3. Una Triple Defensa
Satan�s sabe esto, pero no quiere que nosotros lo sepamos o que vivamos conscientes de tal poder. Para �l, significa derrota. Por lo tanto, buscar� destruir nuestra fe y nuestra voluntad para resistirle, usando el pesado barrote de la condenaci�n. No es de extra�ar que Pablo nos diga que "tenemos que conocer sus t�cticas astutas y enga�osas" (2 Co 2:11).

Vemos, por lo tanto, que nuestra defensa contra la condenaci�n del diablo es triple:

a. Estamos de acuerdo con nuestro adversario, pero

b. insistimos en la justicia que tenemos en Cristo, y

c. nos volvemos hacia Jes�s como nuestro refugio. Ahora estamos listos para avanzar hacia la victoria.

4. La Espada Del Esp�ritu
Jes�s es nuestro ejemplo de vida victoriosa. Su victoria sobre el diablo y los poderes demoniacos fue conseguida utilizando la Palabra de Dios. Durante sus tentaciones y pruebas en el desierto, Jes�s refut� y derrot� al diablo con la Escritura: "Escrito est�".

"Refutar" significa probar, hablando la verdad, que la palabra de alguien es err�nea. Jes�s refut� las palabras del diablo, hablando la Palabra de Dios. Jes�s venci� con la Palabra, y nosotros podemos hacerlo tambi�n.

D. VENCEDORES CON VICTORIA
La derrota final de Satan�s es descrita en el Libro de Apocalipsis. Nuestro papel como vencedores es explicado tambi�n. La base doble para nuestra victoria sobre el diablo es de gran inter�s:

"Entonces escuch� una gran voz que clamaba en el cielo, ha sucedido al fin. La salvaci�n y el poder de Dios, el dominio y la autoridad de su Cristo finalmente han llegado.

El acusador de nuestros hermanos ha sido lanzado fuera. Los acusaba d�a y noche delante de nuestro Dios.

Y nuestros hermanos le vencieron por la sangre del cordero y la palabra de su testimonio – la palabra hablaba de verdad…" (Ap 12:10, 11 Versi�n Simplificada).

1. Dos Llaves Para La Victoria
Las dos llaves para convertirse en un vencedor son las siguientes:

a. La Sangre Del Cordero: ha lavado nuestros pecados, de esta manera, somos aceptados por Dios (como si nunca hubi�ramos pecado).

b. La Palabra De Su Testimonio: es cuando nosotros hablamos palabras que est�n de acuerdo con lo que Dios ha dicho en la Biblia.

2. Usando Las Llaves
a. Por La Sangre Del cordero.
�C�mo vencemos con "la sangre del cordero"? Estoy seguro de que ustedes comprenden que "el cordero", tal como se utiliza en este pasaje de la Biblia, se refiere a Jes�s.

Recuerden que cuando Juan el Bautista vio a Jes�s venir para ser bautizado, dijo de �l: "Mirad EL CORDERO DE DIOS quien lleva el pecado del mundo" (Jn 1:29, 36).

Cuando los disc�pulos de Juan escucharon que se refer�a a Jes�s como "El Cordero de Dios", dejaron a Juan y siguieron a Jes�s.

Como israelitas, comprendieron perfectamente el significado de esto. Los israelitas experimentaban el perd�n y la expiaci�n a trav�s del siguiente proceso: (Expiaci�n significa ser hecho "uno" con Dios.)
Dios hab�a prescrito que un cordero fuera llevado como ofrenda por el pecado hasta el altar de bronce que hab�a en el templo. El pecador colocaba sus manos sobre la cabeza del cordero, mientras �ste estaba tendido en el altar, y confesaba sus pecados. A trav�s de este proceso, los pecados del confesor eran transferidos al cordero.

Ya que la pena del pecado era la muerte, el cordero ten�a que morir en el altar. El cordero no mor�a porque hubiera pecado. El cordero era matado en lugar del pecador (que en realidad era quien merec�a morir). El cordero se convirti� en un sacrificio sustituto para el pecador: muriendo en su lugar.

