Cap�tulo 5
Orando Por Profec�a

Introducci�n

El asunto de nuestro estudio en este cap�tulo es "orando oraciones prof�ticas". Esta historia nos ayudar� a entender lo que significan "oraciones prof�ticas".

En el a�o 1968, condujimos una de nuestras conferencias, a la cual concurrieron unas 1,800 personas. Separamos el viernes como un d�a especial para ayunar y orar. Durante ese tiempo, ministramos a las necesidades personales de las gentes que asistieron a la conferencia. Formamos grupos o equipos de oraci�n de cinco o seis l�deres espirituales. Los necesitados pasaban al frente del auditorio para recibir la oraci�n.

El equipo de oraci�n del cual era parte, inclu�a a mi esposa, a un misionero veterano que llevaba cuarenta a�os en el ministerio de �frica, adem�s de los ancianos ministros Ruth y Allen Banks.

Estaba muy impresionado con el ben�volo pero poderoso ministerio de Ruth Banks. Era una linda anciana de pelo blanco, quien hab�a caminado con Dios gran parte de su vida.

Colocaba sus manos amablemente sobre la cabeza de cada persona y comenzaba a orar. Era una oraci�n pura y prof�tica.

A pesar de que la mayor�a de las personas por quienes or�bamos eran desconocidas, las oraciones de Ruth eran espec�ficas al tratar con las necesidades secretas de cada individuo. En su oraci�n, ella mencionaba aquellos secretos dolorosos y personales de tal manera que las personas comenzaban a llorar.

Comprend�an repentinamente que Dios estaba consciente de los detalles m�s peque�os de sus vidas, los cuales les causaban sufrimientos y angustias. Este ministerio del amor y gracia de Dios, preparaba sus corazones para que el equipo de oraci�n pudiera darles alguna direcci�n o consejo que necesitaran.

Yo escuchaba y observaba con una gran diligencia. Ni una sola vez Ruth Banks fall� en ministrar directamente a la necesidad espec�fica de aquellas personas por las cuales oraba. Sus oraciones prof�ticas siempre estaban correctas, aun cuando mencionaban los detalles m�s �ntimos de la vida de la persona. Jam�s hab�a visto a alguien orar de esa manera en toda mi vida.

Le dije al Se�or que no entend�a todo lo que hab�a visto y escuchado. Pero le ped� la habilidad y gracia para orar como lo hac�a aquella sierva Suya de estatura muy peque�a.

Quer�a que el Esp�ritu Santo me librara de las limitaciones naturales de mi mente y entendimiento. Clam� por Su sabidur�a y conocimiento divino, a fin de ministrar pr�speramente a las necesidades m�s internas del sufrimiento humano y a las personas aisladas o solitarias de todo el mundo. Entend� entonces, que estaba comenzando a ver la importancia del papel doble de la profec�a y la oraci�n.

No puedo decir que poseo un ministerio exactamente como el de la hermana Ruth. Pero he descubierto que a medida que me rindo a la acci�n del Esp�ritu Santo en oraci�n, �l me capacita para orar las oraciones de Dios, sentir Sus sentimientos y pensar Sus pensamientos.

La oraci�n prof�tica viene a ser cada vez m�s personal y precisa, y es mucho m�s efectiva en las vidas de aquellos por quienes oramos.

Esto, no significa que seamos infalibles en nuestro ministerio y que nunca estemos exentos de errores. Ninguno de nosotros somos tan perfectos que no necesitemos el testimonio confirmador o la determinaci�n de los hermanos y hermanas m�s experimentadas en Cristo. No obstante, s� significa que la oraci�n unida a los Dones de Lenguas, la Interpretaci�n de Lenguas y Profec�a, pueden traer la intervenci�n de Dios a nuestras propias vidas personales y a las vidas de los dem�s.

1 Corintios 14:24, 25 nos dice que el ministerio prof�tico revelar� los secretos m�s internos del coraz�n del incr�dulo. �l ser� por lo anterior, convencido de sus pecados, caer� de rodillas en adoraci�n y confesar� que Dios realmente est� en medio de nosotros. �As� sea!

