SECCI�N A5
C�MO SER UN GUERRERO DE LA ORACI�N
Por Ralph Mahoney

�NDICE PARA ESTA SECCI�N
A5.1 - �Por Qu� Nos Pide Dios Que Oremos A �l?
A5.2 - La Coraza Y El Cetro De Justicia
A5.3 - Poder En La Oraci�n Por Medio De Orar En El Esp�ritu
A5.4 - Usando Las Lenguas Y La Interpretaci�n En Oraci�n
A5.5 - Orando Por Las Profec�as
A5.6 - Formando Un Equipo Prof�tico De Oraci�n

Cap�tulo 1
�Por Qu� Nos Pide Dios Que Oremos A �l?

A. ENTENDIENDO EL DOMINIO DEL HOMBRE
Durante algunos a�os encontr� muy dif�cil entender el porqu� Dios me invitaba y ordenaba orar. �Por qu� debemos orar? Dios es Dios; por consiguiente, �por qu� no hace lo que quiere? �Por qu� tenemos que aparecer en el escenario? �Por qu� los eventos sobre la tierra tienen que estar relacionados con nuestras oraciones?

Sab�a que la oraci�n ten�a resultados porque ve�a los efectos de mis oraciones en mi vida diaria. Sin embargo, no sab�a el porqu� Dios quer�a envolverme en el proceso. �Cu�l era realmente el prop�sito de la oraci�n?

1. Dios Adjudic� Dominio Al Hombre
Juan 5:26, 27 es una llave que abri� el misterio y contest� mis intrincadas preguntas concernientes a la oraci�n. Jes�s dijo: "...El Padre... le dio [al Hijo] autoridad... por cuanto es el Hijo del Hombre".

Pens� que la mejor manera de expresar eso deb�a ser as�: "porque es el Hijo de Dios". Pero no es as�, sino como dice en Juan 5:26, 27: "...el Padre... le dio [al Hijo] autoridad... por cuanto es el Hijo del Hombre".

�Por qu� era necesario que Jes�s fuera el "Hijo del Hombre" para tener autoridad sobre la tierra? La respuesta se encuentra en G�nesis 1:26. Dios hizo al hombre con un prop�sito divino: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y se�oree [el derecho de gobernar]... en todo lo que se arrastra sobre la tierra".

Toda la creaci�n sobre la tierra le fue entregada al hombre para que la gobernara. El hombre fue creado para ese prop�sito. Dios le hizo cabeza o gobernador sobre la tierra.

David confirma esto en el Salmo 8 cuando habla respecto a la posici�n especial que el hombre ocupa en el plan de Dios: "Digo: �Qu� es el hombre, para que tengas de �l memoria?... Le hiciste se�orear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies" (Sal 8:4-6).

El hombre fue creado para ejercer dominio sobre todas las obras creadas por la mano de Dios. �l recibi� Su autoridad para dominarlo todo, para gobernarlo todo, para ser el director o cabeza de toda la creaci�n. Dios hizo al hombre con esa intenci�n y para ese prop�sito.

En el Nuevo Testamento, la idea es llevada aun m�s lejos: "�Qu� es el hombre, para que te acuerdes de �l… Le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos. Todo lo sujetaste bajo sus pies… nada dej� que no sea sujeto a �l?…" (He 2:6-8).

Estas palabras van acompa�adas de una perplejidad santa. Son articulaciones que casi sobrepasan nuestra capacidad para entender. Nada ha sido dejado fuera del dominio del hombre que anda en la comuni�n y confraternidad santa con Dios.

a. Dios No Cambiar� Su Manera De Pensar. La Biblia dice en Romanos 11:29 que "…irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios". Esto significa que Dios no cambiar� Su manera de pensar de haberle dado al hombre autoridad para gobernar.

La terminolog�a griega para arrepentimiento es "metanoia". Significa tener un cambio de parecer.

El llamado a ejercer autoridad no le ser�a quitado al hombre mientras �l mantuviera la imagen y semejanza de su Padre Celestial. Dios no cambiar� de parecer con relaci�n a Sus dones y llamamiento. �Estos son irrevocables! �l no cambiar� el rumbo a reversa.

Mois�s dijo en las palabras que siguen: "Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta [es decir para cambiar de parecer] …" (Nm 23:19).

El punto de vista est� claro: Dios hizo al hombre y le dio autoridad y dominio sobre toda la tierra. Fue un compromiso que estaba obligado a honrar por todo el tiempo y la eternidad. �l no cambiar� de parecer al respecto.

