�a en "la carne" para destrozar nuestras vidas, aun sin la ayuda directa del diablo. Podemos hacerlo todo por nuestra cuenta.

El hombre aun en su mejor momento, est� condenado a la muerte eterna debido a su ca�da. Aun sus logros terrenales m�s sobresalientes al final est�n destinados a convertirse en polvo.

Su situaci�n ser�a un cuadro bastante l�brego y tr�gico si no hubiera sido por el radiante destello de la gloriosa luz del Se�or Jesucristo.

c. El Hombre Gobierna A Trav�s Del Esp�ritu Santo. Jes�s vino a este mundo oscuro para introducir el don de la gracia del Esp�ritu Santo de Dios. En el poder de ese Esp�ritu dador de vida, el hombre puede gobernar una vez m�s sobre las fuerzas de las tinieblas de muerte y corrupci�n.
Cuando nos sometemos a Jesucristo como el Se�or de nuestras vidas, nos colocamos bajo Su autoridad. En el poder de esa autoridad, podemos oponernos a las fuerzas malas del mundo, la carne y el diablo.

Jesucristo nos ha liberado de manera que podemos actuar como Sus agentes y llevar esa misma libertad a las vidas de otros. �l nos ha redimido, comprado y devuelto el prop�sito divino de Dios, de manera que podamos llegar a ser ministros de Su gracia redentora a trav�s de todo el mundo.

3. Intercesi�n: Una Poderosa Arma
Cumplimos este llamado divino de dos maneras: a trav�s de la oraci�n y del ministerio, en ese orden. La oraci�n intercesora prepara el camino y aclara la neblina para el ministerio efectivo. Quebranta el poder de las mentiras del diablo que oscurecen los corazones y las mentes de los hombres.

La oraci�n tambi�n sostiene a los misioneros enviados de Dios, quienes llevar�n las buenas nuevas del evangelio a trav�s del mundo. Ellos pueden tocar, amar, servir, dar, ayudar y compartir la vida del Dios viviente con todo el poder y la autoridad de Su Santo Esp�ritu.

Ahora podemos definir una iglesia de �xito como una comunidad de creyentes que se entregan a la oraci�n y se comprometen a ministrar el evangelio. As� oper� la iglesia en Antioqu�a. Hab�a sido ense�ada en los caminos de Dios y sus miembros procuraban obedecer Su palabra y esperar en �l. Cuando lo hicieron, Dios dijo: "Voy a cambiar el mundo a vuestro alrededor y voy a utilizarlos a ustedes para hacerlo".

Se dieron cuenta de que el cambio requer�a ayuno y oraci�n, y enviar misioneros al campo. Obedecieron y el mundo fue cambiado.

El curso de la historia gir� sobre la base de aquel servicio de oraci�n en Antioqu�a de Siria, hace 2000 a�os. La mano de Dios que sac� a la civilizaci�n occidental de la oscuridad pagana, las plagas, la pobreza y la desesperaci�n, puede ser trazada hasta ese tiempo de oraci�n intercesora.

La gente de oraci�n, realmente puede cambiar el curso de la historia humana cuando buscan la mente de Dios y son obedientes a Su voluntad.

As� que, a menudo nuestra salvaci�n es vista solamente como un escape de un mundo inicuo que est� condenado a la destrucci�n. Dios desea alcanzar al mundo con Su amor y gracia de la misma manera en que nos ha alcanzado a nosotros. Sin embargo, s�lo puede hacerlo a trav�s de creyentes que oren y obedezcan, y a ra�z de ello, permiten que �l trabaje.

E. TRES CONCEPTOS IMPORTANTES EN LA INTERCESI�N
Ahora quisiera ampliar nuestra definici�n de intercesi�n con tres palabras diferentes que el Se�or me dio cuando yo realizaba un ministerio en un Colegio B�blico en Texas el invierno pasado. Las tres palabras suenan muy similares, pero cada una tiene un significado muy especial. Son las siguientes: intervenci�n, intersecci�n e intercepci�n. Las diremos una por una.

1. Intervenci�n
En el sentido en el que estamos usando esta palabra, "intervenir" significa entrar en una situaci�n con el prop�sito divino en mente. Jes�s entr� en nuestro mundo para que pudi�ramos conocer y experimentar el prop�sito redentor de Dios para la humanidad. Ten�a el poder y la autoridad para hacer eso. Y al hacerlo, coloc� bajo Sus pies los poderes de las tinieblas (Mt 28:18).

Ahora nos env�a al mismo mundo con la misma autoridad: "Como el Padre me ha enviado, as� os env�o yo… Mira, te he dado autoridad y poder para hollar serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo. Nada os podr� da�ar" (Jn 20:21; Lc 10:19).

En otras palabras, Jes�s est� diciendo: "Miren, vosotros sois miembros de mi cuerpo. Si estas cosas malas van a ser mantenidas bajo vuestros pies, ten�is que pisarlas. Cuando ve�is a las fuerzas malas del mundo, el demonio y la carne obrando, ten�is autoridad para intervenir. No se�is pasivos e indiferentes".

Usted dice: "Pero, �qu� podemos hacer?" �ORAR! Muchos responder�an: "Ya hemos orado; �qu� haremos ahora?" �Orar!, entonces �OBEDECER! La intercesi�n es el terreno desde el cual viene la direcci�n divina. Recuerde que la iglesia en Antioqu�a ayun�, or�, escuch� la voz del Esp�ritu y obedeci� Su orden. Despu�s de hacer todo esto ante Dios, �l les respondi�. Las personas que contin�an preguntando lo que deben hacer, tal vez necesiten examinar la calidad y la profundidad de su vida de oraci�n.