A. �QU� ES LA ORACI�N PROF�TICA?
La profec�a, es articular espont�nea y directamente palabras dadas por el Esp�ritu en la lengua que conocemos. Son palabras que antes no hab�amos pensado hablar. Son articulaciones y pensamientos suplidos por el Esp�ritu Santo y hablados para la edificaci�n y beneficio espiritual de otros.

Tenemos un ejemplo claro de c�mo la profec�a es dada por medio de examinar un evento en la vida de Mois�s.

"Jehov� dijo a Mois�s: Mira, yo te he constituido dios para Fara�n, y tu hermano Aar�n ser� tu profeta. Tu dir�s todas las cosas que yo te mande, y Aar�n tu hermano hablar� a Fara�n…" (Ex 7:1, 2).

Las palabras que Aar�n hablaba como profeta de Mois�s, eran dadas a �l por Mois�s. Aar�n no hablaba sus propias palabras.

De esa manera opera el Don de Profec�a. El Esp�ritu Santo da las palabras y nosotros las articulamos en oraci�n para el beneficio de otros. La profec�a tambi�n puede ser usada para edificar, exhortar y consolar a otras personas (1 Co 14:3).

La oraci�n prof�tica es la llave que abre las puertas al reino de poder y prop�sito de Dios para Su pueblo.

1. La oraci�n es...
la conversaci�n o di�logo del hombre con Dios.

2. La profec�a es...
normalmente, Dios hablando al hombre a trav�s del hombre.

3. La oraci�n prof�tica es...
el Esp�ritu Santo hablando a trav�s de nosotros, en oraci�n, a Dios el Padre.

Estas tres cosas son necesarias para que la voluntad de Dios sea hecha sobre la tierra as� tambi�n como en el Cielo.

A pesar de que �ste tema es tan importante y b�sico, hay muy poca ense�anza sobre la oraci�n prof�tica. De hecho, nunca he escuchado un mensaje sobre este t�pico espec�fico en toda mi vida.

a. Pensando Los Pensamientos De Dios. En cap�tulos previos de esta serie, aprendimos que suceden tres cosas cuando nos rendimos en oraci�n a la acci�n del Esp�ritu Santo (lea Romanos 8:26, 27):

1) Comenzamos a orar las oraciones de Dios.

2) Comenzamos a sentir los sentimientos de Dios.

3) Comenzamos a pensar los pensamientos de Dios.

Hemos abarcado los primeros dos t�picos en cap�tulos previos.

La oraci�n prof�tica nos capacita para "Pensar los Pensamientos de Dios". Este ser� el tema central de este estudio. Descubriremos que las percepciones y comprensiones prof�ticas nacen y se expresan a trav�s de la oraci�n.

Me qued� asombrado al descubrir que la unci�n prof�tica ten�a tanto (o m�s) que ver con la oraci�n como con el profetizar.

El orar y el profetizar est�n ligados en las vidas de todos los profetas, tanto en el Nuevo Testamento como en el Antiguo Testamento.

B. PROFETAS QUE ORAN
1. Sime�n Y Ana
Sime�n Y Ana eran profetas ancianos en el Templo de Jerusal�n. Fueron usados por Dios para ministrar a Mar�a y a Jos� cuando llevaron al ni�o Jes�s al Templo para ser presentado al Se�or.

Dios us� a Sime�n y Ana para que articularan una palabra prof�tica concerniente a su hijo reci�n nacido. Tambi�n fue una palabra de bendici�n, consuelo y prop�sito divino, para un tiempo de suma importancia en sus vidas.

Las Escrituras pintan un cuadro muy interesante acerca de la antigua profetisa Ana. Era una mujer con una vida ins�lita de oraci�n. Leamos el registro:

"Estaba tambi�n all� Ana, profetisa… de edad muy avanzada, pues hab�a vivido con su marido siete a�os desde su virginidad… viuda hac�a ochenta y cuatro a�os; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de d�a con ayunos y oraciones.

�sta, present�ndose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del ni�o a todos los que esperaban la redenci�n en Jerusal�n" (Lc 2:36-38).

a. Interacci�n Estrecha Entre La Oraci�n Y La Profec�a. Not� algo de real inter�s mientras estudiaba las vidas de los profetas: Hay mucho que decir tanto acerca de su vida de oraci�n como acerca de sus palabras prof�ticas.

