Cap�tulo 4
Usando Las Lenguas Y La Interpretaci�n En Oraci�n

A. LLAMADOS A COMPARTIR EL MINISTERIO DE INTERCESI�N DE CRISTO
“Por lo cual puede tambi�n salvar perpetuamente a los que por �l se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (He 7:25).

Uno de los ministerios principales ejecutado por Cristo resucitado y ascendido al Cielo, es el de interceder por los creyentes.

1. Ilustrando La Intercesi�n
Tendremos una percepci�n de lo que significa la intercesi�n si examinamos un evento en la vida de Mois�s.

Dios estaba enojado con los hijos de Israel y le dijo a Mois�s: “Ahora, pues, d�jame que se encienda mi ira… y los consuma; y de ti yo har� una naci�n grande.

Entonces Mois�s or� en presencia de Jehov� su Dios, y dijo: Oh Jehov�… Vu�lvete del ardor de tu ira, y arrepi�ntete de este mal contra tu pueblo” (Ex 32:9-12).

Dios le otorg� a Mois�s lo que pidi� y el pueblo fue salvo de la destrucci�n. Mois�s salv� al pueblo por medio de interceder por ellos ante Dios (rog�ndole para que no los destruyera). Esto ilustra dos cosas:

a. Salvados De La Ira. Eso mismo es lo que ejecuta el ministerio intercesor de Cristo a nuestro favor: nos salva de la ira divina.

b. Poder Ante Dios. Usted puede recibir poder ante el trono o la corte de justicia de Dios cuando acepta a Cristo y se une a �l en Su ministerio intercesor.

2. El Esp�ritu Santo Nos Ayuda A Orar
Como miembros del Cuerpo de Cristo, es nuestro privilegio y responsabilidad, nuestro derecho y deber, compartir Su ministerio de intercesi�n. Este tan elevado llamamiento, est� por sobre nuestra habilidad. Sin embargo, el Esp�ritu Santo est� con nosotros para prestarnos Su ayuda (revestirnos de poder) en la oraci�n. Dos traducciones (hechas por los eruditos griegos) relativas a nuestro vers�culo clave, son las que siguen: L�alas con cuidado y en oraci�n.

“Y de igual manera el Esp�ritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qu� hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Esp�ritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”

Mas el que escudri�a los corazones sabe cu�l es la intenci�n del Esp�ritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Ro 8:26, 27).

“Ni siquiera sabemos c�mo debemos orar, pero mediante nuestros gemidos inarticulados, el Mismo Esp�ritu ora por nosotros, y Dios, quien escudri�a nuestro ser m�s interno, sabe lo que el Esp�ritu intenta, pues intercede por el pueblo de Dios seg�n la voluntad de Dios...” (Ro 8:26,27).

a. Orando En El Esp�ritu. Dios el Padre, el Hijo y el Esp�ritu Santo se envuelven en nuestras oraciones cuando oramos en el Esp�ritu. “...el Esp�ritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles...” Note tres cosas de este vers�culo:

1) Articulamos Los Gemidos De Cristo. Nos envolvemos en la intercesi�n iniciada por Dios. Las intercesiones de Cristo son sentidas y expresadas “...a trav�s de nuestros gemidos inarticulados [indecibles]...” “Nosotros... que tenemos las primicias del Esp�ritu... tambi�n gemimos dentro de nosotros mismos...” (Ro 8:26,23). Nuestros cuerpos f�sicos son los canales a trav�s de los cuales los gemidos de Cristo son expresados y sentidos.

2) Los Gemidos Son Iniciados Por El Esp�ritu Santo. �l es quien comienza los gemidos de Dios. “...el Esp�ritu mismo intercede por nosotros...”

3) Dios Suplica A Trav�s De Nosotros. Dios el Esp�ritu, suplica a trav�s de nosotros ante Dios el Padre. “...el Esp�ritu intercede con Dios [el Padre] por los santos”.

