Aqu� es donde la cruz de Cristo hace algo por nosotros que muchos cristianos no comprenden. Es una verdad poderosa que podemos obligar al viejo Nabal a descansar para siempre. Es digno de nuestra m�s cuidadosa atenci�n. Pablo lo explica claramente de esta manera:

"No sab�is que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jes�s fuimos bautizados tambi�n en su muerte?… Vuestra vieja naturaleza que amaba el pecado muri� con �l en la cruz. Su poder fue quebrantado… Cuando Dios el Padre le levant� de los muertos en glorioso poder, fuisteis levantados tambi�n a una nueva vida…

Porque sois uno con �l, cuando �l muri� vosotros moristeis – cuando �l se levant�, vosotros os levantasteis… Ahora sab�is, por lo tanto, que vuestra vieja naturaleza pecaminosa fue enclavada a la cruz con �l y muri�. Vuestro cuerpo que era amante del pecado, ya no est� bajo el poder y control de vuestra vieja naturaleza pecaminosa – sois libres" (Ro 6:3-7).

c. Nuestra Uni�n Con Cristo �Qu� verdad m�s asombrosa! Dios lo ha hecho todo. Por Su omnisciencia (capacidad para saberlo todo) mir� a trav�s de los siglos pasados y futuros y descubri� a todos los que creer�an en �l. Los reuni� y los coloc� en CRISTO cuando mor�a en la cruz. All�, en CRISTO, fuimos crucificados con �l. �Gloria a Dios!

Nos hemos desgastado intentando crucificar nuestro "viejo hombre", cuando ya est� muerto. Porque al igual que est�bamos en Ad�n cuando �l muri� por su pecado, est�bamos en Cristo Jes�s cuando �l muri� por nuestro pecado.

Con �l nos levantamos de la muerte y del infierno hacia una nueva vida con una nueva naturaleza: Su vida y Su naturaleza. Esto es lo que significa la uni�n en Cristo: moramos en �l y �l en nosotros. Lo que �l es, lo somos nosotros.

Nuestra uni�n con Cristo es una obra de gracia del Esp�ritu Santo. Como el Esp�ritu de Cristo, �l es miembro de la divinidad que hace que Su vida y Su naturaleza se formen en nosotros. El Esp�ritu Santo proporciona un nuevo coraz�n y una nueva relaci�n.

"El que est� unido con el Se�or, es un Esp�ritu con �l" (1 Co 6:17).

"Os dar� un nuevo coraz�n y pondr� un nuevo esp�ritu en vosotros. Retirar� vuestro coraz�n de piedra [duro y rebelde] y os dar� un coraz�n de carne [suave y obediente]. Y pondr� mi Esp�ritu en vosotros y os har� que sig�is mis leyes y guard�is mis pensamientos… Ser�is mi pueblo y yo ser� vuestro Dios" (Ez 36:26-28, Versi�n Simplificada).

4. La Victoria Es Nuestra
Estamos muertos a nuestra antigua naturaleza pecaminosa, la cual, no tiene poder sobre nuestra vida. La �nica vez que nuestra vieja naturaleza puede levantarse de su "ata�d de muerte", es cuando caminamos en la falta de creencia, la incredulidad o la desobediencia. Cuando obedecemos la palabra de Dios y somos motivados por el Esp�ritu de Dios, estamos expresando nuestra nueva naturaleza.

El diablo no quiere que creamos esta verdad, pues sabe que �sta tiene el poder de liberarnos. Si no estamos conscientes de la obra que Dios ha consumado para nosotros a trav�s de la obra de Cristo en la cruz, estaremos caminando en incredulidad.

Los deseos de la carne parecer�n reales y nos sentiremos carentes de poder para resistir. El "fantasma" del viejo Nabal, r�pidamente ejercer� su influencia y apetitos en nuestra vida.

Lo mismo es verdad, si dudamos de la Palabra de Dios en la Biblia o desobedecemos lo que nos dice. Al hacerlo, disgustamos al Esp�ritu Santo que mora en nuestro interior. Esto, debilitar� Su obra dentro de nuestras vidas y Su testimonio a trav�s de nuestras vidas. En ocasiones as�, la vieja naturaleza de pecado puede aparentar ser muy fuerte.