En el caso de Ana la profetisa, el testigo principal de la Escritura relata m�s respecto a su vida de oraci�n que a su ministerio de profec�a. Ella era una profetisa "ungida" (llamada de Dios). No obstante, la direcci�n y expresi�n primaria de su "unci�n" era la oraci�n. Su ministerio prof�tico era empleado mayormente en la oraci�n. Ella debi� haber orado miles de oraciones prof�ticas. Sin embargo, s�lo tenemos registrado un ejemplo: el instante en el cual profetiz� al pueblo de Jerusal�n.

Esta estrecha interrelaci�n entre la oraci�n y la profec�a es vista tambi�n en la iglesia de Antioqu�a:

2. Los Profetas En Antioqu�a
"Hab�a entonces en la iglesia que estaba en Antioqu�a, profetas y maestros… ministrando �stos al Se�or, y ayunando, dijo el Esp�ritu Santo: Apartadme a Bernab� y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron" (Hch 13:1-3).

Este pasaje de Hechos me conduce a creer que los profetas y maestros en Antioqu�a emplearon mucho tiempo en el Ministerio de adoraci�n, oraci�n y ayuno. Al parecer esa era una costumbre o funci�n com�n en la vida de aquella iglesia.

Durante a�os, consider� que la funci�n y deber principal del profeta era el de proclamar o hablar la palabra del Se�or. No obstante, la Biblia muestra que ellos emplearon m�s tiempo en oraci�n que en profec�a.

3. Jerem�as
Por ejemplo, cuando estudiamos la vida del Profeta Jerem�as en el Antiguo Testamento, vemos que su papel principal era el de orar, no el de hablar. En otras palabras, empleaba m�s tiempo hablando a Dios que hablando al hombre.

"�Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de l�grimas, para que llore d�a y noche los muertos de la hija de mi pueblo!" (Jer 9:1).

Creo que hay una verdad aqu� que hemos pasado por alto. Hay una dimensi�n prof�tica en la oraci�n que no hemos podido entender. Sin ella, el poder y prop�sito pleno de la unci�n prof�tica o llamamiento no puede ser expresado.

a. La Oraci�n Y La Profec�a Tienen Que Ir Juntas. Lamentablemente, ha habido una separaci�n entre estas verdades gemelas en los tiempos modernos.

Hay muchos que se parar�n y dir�n con firmeza: "S�, as� dice Dios el Se�or". Pero sus palabras a menudo son vac�as, sin el verdadero sonido de un profeta ungido. �Por qu�? Su ministerio no ha sido revestido del poder de la oraci�n. Sus vidas han sido saturadas de actividades seculares: no espirituales.

Uno no puede darse prisa hacia el ministerio prof�tico sin la debida preparaci�n en oraci�n. Sin la oraci�n, las articulaciones de la denominada "profec�a" son f�tiles, sujetas a muchas confusiones y a ser controladas por los esp�ritus del error.

Perm�tame sugerirle que por cada minuto de profec�a articulada, deber�n haberse empleado muchas horas en oraci�n. Es �nicamente a trav�s de las entra�as de la oraci�n que nace una palabra verdadera de Dios.

4. El�as: Un Modelo
Examinemos el ejemplo de El�as como uno de los hombres modelos de Dios en la oraci�n y profec�a. Hay mucho que aprender de uno que estuvo "sujeto a pasiones semejantes a las nuestras", pero quien or� fervientemente a Dios y �l respondi� a sus oraciones eficaces (Stg 5:16-18).

a. Oraciones Poderosas. �l ten�a los mismos problemas y debilidades humanas que nosotros, pero sus oraciones prof�ticas aun produjeron resultados poderosos.

Santiago describe su vida de oraci�n: "El�as... or� fervientemente para que no lloviese, y no llovi� sobre la tierra por tres a�os y seis meses. Y otra vez or�, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto" (Stg 5:17, 18).

Estas fueron dos oraciones poderosas. Estudiemos el relato en el Antiguo Testamento. Las oraciones poderosas deben producir palabras y obras poderosas.

