Cap�tulo 4
�LIBRE! Para Casarse Con Otro

Introducci�n

Hay una guerra que ruge dentro de m� y me causa m�s problemas que cualquier conflicto con el que me haya enfrentado en el exterior. Mi problema n�mero uno no es el diablo y sus demonios, sino yo mismo. Mi propia naturaleza pecaminosa es mi mayor enemigo.

Como hemos visto en los primeros cap�tulos, tenemos tantos enemigos internos como externos: interiores y exteriores. Nuestros enemigos exteriores son el diablo y sus demonios.

Hemos estudiado los principios por los cuales estos enemigos pueden ser derrotados. El prop�sito de este art�culo, es tratar con nuestros enemigos interiores.

Durante a�os le he echado la culpa de todo al diablo y a sus demonios. Despu�s, descubr� que la mayor�a de mis batallas espirituales eran conmigo mismo. No ten�a que buscar lejos para encontrar a mi mayor enemigo. Descubr� que me encontraba con �l en el espejo cada ma�ana. Descubr� que no soy el �nico que se enfrenta con este problema. Es algo verdadero para todos los cristianos de todos los lugares.

Ahora bien, un problema tan grande y extendido como �ste, necesita una soluci�n firme. Dios tiene la respuesta. Nos conoce mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos y ha previsto un remedio en Cristo Jes�s. Al aceptar este remedio nos provee una victoria segura y cierta.

A. NUESTRAS DOS NATURALEZAS
Existe un desorden mental que se llama "esquizofrenia". El t�rmino significa una mente doble. Se refiere a un problema mental en el que una persona puede desplegar s�ntomas de "doble personalidad".

Pensar�n y actuar�n como dos personas diferentes. En un determinado momento, pueden hablar y responder de una manera normal, pero en otro momento su comportamiento ser� lo contrario.

Hay una especie de "esquizofrenia espiritual" para el cristiano. Sufrimos de lo que a veces parece ser una personalidad doble en nuestro interior.

En ocasiones desplegamos en nuestras vidas las amorosas cualidades de la vida de Cristo. Estamos alegres, pac�ficos, agradables y llenos de gracia. En otras ocasiones, para nuestro desaliento, podemos hablar con brusquedad, tener mal genio y resultar personas con las que es dif�cil vivir. No queremos que sea as�, pero lo es.

Aunque intentamos ser dulces, considerados y maravillosos, acabamos por ser amargos, desagradables y antip�ticos. Lo sabemos y lo saben tambi�n los dem�s. Parece que somos empujados en dos direcciones diferentes a la vez. Nos sentimos como si fuera una guerra enorme que est� siendo combatida dentro y que nosotros estamos a menudo en el lado perdedor.

"�Qu� est� sucediendo?" Nos preguntamos a nosotros mismos. "�Tengo una personalidad doble?" La respuesta es sencilla: "S�, la tiene".

Cuando usted recibi� a Cristo en su vida, recibi� una nueva naturaleza: Su naturaleza.

El Esp�ritu Santo vino a su vida como el Esp�ritu de Cristo. Construy� Su hogar en su coraz�n. La Biblia se refiere a esta nueva naturaleza como el "nuevo hombre".

Su vieja naturaleza apartada de Cristo es llamada el "viejo hombre". A veces, nuestra vieja naturaleza es llamada la carne, el hombre carnal (carnal = carne), la vieja naturaleza ad�mica o simplemente el yo. Es la misma naturaleza que el primer hombre, Ad�n, ten�a despu�s de haber pecado y de haber sido separado del �rbol de la vida. (Vea G�nesis 3.)
Todos los t�rminos anteriores se refieren a una forma de vida inmadura y no espiritual. Si fracasamos en vivir nuestra vida en el poder y la motivaci�n disponibles para nosotros por el Esp�ritu Santo de Dios (Ro 5-8), expresaremos "la naturaleza ad�mica" en los t�rminos explicados posteriormente.