Su prop�sito para el hombre desde el mismo principio no cambiar�. El hombre que permanece seg�n la imagen y semejanza de Dios, tiene un destino divino y regio para ejercer dominio y autoridad en este mundo. �l est� para ser cabeza de todas las cosas.

2. El Hombre Cedi� El Dominio A Manos De Satan�s
Nos enteramos en G�nesis 3 de que Satan�s entr� ma�osamente al Jard�n del Ed�n y, por medio de enga�ar a Eva, pudo tener acceso a Ad�n.

"...Ad�n no fue enga�ado..." (1 Ti 2:14). Ad�n escogi� comer del fruto prohibido y "…el pecado entr� en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, as� la muerte pas� a todos los hombres, por cuanto todos pecaron [del vocablo griego = basileuo, que significa reinar como rey]… reino la muerte desde Ad�n… por la transgresi�n de uno solo rein� la muerte" (Ro 5:12, 14, 17).

La referencia a la terminolog�a: uno por quien rein� la muerte, es el diablo. "…el diablo… ten�a el imperio de la muerte" (He 2:14).

Un estudio cuidadoso del texto griego, revela la siguiente percepci�n interesante sobre Hebreos 2:14. El vers�culo podr�a ser parafraseado como sigue: "Jes�s vino para destruir por medio de la muerte al que ten�a el imperio de la muerte, esto es, al diablo".

Cuando Ad�n y Eva se rindieron (sometieron) a la mentira de Satan�s, cayeron bajo su dominio: "…si os somet�is a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos… sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia" (Ro 6:16).

De esa manera Ad�n y Eva perdieron el derecho de gobernar, un privilegio o derecho que Dios le hab�a conferido. Satan�s usurp� su derecho de reinar y retuvo firmemente las riendas del gobierno de terror y autoridad.

a. Satan�s Rein� A Trav�s Del Dominio De La Muerte. Ad�n ten�a vida eterna mientras que obedeciera a Dios. Lo anterior, agreg� autoridad adicional a su reinado emp�rico, ya que �ste se extender�a para siempre. �l reinar�a mediante el poder del dominio de una vida sin fin.

En contraste, cuando Ad�n pec� y trajo "...la muerte sobre todos los hombres", Satan�s rein� y vino a ser el canal para el "dominio de la muerte". El diablo us� esa autoridad para intimidar y dominar a la humanidad: exigiendo que se cumpliera su voluntad.

Cuando el hombre pec�, pas� sus riendas de gobierno a su enemigo. Entonces, la imagen y semejanza de Dios fueron arruinadas, y su comuni�n con el Creador fue interrumpida.

b. Cuando Satan�s Tent� A Jes�s, Demostr� Su Dominio. El diablo tent� a Jes�s al ofrecerle poder para reinar sobre toda la tierra sin tener que ir a la cruz. "Otra vez le llev� el diablo a un monte muy alto, y le mostr� todos los reinos del mundo y la gloria de ellos; y le dijo: todo esto te dar�, si postrado me adorares. Entonces Jes�s le dijo: Vete Satan�s, porque escrito est�: Al Se�or tu Dios adorar�s, y a �l solo servir�s" (Mt 4:8, 9).

En ese momento, Satan�s pose�a los reinos del mundo y la gloria de la creaci�n, y se los ofreci� a Jes�s. Se los prometi� con la condici�n de que se postrara ante �l y le adorara. La acci�n de postrarse o inclinarse para adorar al diablo era un acto de reconocimiento de su derecho para reinar (en efecto, Satan�s seguir�a siendo el rey supremo despu�s de todo).

Como un Hijo del Hombre obediente, Jes�s ten�a que depender totalmente de la autoridad m�s alta y suprema de la Palabra de Dios y del Esp�ritu a fin de superar la tentaci�n. Esos son los mismos recursos disponibles para usted y para m�. Jes�s venci� la tentaci�n y es nuestro ejemplo.

3. Jes�s Compr� De Vuelta El Dominio Del Hombre
El hombre cay� de su llamamiento y cedi� el cetro del gobierno a manos del enemigo. �l lo tom� y us� hasta que Cristo vino, quien redimi� (lo compr� de vuelta) lo que el hombre hab�a entregado a Satan�s. Cristo ejecut� esa transacci�n por medio de venir al mundo como el Hijo del HOMBRE.

