Cap�tulo 2
La Coraza Y El Cetro De Justicia

Introducci�n

"Vest�os de toda la armadura de Dios [�Para qu�? Para la siguiente raz�n] para que pod�is estar firmes contra las asechanzas del diablo" (Ef 6:11). Cuando usted se aparta para orar, est� entrando al campo de combate [arena] de la guerra espiritual. All�, estar� bajo el ataque del enemigo. Por supuesto que necesitar� toda la armadura de Dios para protegerse (las armas de defensa) y la espada del Esp�ritu (su arma ofensiva) a fin de ganar la batalla. (Repase la Secci�n D9.3, bajo el t�tulo: "Preparados Para Lanzar Fuera Demonios", para m�s instrucciones sobre c�mo vestirse de la armadura.)

A. LA CORAZA DE JUSTICIA
Los polic�as, en la mayor�a de las naciones, visten chalecos antibalas. Si uno recibe un disparo de una pistola de bajo calibre, el chaleco detiene la bala para que no hiera o mate al polic�a.

En los tiempos antiguos, la amenaza ven�a de las piedras, lanzas y espadas. El pectoral o coraza, prove�a protecci�n a la parte superior del torso del guerrero contra tales ataques.

La coraza de justicia tiene la misma funci�n para usted y para m� en el presente: proveer protecci�n en la batalla que libramos contra el pecado y Satan�s.

La "coraza de justicia" es una parte importante de nuestra armadura espiritual. �sta, protege y cubre nuestro coraz�n (emociones y afectos). Ambas, necesitan ser protegidas si es que deseamos repeler las tentaciones del maligno.

Hay dos conceptos de justicia en el Nuevo Testamento. Ambos, son correlativos a nuestra coraza o pectoral.

1. Posici�n De Rectitud, Justicia Imputada (Acreditada)
Una es nuestra "posici�n o car�cter de rectitud" delante de un Dios Santo. Es la bondad de Su car�cter que es pasada a nosotros a trav�s de Jesucristo cuando creemos. Es un don de Su gracia, "justicia imputada" (acreditada a nuestra cuenta), cuando ponemos nuestra fe en Cristo como Se�or y Salvador.

La Biblia dice: "Abraham crey� a Dios, y le fue contado por justicia…" (Stg 2:23). Eso es lo que recibimos cuando amontonamos todos nuestros pecados en un lado y todas nuestras obras buenas en otro; y corremos de ellas hacia Jes�s.

Cuando confiamos total y �nicamente en la gracia de Dios, no s�lo somos perdonados, sino tambi�n somos vestidos de la justicia de Cristo.

Dios nos ve en Su Hijo como creyentes sin pecado, pues Jes�s tom� nuestros pecados y nos adjudic� su justicia. A eso lo denominamos "justicia imputada".

2. Comportamiento Recto, Justicia Impartida
a. Lo Que Dios Espera. Romanos 6, 7 y 8 describen una segunda clase de justicia. Dios no s�lo nos "imputa" (acredita) Su justicia, sino que tambi�n "imparte" Su naturaleza justa dentro de nosotros. Dios desea que nosotros expresemos o vivamos una vida justa por medio del revestimiento del Esp�ritu Santo. Es importante que:

1) Tengamos motivos "justos"

2) Pensemos pensamientos "justos"

3) Hablemos palabras "justas" y

4) Hagamos obras "justas".

b. Cuando Otros Le Ven A Usted. Esa segunda clase de justicia es santidad de car�cter y conducta. Es expresar la vida de Jes�s a trav�s de la nuestra.

Esta es una clase de justicia muy pr�ctica que las personas pueden observar al igual que Dios. Significa:

1) Tener motivos puros,

2) Tener actitudes correctas,

3) Ser obedientes a la autoridad,

4) Hablar la verdad en amor,

5) Ser honesto en todos nuestros asuntos,

6) Trabajar en nuestro trabajo como si Jes�s fuera nuestro jefe,

7) Servir a otros con gozo,

8) �Y muchas otras cosas m�s...!

c. El Esp�ritu Santo Es La Clave. Romanos 8 nos dice que la clave o llave para vivir una vida justa, radica en el poder del Esp�ritu Santo.

La norma para la vida justa reside en la Ley, pero �sta no puede ayudarnos a vivirla. S�lo el Esp�ritu Santo puede hacer eso.

No obstante, �l es un Esp�ritu "santo".

1) Contriste Al Esp�ritu Y Perder� Su Protecci�n. Cada vez que le demos cabida a un deseo "impuro" o motivos a nuestra carne, "contristamos o entristecemos" al Esp�ritu. Su poder en esa �rea de la vida es ‘apagada' o debilitada (Ef 4:30; 1Ts 5:19), ya no tendremos la protecci�n que necesitamos.