Podemos hacer, de la manera simple, una tabla con estos t�rminos:


LA VIEJA NATURALEZA AD�MICA
El Hombre Viejo
La Vida Del Viejo Yo
La Carne (Carnal)
La Naturaleza Pecaminosa
El Hombre An�mico
La Mente Carnal
El Sentido Y La Raz�n, Apartados Del Esp�ritu De Dios
LA NUEVA NATURALEZA EN CRISTO
El Hombre Nuevo
La Vida Nueva En Cristo
El Esp�ritu (Espiritual)
La Naturaleza Justa
El Hombre Espiritual
La Mente Espiritual
El Sentido Y La Raz�n, Bajo El Control Del Esp�ritu


1. El Conflicto
As� que, el hombre viejo (nuestra carne) y el hombre nuevo (el esp�ritu) son opuestos en naturaleza. Viven en la misma casa, pero tienen deseos diferentes. El hombre viejo est� centralizado en s� mismo, mientras que el hombre nuevo lo est� en Cristo. Estas dos naturalezas entran en conflicto y est�n en guerra la una con la otra. Esta es la causa de nuestro problema.

Dios previ� el conflicto que surgir�a dentro de nuestras vidas despu�s de aceptar a Su Hijo como nuestro Se�or y Salvador. Por lo tanto, tiene un poderoso remedio para nuestro problema. Su respuesta se centraliza en la vida y la muerte de Su hijo. Involucra una verdad que, cuando se comprende y se act�a en relaci�n con ella, nos dar� la victoria sobre nuestro enemigo interior.

2. La Victoria
El Ap�stol Pablo intenta explicar la base para vivir una vida victoriosa. Comp�rela con la relaci�n de un matrimonio. Aqu� est� la idea en sus propias palabras:

"Hermanos, todos vosotros comprend�is la ley de Mois�s. As� que, seguramente sab�is que la ley rige sobre una persona solamente mientras �sta viva. Por ejemplo, una mujer tiene que estar con su esposo mientras �ste vive. Pero si su esposo muere, entonces es libre de la ley del matrimonio.

Pero si se casa con otro hombre mientras su esposo todav�a est� vivo la ley dice que es culpable de adulterio. Pero si su esposo muere, entonces la mujer es libre de los v�nculos del matrimonio. Si se casa con otro hombre despu�s de que muera su esposo, no es culpable de adulterio.

De la misma manera, hermanos m�os, nuestros seres antiguos [esposos] murieron con Cristo en la cruz, de manera que ya no est�is gobernados por la ley.

As� que, ahora pod�is casaros con Otro que es Cristo, que fue levantado de los muertos. En �l ten�is nueva vida y pod�is dar fruto para Dios" (Ro 7:1-4).

a. Nuestro Primer Esposo. En el ejemplo anterior de Pablo, los no redimidos (los no salvados) son como una esposa casada con un marido cruel.

Este marido cruel, son las leyes dadas a Mois�s que condenan. Si se quebrantaba la ley de Mois�s (bajo las reglas del Antiguo Testamento) uno pod�a ser apedreado: ejecutado. La ley nos condenaba por el pecado, pero no nos daba poder para vivir una vida santa.

Cuando la ley dijo "...no codiciar�s", el Ap�stol Pablo dijo que esta ley le hizo codiciar m�s. El mandamiento no le libr� de codiciar, sino que le hizo ser m�s codicioso.

�Ha visto alguna vez un r�tulo que dice: "RECIEN PINTADO, NO TOCAR"? �Qu� hace la mayor�a de la gente que ve un r�tulo as�? Tiene usted raz�n. Se acercan y la tocan para ver si est� reci�n pintada. El mandamiento: "No tocar�s", produce el comportamiento opuesto a lo que pide aquel que ordena.
Esa es la manera en que se comporta nuestra vieja naturaleza. Siempre quiere hacer lo que se nos ordena que no hagamos. La ley solamente refuerza y ampl�a esa tendencia.