La respuesta, como hemos visto, no es intentar crucificar a la carne a trav�s del esfuerzo personal. La carne ya est� muerta, cuando reconocemos que es as�. (Reconocer significa contarlo como un hecho, verlo y confesarlo como que ya est� realizado.)
Por lo tanto, deber�amos confesar r�pidamente nuestro pecado siempre que el Esp�ritu Santo nos convenza de �l. Despu�s, deber�amos levantarnos en fe, creer y obedecer la Palabra de Dios. Su esp�ritu nos da el poder para hacerlo.

a. Conocer Y Creer. Pablo dice que tenemos que CONOCER que nuestro viejo hombre est� crucificado con Cristo (Ro 6:6). Hemos sido crucificados y levantados con Cristo. Si no lo sabemos o no tenemos seguridad en esta verdad, encontraremos que la carne act�a como si estuviera muy viva. Nos someteremos a nuestra vieja naturaleza aun cuando ya no est� viva.

Pablo nos dice repetidamente que no tenemos que someternos a nuestra vieja naturaleza pecaminosa nunca m�s. Podemos aceptar y creer diariamente la verdad de lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz y vivir victoriosamente en el poder del Esp�ritu Santo.

b. Vivir Bajo El Poder Del Esp�ritu Santo. "Si por el poder del Esp�ritu Santo mat�is las malas obras del cuerpo – la vieja naturaleza de pecado – vivir�is" (Ro 8:13). Necesitamos el Esp�ritu Santo, tanto para vivir como para morir. (Para morir a nuestros deseos ego�stas y para vivir para Cristo).

Por consiguiente, el ministerio del Esp�ritu Santo es doble:

1) Honrar� la obra de la cruz, referente a la muerte de nuestra vieja naturaleza.

2) Nos guiar� a una vida de victoria a trav�s de nuestra nueva naturaleza.


c. Creer Y Confesar. El Esp�ritu Santo aplicar� la verdad de nuestra crucifixi�n sobre la cruz con Cristo haci�ndola tan real que la confesemos con nuestra boca. Diremos que es as�. Esto, es lo que Pablo quiso decir cuando dijo:

"Reconoced y consideraos que est�is verdaderamente muertos al pecado, pero vivos para Dios a trav�s de Jesucristo nuestro Se�or. No dej�is que el pecado gobierne ya en vuestros cuerpos. No ced�is a vuestros deseos pecaminosos" (Ro 6:11, 12, Versi�n Simplificada).

La palabra "reconocer" quiere decir simplemente creer y confesar que algo es as�. En otras palabras, tenemos que reconocer y confesar (decirlo en voz alta) que nuestra vieja naturaleza ha muerto para nosotros. Tenemos tambi�n que reconocer y decir que estamos muertos a nuestra vieja naturaleza de pecado.

Esto es as� porque la Palabra de Dios dice que morimos en Cristo en la cruz. Est� concluido y somos libres. "Estoy crucificado con Cristo" (Ga 2:20, versi�n del Rey Jacobo).

No solamente estamos muertos para el pecado, sino tambi�n vivos para Dios. Tenemos un recurso fresco y nuevo en nuestro interior. Podemos escoger estar casados con Cristo, quien nos da Su nueva naturaleza. Al hacerlo as�, podemos ser guiados (conducidos, motivados) por Dios, el Esp�ritu Santo.

Cuando vemos qui�nes somos y d�nde estamos en Cristo, es una victoria real. Significa que hemos ganado nuestra lucha con la carne. La guerra se ha terminado; la victoria es nuestra. Con las palabras de Cristo desde la cruz podemos decir valientemente: "�Consumado es!"

D. CASADOS CON OTRO
Nabal hab�a muerto. Ya no es nuestro due�o; el v�nculo matrimonial se ha roto. Tenemos a nuestro nuevo esposo de la naturaleza de David: Cristo, y somos libres. �Para qu�? Escuchemos estas palabras de la pluma de Pablo:

"Vuestra vieja naturaleza de pecado muri� con el cuerpo de Cristo en la cruz y sois libres de la ley. Esto sucedi� para que pudierais casaros con otro: estoy hablando de Cristo que fue resucitado de entre los muertos – para que podamos producir fruto para Dios" (Ro 7:4).

Casados con Otro. �De qui�n est� hablando Pablo? De Jes�s. Usted ha sido liberado de Nabal para que pueda casarse con el Se�or. Usted es una verdadera Abigail espiritual: la esposa de Cristo.

1. Vivir Para Agradar a Cristo
Las Escrituras tienen mucho que decir acerca de la relaci�n matrimonial porque es un cuadro de nuestra relaci�n con Cristo.

No hemos sido liberados para vivir por nuestra cuenta como nosotros deseemos. Hemos sido liberados para vivir con otro y responder a su gran amor por nosotros.

