La palabra "someterse" significa colocarse bajo o venir bajo una autoridad (es decir, obedecer totalmente al Se�or).

Cuando nos colocamos bajo la autoridad de Dios, su autoridad viene sobre nosotros. Bajo su autoridad podemos permanecer y resistir firmemente al diablo y a sus demonios. Cuando lo hagamos, retroceder�n y saldr�n corriendo.

Este principio de obtener autoridad al someternos a autoridad, es ilustrado en el ministerio de Jes�s; un Centuri�n vino a Jes�s pidiendo la sanidad de su siervo.

Jes�s estuvo de acuerdo en ir y sanar al siervo. El Centuri�n contest�: "…mas solamente di la palabra, y mi mozo sanar�. Porque tambi�n yo soy hombre bajo potestad y tengo bajo de m� soldados: y digo a �ste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace" (Mt 8:5-9).

El Centuri�n ten�a autoridad porque �l estaba bajo autoridad. De la misma forma, cuando nos sometemos a Dios, nos colocamos bajo Su autoridad. Entonces, podemos resistir al enemigo.

2. Se�or�o Y Autoridad
El se�or�o de Cristo y la autoridad del cristiano, es una verdad importante que tenemos que comprender. Como hemos dicho, es la clave para la vida cristiana victoriosa.

a. David Y Goliat: Los Personajes. Hay una historia familiar interesante en el Antiguo Testamento que explica con claridad esta idea. Es la historia de un joven guerrero jud�o llamado David y un gran gigante filisteo llamado Goliat (1 S 17).

Los personajes y ej�rcitos de esta historia, encajan dentro de cuatro modelos principales:

1) David representa o es un tipo de Cristo.

2) El ej�rcito israelita es un tipo de creyentes en el Cuerpo de Cristo.

3) Goliat representa o es un tipo de Satan�s.

4) El ej�rcito filisteo representa los agentes demoniacos de Satan�s.

b. David Y Goliat: La Historia. Con estas alegor�as en mente, revisemos la historia, y veamos el significado que proporciona a nuestro guerrear en el �mbito o esfera espiritual.

1) El Reto. Goliat vino del campamento de los filisteos rugiendo como un le�n. �Qu� hizo el pueblo de Dios? Reaccionaron como muchos cristianos lo hacen hoy en d�a cuando se enfrentan con el diablo y sus demonios. Sintieron temor y se aterrorizaron mucho. Por lo tanto, volvieron sus espaldas y huyeron aterrorizados. No ten�an fe para resistir.

Un pastorcillo joven (probablemente no ten�a m�s de quince o diecis�is a�os) apareci� entonces en escena. Se llamaba David. Conoc�a a Dios como su bueno y gran pastor. Hab�a venido a traerle comida a sus hermanos que estaban en el ej�rcito de Israel.

Recientemente hab�a sido elegido por Dios para un prop�sito especial. El santo profeta Samuel hab�a ungido a David con aceite para que fuera el siguiente rey de Israel. Por lo tanto, David vino como "el ungido" a visitar el campamento israelita. Sin embargo, nadie le conoc�a en aquel tiempo como quien se convertir�a en rey.

Al ver a Goliat y escucharle gritar sus insultos contra los ej�rcitos de Israel. David dijo encolerizado: "�Qui�n es este pagano filisteo? �Por qu� se le permite desafiar e insultar a los ej�rcitos del Dios vivo?" (1S 17:26).

No hab�a miedo ni timidez en el coraz�n de David. La unci�n que acababa de recibir estaba obrando poderosamente en �l. Mientras que todos retroced�an asustados, David pis� el terreno con fuerza y se prepar� para enfrentarse con Goliat cara a cara.
Eligi� no utilizar la armadura y las armas del rey Sa�l. En lugar de eso, confiar�a en cinco piedras lisas del arroyo y su cayado de pastor. Decidi� que la mejor defensa, es una fuerte ofensiva. De manera que avanz� para responder al desaf�o de Goliat.

2) La Victoria. La batalla hab�a concluido casi antes de empezar. Una piedra bien escogida y dirigida por el Esp�ritu, golpe� al poderoso Goliat en el centro de su enorme cabeza. Cuando cay� al suelo, David corri� hacia �l, agarr� la propia espada de Goliat y le cort� la cabeza.

Inmediatamente el ej�rcito filisteo completo huy� aterrorizado. Goliat hab�a sido su campe�n, su cabeza y su l�der poderoso. Era un s�mbolo o se�al de su poder y autoridad militar. Cuando cay�, se dieron cuenta que estaban derrotados y huyeron.

Usted recordar� de nuestro primer cap�tulo que "cabeza" se refiere a dominio, poder y autoridad sobre otros.