Por eso, nuestro matrimonio con la ley (mandamiento), que ampli� nuestra naturaleza pecaminosa, debe ser tratado si deseamos ser cristianos victoriosos. De otra manera estaremos violando los mandamientos de Dios (lo que como cristianos no deseamos hacer).

b. Nuestro Nuevo Esposo. Pablo explica (en los vers�culos anteriores) la manera en que la esposa puede verse libre del matrimonio con (la ley de) este esposo cruel. Ser� libre si el esposo muere. Solamente entonces la esposa ser� libre de tal matrimonio.

Entonces, nuestro primer esposo, es un cuadro (tipo o met�fora) de nuestro "viejo hombre" o naturaleza pecaminosa, que es estimulada y motivada a pecar por la ley (los mandamientos de Dios a trav�s de Mois�s). �C�mo vamos a liberarnos de este esposo (la ley y la motivaci�n de nuestro viejo hombre)?

Pablo explica la respuesta en el cap�tulo sexto de Romanos. Nuestro "viejo hombre" (esposo) fue crucificado con Cristo. Nuestro viejo hombre fue clavado a la cruz con Cristo y muri� con �l. Por lo tanto, estamos libres de este esposo (nuestra vieja naturaleza pecaminosa y la ley) para casarnos con otro (Cristo).

1) Crucificados Con Cristo. Quiero contarles una historia para ayudarles a entender mejor c�mo fuimos crucificados con Cristo.

Un amigo m�o le estaba pidiendo a Jes�s (en oraci�n) que le mostrara c�mo fue crucificado con Cristo. En respuesta a esta oraci�n, el Se�or le dio una visi�n.

En la visi�n, mi amigo vio a Jes�s muriendo en la cruz. Despu�s, la visi�n cambi� y fue como si el cuerpo de Jes�s en la cruz se hiciera transparente o claro como el cristal.

Dentro de Jes�s, mi amigo se vio a s� mismo. Jes�s le habl� y le dijo: "Estabas dentro de m� cuando yo fui crucificado, de manera que fuiste crucificado conmigo". Entonces, mi amigo comprendi�. S�, Yo estaba crucificado con Cristo.

Es decir, el Dios Padre me escogi� "en Cristo" antes de la fundaci�n del mundo (Ef 1:4). El Padre mir� hacia la noche del domingo doce de octubre de 1947 y vio que Ralph Mahoney se arrepentir�a aquella noche y recibir�a a Jes�s como su Se�or y Salvador.

Al ver esto por Su presciencia, el Padre dijo: "Ralph no puede vivir en victoria a menos que yo crucifique (mate) esa vieja naturaleza pecaminosa con la que nacer�".

Volvi�ndose a Jes�s (la segunda persona en la divinidad) el Padre dijo:

"Jes�s, cuando vayas al mundo a morir en la cruz, voy a colocar a Ralph Mahoney EN ti, porque va a creer en ti".

Jes�s apesadumbradamente estuvo de acuerdo con esto.

Estaba apesadumbrado porque para hacer esto, �l, que nunca hab�a conocido el pecado, la desobediencia y la rebeli�n, tendr�a que ser hecho como Ralph y tomar la pecaminosa naturaleza de Ralph dentro de s� mismo. Aun cuando esto le caus� a Jes�s un indescriptible dolor y agon�a, me am� tanto que dese� hacerlo.

No solamente pag� el precio por la pena de mi pecado al morir, sino que tambi�n me liber� del h�bito del pecado, de la fuerza y del control que �ste ten�a en mi vida al dejarme morir EN �L.

2) Libre Para Casarse Con Cristo. De esa manera, mi vieja naturaleza pecaminosa y su tendencia a desear desobedecer la ley de Dios muri� en la cruz. A causa de que mi "hombre viejo" (esposo) muri�, esto me dej� libre para casarme con Cristo, para colocarme bajo su autoridad y control.
Con esa relaci�n, Cristo me dar� el poder del Esp�ritu Santo, de manera que no solamente DESEE obedecer las leyes de Dios, sino que las OBEDEZCA. El Esp�ritu Santo me dar� el poder de obedecer.