Hebreos 2:14-16 confirma esto. �l no s�lo vino como el Hijo de Dios, sino tambi�n como el Hijo del Hombre. Existe una raz�n, como es visto en la siguiente declaraci�n parafraseada: "El hijo divino de Dios vino a ser el Hijo del Hombre... al nacer en forma humana. Vino a ser un hombre como nosotros, a fin de morir, y por medio de la muerte, destruir el poder del diablo...", en otras palabras, para arrebatar o conquistar el dominio (autoridad) de manos de Satan�s y devolverlo al hombre, recreando de nuevo a este �ltimo a la imagen y semejanza de Dios.

a. �Por Qu� Vino Como El Hijo Del Hombre? Formulemos la pregunta nuevamente: �Por qu� vino Jesucristo como hombre? �Por qu� no vino �nicamente como el Hijo de Dios?

La respuesta es de gran importancia, ya que se relaciona directamente con el prop�sito de la oraci�n.

1) Dios No Violar� Su Voluntad. Dios no impondr� Su voluntad dentro del �rea de autoridad (nuestro mundo) del hombre, ya que de esa manera, violar�a la autoridad que le dio para reinar. �l hizo al hombre para que tuviera dominio sobre toda la creaci�n.

Por lo tanto, Dios ha comprometido Su propio prop�sito predeterminado; el no violar� Su propia voluntad, ni ejercer� autoridad en un reino que haya sido dado a otro.

Por ejemplo, el vecino que vive a mi lado puede que sea un pintor excelente, pero no est� en libertad para utilizar su destreza en mi hogar sin mi permiso. Yo tengo dominio y autoridad en mi propia casa. Otros tienen que esperar a que yo les invite antes de que puedan entrar legalmente.

De manera similar, Dios no entrar� al reino terrenal de autoridad del hombre sin que �l le invite a hacerlo a trav�s de la oraci�n.

Los hombres y mujeres cristianas, tienen una responsabilidad en este mundo que Dios no asumir�; un dominio que el no violar�. �l no puede ni violar� ese principio de "autoridad delegada".

"y tambi�n le dio autoridad [al Hijo] de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre" (Jn 5:27).

2) Jes�s Ten�a Que Morir. El diablo ten�a que ser confrontado y derrotado. Su dominio era "el dominio de la muerte". Ten�a que venir alguien que fuera capaz de morir por la humanidad. Esa era la �nica manera de tener acceso al reino de la muerte.

Por medio de entrar al reino de la muerte, nuestro Salvador pod�a obtener la entrada que necesitaba para someter al reino sat�nico. De esa manera, el Mes�as podr�a triunfar sobre la muerte y poner en libertad a los cautivos y condenados a la muerte e infierno (en hebreo es Seol; en griego Hades).

Las siguientes son tres traducciones de Hebreos 2:14, hechas por diferentes eruditos [te�logos] griegos:

"...se hizo carne y sangre al nacer en forma humana; pues �nicamente como ser humano pod�a morir y en su muerte, destruir el dominio del diablo, quien ten�a el imperio de la muerte" (Versi�n de la Biblia Viviente).

"Se hizo adem�s, un ser humano para que por medio de su muerte como hombre pudiera destruir al que ten�a el imperio de la muerte, al diablo..."

"...Los hijos de una familia comparten la misma carne y sangre; as� que, �l tambi�n comparti� la nuestra, a fin de que a trav�s de la muerte, pudiera destruir el dominio de aquel que ten�a el imperio de la muerte, el diablo...".

Jes�s muri�, y al morir, tuvo acceso al reino de la muerte. �De esa manera conquist� la muerte y puso a los cautivos en libertad! El sac� de las prisiones del Hades a una multitud de almas justas que hab�an muerto y las llev� al Cielo.

"Subiendo a lo alto, llev� cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. Y eso de que subi�, �qu� es, sino que tambi�n hab�a descendido primero a las partes m�s bajas de la tierra?" (Ef 4:8, 9).

3) Jes�s Restaur� El dominio Al Hombre. El dominio del diablo fue finalmente quebrantado por el triunfo de Cristo sobre la muerte, tanto en la cruz como en la dimensi�n de la muerte: el Infierno (Hades).

El prop�sito original de Dios fue que el hombre tuviera dominio sobre la tierra. Una vez cedido su gobierno a manos de Sat�n, fue necesario que Jes�s viniera para conquistar al diablo y arrebatarle tal dominio. Entonces, podr�a decir en el d�a de Su resurrecci�n: "…Toda potestad [dominio] me es dada en el cielo y en la tierra… y he aqu� yo estoy con vosotros todos los d�as, hasta el fin del mundo. Am�n" (Mt 28:18, 20).

