Este es un cuadro exacto de c�mo todo el mundo viv�a hasta que Jes�s vino a librarnos de la esclavitud del pecado y subordinaci�n al gobierno sat�nico.

a. Satan�s El Destructor. A trav�s de Mois�s, Dios dijo a cada familia israelita que matara un cordero y que colocara su sangre sobre el dintel de la puerta de la casa. Despu�s Mois�s dijo: "Cuando el Se�or atraviese la tierra para golpear a los egipcios, ver� la sangre que hay en el dintel y en las jambas de la puerta. El Se�or pasar� entonces por delante de esa puerta. No permitir� que el destructor entre en vuestras casas y mate a vuestros primog�nitos" (Ex 12:23).

Las Escrituras indican claramente que Satan�s es el "destructor". Desde la ca�da del hombre hasta la resurrecci�n de Jesucristo, el poder de la muerte estuvo en las manos del diablo. En Apocalipsis 9:11, �l es llamado Abad�n (hebreo) y Apoli�n (griego). Ambos t�rminos significan "destructor". Jes�s lo describi� como sigue: "El ladr�n viene solamente a matar, a robar y a destruir" (Jn 10:10).

El Fara�n hab�a rehusado las palabras de advertencia de Dios; por lo tanto, Egipto se enfrent� con un juicio terrible. A trav�s de tales juicios divinos, ellos llegaron a desear que los israelitas se marcharan.

Aquella noche Dios iba a utilizar el poder de la muerte del mismo diablo para Sus propios prop�sitos. Iba a ser ciertamente una noche tenebrosa: una noche de muerte y destrucci�n.

b. La Sangre: Nuestra Protecci�n. La presencia del Se�or protege a aquellos "bajo la sangre", del destructor.

Cuando vio la sangre sobre el dintel de la casa de cada israelita, el Se�or mismo "pas� por delante" de la puerta. Su presencia cubri� a la familia que hab�a dentro y les libr� de todo mal.

Uno se pregunta, c�mo tiene que haberse sentido cada miembro de la familia aquella noche cuando las sombras de la tarde arrojaron una tiniebla mortal por toda la tierra. Quiz�s el salmista lo expres� perfectamente en sus palabras algunos siglos m�s tarde:

"El que habita al abrigo del alt�simo, descansar� en la sombra del todopoderoso. Dir� al Se�or, �l es mi refugio y lugar de seguridad, mi Dios, en quien confiar�. Seguramente os salvar�… del peligro mortal.

Os cubrir� con sus plumas y bajo sus alas encontrar�is refugio… No temer�is el terror de la noche, ni los peligros del d�a…

Aunque un millar caigan a un lado y diez mil a tu diestra, no se acercar� a ti. Solamente con tus ojos ver�s el castigo de los inicuos" (Sal 91:1-8).

S�, para los israelitas, la protecci�n del destructor en aquella noche oscura de muerte fue la sangre: la sangre de un corderito perfecto. Su sangre fue derramada sobre el dintel en forma de cruz. Fue un s�mbolo de muerte, pero tambi�n la puerta hacia la vida.

Fue un retrato v�vido de nuestra salvaci�n. Jes�s es el cordero sacrificado de Dios para nosotros, y Su cruz se convierte en nuestra puerta hacia la vida eterna.

Verdaderamente, la sangre y la cruz proveen toda la protecci�n que necesitaremos siempre contra las fuerzas del mal.

El poder del diablo sobre nuestras vidas fue quebrantado en el Calvario. Cristo ha ganado la victoria y ya no tenemos que temer.

2. Jes�s Tiene Todo Poder Y Autoridad
Despu�s de Su resurrecci�n, Jes�s expresa claramente esta verdad con las siguientes palabras: "Todo poder en el cielo y en la tierra me ha sido dado. Por tanto, id, y haced disc�pulos en todas las naciones… Y aseguraos de esto: estoy con vosotros siempre, hasta el fin del mundo" (Mt 28:18-20).

La palabra "poder" significa poder para gobernar, adquirir autoridad y tener dominio. Ahora bien, si Jes�s ten�a todo el poder y la autoridad, eso significa que el diablo ya no ten�a ninguna.
A trav�s de Su muerte en la cruz, Jes�s destron� al diablo y le arrebat� su poder de muerte. Jes�s volvi� a establecer esta verdad con firmeza en el Ap�stol Juan a trav�s de su visi�n celestial. "No temas, yo soy el primero y el �ltimo. Mor�, pero mira, estoy vivo para siempre. Tengo las llaves del infierno y de la muerte" (Ap 1:17,18).

D. PODEMOS VIVIR EN VICTORIA
1. Los Disc�pulos De Cristo Tienen Dominio Sobre El Diablo
Jes�s no s�lo tiene el poder y la autoridad, sino que tambi�n ha dado el poder a Sus disc�pulos de todos los tiempos.