1) Jes�s Derram� Su Sangre Por Nosotros. Esto ilustra lo que Jes�s estaba haciendo en la cruz por usted y por m�. Nosotros �ramos los �nicos que merec�amos morir por nuestros pecados. Pero Jes�s (El Cordero), muri� como nuestro sustituto: en nuestro lugar. Yo deber�a de estar colgando de aquella cruz, pero Jes�s tom� mi lugar (y el de usted). De esa manera, yo pude llegar a "ser uno" con Dios. He sido perdonado y disfruto de una posici�n delante de Dios "como si nunca" hubiera pecado.

Debido a que nuestros pecados son "perdonados y olvidados" por la sangre que Jes�s derram� en la cruz por nosotros como el cordero, el diablo aborrece la sangre. Esa cruz y la sangre que Jes�s derram� all� por nosotros, derrotaron al diablo y a los demonios; es por tal raz�n que ellos odian la sangre de Jes�s.

2) La Sangre De Jes�s Es Poderosa Contra El Enemigo. La cruz y la sangre de Jes�s derramada por nosotros venci� a Satan�s y a sus demonios, por lo tanto, ellos odian la sangre de Jes�s.

Mi primer intento de echar fuera un demonio, aconteci� en 1948. Yo era un cristiano joven que ten�a m�s celo que conocimiento y sabidur�a. Al intentar arrojar al esp�ritu inmundo de aquel hombre, estaba tratando algo que estaba mucho m�s all� de mi desarrollo espiritual y experiencia habituales. Sin embargo, en el intento, aprend� algo que se ha quedado dentro de m� toda mi vida. Cuando habl� al demonio y le dije que saliera de aquel hombre, el demonio chill�: "La sangre de Cristo es la sangre de un cerdo". El demonio repiti� esta terrible blasfemia una y otra vez. Y aquello hizo que los escalofr�os subieran y bajaran por mi espalda.

Desde aquel momento, me di cuenta de lo poderosa que es la sangre de Jes�s contra los designios y las maldades de Satan�s y de sus seguidores demoniacos.

La "sangre del cordero" mantuvo a Satan�s (el destructor) apartado de los hogares israelitas en la noche de Pascua, en Egipto. (Vea el Cap�tulo 1 de esta secci�n.)

La sangre de los corderos usados para el sacrificio del Antiguo Testamento, impidi� que Satan�s reclamara la justicia de los creyentes. Al morir, los que eran "salvados por la sangre" iban al para�so, fuera del alcance y de las pretensiones de Satan�s. (Vea Lucas 16:19-26.)

La sangre ha frustrado los planes del diablo durante siglos. No es de extra�ar que los escritores del Nuevo Testamento hablen con tanto entusiasmo sobre la sangre de Cristo.

"…Fuisteis redimidos… con la preciosa sangre de Cristo…". "�l [Jes�s] nos am� y nos lav� de todos nuestros pecados con su propia sangre." "�l nos redimi� para Dios con su sangre, de todo g�nero, y lengua, y pueblo, y naci�n…" (1 P 1:18, 19; Ap 1:5; 5:9).

3) Invoque La Sangre. Mi buen amigo David Newington, me cont� la historia de su padre, un anglicano convertido de verdad, bautizado con el Esp�ritu Santo y que hab�a llegado a ser un predicador pentecostal en Inglaterra.

Ten�a una manera graciosa de hacer las cosas, una de las cuales era ir dando vueltas mascullando y susurrando: "Bajo la sangre, Se�or, bajo la sangre".

David le pregunt� a su padre un d�a: "�Por qu� haces eso pap�?" Con una voz muy alta, su padre le respondi�: "�Sabes t� de alguna mejor expresi�n que un hombre viejo pueda musitar?"

David no contest�, pero en su mente pens�: "No. Creo que no, viejo. No puedo pensar en mejores palabras para que puedan saturar mis alrededores." De manera que David decidi� tomar aquel h�bito y frecuentemente andar por los alrededores musitando lo mismo. �Qu� sucede con usted? �Qu� es lo que usted murmura?

"Y nuestros hermanos le vencieron por la sangre del cordero y la palabra de su testimonio – la palabra hablaba de verdad…" (Ap 12:10, 11).