Sesenta a�os despu�s de Su resurrecci�n, Jes�s vino a Juan en revelaci�n a la Isla de Patmos (donde estaba exiliado, prisionero). La siguiente es la proclamaci�n triunfante de Jes�s: "Y el que vivo, y estuve muerto; mas he aqu� que vivo por los siglos de los siglos, am�n. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades" (Ap 1:18). �Qu� evangelio glorioso!

Lo que Dios se propuso ejecutar en el huerto del Ed�n, ten�a que acontecer. Jes�s vino en la imagen y semejanza de Dios para reclamar lo que Ad�n hab�a perdido. Vino para producir una nueva familia de hijos seg�n la imagen y semejanza de Dios, dicha familia volver�a a ejercer la autoridad y dominio sobre la Creaci�n de Dios.

Jesucristo, por lo tanto, vino como el Hijo del Hombre. Como el Hijo del Hombre conquist� completamente a Satan�s. Triunf� sobre sus tentaciones, demostr� su victoria sobre la muerte (por v�a de la resurrecci�n). Su victoria como "El Hijo Del Hombre" volvi� a ganar el dominio para todos los hombres (quienes est�n dispuestos a llevar la imagen y semejanza de Dios), el cual, hab�a perdido Ad�n en el Huerto del Ed�n al caer en pecado.

Ahora que tal dominio hab�a sido restaurado de vuelta al hombre, Dios viene en respuesta a nuestra petici�n (cuando oramos) y entra al reino o dimensi�n humana para ejecutar Su voluntad (respondiendo nuestra invitaci�n).

b. Triunfo Total. �l venci� al diablo y a sus mensajeros del mal en la cruz, para todas las razas del mundo y para todos los tiempos. "Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibi� p�blicamente, triunfando sobre ellos en la cruz" (Col. 2:15).

El no s�lo los derrot�, sino que tambi�n "...los exhibi� p�blicamente". �Qu� significa eso?

En los tiempos b�blicos cuando un l�der militar derrotaba a su enemigo, el ej�rcito conquistador obligaba al General enemigo y a sus tropas a caminar detr�s del General vencedor en una marcha p�blica. Los espectadores en ambos lados del camino, escarnec�an verbalmente y lanzaban piedras a los derrotados.

Esto es ilustrado en la vida del Rey David. Su Hijo Absal�n arrebat� el reino a David y lo ech� fuera de su trono. "Y mientras David y los suyos iban por el camino, Simei iba por el camino del monte delante de �l, andando y maldiciendo, y arrojando piedras delante de �l, y esparciendo polvo" (2 S 16:13).

Pablo dice que eso era lo que estaba sucediendo en el reino espiritual cuando Jes�s fue crucificado. �l triunf� sobre todos los poderes del diablo y sus demonios.

Jes�s oblig� al diablo y a sus pr�ncipes a marchar detr�s de �l en Su marcha de victoria a favor de toda la Creaci�n; de esa manera, reconfirm� que, HAB�A GANADO LA BATALLA.

�l triunf� sobre las tentaciones de Sat�n; demostr� Su victoria sobre la muerte (por medio de Su resurrecci�n). Su victoria como "el Hijo del Hombre" gan� el imperio o dominio para todos los hombres (quienes est�n dispuestos a llevar la imagen y semejanza de Dios), el cual, el diablo hab�a arrebatado por v�a del pecado en el Huerto del Ed�n.

Una vez m�s, hemos recibido el poder y autoridad para ejecutar la voluntad de nuestro Padre para establecer Su reino aqu� sobre la tierra. Tenemos esa autoridad y privilegio en la oraci�n.

El prop�sito de Dios para este mundo, ser� cumplido a trav�s del Cuerpo de Cristo a medida que oramos. Jes�s es la Cabeza Celestial, pero nosotros somos los miembros terrenales que formamos ese Cuerpo. Dios se ha propuesto ejecutar Su voluntad sobre la tierra a trav�s de su persona y la m�a. Sin Dios, nosotros no podemos hacer nada; y sin nosotros, Dios no podr� cumplir Su voluntad.

c. Dios Honra Nuestro Dominio. Lo anterior explica el porqu� la oraci�n es necesaria. Dios honra el dominio que ha otorgado a los hombres redimidos. �l espera que nosotros vayamos a �l en oraci�n antes de que pueda entrar al escenario terrenal. �l respeta el dominio que nos deleg�. Esa es la raz�n por la cual �l no obra o interviene, no hasta que se lo pidamos en oraci�n.