Estos son conceptos extraordinarios entendidos por pocos creyentes. A fin de entender este proceso, reflexione sobre c�mo trabaja su radio.

b. Una Transmisora De Radio. Una estaci�n de radio [transmisora] en un lugar distante, despacha una se�al. Su radio es compatible con dicha se�al. Cuando usted enciende su radio, sus componentes electr�nicos reciben la se�al y la convierten en sonido. Su radio fungi� �nicamente como el aparato receptor, el cual, dio sonidos y palabras a la se�al recibida. Su radio no fue el origen o fuente de sonido. Simplemente repiti� lo que recibi�.

De la misma manera, Jes�s es como un radio transmisor. �l est� sentado a la diestra del Padre en el Cielo (Hch 2:34; 7:55). �l vive para hacer intercesi�n por nosotros (He 7:25). Cuando Jes�s intercede, el Esp�ritu Santo que est� en nosotros recibe tal transmisi�n y la convierte en oraciones y sensaciones, a las cuales nosotros (como el radio), les damos voz y palabras. De esa manera estaremos orando las oraciones de Jes�s.

c. Jes�s Y El Esp�ritu Santo. El Esp�ritu Santo es identificado de manera singular con Dios y el Hijo (Jes�s) en la Biblia. Note que el Esp�ritu Santo es referido como el Esp�ritu de Cristo. “…Los profetas… escudri�aron qu� persona y qu� tiempo indicaba el Esp�ritu de Cristo que estaba en ellos…” (1 P 1:11). “…Y si alguno no tiene el Esp�ritu de Cristo, no es de �l” (Ro 8:9).

1) Trabajando Unidos. Jes�s nos da una extraordinaria percepci�n concerniente a la manera en la cual �l y el Esp�ritu Santo trabajar�an unidos despu�s que �l ascendiera al Cielo.

“Pero cuando venga el Esp�ritu de verdad… no hablar� por su propia cuenta, sino que hablar� todo lo que oyere…” (Jn 16:13).

�A qui�n escucha el Esp�ritu? �Qui�n es el que le da al Esp�ritu las palabras que ha de hablar? Creo que el Esp�ritu habla o repite las palabras que escucha a Jes�s orar. Y el Esp�ritu nos usa a nosotros como los canales a trav�s de los cuales las palabras y oraciones de Jes�s son expresadas.

En el vers�culo dado a continuaci�n, vemos al Esp�ritu de Jesucristo vinculado de manera singular a las oraciones de los Filipenses mientras oraban por Pablo.

“…s� que por vuestra oraci�n y la suministraci�n del Esp�ritu de Jesucristo, esto resultar� en mi liberaci�n” (Fil 1:19).

2) Expresando Oraciones Y Alabanzas A Trav�s De Nosotros. Jes�s (la Cabeza del Cuerpo) comparte Sus oraciones con el Esp�ritu Santo, quien a la vez expresa tales intercesiones a trav�s de usted y de m� (los miembros del cuerpo de Cristo). “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular… y lo dio [Jes�s] por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia” (1 Co 12:27; Ef 1:22).

El Se�or Jes�s, no solo otorga al Esp�ritu Santo las oraciones que debe orar por nosotros, sino que desea utilizarnos como Sus portavoces para expresar Sus oraciones.

Esto es ilustrado en otro pasaje de la Escritura: “...En medio de la congregaci�n [Jes�s] te alabar� [al Padre]” (He 2:12). �C�mo puede Jes�s cantar alabanzas al Padre en la iglesia? Obviamente Jes�s tiene que utilizar nuestras cuerdas vocales, nuestra voz y nuestros labios para cantar Sus alabanzas al Padre.

Para ilustrar este punto, consideremos lo siguiente:

Algunas veces, los Profetas del Antiguo Testamento hablaron a trav�s de la Persona de Cristo, como si Jes�s Mismo estuviera hablando. David dijo: “El Esp�ritu de Jehov� ha hablado por m� y su palabra ha estado en m� lengua” (2 S 23:2).