"Los setenta disc�pulos volvieron con gran alegr�a. Se�or, dijeron, incluso los demonios se nos someten cuando utilizamos tu nombre.

Y Jes�s les dijo: s�, yo v� que Satan�s ca�a del cielo como un rayo brillante. Y os he dado autoridad sobre todo el poder del enemigo. Ten�is poder para pisotear a los escorpiones y a las serpientes [poderes demon�acos]. Nada os da�ar�" (Lc 10:17-19).

"Estas se�ales seguir�n a los que creen: utilizar�n la autoridad de mi nombre para echar fuera demonios…" (Mr 16:17).

"Someteos a Dios. Resistid al diablo y de vosotros huir�" (Stg 4:7).

2. �No Retroceda!
S�, somos hijos e hijas reales en la familia de Dios. Tenemos el privilegio y la autoridad del nombre de Cristo. Entonces �por qu� tantos cristianos viven vidas derrotadas? �D�nde est� nuestra victoria en Cristo? Las palabras suenan bien, pero �d�nde est�n las obras?

La respuesta puede encontrarse en una de las cartas de Pedro. Estaba escribiendo a aquellos que pronto se enfrentar�an con un tiempo de gran desolaci�n y de severa prueba. Sus palabras, por lo tanto, son muy personales, poderosas y pr�cticas. "Vigilad y sed cuidadosos. Vuestro enemigo el diablo merodea y da vueltas alrededor como un le�n rugiente buscando a quien devorar – para destruirlo y devor�rselo. Estad firmes en la fe y resistidle…" (1 P 5:8,9).

a. Un Le�n Falso. Note con cuidado que la escritura no dice que el diablo es un le�n rugiente. En otras palabras, est� actuando como algo que no es. De hecho, solamente es un le�n falso y enga�oso. O, como dir�an los chinos, "un tigre de papel".

�Qui�n es el le�n real? Jes�s.

La Escritura se refiere a �l como "el le�n de la tribu de Jud�" (Ap 5:5). Debido a que descansamos en �l, y �l en nosotros, tambi�n compartimos Su "naturaleza de le�n": Nosotros los que creemos en Jes�s nos convertimos en "seres semejantes a leones".

"El inicuo huye cuando nadie le persigue. El justo, sin embargo, es tan valiente como un le�n" (Pr 28:1).

"Ahora bien, cuando el consejo vio la constancia de Pedro y de Juan, se sorprendieron. Pod�an ver con facilidad que eran hombres corrientes sin educaci�n. Y entonces se dieron cuenta de que hab�an estado con Jes�s" (Hch 4:13).

b. No Le D� Poder. �Qu� es lo que intentamos decir? Simplemente esto: El diablo s�lo puede tener el poder que le permitamos sobre nuestras vidas. Ya no tiene autoridad para controlar nuestras actitudes y acciones para sus prop�sitos.

Sin embargo, se apoderar� del control que nosotros le dejemos tener. No puede apoderarse de nosotros, como lo hizo con Ad�n y Eva. No obstante, procurar� enga�arnos de la misma manera que los tent� a ellos.

No, el diablo no es un le�n real. Su rugido, sin embargo, puede ser muy alto y prolongado. Un rugido no puede morder, pero puede asustarnos.

Si nos retiramos cada vez que el diablo ruge, nunca aprenderemos c�mo permanecer firmes en la fe y resistirle. Si nunca resistimos al diablo, jam�s veremos la punta de su cola mientras huye por la colina m�s pr�xima.

c. Corra Hacia El Rugido. Un misionero de �frica cont� esta historia sobre los leones. Cuando los leones van de cacer�a, son muy astutos. Todos los leones j�venes y fuertes se colocan en la parte de abajo del reba�o de los animales que van a atacar.

Los leones viejos, gastados y sin poder, se colocan en la parte de arriba donde su ruido y su rugido asuste a los animales para que corran hacia los leones j�venes. Los animales que "corren hacia el rugido" est�n a salvo y no pueden ser da�ados por los leones viejos. Los animales que huyen del rugido corren hacia la trampa y son heridos o matados.

El punto es obvio. No corra de su adversario el diablo y de sus rugidos. Corra hacia el rugido. Res�stale y huir� de usted.

d. Semilla De Enga�o. �C�mo ruge el diablo en nuestras vidas diarias? Lo hace a trav�s de nuestros pensamientos y sentimientos. Lo siembra como semillas en el terreno de nuestros corazones y mentes. Si puede tentarnos para que cultivemos o nutramos estas semillas, como un granjero que se ocupa de su cosecha, �stas crecer�n en cantidades enormes. Cuando lo haga, nuestra vida cristiana puede ser debilitada enormemente o incluso destruida.