Nosotros que hemos cre�do en Jes�s, ya no estamos casados con el "hombre viejo" o con la naturaleza ad�mica (la naturaleza que recibimos de nuestro pecaminoso antepasado Ad�n), sino con Jesucristo. �l se ha convertido en nuestro nuevo esposo y somos su esposa. Participamos en su vida y naturaleza. Es nuestro Se�or, ya no estamos bajo el control de nuestro "hombre viejo".

B. UNA HISTORIA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
1. Tres Personajes Principales
Hay una historia en el Antiguo Testamento que ilustra la ense�anza del Ap�stol Pablo en Romanos cap�tulo siete. Se encuentra en el cap�tulo veinticinco del primer libro de Samuel. La historia envuelve a tres personajes principales:

a. Abigail: una encantadora mujer casada.

b. Nabal: el rico pero mal esposo (el hombre viejo) de Abigail.

c. David: un hombre ungido escogido por Dios para ser el siguiente rey de Israel.

2. Detalles Sobre Los Personajes
a. Abigail. Las Escrituras describen a Abigail como una se�ora sabia y hermosa, con un coraz�n generoso y humilde. Se produjo una encantadora unci�n prof�tica en su vida. Verdaderamente era una mujer noble y llena de la gracia de Dios.

Desgraciadamente, estaba casada con un hombre que era una mancha sobre su gracia, su belleza y su car�cter.

b. Nabal. El esposo de Abigail, Nabal, era desagradable, rudo, desconsiderado y testarudo; a menudo, se intoxicaba al beber demasiado vino.

Ciertamente un retrato triste. Adem�s, Abigail estaba ligada a su esposo por las leyes del matrimonio hasta que quedara separada por la muerte. Solamente entonces se ver�a libre para casarse con otro.

c. David. A diferencia de Nabal, David era un hombre seg�n el propio coraz�n de Dios. Hab�a sido ungido por Samuel para ser el siguiente rey de Israel. Hab�a un lado tierno y sensible en la vida de David, el cual, es revelado con toda su belleza en los salmos.

A la vez que era un hombre de fe, valor y poder, un d�a se convertir�a en el poderoso guerrero rey de Israel. El matrimonio de David ser�a ciertamente un matrimonio real.

3. El Significado De Los Personajes de Nuestra Historia
Aproxim�monos a nuestra historia desde un punto de vista nuevo e interesante. Existe la sensaci�n de que los personajes envueltos en ella hablan de nuestras dos naturalezas y nuestra relaci�n con Cristo. La lista es como sigue:

a. Abigail se cas� con Nabal: un tipo de nuestra condici�n bajo la ley, casada con la vieja naturaleza.

b. Nabal: un tipo de nuestra vieja naturaleza pecaminosa con la que estamos casados por �rdenes paternas.

c. David: un tipo de Cristo, el ungido, con el que queremos estar casados, quien nos dar� una nueva naturaleza y una motivaci�n para expresar la justicia.

Con esta aplicaci�n espiritual en mente, revisemos el trasfondo de la historia que vamos a estudiar.

4. La historia, 1 Samuel 25
En la escena de apertura, David est� huyendo para salvar su vida de Sa�l, quien es el presente rey de Israel. Sa�l ha perdido el favor con Dios. Est� celoso de David y busca quitarle la vida.

David y sus hombres, huyeron a un lugar des�rtico para escapar de las amenazas mortales de Sa�l. Aqu� se cruzaron con algunos de los pastores de Nabal. David protegi� a los pastores de Nabal y su reba�o de los ladrones que merodeaban y las partidas de saqueo n�madas que frecuentaban el �rea. David y sus hombres, a menudo arriesgaron sus vidas para proteger la propiedad de Nabal.

a. La Respuesta Grosera Y Desagradable De Nabal. Eventualmente lleg� la primavera, �poca de esquilar las ovejas. Fue una ocasi�n feliz, de fiesta y celebraci�n. David envi� a diez de sus hombres j�venes a Nabal con la petici�n de que fueran invitados para compartir el festival del esquilado de ovejas.