La historia es dram�tica. El�as proclam� la palabra de Jehov� a Acab, el rey m�s perverso entre todos los reyes que tuvo Israel. Escuche a medida que profetizaba:

"Vive Jehov� Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habr� lluvia ni roc�o en estos a�os, sino por mi palabra" (1 R 17:1).

b. Profec�a Poderosa. Esta fue una firme palabra de juicio contra un rey muy imp�o. Pero la articulaci�n prof�tica de Dios vino de un var�n justo y de oraci�n. Esa es la raz�n por la cual Santiago pudo registrar m�s tarde: "El�as... or� fervientemente para que no lloviese... y no llovi�". Fue la oraci�n de El�as lo que engendr� esa poderosa profec�a.

c. El Tiempo Apropiado Para Hablar. Hay tiempo para guardar silencio y tiempo para hablar. El escritor de Eclesiast�s nos dice: "Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora… tiempo de callar, y tiempo de hablar" (Ec 3:1, 7).

Nuestra historia acerca de El�as toma un giro muy interesante. Despu�s que habl� fielmente la palabra de Dios al Rey Acab, hubo una terrible sequ�a en toda la tierra de Israel. Pasaron varios a�os sin que cayera lluvia.

A El�as todo le fue bien por un tiempo. Dios le hab�a dirigido hasta un lugar con un arroyuelo donde pod�a tomar agua. Tambi�n le envi� cuervos para que le alimentaran por la ma�ana y por la tarde. Este era un cuadro muy pac�fico. El�as ten�a alimentos y agua mientras otros se mor�an de hambre y de sed durante aquel tiempo de sequ�a y escasez.

Sin embargo, el arroyo se seco despu�s de un tiempo, y El�as vino a ser v�ctima de su propia profec�a. Llevar pan seco a un d�a de campo sin alguna clase de bebida (agua), no es realmente agradable, y quiz�s se vio tentado a orar para que los cielos volvieran a dar lluvia. Si hubiera actuado sobre tal deseo, habr�a obrado fuera de la voluntad de Dios. La palabra de parte de Dios para que lloviera, todav�a no hab�a sido dada.
Si El�as hubiera hablado cuando deb�a permanecer callado, una de dos cosas habr�an sucedido:

1) Habr�a Pedido Impropiamente. Dios no habr�a honrado la palabra, pues habr�a "pedido impropiamente", en otras palabras, fuera de la voluntad divina (Stg 4:3). El�as ser�a un profeta sin palabra y sin poder.

2) Habr�a Pedido Demasiado Pronto. Dios habr�a honrado la palabra, pero ah� hubiera concluido toda la historia. El milagro del descenso de fuego del cielo no tomar�a lugar en la vida de El�as y hubiera venido sobre �l "flaqueza de alma" (1 R 18:30-39; Sal 106:13-15).

El diablo tent� a Jes�s para que convirtiera las piedras en pan cuando estaba ayunando (Mt 4:3). As� como el Se�or Jes�s durante Su tentaci�n en el desierto (Mt 4:1-4), El�as esper� hasta que la palabra de Dios viniera.

Dios es fiel. El registro lo declara de la siguiente manera: "Vino luego a �l palabra de Jehov�, diciendo: Lev�ntate, vete a Sarepta de Sid�n, y mora all�; he aqu� yo he dado orden all� a una mujer viuda que te sustente" (1 R 17:7-9).

Debido a que tanto El�as como la viuda obedecieron la palabra del Se�or, ambos fueron remunerados por la bendici�n y provisi�n de un Dios sabio y amoroso.

Su necesidad vino a ser la oportunidad para que el Se�or ejecutara el milagro del "aceite y harina", los cuales fueron multiplicados para salvar sus vidas del hambre. El�as pudo haber perdido ese otro milagro si hubiera hablado cuando deb�a permanecer en silencio; o si hubiera permanecido callado cuando deb�a hablar. Realmente remunera el esperar en oraci�n por la palabra de Dios, y luego, hablarla.

d. Esperando Por La Palabra De Dios. "Pasados muchos d�as, vino palabra de Jehov� a El�as… diciendo: Ve, mu�strate a Acab, Y yo har� llover sobre la faz de la tierra. Fue, pues, El�as…" (1 R 18:1, 2).

El�as fue a derrocar el imperio imp�o del Rey Acab y Jezabel su esposa. El reino de �stos, era sostenido por los adoradores y profetas de Baal.