Cuando suba contra el enemigo en oraci�n, diga estas palabras: "Poderes de la oscuridad, invoco la sangre de Jes�s contra vosotros, os ordeno que dej�is libre a esta persona en el nombre de Jes�s. La sangre de Jes�s compr� la libertad de esta persona y yo os ordeno que salg�is, que quit�is vuestras garras de esta vida inmediatamente".

Esta clase de oraci�n y confesi�n de fe, har� que los demonios tiemblen y huyan. Utilice la sangre de Jes�s en la oraci�n. Es una arma espiritual fuerte.

b. Por La Palabra De Su Testimonio.
1) Nuestra Salvaci�n. Hay poder en lo que decimos: nuestro testimonio o confesi�n. Sabemos que lo que hace un hombre para ser salvo es:

a) creer en su coraz�n, y

b) confesar con su boca.

"Si confiesas con tu boca que Jes�s es el Se�or y crees en tu coraz�n que Dios le levant� de los muertos, ser�s salvo" (Ro 10:9).

Cuando creemos y confesamos que Jes�s muri�, derram� su sangre por nuestros pecados y que Dios le levant� de los muertos, somos salvados y entramos en la vida cristiana victoriosa.

2) Nuestra Confesi�n. Una cosa es entrar en la victoria de la vida de Cristo, pero �c�mo seguiremos caminando en victoria sobre Satan�s? Bueno, obtenemos la victoria de la misma manera: por la confesi�n de nuestra boca.

Muchos de nosotros consideramos nuestros problemas teniendo pensamientos de duda, temor y desesperaci�n. Deber�amos resistir al enemigo hablando palabras de fe, esperanza y amor. La palabra confesi�n significa "decir lo mismo que", o "estar de acuerdo con".

Cuando confesamos nuestros pecados, estamos de acuerdo con Dios en que estamos equivocados. Estos son dolorosos para nosotros y desagradables para �l. No negamos ni excusamos nuestros pecados, sino decimos lo mismo que Dios dice sobre ellos. Esa es la parte negativa o lado triste de nuestra confesi�n.

No solamente confesamos nuestros pecados, sino que tambi�n confesamos lo que Dios dice en Su Palabra (la Biblia) acerca de nuestra salvaci�n, nuestras necesidades financieras, la sanidad y la bendici�n.

Cuando estamos enfermos confesamos: "Yo soy el Se�or tu Dios que te sano". "…Sana todas mis enfermedades…". "Por sus heridas fui sanado". (Ex 15:26; Sal 103:3; Is 53:5).

Esta es la Palabra de Dios y nosotros estamos de acuerdo con �l. �sta, es justa y verdadera para nosotros. Esta es la parte positiva o agradable de nuestra confesi�n.

3. La Victoria En El Tribunal Del Cielo
La Biblia dice que Jes�s es "…el sumo sacerdote de nuestra confesi�n" (He 3:1). Eso significa que �l obra con lo que nosotros decimos para asegurarnos la victoria. "Vive para hacer intercesi�n por nosotros" (He 7:25).

Hay un lado legal de nuestra salvaci�n que se relaciona con nuestra confesi�n. Jes�s es nuestro abogado (letrado, asesor legal). Si va a tener �xito como abogado, va a depender mucho de nuestra confesi�n (lo que decimos).

Satan�s visita el cielo regularmente para acusar a los hermanos. (Vea los Cap�tulos 1 y 2 de Job y Apocalipsis 12:10.) Cuando lo hace, �c�mo va a contestar Jes�s y a refutar las acusaciones de Satan�s? A trav�s de su testimonio: por lo que usted diga.

a. Diga Tres Cosas. El famoso evangelista americano T.L Osborn, explicaba esto: Cuando el diablo le est� acusando delante de Dios, se dicen tres cosas:

1) Lo que el diablo dice;

2) Lo que la Biblia (la Palabra de Dios) dice;

3) Lo que usted dice.