En lugar de mostrar gratitud a David y a sus hombres por la protecci�n que hab�an provisto, Nabal groseramente se neg� a la petici�n. David y sus hombres fueron insultados.

Col�ricamente, David tom� a cuatrocientos de sus hombres con sus espadas y march� hacia Nabal con la intenci�n de matarle y llevarse las ovejas que ellos hab�an librado de los ladrones. De esta manera tomar�an venganza.

b. Abigail Intercepta a David. Uno de los hombres j�venes de Nabal encontr� a Abigail y le cont� acerca de la acci�n grosera y absurda de su esposo. D�ndose cuenta de que David destruir�a sus posesiones, se levant� inmediatamente y (sin decir nada a Nabal) parti� a toda velocidad a interceptar a David y sus hombres.

Fue con muchos regalos de pan, vino, carne, grano, pasa e higos como ofrenda de paz. Intentaba dar a David mucho m�s de lo que �l hab�a pedido.

Nuestra historia contin�a cuando Abigail y sus hombres se encuentran con David y su ej�rcito al pie del camino de la monta�a.

Abigail r�pidamente desmont� de su asno, cay� sobre su rostro y se inclin� delante de David. Acept� toda la culpa por el asunto y le pidi� que pasara por alto las acciones de su esposo perverso y necio.

Sugiri� gentilmente que sus acciones fueran dirigidas por el Se�or, para evitar que David se vengara por la v�a del asesinato. Eso no complacer�a a Dios y ser�a una mancha en la reputaci�n de David.

Entonces, pronunci� una hermosa palabra prof�tica: "El Se�or seguramente te recompensar� con una casa real para que vivas para siempre. Dios har� esto porque est�s combatiendo sus batallas. El mal nunca se encontrar� en ti a trav�s de todos tus d�as.

Incluso cuando seas perseguido por aquellos que buscan tu vida, estar�s a salvo al cuidado del Se�or tu Dios. Las vidas de tus enemigos ser�n esparcidas como una piedra que se lanza con una honda.

El Se�or cumplir� todas sus buenas promesas y te har� rey sobre todo Israel… Cuando suceda todo esto, por favor acu�rdate de m�" (1 S 25:28-31).

Verdaderamente, Abigail era una mujer encantadora y llena de gracia; ten�a gran sabidur�a y percepci�n prof�tica. Ella, dentro de la casa de su esposo, vio la unci�n especial que descansaba sobre David.

En su coraz�n hab�a un ansia profunda por el d�a en que David ascender�a al trono real. Era una persona dulce y sensitiva, en cuyo coraz�n hab�a una esperanza bondadosa de un d�a mejor. Hay un tierno toque de l�stima en las casi suplicantes palabras: "Por favor acu�rdate de m�".

c. Muerte De Nabal. Cuando volvi� a casa, encontr� que su esposo se hab�a olvidado de todo lo referente a David. Incluso su ausencia le hab�a preocupado poco. Hab�a tenido una gran fiesta y estaba totalmente borracho. Nabal, es un triste cuadro de nuestra vieja naturaleza pecaminosa. No hab�a en su persona conciencia alguna de las cosas espirituales o del prop�sito divino.
La Escritura dice que Nabal ten�a una fiesta en su casa como si fuera la de un rey. Estaba desempe�ando el papel de gobernante y divirti�ndose. El rey real (David) hubiera querido ser parte de la celebraci�n, pero no era bienvenido. Nabal hab�a expulsado voluntariamente a David de su vida, y solamente se preocupaba de sus propios deseos y placeres.

Abigail esper� sabiamente hasta la ma�ana antes de hablar con Nabal. Para entonces, ya estar�a sobrio y le contar�a a su inicuo esposo lo cerca que hab�a estado de ser completamente destruido y asesinado por David y su ej�rcito. La Escritura dice que cuando oy� sus palabras: "Su coraz�n le fall� y se qued� como una piedra".