Dios hab�a enviado el hambre como castigo a la adoraci�n de Baal, el sacrificio de ni�os y la inmoralidad. El tiempo de la derogaci�n de su reino hab�a llegado.

Dios hab�a dado claras instrucciones a Su pueblo: "No te inclinar�s a sus dioses, ni los servir�s, ni har�s como ellos hacen; antes los destruir�s del todo, y quebrar�s totalmente sus estatuas" (Ex 23:24).

"Derribar�s sus altares, y quebrar�is sus estatuas, y sus im�genes de Asera consumir�is con fuego; y destruir�s las esculturas de sus dioses, y raer�is su nombre de aquel lugar" (Dt 12:3).

As� que, el d�a de confrontaci�n fue arreglado. Puede leer la historia completa en 1 Reyes 18. El�as lanza el reto.

"…�Hasta cuando claudicar�is vosotros entre dos pensamientos? Si Jehov� es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de �l. Y el pueblo no respondi� palabra" (1 R 18:21).

Luego lanz� un segundo reto:

"…y el Dios que respondiera por medio de fuego, �se sea Dios. Y todo el pueblo respondi�, diciendo: Bien dicho" (1 R 18:24).

Los profetas de Baal clamaron a su dios. "Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre" (1 R 18:28). No obstante, no descendi� fuego del cielo.

Para el tiempo del sacrificio del atardecer, sucedi� lo siguiente:

"Cuando lleg� la hora de ofrecerse el holocausto, se acerc� el profeta El�as y dijo: Jehov� Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que t� eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.

Resp�ndeme, Jehov� resp�ndeme, para que conozca este pueblo que t�, oh Jehov�, eres el Dios, y que t�, vuelves a t� el coraz�n de ellos.

Entonces cay� fuego de Jehov�, y consumi� el holocausto, la le�a, las piedras y el polvo, y aun lami� el agua que estaba en la zanja.

Vi�ndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: �Jehov� es el Dios, Jehov� es el Dios!

Entonces El�as les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llev� El�as al arroyo de Cis�n, y all� los degoll�" (1 R 18:36-40).

Todos los 450 falsos profetas fueron degollados ese d�a. Preste atenci�n a la poderosa exhibici�n del poder de Dios que descendi� para respaldar la oraci�n de El�as.

"sea hoy manifiesto que t� eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas" (R 18:36).

1) Haciendo Lo Que Dios Dice. La clave de la gran victoria de El�as se encuentra en la peque�a frase: "Y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas". �Qu� hace un siervo? �nicamente lo que el Amo le diga que haga, nada m�s nada menos.

�l no va para hacer su propia voluntad a manera de servirse a s� mismo. �l no da sus profec�as por un salario (como hizo Balaam en N�meros 22, para invitar la tragedia sobre todos los envueltos). �l simplemente hace lo que Dios le dice que haga, y nada m�s. Y siendo que era la voluntad y palabra de Dios, tuvo prosperidad: obr� poderosamente.

Nosotros, as� como El�as, debemos hablar y movernos en fe "seg�n el mandato de la palabra de Dios".

Algunas personas no act�an cuando Dios habla, eso es incredulidad. Otras act�an cuando Dios no ha hablado, eso es presunci�n (ir por sobre la voluntad de Dios). El guerrero de la oraci�n escucha la palabra de Dios y luego habla y act�a en simple fe y obediencia.

El profeta El�as habl� y actu� �nicamente en armon�a con la palabra de Dios.

e. La Palabra Prof�tica Fue Cumplida. Despu�s de una gran victoria sobre Baal, El�as le dijo a Acab: "…Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye" (1 R 18:41).

Dios hab�a dicho que enviar�a lluvia sobre la tierra. Por lo tanto, El�as le profetiz� al Rey Acab que llover�a con abundancia. Note lo que hace El�as despu�s de dar la profec�a: "…Y El�as subi� a la cumbre del Carmelo, y postr�ndose en tierra, puso su rostro entre las rodillas" (v 42).

1) La Oraci�n Ferviente Y Persistente. El Ap�stol Santiago nos dice que El�as or� fervientemente (Stg 5:17). El Antiguo Testamento registra (1 R 18:43) que �l or� siete veces. Eso indica que fue persistente, al igual que ferviente en la oraci�n. Fue una oraci�n firme y urgente de parte de El�as.