2. Intersecci�n
Una intersecci�n es el lugar donde dos caminos se encuentran y se cruzan el uno al otro. A veces lo llamamos encrucijada. Dios traer� toda clase de gente, lugares y sucesos con sus necesidades y problemas "cruzando" nuestros caminos.

Cuando llevamos la victoria y el poder de la cruz de Cristo a tales lugares de reuni�n, verdaderamente se convierten en "encrucijadas" divinas. En Su cruz, Jesucristo destruy� todos los poderes del mundo, la carne y el diablo. Fue un triunfo total, una victoria completa.

Sin embargo, el poder de la cruz tiene que ser enfocado personalmente sobre los puntos cruciales de la necesidad del mundo. La oraci�n, es lo que lleva el poder de la cruz de Cristo a los lugares problem�ticos de nuestro globo terrestre.

Cristo ya hizo lo necesario para la salvaci�n del mundo. El principio se ve claramente en el plan de salvaci�n. Dios am� tanto al mundo que envi� a Su Hijo a morir en la cruz por nuestros pecados.

Esa fue su parte. Nuestra parte es venir a Dios en oraci�n y confesar tanto nuestro pecado como la obra salvadora del Hijo de Dios.

El poder de la cruz no tocar� nuestras vidas o mundo hasta que las llevemos a Jes�s en oraci�n. Esa es nuestra parte: orar y llevar las buenas nuevas a otros.

Hay muchos en el mundo diario de nuestras vidas que saben poco del amor de Dios o Su poder. No saben c�mo venir a �l en oraci�n. Necesitan a alguien que pueda orar a su favor. Las necesidades empiezan en nuestro propio vecindario y se extienden a todo el mundo.

Un amigo que se est� enfrentando con un divorcio; la situaci�n de las drogas en nuestras escuelas locales; el crimen que est� en nuestra ciudad; las crisis que suceden en nuestros gobiernos locales y nacionales; la p�rdida de la libertad personal y religiosa en bloques completos de naciones; el hambre y la enfermedad mundial... y la lista sigue, casi o sin fin.

Estas son encrucijadas de la experiencia humana en que nuestra oraci�n puede determinar el resultado.

Dios est� levantando un ej�rcito poderoso de guerreros de oraci�n a trav�s de las naciones y alrededor del mundo. Se est�n uniendo por millares, decenas de millares e incluso centenares de millares como verdaderos soldados de la cruz.

En t�rminos muy pr�cticos, esto significa que en cualquier momento que usted ore se convierte en parte de una reuni�n de oraci�n que est� creciendo en tama�o y que nunca terminar� hasta que Jes�s venga. Esto no es algo peque�o, porque es la clave para el avivamiento del tiempo final de Dios que va a extenderse por el globo entero.

Una de las llaves del reino, sin duda alguna, es la oraci�n intercesora. Las mismas puertas del infierno no pueden prevalecer contra la Iglesia de Jesucristo cuando est� de rodillas.

Puede que todav�a haya algunos que quieran decir: "Pero se tiene que hacer m�s que orar". Es verdad. Pero nunca he visto gente que "s�lo" orara y se acab�, no ser�a as� si en realidad se ora.

Como en Antioqu�a, la oraci�n y el ministerio siempre ir�n juntos.

Sin embargo, tengo que a�adir que he visto muchas personas que intentaron hacer "cosas que les manten�an muy ocupadas", pero sin oraci�n. Las cosas que requieren ocupaci�n y la gente ocupada sin oraci�n, nunca son productivas. Todo lo que hacen es usarse a s� mismas y a todos los dem�s hasta desgastarse, con muy pocos resultados que demostrar por tantos esfuerzos hechos.
S�, el ministerio y la oraci�n siempre tienen que ir juntos.

3. Interceptaci�n
"Interceptar" significa detener, apoderarse y aun invertir la direcci�n de algo. Vemos esto en ciertos tipos de juegos de pelotas. La pelota es llevada a una meta. Un jugador opuesto detiene la pelota, se apodera de ella y la mueve hacia la otra meta. Lo que empieza como una jugada de victoria para un equipo es cambiada y, debido a la "interceptaci�n", el otro equipo gana.

La oraci�n intercesora hace justamente eso. El enemigo est� viniendo como un diluvio. La situaci�n parece sin esperanza. Entonces, alguien entra (intervenci�n), aplica el poder de la cruz a trav�s de la oraci�n (intersecci�n) y la situaci�n pasa a las manos de Dios, de esa manera la circunstancia sufre una total reversi�n (interceptaci�n). Lo que parec�a como una victoria para el diablo, se convierte en un triunfo para el Se�or. Este es el poder del Reino en acci�n.

Cuando Pablo y Bernab� volvieron a Antioqu�a de su viaje misionero a Chipre y Asia Menor, ten�an muchas interceptaciones (victorias) que compartir con quienes los hab�an sostenido con oraci�n.

Tiene que haber sido un tiempo de celebraci�n feliz (Hch 14:26-28).

Los tres principios de intercesi�n obraron bien para ellos, y tambi�n obrar�n bien para nosotros.


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