En efecto, Dios no obrar� en nuestro mundo sin alguien que trabaje para �l: aquellos que a trav�s de la oraci�n descubran Su voluntad y tomen la acci�n necesaria para implementarla sobre la tierra.

B. ENTENDIENDO LO QUE ES LA INTERCESI�N
Intercesi�n es la oraci�n que fluye de la relaci�n y comuni�n con nuestro Padre Celestial. Descubrimos Su voluntad en nuestra "conversaci�n" con �l. A medida que confraternizamos con Dios, llegamos a conocer lo que �l quiere que hagamos (Su voluntad).

1. Colaboradores De Dios
Intercesi�n es pedir o invitar a Dios para que ejecute lo que nosotros descubrimos que �l quiere que hagamos sobre la tierra. De esa manera, venimos a ser "colaboradores de Dios" (1 Co 3:9).

La oraci�n, basada sobre el conocimiento de lo que Dios desea, es descrita en la Biblia como "…porque conforme a la voluntad de Dios intercede [ora] por los santos" (Ro 8:27).

"Y esta es la confianza que tenemos en �l, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, �l nos oye" (1 Jn 5:14).

2. La Soberan�a De Dios. La Responsabilidad Del Hombre
Hay dos vers�culos en Juan 5 que traen un hermoso equilibrio entre "...pedid todo lo que quer�is..." (Jn 15:7), y "pedid seg�n la voluntad de Dios " [o soberan�a].

En Jn 5:27, podemos recordar que Jes�s dijo: "Y tambi�n le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el hijo del Hombre".

Sin embargo, en el vers�culo 30, Jes�s dice: "No puedo yo hacer nada por m� mismo". �l recibi� autoridad porque es el Hijo del Hombre, pero por S� Mismo, �l no puede hacer nada.

Jes�s sigue adelante diciendo: "…seg�n oigo, as� juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envi�, la del Padre" (Jn 5:30).

Jes�s siempre descubr�a la voluntad de Dios. Siempre se somet�a a Su voluntad. No obstante, el Padre depend�a de �l para que Su voluntad fuera ejecutada aqu� en la tierra. El Padre jam�s entrar�a al escenario del dominio del hombre sin que �l le invitara primero en oraci�n.

En un sentido, el Padre y el Hijo escogieron ser dependientes entre s� mutuamente [el uno del otro]. El Hijo hab�a sido enviado a realizar una obra aqu� en la tierra. El Padre no obr� ni obrar� sin el Hijo. Tampoco el Hijo har� nada aparte de la voluntad revelada del Padre.

Es esa comuni�n o reciprocidad singular y especial entre el Padre y el Hijo, lo que viene a ser el patr�n o modelo para nosotros en la oraci�n.

Jes�s vio lo que el Padre estaba haciendo y entendi� lo que quer�a que se hiciera. Siendo el Hijo del Hombre, ten�a el derecho y responsabilidad de solicitar, en el sentido de invitar, al Padre a que hiciera Su voluntad sobre la tierra.

Entonces, el Padre ten�a el derecho moral de entrar al escenario terrenal y contestar la oraci�n de Su Hijo. "Venga tu reino. H�gase tu voluntad, como en el cielo, as� tambi�n en la tierra" (Mt 6:10).

Por consiguiente, la oraci�n envuelve el conocer a Dios y Su voluntad. �sta, requiere que nosotros humildemente, pero fielmente, le pidamos o invitemos a que ejecute Su prop�sito aqu� sobre la tierra.

El mundo es nuestro reino o dominio de responsabilidad y autoridad otorgado por Dios. As� que, �l espera por nuestras oraciones antes de actuar en nuestro beneficio en los asuntos terrenales.

Cuando ponemos en acci�n nuestro derecho de orar e interceder, Dios tiene el derecho de entrar a nuestro escenario a exhibir Su prop�sito y poder. La oraci�n es la que atrae a Dios al cuadro (foco) en manera de responsable. No obstante, El no vendr� sin que le invitemos.

a. Orando En La Voluntad De Dios. Tres cosas suceden cuando oramos en la voluntad de Dios.

1) Oraremos las oraciones de Dios.

2) Percibiremos las sensaciones de Dios.

3) Pensaremos los pensamientos de Dios.

As� que, estaremos orando Sus oraciones, percibiendo Sus sensaciones (sentimientos) y pensando Sus pensamientos.

En las p�ginas que siguen le ense�aremos c�mo descubrir la voluntad de Dios. �l espera que nosotros le invitemos a entrar a nuestro mundo de necesidades, a fin de que pueda obrar Su voluntad para nuestro bien y para Su gloria. �Venga, oremos!


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