Nabal ten�a un mal coraz�n y una mente carnal. Esto era caracter�stico de su naturaleza interior. El nombre "Nabal" significa est�pido y vil. Como su mismo nombre, Nabal era un insensato de coraz�n y no pens� en los caminos de Dios.

Sorprendido por la verdad escueta del informe de Abigail, tanto su coraz�n como su mente le fallaron y se qued� sin movimiento como si fuera una piedra: paralizado. (Aparentemente sufri� tanto una par�lisis como un ataque card�aco).

Diez d�as m�s tarde, "el Se�or golpe� a Nabal y �ste muri�" (vers�culo 38). Toda su vida se centralizaba en �l. No pod�a cambiar nunca. Lo que pudo haber sido, nunca lo fue. Vivi� sin Dios y sin Su Esp�ritu.

Era una descripci�n clara pero tr�gica de nuestra propia vida personal. Solamente hab�a una soluci�n para el problema del "hombre viejo" de Abigail: LA MUERTE.

Y esa, amigo m�o, es la �nica soluci�n para nuestra vieja naturaleza pecaminosa. Tiene que ser crucificada. Tiene que morir.

d. Libres Para Casarnos Con Otro. Nuestra historia toma ahora una posici�n m�s brillante y positiva. Hasta la muerte de su esposo, Abigail hab�a estado ligada a �l por las leyes del matrimonio. Ahora que hab�a muerto, era libre para casarse con otro. No tenemos que ir muy lejos en el registro para descubrir qui�n era aquel "otro".

"Cuando David escuch� que Nabal hab�a muerto, dijo: ‘Gloria a Dios. Ha devuelto a Nabal el mal que me hizo… Despu�s David envi� un recado a Abigail pidi�ndole que fuera su esposa… Ella respondi� inmediatamente a los mensajeros de David con humildad y gracia: aqu� est� tu sierva, dispuesta a servirte y a lavar los pies de los siervos de mi se�or.

Se levant� inmediatamente, mont� en su asno, y con cinco de sus criadas sigui� a los mensajeros de David – y se convirti� en su esposa" (1 S 25:39-42, Versi�n Simplificada).

C. SOLAMENTE UNA RESPUESTA
�Puede usted comprender c�mo la historia de Abigail describe nuestro dilema como cristianos?

Bendecida con una unci�n amorosa, Dios la estaba usando, pero ella llevaba una carga enorme. Estaba casada con un hombre impuro, desagradable, maloliente y borracho, uno que no era digno de ella ni de ninguna otra.

1. Nuestra Vieja Naturaleza Debe Morir
Como Abigail, queremos estar bajo un marido como David. Pero tenemos un problema, estamos casados con Nabal, nuestra naturaleza pecaminosa, la carnal (vieja) y ad�mica: la carne. Adem�s, por las leyes del matrimonio estamos ligados a tal naturaleza mientras viva.

Sin embargo, existe la esperanza porque hay un David en nuestra historia. Como se�alamos antes, es un tipo de Cristo. Nuestro verdadero deseo es estar casados con �l: ser la "esposa de Cristo" (Ap 19:7-9).

Queremos que nuestra personalidad de Abigail venga al frente y sea amada y motivada a realizar el prop�sito divino cas�ndose con otro: David (tipo de Cristo).
Queremos ser dulces y llenos de gracia, pero Nabal, nuestra vieja naturaleza pecaminosa, siempre se muestra y lo hace dif�cil. Es evidente que existe mucho de la naturaleza "carnal" en nuestro matrimonio con nuestra vieja naturaleza.

A veces luchamos contra el diablo y deseamos echarle la culpa por nuestras acciones carnales. Pero �l no es nuestro problema; lo somos nosotros. Es nuestra vieja naturaleza pecaminosa que recibimos de nuestro antepasado: Ad�n.