A causa de este amor, podemos confiar en �l completamente y buscar complacerle de todas las maneras. Jes�s dijo: "Si me am�is, guardad mis mandamientos". El Ap�stol Juan a�ade: "…Y �ste no es un deber oneroso ni dif�cil" (Jn 14:15; 1 Jn 5:3).

El buscar complacer al Se�or en todas las cosas, significa que le obedeceremos felizmente.

Porque �l es la cabeza y el esposo de su Iglesia, y nosotros, que somos la esposa de Cristo, vamos a querer someternos a su cobertura y autoridad. Pablo se ocupa de esta relaci�n en su carta a los Efesios:

"Esposas someteos a la direcci�n de vuestros esposos, de la misma manera que os somet�is al Se�or. Porque el esposo es la cabeza de su esposa como Cristo es la cabeza de su esposa la Iglesia. �l dio su misma vida para ser su salvador.

Como la Iglesia obedece a Cristo, as� deber�a la esposa someterse a su esposo. Maridos, amad a vuestras esposas como Cristo am� a la iglesia – su esposa – y entreg� su vida por ella" (Ef 5:22-25, Versi�n Simplificada).

Vemos claramente que hemos sido liberados para poder amar y servir a Cristo, y para hacerlo tambi�n los unos con los otros. Cristo es el esposo perfecto y es nuestro privilegio glorioso ser su esposa. Deber�amos buscar servirle y complacerle en todo lo que digamos y hagamos.

Pablo sigue describiendo lo que esto significa para �l personalmente en su carta a la Iglesia en Corinto:

"Soy libre en todos los aspectos del control de todos. Sin embargo, me he convertido en un siervo para todos para poder ganarlos para Cristo" (1 Co 9:19, Versi�n Simplificada).

Pablo era libre de todos para ser siervo de Cristo para todos. No deseaba relaciones terrenales que le pudieran apartar del servicio cristiano hacia todos, en todo tiempo y en todo lugar. El gran deseo de Pablo no era complacerse a s� mismo ni complacer a los otros, sino solamente complacer al Se�or.

Esta es la preocupaci�n ansiosa y profunda de Pablo con referencia a nosotros tambi�n. Lo establece con fuerza y con gran sentimiento cuando escribe a la Iglesia de Corinto.

"Tengo una gran preocupaci�n por vosotros con celo divino. He prometido entregaros a Cristo solamente. �l tiene que ser vuestro �nico marido. Quiero que os entregu�is a �l como una esposa pura y santa" (2 Co 11:2, Versi�n Simplificada).

2. Nuestros Votos de Matrimonio Renovados
Querido lector, �sta es tambi�n mi preocupaci�n por usted. He buscado en este estudio mostrarle c�mo ha sido liberado de su naturaleza de Nabal, para estar casado con otro. Al igual que Abigail se convirti� en la esposa de David, usted es la esposa de Cristo. Como su esposo divino, �l es suyo para siempre, y usted es para siempre Suyo. Como Abigail en la antigüedad, procure ser siempre un siervo amoroso y leal en el reino de su Se�or.

Podemos seguir el patr�n que se encuentra en Romanos 6:11:

"Reconozco [declaro] que estoy verdaderamente muerto al pecado, pero vivo para Dios a trav�s de Jesucristo mi Se�or."

Repetiremos estos votos frase por frase tal y como se se�ala abajo. Por favor, retr�tese a s� mismo con un aspecto correcto ante los ojos de Jes�s y h�blele desde la profundidad de su coraz�n:

Yo, (el nombre de usted), reconozco y me declaro...
Estar muerto al pecado...
Pero vivo a Dios...
A trav�s de Jesucristo mi Se�or...
El cual es mi esposo celestial...
Ahora y para siempre. Am�n.

Uno casi puede o�r una voz desde el cielo que dice: "Ahora os declaro marido y mujer".

No es de extra�arse el porqu� las Escrituras dicen que hay una gran alegr�a en el cielo entre los Santos �ngeles cuando se arrepiente un pecador (Lc 15:10). Otro miembro ha sido a�adido a la esposa de Cristo. Es una �poca de celebraci�n alegre, como lo fue cuando Abigail se cas� con David.

Tambi�n, hemos encontrado nuestro David en Cristo Jes�s. Un d�a nuestro gozo ser� completo cuando nos sentemos juntos en "la cena de las bodas del cordero". Y las Escrituras nos prometen, con seguridad divina, que todos viviremos juntos, felizmente y para siempre.

Recu�rdelo siempre y no lo olvide nunca:

USTED EST� CASADO CON OTRO.


.::2do Trimestre - .::SECCI�N B