Esto ilustra el punto importante que estamos procurando establecer:
As� como los Profetas del Antiguo Testamento hablaron por el Esp�ritu de Dios por medio de la Persona de Cristo (como si Cristo Mismo estuviera hablando), por consiguiente, a trav�s de la acci�n del Esp�ritu Santo sobre nosotros, oramos en la Persona de Cristo, como si �l Mismo estuviera orando.

La persona de Jes�s est� al presente sentado a la diestra del Padre. La Presencia de Jes�s, sin embargo, est� con y dentro de cada uno de nosotros mediante Su Esp�ritu.

La frase: “En medio de la congregaci�n [Jes�s] te alabar� [al Padre]”, es de gran inter�s. Jes�s nos est� diciendo que �l todav�a desea cantar alabanzas a Su Padre cuando nos congregamos juntos en los servicios de la iglesia.

�C�mo puede Jes�s cantar Sus himnos de alabanza al Padre en la Iglesia cuando �l est� personalmente con el Padre en el cielo?

Esto puede ser ejecutado �nicamente mediante la Presencia de Jes�s por medio de Su Santo Esp�ritu, quien nos da que cantemos “himnos en el Esp�ritu”.

Nosotros somos la congregaci�n o Iglesia del Dios vivo, a trav�s de la cual los himnos de loor a �l son cantados. Jes�s canta Sus alabanzas al Padre a trav�s de nosotros. La Biblia confirma esto claramente: “Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y c�nticos espirituales, cantando y alabando al Se�or en vuestros corazones [los cantos espirituales son las alabanzas de Jes�s al Padre expresadas a trav�s de nosotros por el Esp�ritu de Cristo que mora en nosotros]” (Ef 5:19). “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros… cantando con gracia en vuestros corazones al Se�or con salmos e himnos y c�nticos espirituales” (Col 3:16).

El deseo de Jes�s es llenarnos con Sus alabanzas interminables a fin de que adoremos al Padre. Cuando estamos saturados con el Esp�ritu Santo y nos rendimos a �l, Jes�s canta loores al Padre a trav�s de nuestros labios y voces en nuestros servicios de adoraci�n. Somos canales a trav�s de los cuales Sus cantos de alabanza son expresados al Padre celestial. No es de asombrarse el porqu� la Biblia llama a tal adoraci�n inspirada: “C�ntico de Jehov�” (2 Cr 29:27).

As� como Jes�s expresa Sus cantos de alabanza a trav�s de nosotros, �l desea expresar Sus oraciones a trav�s de nosotros; �l tambi�n puede orar al Padre mediante nosotros.

3. Miembros De Su Cuerpo
Jes�s es la Cabeza Celestial de Su cuerpo terrenal. Nosotros somos los miembros de ese Cuerpo. Es a trav�s de los miembros de Su Cuerpo, que Su voluntad puede ser ejecutada sobre la tierra as� como en el Cielo.

El Se�or Jes�s todav�a quiere andar, hablar, predicar y orar como lo hizo durante Su ministerio terrenal. “Entonces Jes�s les dijo otra vez: Como me envi� el Padre, as� tambi�n yo os env�o” (Jn 20:21). �l desea hacer esto a trav�s de usted y de m� mediante el poder majestuoso de Su Esp�ritu. A la luz de esto, escuche lo que el Ap�stol Pablo intercede en beneficio de los creyentes en Efeso:

“Oro para que ustedes conozcan… que el Padre ha puesto todas las cosas bajo los pies de su Hijo. El le ha puesto como la Cabeza de la Iglesia – que es el cuerpo de Cristo – la plenitud de Aqu�l que todo lo llena en todo” [traducci�n literal] (Ef 1:16, 19-23).