Cuando David atac� y cort� la cabeza de Goliat, no solamente le derrot�, sino que tambi�n derrot� a todo el ej�rcito filisteo. La "cabeza" de Goliat fue destruida. Todo su poder y autoridad, m�s la de su ej�rcito filisteo, quedaron sin efecto. Los filisteos quedaron impotentes delante de la victoria poderosa de David sobre su jefe. No es extra�o que huyeran aterrorizados.

Esta historia ilustra la poderosa victoria de Cristo sobre Satan�s y sus ej�rcitos de demonios.

c. Cristo Jes�s: Nuestro Salvador Y Pastor Ungido. G�nesis 3:15 predijo que un d�a la "simiente de la mujer" destruir�a la cabeza de la serpiente. A su debido tiempo uno "m�s grande que David" aparecer�a en escena. Su nombre ser�a "Jesucristo", que significa El Ungido Que Salva. �l es nuestro ungido, nuestro pastor y salvador. En el calvario se enfrent� con la antigua serpiente, Satan�s, en el conflicto de los siglos.

Las "cinco heridas" de la cruz (como las cinco piedras lisas de David) derrotaron al diablo y a todas sus fuerzas diab�licas.

El gobierno y el dominio de Satan�s fueron destruidos por Jes�s cuando muri� en la cruz, descendi� hasta el Hades, conquist� todas las fuerzas del infierno y se levant� de la tumba, triunfante sobre la muerte.

Por lo tanto, los demonios ya no tienen ning�n poder ni autoridad sobre los creyentes que est�n bajo el gobierno de Cristo Jes�s. Cuando su nombre es hablado con autoridad, tiemblan y tienen que doblar la rodilla en sumisi�n a Su Se�or�o.

Esta respuesta de los poderes demon�acos a la presencia de Jes�s, fue vista nuevamente a trav�s de Su ministerio terrenal. Estudiaremos esto un poco m�s.

Es una verdad que merece nuestra atenci�n, porque tiene el poder de liberar al cristiano temeroso.

E. LOS DEMONIOS TEMEN A JES�S
En ning�n sitio de la Escritura se dice que Jes�s se enfrentar� con el poder diab�lico con miedo y temblor. De hecho, fue de una manera muy distinta. Fueron los demonios los que gritaron de temor:

"Hab�a un hombre en la sinagoga con un esp�ritu malo. Y grit� diciendo: D�janos en paz. �Qu� tenemos que ver contigo, Jes�s de Nazaret? �Haz venido a destruirnos? Yo s� quien eres – el Santo de Dios" (Mr 1:23, 24).

"Cuando Jes�s salt� a tierra se encontr� con un hombre endemoniado… y cuando �ste vio a Jes�s, dio un grito terrible y cay� aterrorizado delante de �l. Gritando a voz en cuello le dijo: �Qu� quieres de mi, Jes�s, Hijo del Dios alt�simo. Por favor, te ruego que no me atormentes… Jes�s le pregunt�, �cu�l es tu nombre? Legi�n, contest�, porque millares de demonios hab�an entrado en el hombre. Y los demonios le suplicaron repetidamente que no les ordenara marchar al pozo sin fondo" (Lc 8:27-31).

"�Cre�is que hay un Dios? Bueno. Pero recordad tambi�n que los demonios creen – tan fuertemente que tiemblan de terror" (Stg 2:19).

Es interesante notar que la palabra griega para "temblar" es frisso. Significa tener escalofr�os de terror y horror. Se refiere a la clase de miedo que hace que el pelo de uno se erice o se ponga de punta.

No, Jes�s no fue aterrorizado por la presencia de los demonios. Fueron los demonios los que se quedaron aterrorizados de miedo por el poder y la presencia del Se�or. Sab�an que �l hab�a venido a privar a Satan�s de su poder y autoridad.

1. Jes�s Tiene Todo El Poder
Despu�s de Su resurrecci�n, Jes�s expres� claramente esta verdad con las siguientes palabras: "…TODO poder en el cielo y en la tierra me ha sido dado. Por lo tanto, id, y haced disc�pulos en todas las naciones… y aseguraos de esto: Estoy con vosotros siempre, aun hasta el fin de los siglos" (Mt 28:18-20).

La palabra "poder" en el pasaje anterior, significa poder para gobernar, adquirir autoridad y tener dominio. Ahora bien, si Jes�s tiene TODO poder y autoridad, eso significa que el diablo no tiene ninguno. A trav�s de su muerte en la cruz, Jes�s destron� al diablo y le quit� el aguij�n de la muerte.