No importa cu�n arduamente intentemos vivir una vida que complazca a Dios, tarde o temprano le fallaremos en algo. Entre m�s lo tratemos, mayor ser� nuestro fracaso. No podemos liberarnos de nuestra "naturaleza de Nabal", ni podemos cambiarla. Nabal no puede ser reformado y no lo ser�. Solamente hay una respuesta a nuestro problema con Nabal: la muerte. Dios tiene que matar a Nabal. Nabal tiene que morir.

2. No Podemos Crucificar Nuestra Carne Por Nosotros Mismos
Algunos cristianos tratan de librarse de Nabal por s� mismos. Van por ah� intentando crucificar su propia carne. Sin embargo, esto es un trabajo imposible. No hay suficientes "manos disponibles" para realizar ese trabajo.

Cuando uno intenta justificarse a s� mismo, encuentra que puede clavar sus pies a la cruz. Incluso puede clavar una mano a la cruz. Pero �c�mo puede usted clavar la otra mano? Parcialmente crucificado con dos pies y una mano ya clavada a la cruz, ya no se puede. No se tiene otra mano libre con la cual atravesar la �ltima mano con el clavo. Uno no se puede crucificar a s� mismo. Tiene que ser hecho por otro (Dios).

La auto crucifixi�n es un esfuerzo doloroso y siempre termina por hacerse a medias. Nuestra pecaminosa naturaleza de Nabal, pronto se recobra de las heridas que nos hemos infringido a nosotros mismos y quedamos peor que antes. Lo s�... Lo he intentado muchas veces en mi vida como joven cristiano.

Incluso trat� de matar de hambre al viejo Nabal ayunando. Me sent�a seguro si ayunaba lo requerido y lo suficientemente a menudo, para vencer los deseos de la carne.

Pronto descubr� que en lugar de librarme de mi vieja naturaleza de Nabal, ejerc�a su influencia sobre mi vida todav�a m�s. Se hac�a m�s h�bil y astuta cada d�a. Todos y cada uno de los d�as, yo ayunaba y se me hac�a m�s dif�cil vivir con �l. Estoy seguro de que ustedes saben de lo que estoy hablando.

Mi siguiente enfoque del problema, fue intentar destruir al viejo Nabal golpe�ndole en la cabeza con las dos tablas de piedra de la ley. Memoric� los diez mandamientos y trat� de vivir una vida de "esto no hay que hacerlo". No har�s esto; no har�s aquello.

Sin embargo, cuanto m�s dec�a: "No lo har�s", el viejo Nabal replicaba: "Yo s� que voy a hacerlo". Sus "yo s� que voy a hacerlo" eran m�s fuertes que mis "no lo har�s". La ley no me ayud�.

La ley no pod�a destruir nuestra vieja naturaleza pecaminosa. Todo lo que puede hacer es exponer nuestro pecado, ampliar nuestros deseos carnales y condenarlos. La ley no puede librarnos del pecado. Si vamos a ser libres, Dios mismo tendr� que hacerlo. �Y, gloria a Dios �l lo hace!

3. Dios Provee El Camino
Solamente Dios pod�a en realidad matar a Nabal. Y lo hizo. Lo mismo es cierto referente a la vieja naturaleza de Nabal en nuestras vidas: Y lo ha hecho.

La muerte de nuestra antigua naturaleza pecaminosa y ad�mica es a la vez dr�stica y dram�tica. Est� incluida en el plan de gracia de Dios para la redenci�n a trav�s de Cristo Jes�s para usted y para m�.

Fuimos crucificados con �l en Su cruz, para que nuestro viejo hombre (llamado el cuerpo de pecado en Romanos 6) pueda ser destruido. Esto nos liber� para estar casados con otro: con Cristo.

Cuando Ad�n pec� en el jard�n del Ed�n, toda su naturaleza se hizo pecaminosa. La enfermedad del hombre pas� a todas las generaciones futuras de la humanidad. Todos hemos recibido la misma naturaleza pecaminosa de nuestro padre, Ad�n.