4. La Agon�a De La Intercesi�n
Si vamos a compartir la vida de oraci�n de nuestro Se�or, debemos aprender un poco m�s acerca de c�mo �l or� cuando estuvo aqu� sobre la tierra. “Y Cristo, en los d�as de su carne, ofreciendo ruegos y s�plicas con gran clamor y l�grimas…” (He 5:7).

Este es un cuadro asombroso de nuestro Se�or. Le vemos orando, clamando y llorando con gran agon�a del alma. Sus s�plicas eran muy intensas. “Y estando en su agon�a, oraba m�s intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que ca�an hasta la tierra” (Lc 22:44). �Puede usted imaginarse s�plicas u oraciones tan intensas que le hagan sudar gotas de sangre?

El Ap�stol Pablo or� de esa manera tambi�n. Usted puede recordar que en su carta a la Iglesia de Galacia, �l habla acerca de su gran preocupaci�n por su bienestar espiritual. Estaban en peligro de caer de la gracia de Dios y volver a la opresi�n de la ley. Fueron tentados a agregar obras legalistas a su fe en Cristo, esperando ganar la salvaci�n con ello. Pero al querer agregar alguna otra cosa a la gracia gratuita, era como destruirlo todo. Estaban al umbral de volver sus espaldas a la obra perfecta y plena de la cruz.

Su peligro, impulsa a Pablo a la oraci�n: “Hijitos m�os, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” (Ga 4:19). Las oraciones de Pablo fueron como la agon�a que sufre una mujer en sus dolores de parto.

Las madres entienden muy bien lo que significa tener dolores de parto [dar a luz un beb�]. Los hombres s�lo pueden entender la experiencia cuando presencian el alumbramiento. La presi�n y el dolor son usualmente una parte de la experiencia del nacimiento.

Pablo usa el proceso del nacimiento para explicar su agon�a en oraci�n en bien de los miembros de la iglesia de los g�latas. �l se hab�a convertido en una extensi�n o expansi�n del ministerio de intercesi�n celestial de Cristo aqu� sobre la tierra. Jes�s estaba orando una oraci�n poderosa a trav�s de Pablo. �Y Pablo la experiment�!

Como dijimos anteriormente, el orar en el Esp�ritu es orar como Dios ora y sentir tal oraci�n como �l la siente. No es de asombrarse el porqu� Pablo dice: “…el Esp�ritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Ro 8:26). ��l estaba hablando por experiencia!

S�, Cristo vive para hacer intercesi�n por nosotros y a trav�s de nosotros seg�n la voluntad del Padre. �Estar�a usted dispuesto a ser un canal vivo para la oraci�n e intercesi�n del Esp�ritu Santo?

a. Un Ejemplo Personal. Hace varios a�os, el Esp�ritu me dirigi� a visitar Jap�n. Durante seis o siete semanas viajamos de una aldea a otra. Durante tal tiempo, me encontr� profundamente conmovido y emocionado en mi alma. Al parecer, el coraz�n de Dios Mismo estaba quebrantado por el amor que sent�a hacia los japoneses. Pod�a sentir el dolor del Esp�ritu Santo de Cristo siendo derramado a trav�s de mi persona en su bienestar. No pod�a dejar de llorar. Al parecer era Dios quien derramaba las l�grimas a trav�s de mis ojos.

Dios ama a los japoneses, pero sus pecados de arrogancia e idolatr�a dejaron a Dios fuera de sus vidas. No hay lugar para Dios y Su Hijo en sus vidas o en su sociedad.

Satan�s los ha herido con ceguera espiritual. “…el dios de este siglo ceg� el entendimiento de los incr�dulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Co 4:4).
El campo de batalla de Satan�s y su fortaleza militar es la mente del hombre. Cuando la luz del evangelio irrumpe hasta el alma del hombre, la mente es una de las primeras cosas en ser liberadas.