Jes�s nuevamente se�al� con firmeza esta verdad a su Ap�stol Juan en la visi�n celestial. "No temas yo soy el primero y el �ltimo. He estado muerto, pero mira, estoy vivo para siempre. Tengo las llaves [autoridad] del infierno y de la muerte" (Ap 1:17,18).

2. Jes�s Dio Poder A Los Creyentes
No solamente Jes�s tiene todo el poder y autoridad, sino que tambi�n ha dado ese poder a Sus disc�pulos, de todas las �pocas.

"Los setenta disc�pulos regresaron con gran alegr�a. Se�or, dijeron, aun los demonios se nos someten cuando utilizamos tu nombre.

Jes�s les dijo: S�, yo he visto a Satan�s cayendo del cielo como un rayo relampagueante. Y os he dado autoridad sobre todo el poder del enemigo. Ten�is poder para pisotear debajo de vuestros pies a los escorpiones y a las serpientes [poderes demoniacos]. Nada os da�ar�" (Lc 10:17-20).

"Estas se�ales seguir�n a aquellos que crean: Utilizar�n la autoridad de mi nombre para arrojar demonios…" (Mr 16:17).

A la luz de los pasajes mencionados arriba, est� claro que no tenemos razones para temer a los poderes demoniacos. Su poder y autoridad les han sido arrebatados. Son ellos los que tiemblan en nuestra presencia cuando permanecemos fuertes en la victoria del Calvario.

Consideremos ahora c�mo poner en acci�n la verdad de la Palabra de Dios. Los principios tienen que ser probados en la pr�ctica.

F. EL PODER DE LA PRESENCIA DE DIOS
"El Se�or su Dios est� con ellos. El grito del rey est� entre ellos. Dios los sac� de Egipto. Israel tiene la fuerza de un rey salvaje.

Ninguna maldici�n puede ser colocada sobre ellos, y ni siquiera la brujer�a puede ser realizada contra ellos. Mirad que maravillas Dios ha hecho por ellos.

Estas gentes se levantar�n como un le�n que no descansar� hasta que haya destruido y comido a su presa…" (Nm 23:21-24).

En el pasaje anterior, tenemos un cuadro de lo que disfrutamos como creyentes en Cristo. La presencia de Dios est� con nosotros y Su protecci�n descansa sobre nosotros. Tenemos la victoria sobre nuestros enemigos.

1. Los Demonios No Pueden Da�ar A Los Creyentes
Es de especial inter�s notar que ninguna maldici�n puede ser colocada sobre nosotros y ninguna magia mala puede ser realizada contra nosotros. Aun la brujer�a no tiene efecto, en la medida en que nos sometamos al gobierno real de nuestro Dios. Cuando caminamos en fe y obediencia, ning�n poder del enemigo puede da�arnos.

Esta es una verdad para el pueblo de Dios de todas las �pocas. Descansa sobre el principio del dominio divino. Como se dijo antes: Cuando nos colocamos debajo de la autoridad de Dios, su autoridad desciende sobre nosotros. Despu�s, podemos resistir al diablo y a sus demonios en la autoridad de Su nombre y por el poder de Su Palabra. �stos huir�n de nosotros.

Hay lugares en el mundo en los que esta verdad es de gran importancia. Muchas personas viven con temor sus vidas enteras a causa de la brujer�a. Los he visto ser librados completamente de tal temor en el nombre de Cristo Jes�s.

Cuando comprenden que el diablo ha sido derrotado totalmente en el Calvario, pierden su temor. R�pidamente empiezan a moverse en su autoridad como hijos e hijas reales en la familia de Dios. No temen enfrentarse y derrotar a los poderes demon�acos en cualquier sitio que se los encuentren. Es hermoso ver "las maravillas que Dios ha hecho por ellos".

2. Una Experiencia Personal
Hace algunos a�os yo estaba ense�ando en una gran iglesia en Guayana, Sudam�rica. Una noche, despu�s de la reuni�n, el misionero local me llev� al hogar de una familia que pertenec�a a la iglesia episcopal. Su hijo estaba pose�do por el demonio y era perturbado intensamente.

Se arrojaba salvajemente contra los objetos, tratando de golpearse la cabeza contra los objetos afilados. Hab�a sido examinado por m�dicos en Georgetown, pero no hubo nada que pudieran hacer por �l. Su condici�n se estaba poniendo cada vez peor. No hab�a comido nada durante muchos d�as y apenas beb�a suficiente agua como para seguir vivo. Estaban esperando que muriera en cualquier momento.

El sacerdote episcopal local, hab�a colocado un crucifijo en la pared y rociado agua bendita por los alrededores. Sin embargo, hab�a fracasado en enfrentarse a la necesidad espiritual b�sica de la familia. Aunque eran miembros de la iglesia, nunca hab�an encontrado una relaci�n personal con Jes�s como su Se�or y Salvador.