Hay muchas clases de semillas que el diablo siembra: semillas de duda, miedo, desobediencia, codicia, lujuria, celos, orgullo, ira, resentimiento, autocompasi�n y muchas m�s. Sembrar� la misma semilla una y otra vez hasta que finalmente eche ra�ces y crezca. Una vez que las ra�ces sean profundas, resultar� muy dif�cil arrancarlas.

El diablo incluso nos enga�ar� para que pensemos que es una parte natural de nuestra vida. Entonces, nosotros la aceptaremos y seguiremos con ella aunque nos duela, a nosotros y a los dem�s. Cuando hacemos esto, el enemigo ya se ha apoderado de esa parte de nuestras vidas, aunque no tiene autoridad para hacerlo.

3. Resistan al Diablo
a. Permanecer Firmes En La Fe. �C�mo, entonces, pueden los cristianos vigilantes permanecer firmes en la fe y resistir al diablo? De la misma manera en que Jes�s lo hizo en su humanidad mientras estaba en la tierra.

1) Por la autoridad de la Palabra de Dios

2) Por el poder del Esp�ritu de Dios

Sabemos ahora que el diablo ya no tiene derecho ni dominio para gobernar sobre nuestras vidas. El cetro est� ahora en la mano de Jes�s, no en la del enemigo. Cuando nosotros, por el Esp�ritu, decimos nuestra confesi�n de fe: "JESUS ES SE�OR", Satan�s tiene que doblar la rodilla e inclinar la cabeza. Son los poderes diab�licos los que tiemblan atormentados cuando les enfrentamos con el poderoso nombre de Jes�s.

b. Hable La Palabra En Fe. Cuando nos sometemos y nos colocamos bajo la autoridad de la Palabra y del Esp�ritu de Dios, esa autoridad se coloca sobre nosotros. Entonces, hablamos esa palabra de la siguiente manera:

1) A Dios en la oraci�n

2) En la confesi�n de nuestra boca

3) Al diablo en reprensi�n

El mismo Esp�ritu se mueve, entonces, para dar vitalidad a la palabra y el enemigo huye junto con sus pensamientos y sentimientos mentirosos.

Nos sometemos a Dios cuando llenamos nuestras mentes con Su Palabra y nuestros corazones con oraci�n. Por cada pensamiento err�neo, malo o negativo que el enemigo siembre en nuestras mentes, hay un pensamiento correcto, bueno y positivo que procede de la Palabra de Dios.

La Escritura dice que podemos "vencer el mal con el bien" (Ro 12:21). Cada vez que el diablo intenta empujarnos en la direcci�n equivocada, tenemos que empujarle a �l para que retroceda, con doble fuerza, con la verdad y el poder de la Palabra de Dios.

c. La Risa Regia De La Fe. Es verdad que no debemos tomar a nuestro enemigo a la ligera o valorar en poco su poder. Es a la vez h�bil y fuerte. Si nos separamos del Esp�ritu de Dios y de Su Palabra, perderemos todas las batallas. Puede enga�arnos todas las ocasiones. La Escritura dice que siempre tenemos que estar conscientes de sus astutos trucos y tramas (2 Co 2:11).

Sin embargo, aunque tenemos que respetar al diablo, no debemos temerle. De hecho, podemos oponernos valientemente a �l en el poderoso nombre de Jes�s, y estar seguros de nuestra victoria. Nuestro enemigo tiene un rugido aterrador, pero no tiene fuerzas para atacar. Actuar� como si no recibiera ning�n da�o e incluso se burlar� del nombre del Se�or esperando que nosotros nos rindamos. Pero si respondemos con la risa regia de la fe y continuamos nuestro ataque, huir� aterrorizado.

Hay un sentido en el cual todo cristiano lleno del Esp�ritu deber�a tener un don de lucha contra el diablo. El diablo es muy orgulloso, y le desagrada enormemente ser mirado por encima del hombro. Cuando nosotros sabemos realmente qui�nes somos en Cristo Jes�s, estamos en una posici�n de alta autoridad y el enemigo verdaderamente est� por debajo de nuestros pies.

Creo que Mart�n Lutero lleg� a un lugar en la fe donde miraba al diablo de esa manera. Cuenta la historia de c�mo se despert� en medio de una noche muy oscura. No hab�a una sola vela en la habitaci�n. Cuando se volvi� en su camastro, vio al diablo de pie en un rinc�n.

Ahora, �qu� har�a usted si se despertara por la noche y encontrara que Satan�s ha venido a visitarle? Hice esta pregunta a un amigo m�o y me contest�: "Llamar�a al pastor".