Ahora entiendo que mis “l�grimas y llanto sin cesar” eran el producto de la intercesi�n de Cristo mediante la acci�n del Esp�ritu Santo en m�. Dios se estaba extendiendo a los japoneses en amor a trav�s de mis oraciones y l�grimas. Tambi�n, estaba poniendo restricciones sobre el dios de este mundo (Sat�n) y sus poderes demon�acos (lea el Salmo 149:5-9). Fue un tiempo de guerra espiritual intensa.

Desde ese tiempo en Jap�n hasta 1960, he descubierto que otros predicadores que han ido a esa misma �rea, han tenido la misma experiencia. Todos han pasado una buena parte de su tiempo llorando en intercesi�n por Jap�n. Ellos tambi�n han compartido el ministerio de oraci�n e intercesi�n de Cristo de manera personal y con gran sinceridad.

B. LOS DONES DEL ESP�RITU EN INTERCESI�N
Varias referencias han sido hechas en este estudio respecto a la importancia de “orar en el Esp�ritu”. Hemos visto cu�n fundamental es la oraci�n intercesora. �Qu� dones del Esp�ritu nos ayudan en nuestro ministerio de oraci�n e intercesi�n?

1. Modos Principales De Orar En El Esp�ritu
Creo que son los dones de:
a. Hablar En Lenguas,

b. La Interpretaci�n De Lenguas y

c. La Profec�a, son los modos y medios principales por los cuales debemos “orar en el Esp�ritu” (Ef 6:18).

Tal vez queramos estudiar de manera m�s intensa lo que tiene que decir la Biblia acerca de la funci�n y prop�sito de esos dones en nuestra vida de oraci�n.

El Ap�stol Pablo nos ense�a los principios en el uso de los dones espirituales en oraci�n.

2. El Don De Lenguas
a. Para Hablar A Dios. Comentario acerca del cap�tulo catorce de 1 Corintios:
“Porque el que habla en lenguas [un lenguaje dado por el Esp�ritu Santo] no habla a los hombres sino a Dios” (1 Co 14:2).

“…pues que anhel�is dones espirituales, procurad andar en ellos para edificaci�n de la iglesia.

Por lo cual, el que habla en lengua extra�a, pida en oraci�n poder interpretarla.

Porque si yo oro en lengua desconocida, mi esp�ritu [el Esp�ritu Santo que est� en m�] ora, pero mi entendimiento queda sin fruto.

�Qu�, pues? Orar� con el esp�ritu, [en lenguas] pero orar� tambi�n con el entendimiento [interpretaci�n de lenguas]; cantar� con el esp�ritu [en lenguas], pero cantar� tambi�n con el entendimiento [interpretaci�n de lenguas].

Porque si bendices s�lo con el esp�ritu [en lenguas]… �c�mo dir� el Am�n a tu acci�n de gracias? Pues no sabe lo que ha dicho” (1 Co 14:12-16).

Pablo nos ense�a cuatro maneras en las que usamos las lenguas y la interpretaci�n de lenguas en los devocionales privados y en servicios p�blicos:

1) orando al Se�or

2) cantando al Se�or

3) alabando al Se�or

4) expresando gratitud al Se�or.

El hablar en lenguas puede ser de gran valor si la articulaci�n es interpretada, a fin de que pueda ser entendido el significado (lea el vers�culo 5). El Don de Lenguas prepara a la Iglesia para recibir la interpretaci�n, de lo cual, debe seguir el hablar o cantar en lenguas. Las personas son avisadas y unificadas en el Esp�ritu para recibir y reaccionar ante la palabra de interpretaci�n inspirada que sigue.

Mantenga en mente que la raz�n principal para las lenguas es hablar a Dios. Por tal raz�n, las lenguas e interpretaci�n, normalmente tomar�n la forma de una de las cuatro categor�as bosquejadas anteriormente.

b. En Oraci�n Privada. Lo que a menudo es ignorado, sin embargo, es que Pablo coloca la misma importancia sobre el papel de esos dones en nuestra vida privada de oraci�n. El hablar en lenguas es principalmente dirigido a Dios, no al hombre. Es una experiencia personal del hombre hacia Dios.