Les abr� la Biblia y les expliqu� las "buenas noticias" que Dios ten�a para su familia:

"Si confiesas con tu boca que Jesucristo es el Se�or y crees en tu coraz�n que Dios le levant� de los muertos, ser�s salvo… t� y tu casa" (Ro 10:9; Hch 16:31).

Fue una gran alegr�a para m� llevarlos a un conocimiento personal de su Se�or vivo y amoroso. Expliqu� c�mo Cristo era el verdadero Cordero para su familia. En Su cruz, el diablo y todos sus demonios hab�an sido derrotados, su poder hab�a sido destruido. (Vea el Cap�tulo 1, secci�n sobre la Pascua.)

La sangre de Jes�s fue su protecci�n y su liberaci�n, como la sangre del Cordero lo hab�a sido para las familias israelitas en su d�a. Si colocaban su plena confianza y fe en la sangre de Jes�s derramada en la cruz por ellos, y la aplicaban por fe en sus corazones, el Esp�ritu Santo vendr�a.

�ste, convertir�a la presencia del Se�or en una protecci�n contra ellos. Los cubrir�a como una gallina cubre a sus polluelos. Esta cubierta les proteger�a de los ataques de los demonios que estaban atormentando a su hijo.

Se arrodillaron para orar con l�grimas de alegr�a que corr�an por sus mejillas. Alegremente recibieron a Jes�s en sus corazones y fueron salvados gloriosamente (nacidos de nuevo). Dios honr� fielmente a Su Hijo y a Su Palabra.

Entonces, les dije la raz�n por la cual su hijo hab�a venido a ser un pose�do por los demonios. Ellos hab�an estado sin la protecci�n que provee nuestro poderoso Salvador. La sangre de Cristo no hab�a sido aplicada en sus corazones por fe. Ahora ten�an la cubierta de la presencia divina de Dios, ya no necesitaban temer m�s.

Entramos en la habitaci�n del muchacho para completar la obra de la gracia de Dios. Les expliqu� que los poderes malos no ten�an derecho ni autoridad para afligir a su hijo. Los demonios tendr�an que someterse a la autoridad de la Palabra de Dios y del Hijo de Dios. Despu�s, impusimos las manos al muchacho (que estaba dormido en ese momento). Yo at� los poderes del demonio y les orden� que dejaran al muchacho libre en el nombre de Jes�s de Nazaret.

No hubo ninguna respuesta en ese momento, ni siquiera un pesta�eo. Les dije a los padres que desde ese mismo momento el muchacho hab�a sido liberado. "�C�mo lo sabe usted?" Preguntaron. "Sobre la base de la Palabra de Dios", repliqu�. "Ahora v�yanse a dormir. La palabra de fe ha sido hablada. Est� concluida. Desde este momento su hijo est� bien".

Se acostaron al otro lado del chico y se durmieron. A las tres de la ma�ana el muchacho se despert�. Lanz� un grito que sacudi� la habitaci�n. En el momento en que despert�, los demonios gritaron mientras abandonaban su cuerpo.

El muchacho se sent� entonces en la cama y dijo: "Mam�, tengo hambre". Ella salt� de la cama y r�pidamente le prepar� una comida. Sus fuerzas fueron restauradas inmediatamente y recobr� la salud en poco tiempo.

Al d�a siguiente, todos los vecinos vinieron corriendo para ver lo que hab�a sucedido. Sus corazones fueron profundamente tocados por este milagro de la gracia y el poder de Dios. Como resultado, unas cuarenta personas llegaron a conocer al Se�or Jes�s como su salvador.

G. CONCLUSI�N
Ya que todos nosotros est�bamos involucrados en la historia que he narrado anteriormente, el siguiente texto de la escritura adquiri� un nuevo significado y sentimiento para nosotros.

"y los setenta volvieron con gran gozo y dijeron: Se�or, aun los demonios se nos someten cuando utilizamos tu nombre. Y Jes�s les dijo: yo vi a Satan�s que ca�a del cielo como un rayo relampagueante. Pod�is ver que os he dado poder para pisotear a las serpientes y los escorpiones. Y ciertamente os he dado autoridad sobre todo el poder del enemigo. Nada os da�ar� ni poseer�" (Lc 10:17-19).

Dios desea que caminemos en la alegr�a de Su presencia, en Su poder y en Su protecci�n. "Porque no nos ha dado Dios el esp�ritu de temor, sino el de fortaleza, y de amor, y de templanza" (2 Ti 1:7). Por lo tanto, vivamos en fe y alegr�monos en nuestra libertad del temor. Verdaderamente somos hijos e hijas amadas en la familia real de Dios.


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