La verdad es que no fue la mejor respuesta que pudo haber dado. La respuesta de Mart�n Lutero fue muy diferente. Simplemente dijo: "Oh, eres t�", se dio la vuelta en la cama y sigui� durmiendo.

d. Poniendo Principios En Pr�ctica. Mi buen amigo, Costa Deir, habla de una experiencia personal que nos muestra c�mo estos principios reales funcionan en la pr�ctica. Aqu� est� la historia en sus propias palabras:

Siempre he estado muy saludable f�sicamente desde que el Se�or me san� divinamente cuando era un joven cristiano. Sin embargo, un d�a hace unos diez a�os, sent� un terrible dolor en la parte superior de mi cuerpo. El dolor se hizo peor e incluso escuch� la voz del diablo que dec�a: "C�ncer, c�ncer, tienes c�ncer. Estaba aterrorizado.

"Finalmente me dirig� al Se�or en oraci�n y dije: Se�or, �tengo c�ncer? El Se�or no me contest�. De nuevo grit�: Se�or, �tengo c�ncer? Entonces, escuch� que el Se�or se re�a. Se estaba riendo de verdad. Me ense�� c�mo hab�a sido enga�ado por el diablo. Satan�s hab�a sembrado una mentira en mi coraz�n.

La siguiente vez que escuch� la palabra c�ncer me irrit�. Me levant� y dije: Diablo, te hiero con ese c�ncer. No he vuelto a sentir jam�s ese dolor en mi vida. Esta es la palabra del Se�or, hermanos. Esto es real."

e. Usted Es Libre. S�, la fe se levanta y resiste, pero la incredulidad se rinde y acepta las mentiras del diablo.
Me acuerdo de un lorito que hab�a en una escuela b�blica en Argentina. Su nombre era Arturo. Lo hab�an llevado a la escuela cuando era un p�jaro jovencito. Estaba atado a su percha por una peque�a cinta de cuero que rodeaba su patita.

Cuando Arturo creci� hasta ser un p�jaro grande, estir� sus alas e intent� volar por el cielo. Sin embargo, no pod�a ir m�s all� de lo que el largo de su cinta le permit�a, y siempre terminaba por volver a su percha. Arturo soport� esto durante varios meses. Un d�a, se rindi� por �ltimo y estir� sus alas por �ltima vez. No volvi� a tratar de volar otra vez.

En ese tiempo, la tira de cuero de Arturo fue cortada. Ya era realmente libre para volar hacia el cielo como cualquier otro p�jaro. Sin embargo, ya hab�a sido enga�ado y no cre�a ni aceptaba su libertad. A causa de esto, la historia tiene un final bastante triste.

Si solamente hubi�ramos podido meter la verdad de su libertad en su peque�o cerebro de p�jaro, puede que todav�a estuviera vivo. Sucedi� que un guardi�n enfadado le persigui� con un garrote por una tonter�a que hab�a hecho. Como todav�a pensaba que no pod�a huir volando de su percha, Arturo no intent� escapar y muri� de un golpe.

La verdad de esta historia es mucho m�s tr�gica cuando se relaciona con algunos de nosotros como cristianos. En el Calvario, Jesucristo, el le�n de la tribu de Jud�, derrot� al diablo y le arrebat� su poder. Fuimos liberados de su dominio y se nos dio un lugar de autoridad en la familia real de Dios. Muchos, sin embargo, est�n tan acostumbrados a vivir en el temor, la duda y la derrota que no pueden aceptar la libertad que le ha sido legada con justicia. Permiten que aqu�l a quien Jes�s destruy�, les destruya.

Lev�ntense y huyan, oprimidos. Los cielos miran maravillados y sorprendidos la manera en que se someten a quien deber�an resistir. Su tira de esclavitud ya fue cortada. Vuelen con libertad.

E. UN RETO COMO CONCLUSI�N
Quiz�s, querido lector, su coraz�n ha sido tocado por la verdad de estas palabras. Por primera vez, est� empezando a creer que la vida puede ser diferente. Y es verdad, lo que tenga que sucederle en la vida no est� fijado para siempre. Las cosas pueden cambiar, y usted puede jugar una parte en ese cambio.

No tiene que rendirse ni entregarse a las mentiras del diablo. En Cristo Jes�s, usted tiene el poder y la autoridad para permanecer firme y resistir sus ataques sobre su coraz�n y mente.

Usted es un hijo o una hija real en la amada familia de Dios. El Se�or le ama y desea que usted tome el cetro en su mano y confiese la libertad que es suya en justicia. No necesita ya retirarse asustado o inclinar la cabeza avergonzado. Jes�s vino a liberarle, aquel a quien el hijo libera es ciertamente libre.

"...tambi�n los demonios creen, y tiemblan" (Stg 2:19). Los poderes demon�acos son los que tiemblan cuando usted permanece firme y confiesa el se�or�o de Jes�s.

Es el diablo el que dobla la rodilla e inclina la cabeza, porque Cristo ha ganado la victoria. El poder del enemigo ha sido roto para siempre.

"�EL DIABLO HA SIDO DESTRUIDO!"


.::2do Trimestre - .::SECCI�N B