Nuestro estudio de 1 Corintios 14 revela cuatro modelos en los que el Don de Lenguas puede ser expresado en comuni�n personal con Dios:


1) Oraci�n inspirada (vs 14, 15)

2) C�nticos inspirados (v 15)

3) Alabanzas y adoraci�n inspirada (v 16)

4) Acci�n de gracias inspirada (v 16, 17).

El Esp�ritu Santo es el Agente de la oraci�n sin cesar (que nunca termina o cesa), de los cantos, alabanzas y expresiones de acci�n de gracias. Es mi creencia que todas estas cuatro expresiones del Don de Lenguas, son el privilegio de cada creyente lleno del Esp�ritu.

c. Los Dones Vocales Deben Ser Ejercidos Por Todos. El deseo de Pablo fue que todos ejercieran o practicaran los dones vocales de:

1) Lenguas. “As� que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas” (v 5).

2) Interpretaci�n. “Por lo cual, el que habla en lengua extra�a, pida en oraci�n poder interpretarla” (v 13). Pablo no nos hubiera instruido a orar con este don si no hubiera sido la voluntad de Dios otorg�rnoslo.

3) Profec�a. “Porque pod�is profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados…” (v 31).

La ense�anza de Pablo es clara. �l quiere que todo creyente hable en lenguas. �l ordena a los que hablan en lenguas que oren por la interpretaci�n. Concluye dici�ndonos que todos podemos profetizar.

Cuando los creyentes son ense�ados apropiadamente, la fe para recibir esos dones es liberada en ellos.
“La fe viene por el o�r la palabra...” (Ro 10:17).

El recibir y utilizar esos tres dones, depende de los niveles de su fe. Si ora con fe, recibir� lo que pide.

A medida que nos sometemos con humildad y respondemos en fe, podemos esperar que el Esp�ritu Santo se manifieste a S� Mismo a trav�s de nosotros mediante Sus dones.

3. El Don De Interpretaci�n En La Oraci�n Privada
Esto, nos lleva al conocimiento de algunos principios emocionantes y renovadores de la oraci�n que pueden transformar nuestras vidas cristianas. Deseo mostrarles c�mo el Don de Interpretaci�n de Lenguas puede ser usado con nuestro lenguaje de oraci�n espiritual en nuestros devocionales diarios. Usted y yo podemos orar en lenguas e interpretarlas en nuestros tiempos privados de oraci�n con Dios.

Pablo nos dice que �l oraba en lenguas m�s que todos los creyentes a quienes se dirig�a en esta carta. No obstante, dijo que prefer�a hablar cinco palabras que se entendieran (prefer�a profetizar) que diez mil palabras en lengua extra�a en la adoraci�n p�blica (1 Co 14:18, 19). Est� claro que sus diez mil palabras en lenguas fueron articuladas en sus tiempos de oraci�n privada. (Tal vez esa es la raz�n por la cual sus cinco palabras articuladas en profec�a fueron tan poderosas.)

a. Necesarias Para Entender La Voluntad De Dios. Cuando utilizamos el Don de Lenguas en oraci�n, estamos dialogando con Dios en una lengua desconocida para nosotros. Dios la entiende porque la oraci�n viene como resultado de la acci�n del Esp�ritu Santo sobre nosotros. Tales oraciones, siempre est�n en armon�a con la voluntad de Dios.

�Cu�l es el problema entonces? Es el siguiente: Aunque Dios entiende, nosotros no entendemos lo que estamos articulando en oraci�n en otras lenguas. Dios quiere que nosotros entendamos. La Biblia confiere gran importancia sobre nuestro conocimiento y conciencia de la voluntad de Dios.

“No se�is como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento…” (Sal 32:9).


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