Su postura en la oraci�n era algo poco usual. Era la posici�n que las mujeres del Oriente Medio sol�an usar cuando estaban pr�ximas a dar a luz un ni�o. Era la posici�n para tener el parto: para sufrir el terrible dolor y presi�n que conlleva el dar a luz.

De igual manera, el Esp�ritu Santo a menudo hace que tengamos dolores de parto en la oraci�n, a fin de que la palabra y prop�sito de Dios puedan ser tra�dos a la vida como en el alumbramiento.

El�as or� fervientemente siete veces antes de que apareciera una se�al en el cielo como evidencia de que la palabra de Dios estaba a punto de cumplirse. Primero, vino en forma de una "peque�a nube como la palma de la mano de un hombre" (1 R 18:44).
Viene un tiempo en el proceso del nacimiento, cuando nada detendr� el alumbramiento de un ni�o. El�as hab�a experimentado los dolores del parto en su oraci�n y ahora Dios estaba pr�ximo a ejecutar su movimiento.

El�as le dijo a Acab que unciera su carro y descendiera antes de que la lluvia le atajara. La historia viene a ser para estos momentos muy dram�tica: "Y aconteci�, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel. Y la mano de Jehov� estuvo sobre El�as, el cual ci�� sus lomos, y corri� delante de Acab hasta llegar a Jezreel" (1 R 18:45, 46).

2) Tenemos Una Responsabilidad. Dios quiere que nosotros entendamos: Que hay una conexi�n o v�nculo directo entre la profec�a y la oraci�n.

Muchas personas han recibido una palabra prof�tica para sus vidas, pero fallaron en ver su cumplimiento. �Por qu�? Porque no cumplieron su parte en dar alumbramiento al prop�sito divinamente profetizado desde las entra�as de la intercesi�n.

La profec�a tiene que ser concebida, recibida y dada a luz en oraci�n e intercesi�n. "Lo que es nacido del Esp�ritu, esp�ritu es…" (Jn 3:6).

Tanto el profeta que habla la palabra como el que la recibe, tienen una responsabilidad delante del Se�or.

Cuando la palabra de Dios vino a Mar�a, la madre de Jes�s, ten�a que ser recibida y alimentada en ella antes de que naciera. "Pero Mar�a guardaba todas estas cosas, [del griego: rhema, que significa palabras vivas] medit�ndolas en su coraz�n" (Lc 2:19).

Mar�a dio a luz al Verbo (palabra) de Dios por v�a de la oraci�n, alabanza, paciencia y fe.

Ella era una mujer de oraci�n y dada a la alabanza. Despu�s que el Esp�ritu Santo vino sobre ella, profetiz�.

La oraci�n, alabanza y profec�a, fueron tres cosas expresadas a trav�s de ella de manera hermosa y poderosa en el hogar de Elizabet y Zacar�as (Lc 1:35-38; 46-55).

Mar�a fue un modelo a imitar por todos nosotros en nuestro andar con Dios.

Luego, somos responsables de nutrir y dar a luz la palabra que nos fue hablada mediante nuestras oraciones e intercesi�n. As� como Mar�a, debemos decir: "He aqu� la sierva del Se�or; h�gase conmigo conforme a tu palabra".

C. ORACIONES PROF�TICAS
Quisiera exponerles otro ejemplo m�s de la oraci�n prof�tica en acci�n. El Pastor Rick Howard en Redwood City, California, ha ense�ado a su congregaci�n respecto a los principios de la oraci�n prof�tica.

Cada s�bado por la noche, forman equipos de oraci�n para la intercesi�n en su iglesia. Esa es una forma de oraci�n en la cual el Esp�ritu Santo los dirige espec�ficamente en su intercesi�n.