No somos pecadores solamente porque pequemos; pecamos porque hemos nacido como pecadores. Antes de que crey�ramos en Jes�s, �ramos parte de la familia del diablo. Hab�amos nacido en este mundo fuera de la familia de Dios.

La �nica manera de entrar en la familia de Dios, es a trav�s de un nuevo nacimiento. Cuando recibimos a Jes�s como nuestro Se�or y Salvador nacemos de nuevo, en la familia de Dios. A trav�s de la ense�anza que estamos recibiendo en este cap�tulo, viene la fe para que nos apropiemos (recibamos el beneficio) de nuestra libertad de la ley y de su fuerza motivadora para el pecado (que tiene como resultado la muerte).

Al aceptar los hechos que la Biblia nos relata: que fuimos crucificados con Cristo y que nuestro antiguo esposo (la naturaleza pecaminosa) est� muerto, estamos libres para casarnos con Cristo.

Su naturaleza justa y obediente puede expresarse ahora en nosotros si le presentamos nuestras emociones y miembros corporales.

La Biblia explica esta verdad en las siguientes palabras: "El pecado entr� en el mundo a trav�s de un hombre, [Ad�n] y la muerte a trav�s del pecado. De esa manera la muerte pas� a todos los hombres. Por cuanto todos est�bamos en Ad�n, trajo los resultados de su pecado sobre nosotros. Y todos hemos pecado" (Ro 5:12).

a. Nacidos En Pecado. Perm�tame hacerle una pregunta �D�nde estaba usted cuando su antepasado Ad�n pec�? La Biblia ense�a que usted estaba en AD�N, es decir, estaba en sus lomos (el lugar donde las c�lulas de esperma masculina son guardadas para producir la descendencia). Puesto que todos somos la descendencia (hijos, descendientes) de Ad�n, todos estuvimos en AD�N.

Esto significa que cuando Ad�n pec�, yo fui hecho un pecador con �l, porque estaba con AD�N. Su pecado, convirti� a toda la raza humana en pecadores porque toda la raza estaba en AD�N cuando pec�.

Nuestro destino se ve ligado a la obediencia y desobediencia de Ad�n. Cuando Ad�n pec�, usted y yo nos convertimos en pecadores. Cuando la sentencia de muerte (la pena por el pecado) cay� sobre Ad�n, usted y yo (en �l) fuimos sentenciados a muerte.

De manera que yo nac� en pecado bajo la sentencia de muerte. A causa de esto, necesitaba que alguien me salvara y me liberara del matrimonio con la naturaleza de Ad�n: la naturaleza pecaminosa.

Leamos ahora algunos vers�culos de la Biblia y alegr�monos de lo que Dios ha hecho para salvarnos de nuestra infeliz condici�n y destino ligados a la muerte y al infierno.

"Pero Dios mostr� su gran amor por nosotros mientras todav�a �ramos pecadores, al enviarnos a Cristo a morir por nosotros…

El pecado de Ad�n trajo el castigo [muerte] a todos. Pero la acci�n de justicia de Cristo [llevar nuestro castigo en la cruz] hizo justos a los hombres delante de Dios, de manera que pudieran vivir…

Todos los que reciben [a Jes�s] recibir�n el derecho de convertirse en los hijos y las hijas de Dios… Verdaderamente, todos aquellos que creen en el Hijo tienen vida eterna… Se convierten en nuevas criaturas en Cristo Jes�s – con una nueva naturaleza en su interior. Ya no son los mismos; todo es algo renovado y nuevo" (Ro 5:8,18; Jn 1:12; 2 P 1:4; 2 Co 5:17).

b. Enclavada A La Cruz. S�, cuando recibimos a Jes�s en nuestros corazones como nuestro Se�or y Salvador, recibimos Su vida y Su naturaleza. Tenemos una nueva naturaleza, por supuesto, pero �qu� sucede con nuestra vieja naturaleza pecaminosa? �Pueden David y Nabal vivir pac�ficamente en la misma casa? �Podemos casarnos verdaderamente con Cristo, mientras Nabal est� todav�a vivo?


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