En efecto, hemos puesto nuestra "coraza de justicia" a un lado y quedamos completamente expuestos ante el ataque del enemigo. �Es una invitaci�n para que nos ataque, y de seguro que lo har�!

2) Viva Una Vida P�a Y Disfrutar� De Protecci�n. Hay protecci�n detr�s de la coraza de justicia (el comportamiento correcto, la manera correcta de actuar). Si hacemos lo que es recto, estaremos seguros. Si somos cuidadosos, diligentes y morales en todo lo que hacemos, decimos y pensamos, disfrutaremos de protecci�n y victoria.

As� que, seamos puros, limpios y rectos delante del Se�or y de las dem�s personas en todas nuestras actitudes y acciones.

Nuestros motivos, los prop�sitos m�s profundos de nuestro coraz�n, siempre deber�n ser el glorificarle y hacer Su voluntad.

Escuche las palabras del Ap�stol Juan a medida que escrib�a a la iglesia de Sardis: "Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andar�n conmigo en vestiduras blancas; y no borrar� su nombre del libro de la vida, y confesar� su nombre delante de mi Padre y delante de Sus �ngeles. El que tiene o�do, oiga lo que el Esp�ritu dice a la iglesia" (Ap 3:4-6).

3. Estamos En Guerra
Pablo concluye sus instrucciones, sobre la preparaci�n para la guerra, con las siguientes palabras: "Orando en todo tiempo con toda oraci�n y s�plica en el Esp�ritu, y velando en ello con toda perseverancia y s�plica por todos los santos" (Ef 6:18). No cometa errores al respecto, la guerra espiritual es peleada en el contexto de la oraci�n.

Y el campo de batalla est� sembrado de muertos. Miles de l�deres alrededor del mundo, quienes una vez fueron poderosos y �tiles en la obra de Cristo, hoy han sido rechazados: desaprobados. �POR QU�? Por la ausencia de la coraza de justicia.

Efesios 6 es el famoso tratado del Ap�stol Pablo sobre la GUERRA ESPIRITUAL. Lea los siguientes vers�culos de Efesios 6:

Vers�culo 10: "Por lo dem�s, hermanos m�os, fortaleceos en el Se�or, y en el poder de su fuerza".

Vers�culo 11: "Vest�os de toda la armadura de Dios, para que pod�is estar firmes contra las asechanzas del diablo…"

Vers�culo 13: "Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que pod�is resistir en el d�a malo, y habiendo acabado todo, estad firmes."

Vers�culo 14: "Estad pues firmes, ce�idos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia…"

Pablo escribi� este tratado, relacionado con la armadura de Dios, a la iglesia de Efeso. Esta era una ciudad muy pervertida y dada a la maldad. Estaba saturada de los pecados seculares, los cuales eran parte de su adoraci�n a �dolos. Esta ciudad se caracterizaba por la impiedad, inmoralidad e impurezas. Los templos religiosos estaban llenos de prostitutas y de toda suerte de perversi�n moral.

Por consiguiente, las tentaciones para los cristianos radicaban por todas partes de la ciudad de Efeso. Para poder sobrevivir en un ambiente como ese, los creyentes tendr�n que estar: "firmes, ce�idos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia" (Ef 6:14). Esto significa que tenemos que tener los apetitos sexuales y emocionales bajo un control firme.

a. Un Don De La Gracia De Dios. Nuestra "coraza de justicia" es un don de Su gracia. Es un medio de defensa seguro. Con su protecci�n podemos marchar adelante hacia territorio enemigo, y retornar con un buen testimonio para Su gloria. Las batallas pueden ganarse, y los cautivos ser liberados. �Eso fue lo que exactamente ocurri� en Efeso!

Dios levant� un testimonio cristiano en aquella ciudad pervertida, lo cual, demostr� el poder de las palabras de Pablo. Una iglesia s�lida fue plantada en Efeso. Algunas de las revelaciones m�s grandes de Pablo fueron escritas a los creyentes de la iglesia local en Efeso.

Fueron ense�ados a verse a s� mismos como los hijos e hijas reales en la amada familia de Dios. No s�lo hab�an muerto con Cristo, sino que tambi�n hab�an resucitado y ascendido con �l a Su trono real en los Cielos.

Ellos experimentaron la gracia de Dios prometida en 1 Samuel 2:8: "�l levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con pr�ncipes y heredar un sitio de honor". Esta promesa puede ser experimentada aun en nuestros tiempos de fracasos y desalientos. El escritor de salmos, David, pas� por experiencias similares en su vida personal. Hubo un tiempo en su vida en el cual le fall� a Dios y cay� en terribles pecados.