1. Principios A Seguir
Ellos usualmente siguen un patr�n para orar el cual es basado sobre los siguientes seis principios. �selos para su equipo de oraci�n.

a. R�ndase Al Esp�ritu Santo Y A Jes�s. Ellos reconocen en oraci�n y rinden sus esp�ritus a la presencia del Esp�ritu Santo y Se�or�o de Jes�s.

b. Ate Los Poderes De Las Tinieblas. Ellos atan los poderes de las tinieblas y del enga�o que puedan tratar de impedir sus oraciones o influenciar sus pensamientos.

c. Mantenga La Mente Y Esp�ritu Alertas. Ellos abren sus propias mentes y esp�ritus para dejar que los r�os de aguas vivas fluyan desde lo m�s rec�ndito de sus seres (Jn 7:37, 38).

d. Sea Revestido Del Poder Del Esp�ritu Santo. Ellos oran para que el Santo Esp�ritu de Dios: Esp�ritu de amor y verdad, revista sus oraciones.

e. Ore En Lenguas. Cada equipo ora en lenguas esperando que Dios les revele qu�, c�mo y por qui�n deben orar.

f. Ore Por La Interpretaci�n. Luego, oran acerca de lo que el Esp�ritu trat� de hacerles conscientes por medio del pensamiento, la Palabra de Dios o por revelaci�n espiritual.

2. Una Historia Ver�dica
En una sesi�n despu�s que ellos oraron en otras lenguas, el Se�or comenz� a colocar un sentimiento en el coraz�n de una hermana. Ella dijo: "Presiento que hay algunos misioneros en Islas Filipinas quienes est�n en gran peligro".

Mientras oraban, otro percibi� un cuadro mental: "S�, los veo en prisi�n".

Otra dama recibi� una visi�n adicional por el Esp�ritu. Vio que los prisioneros tomaban a punta de cuchillo a los misioneros como rehenes.

Continuaron orando. Otro miembro del equipo de oraci�n, vio a los prisioneros llevarse a los misioneros en una camioneta, a fin de utilizar el veh�culo para escapar. La hermana daba alaridos de terror: "Hay que detenerlos". Si los sacan fuera de la prisi�n los matar�n y luego huir�n en la camioneta".

Entonces, oraron con m�s urgencia y fervor. Dos a�os y medio m�s tarde, el Pastor Howard se enter�, por el autor de este cap�tulo, que aquellos eventos recibidos por revelaci�n a trav�s de la oraci�n prof�tica, ocurrieron en realidad.

La misma noche en que estaban orando en California, dado a la diferencia en el horario, era domingo en la ma�ana en Filipinas.

La Hermana Olga, una misionera muy bien conocida que ministraba a los prisioneros en la C�rcel de Bilibid, Filipinas, y cuatro compa�eros de trabajo, hab�an sido tomados como rehenes por los prisioneros de la c�rcel. Ellos hab�an puesto sus cuchillos largos y afilados sobre los cuellos de los misioneros.

La camioneta blanca de la Hermana Olga, fue demandada por los prisioneros como su medio de escape. A medida que se acercaban a la puerta de salida de la prisi�n, el motor de la camioneta se detuvo. A pesar de todos los esfuerzos que hicieron para encender el motor, no pudieron.

Eso dio tiempo a los guardias para poder capturar a los prisioneros y rescatar a la misionera y sus compa�eros de trabajo. Dios fue a su rescate y liberaci�n de tan dif�cil situaci�n, no fue algo menos que un milagro.

Despu�s que fueron rescatados de mano de los prisioneros, volvieron a encender el motor de la camioneta e inmediatamente comenz� a correr.

�C�mo fueron librados? Por las oraciones intercesoras hechas por un equipo de oraci�n en California que estaban en sinton�a con la mente de Dios. Por v�a de la revelaci�n, ellos pudieron orar prof�ticamente y Dios salv� las vidas de cinco misioneros. Como ministros del evangelio, el saber que hay intercesores que nos respaldan con su ministerio de oraciones prof�ticas deber�a ser de gran est�mulo.

3. Una Palabra De Est�mulo
Apreciado lector, perm�tame animarle a considerar seriamente este ministerio de oraci�n prof�tica. Dios desea moverse con Su poder sobre nuestras familias, iglesias, gobiernos y sobre muchas naciones del mundo.

Ejerza los dones del Esp�ritu en su vida de oraci�n. Preste atenci�n a lo que Dios desea comunicarle, y luego deje que esa palabra sea dada a luz a trav�s del poder de la oraci�n prevaleciente.

Es un gran privilegio y responsabilidad para los siervos del Se�or, en todos los lugares del mundo, orar ardientemente oraciones prof�ticas mediante la direcci�n del Esp�ritu Santo.


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