Si usted est� de acuerdo con la Palabra de Dios y dice lo mismo que �sta, su testimonio ser� utilizado por Jes�s para refutar las acusaciones del diablo.

b. Cuatro Personajes. Observemos el tribunal del cielo como el gran juzgado de justicia de Dios. Se pueden ver cuatro diferentes papeles en una escena as�:

1) Est� el "Juez" que decide qui�n es culpable y cu�l ser� la sentencia.

2) Est� el "acusador" que intentar� probar que el acusado es culpable de lo que se le acusa.

3) Est� el "defendido" que ha sido acusado y necesita quien le defienda de las acusaciones.

4) Est� el "Defensor" que intentar� probar que su cliente no es culpable de lo que se le acusa.

c. �Qui�nes Son Los Personajes? �Qui�nes desempe�an estos diversos papeles en el tribunal del cielo? Son los que siguen:

1) El Juez es Dios Mismo, que es a la vez sabio y justo.

2) El acusador es el diablo, tambi�n conocido como el "acusador de los hermanos".

3) El defendido es el creyente cristiano (usted o yo) que se ha colocado bajo la condenaci�n del diablo.

4) El Defensor es Jesucristo, nuestro abogado (letrado) e intercesor.

d. El Juicio. El acusador habla primero presentando sus acusaciones contra nosotros delante del juez. Algunas de sus acusaciones son verdaderas y algunas son falsas.

Su presentaci�n es tan convincente que podemos sentirnos confundidos y asustados. Si lo hacemos, nos quedaremos all� con las cabezas inclinadas y sin decir nada. O todav�a peor, podemos intentar defendernos o incluso negar las acusaciones que son verdad.

Esto podr�a llevarnos a nuestra perdici�n porque nuestro defensor tiene que presentar nuestro caso sobre la base de lo que confesamos. Jes�s lo expres� clara y poderosamente con estas palabras: "Tendr�is lo que dig�is" (Mr 11:23, Versi�n Simplificada).

Resultar�a mucho m�s sabio ponerse de acuerdo con nuestro adversario, el acusador, en aquellos sitios donde hayamos actuado mal. Pero tambi�n se�alar que la pena por lo que hemos hecho mal, ya ha sido pagada por nuestro Defensor: con Su propia sangre.

Despu�s, nos volveremos para nuestra defensa hacia Jes�s. �l tomar� nuestra confesi�n de pecado y salvaci�n, e interceder� delante de Su Padre, nuestro Juez, utilizando Su propia muerte en la cruz.

Sobre la base de la cruz y de Su sangre derramada, la justicia ha sido satisfecha. El juez nos declara no culpables y somos puestos en libertad sin ning�n tipo de pena. El acusador ha sido derrotado. Ya no tiene m�s terreno para sus acusaciones. Ha sido vencido por la sangre del cordero y la palabra de nuestro testimonio.

Adem�s, una vez que hemos sido limpiados de todas sus acusaciones, estamos en posici�n de acusarle por cada mentira que utiliz� en su intento por derrotarnos. Al confesar la verdad, no s�lo somos liberados, sino que eventualmente el enemigo ser� puesto en la misma prisi�n (infierno) que hab�a planeado para nosotros.

E. REPASO DE LOS PRINCIPIOS
Hemos unido cuatro principios b�sicos en el estudio de la vida cristiana victoriosa. �stos, son dignos de que los resumamos:

1. Rechace La Condenaci�n, Acepte La Convicci�n

2. P�ngase De Acuerdo Con Su Adversario Inmediatamente

3. Vu�lvase Hacia Jes�s Como Su Refugio

4. Utilice La Espada Del Esp�ritu, La Palabra De Dios

5. D�mosle A Jes�s Una Confesi�n Para Nuestra Defensa

Ojal� que podamos establecer estas verdades en nuestros corazones y las fijemos en nuestras mentes. Con ellas, podemos vencer siempre. Son una defensa segura y fuerte contra los ataques del diablo.

Ya no puede utilizar sus armas de acusaci�n y condenaci�n para debilitar nuestra fe y nuestras oraciones. Permaneceremos de pie, hablaremos y nos liberaremos a nosotros y a los dem�s con la palabra segura del Se�or.

LA VICTORIA ES NUESTRA AHORA Y SIEMPRE.


.::2do Trimestre - .::SECCI�N B