�l se arrepinti� con gran pesar, y Dios en Su gracia, le restaur�. "Y me hizo sacar del pozo de la desesperaci�n, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre la pe�a, y enderez� mis pasos" (Sal 40:2).

b. La Justicia Es Esencial. �C�mo pudo el enemigo penetrar en la vida de un l�der como David? Esta es una pregunta importante y merece una respuesta franca.

El enemigo penetra a la vida de cualquiera que deshonra las leyes de Dios y se pervierte en el pecado; eso sucede cuando comprometemos alguna �rea de la justicia de nuestras vidas.

En cuanto a la oraci�n se refiere, la coraza de justicia es especialmente crucial. El Rey David dijo: "Si en mi coraz�n hubiese yo mirado la iniquidad, el Se�or no me habr�a escuchado" (Sal 66:18). La ausencia de iniquidad (la presencia de justicia) es esencial para un ministerio de oraci�n fruct�fero. La iniquidad ensordece los o�dos de Dios para no escuchar nuestras oraciones; no obstante, "La oraci�n eficaz del justo puede mucho" (Stg 5:16).

Es la ausencia de justicia en el liderazgo, lo que causa m�s problemas en ellos que cualquier otra cosa. Por lo tanto, marchemos adelante para entender cu�n importante es para nosotros vestirnos de la coraza de justicia y experimentar de ese modo la autoridad del cetro de la justicia.

B. EL CETRO DE LA JUSTICIA
En el material que acabamos de abarcar, vimos cu�n importante era tener puesta la coraza de justicia en nuestra protecci�n. Aprendimos que la justicia "impartida" es actuar rectamente, en otras palabras, expresar el car�cter santo de Dios en nuestras vidas diarias.

Cuando usamos la coraza de justicia, hacemos las cosas que son correctas; obedecemos y expresamos los requisitos justos de los diez mandamientos. Hacemos esto por la gracia (poder capacitador) del Esp�ritu Santo (Ro 8:2).

La coraza de justicia es nuestra defensa contra los motivos, actitudes y acciones err�neas. Si dejamos al lado esta importante pieza de la armadura, seremos enga�ados y destruidos.

1. La Justicia Confiere Autoridad
No obstante, la justicia juega otro papel importante en la vida del guerrero de la oraci�n. La conducta justa es lo que nos da autoridad en la oraci�n delante del trono Celestial y poder en el trabajo del Reino de Dios aqu� sobre la tierra.

David habl� las siguientes palabras prof�ticas acerca del Hijo de Dios: Tu trono oh Dios, es eterno y para siempre. Cetro de justicia es el cetro de tu reino" (Sal 45:6; He 1:8).

Ad�n hab�a recibido el "cetro" de autoridad para reinar en el momento en que fue creado. Recibi� el derecho de gobernar sobre toda la tierra. Hab�a sido creado a la imagen de Dios: totalmente justo. Mientras �l preservara en la imagen de Dios y fuera igualmente justo en su comportamiento, tendr�a la autoridad sobre las cosas creadas.

2. El Pecado Produce P�rdida De Autoridad
Cuando Ad�n desobedeci� a Dios pecando voluntariamente, el cetro del gobierno pas� a manos del enemigo. Las conversaciones diarias que ten�a con Dios, concluyeron. Dios lo sac� fuera del huerto del Ed�n, y dos querubines con espadas fueron puestos a la entrada del huerto para que Ad�n no pudiera regresar. As� fue como cay� de su posici�n de autoridad, perdiendo el derecho de reinar (Gn 3:24).

�Por qu�? Porque el cetro del Reino de Cristo, es el cetro de justicia.

El pecado corrompi� su comportamiento, y puesto que la autoridad emerge de la justicia, Ad�n perdi� su derecho de gobernar.

En contraste con Ad�n, el Salmo 45:7 dice de Cristo: "Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por tanto te ungi� Dios, [el Padre] el Dios tuyo con �leo de alegr�a m�s que a tus compa�eros".

Su "unci�n" celestial y autoridad suprema le fue otorgadas porque �l aborreci� la maldad y am� la justicia y la santidad. Esa es la raz�n por la cual reclam� el cetro.

La autoridad procede de la justicia (conducta correcta). Vemos esa verdad espiritual obrando en la vida de Jes�s. La gente se asombraba y se pasmaba ante la autoridad de Sus palabras y maravillas; los demonios desaparec�an ante Su reprensi�n; los enfermos eran sanados con un simple toque; los muertos resucitaban ante Su palabra de mando; el pan y los peces fueron multiplicados; las tormentas silenciadas; y muchas otras se�ales y milagros fueron vistos y o�dos. Estas se�ales comprobaron que �l recuper� el cetro de justicia de manos del enemigo. Si violamos este principio de justicia (el comportamiento justo), limitaremos la demostraci�n del poder de Dios y la autoridad a trav�s de nuestras vidas.


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