Cap�tulo 2
La Llave De La Autoridad Del Creyente

Introducci�n

Durante seis d�as en el invierno de 1951, dos l�deres y yo estuvimos buscando al Se�or en oraci�n y ayuno. Hab�amos sido invitados a usar una casa parcialmente edificada cerca de una playa como a 20 millas de Adelaida.

Todos sent�amos la necesidad de retirarnos de nuestras actividades pastorales para estar a solas con Dios. Quer�amos buscar Su rostro para que enviara una unci�n fresca del Esp�ritu Santo sobre nuestros ministerios. D�a tras d�a, nos ministramos unos a otros a trav�s de la Palabra, estudiamos juntos, oramos juntos y, a veces, corr�amos por las colinas arenosas. Tambi�n disfrutamos de tiempos de comuni�n personal con el Se�or.

Est�bamos conscientes de las bendiciones de Dios en nuestros corazones. Edific�bamos nuestras vidas espirituales.

Pero la �ltima noche hab�a llegado. �bamos a salir temprano en la ma�ana. Sent� que no hab�a recibido todo lo que estaba buscando.

Nos retiramos a dormir. Pronto descubr� que en lugar de dormir, mi mente no se apartaba de ciertas verdades de la Palabra de Dios. Hora tras hora, todo el libro de Efesios ven�a a mi memoria. Los grandes principios b�blicos de ese emocionante libro estaban poderosamente impresos sobre m�.

Conoc�a Efesios muy bien y me encantaba predicar su contenido, pero esta vez las antiguas verdades ven�an a mi mente con un nuevo significado. Saltaban nuevas verdades en mi coraz�n y mente bajo la inspiraci�n del Esp�ritu Santo.

La siguiente ma�ana, mis amigos, quienes hab�an dormido en otro cuarto, me preguntaron qu� me hab�a pasado durante la noche. Aparentemente, mis frecuentes oraciones y alabanzas, los hab�an perturbado.

El siguiente domingo cuando nos encontramos en nuestros servicios, les dije a las personas: "Muchos de ustedes saben que nosotros hab�amos estado retirados buscando al Se�or la semana pasada. Esperan que abra mi valija y produzca un avivamiento. Eso mismo es lo que intento hacer".

Saqu� una valija, la abr�, tom� mi Biblia y declar�: "Todo est� aqu�. Aqu� est� el secreto del avivamiento, victoria y poder con Dios. Todo lo que necesitamos hacer es recibirlos, creerlos y ponerlos en acci�n. Necesitamos conocer qui�nes somos, qu� dice Dios acerca de nosotros y cu�l es nuestra autoridad en Jesucristo".

Examinemos brevemente algunas de estas preciosas verdades que el Se�or hac�a arder dentro de mi alma esa noche. Estas verdades, han caracterizado mi ministerio de manera prominente desde entonces, demostrando ser otra llave hacia el avivamiento y la victoria cristiana.

A. NUESTRA POSICI�N Y CONDICI�N EN CRISTO
La ep�stola de Pablo a los Efesios cae naturalmente dentro de dos secciones: los primeros tres cap�tulos son una presentaci�n positiva de la posici�n del creyente en Cristo. Esta secci�n concluye con esta promesa de bendici�n inspiradora...

"Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho m�s abundantemente de lo que pedimos o entendemos, seg�n el poder que act�a en nosotros, a �l sea la gloria en la iglesia en Cristo Jes�s por todas las edades, por los siglos de los siglos. Am�n" (Ef 3:20, 21).

Los segundos tres cap�tulos, tratan con las consideraciones pr�cticas en la vida del creyente.

Dir�amos que la primera secci�n establece nuestra posici�n legal ante Dios; la segunda, el estado actual (condici�n) de nuestra vida cristiana.
La primera, trata con nuestra riqueza; la segunda, con nuestra vocaci�n o caminar. La primera, nos muestra nuestros derechos; la segunda, nuestras responsabilidades. La primera, es doctrinal; la segunda, pr�ctica.

1. Existe Un Orden Divino
Es importante que observemos el orden divino: primero, nuestra posici�n; despu�s, nuestro estado o condici�n.

Hay demasiados cristianos que est�n tratando de perfeccionar su estado a fin de ganar la posici�n correcta delante de Dios.

Esto, es contrario al m�todo de Dios.

Primero, �l nos da la posici�n correcta y nos pide que la creamos; luego, nos da poder para vivir en conformidad a la misma. Nuestra posici�n, nuestra riqueza, nuestros derechos y privilegios en Cristo son adquiridos �nicamente por la gracia de Dios. Ellos, representan el favor de Dios sobre todos los creyentes.

2. Tenemos Que Aceptar Nuestra Posici�n
Si queremos cuidar de nuestra condici�n, nuestra vocaci�n y nuestras responsabilidades en nuestra vida diaria, primero que nada tenemos que aceptar lo que hemos llegado a ser cuando fuimos ubicados en Jesucristo.

Es vital que creamos de coraz�n esta revelaci�n divina como ha sido expuesta en los primeros tres cap�tulos de Efesios. Esto, nos dar� el poder para "que and�is como es digno de la vocaci�n con que fuisteis llamados" (Ef 4:1), como se nos requiere en los segundos tres cap�tulos.

Amigos, esta es la manera en que Dios siempre nos anima y ayuda. Primero, �l nos muestra lo que somos en Cristo. �l nos confiere las declaraciones certeras de Su gracia (poder capacitador). Luego, nos dice: "si solamente crees, entonces, lo que he declarado podr� llegar a ser una realidad pr�ctica en tu vida". As� es que la fe obra. Creemos antes de ver.

La santificaci�n o santidad de vida por cualquier otro medio, viene a ser una ley natural de las obras. Aun las buenas obras de la carne, son carnales. Las �nicas obras que son agradables a Dios, son las que emergen como un fruto de Su gracia (capacitaci�n divina) operando a trav�s de nuestra fe en Su Palabra.

Veamos c�mo esta verdad resplandece a trav�s de Efesios.

B. LA BUENA PALABRA DE DIOS
En Efesios 1:3 tenemos un vers�culo que es el favorito de muchas personas:

"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Se�or Jesucristo, que nos bendijo con toda bendici�n espiritual en los lugares celestiales en Cristo".

Hay una profunda verdad oculta en este vers�culo. Las palabras "bendito" y "bendijo", vienen de la misma palabra griega de la que obtenemos nuestra palabra "elogio".

Esa misma palabra griega aparece en Romanos 15:29, donde Pablo dice:

"…llegar� con abundancia de la bendici�n del evangelio de Cristo", o literalmente, "la plenitud de la buena articulaci�n del evangelio de Cristo".

En Romanos 16:18 se usa la misma palabra, pero esta vez en insinceridad.

Pablo habla de aquellos que "...con suaves palabras y lisonjas enga�an los corazones de los ingenuos".

No obstante, las suaves palabras de Dios concernientes a nosotros, son genuinas y sinceras. Lea Efesios 1:3 ahora con una mejor traducci�n de su significado...

"Bendecido sea el Dios y Padre de nuestro Se�or Jesucristo, quien ha hablado bien o con suaves palabras concerniente a nosotros con toda buena articulaci�n en los lugares celestiales en Cristo Jes�s".

S� amigos, �esta es una verdad asombrosa! Dios nos elogia (articula o habla buenas palabras de nosotros) a medida que nos contempla en Cristo. �l habla grandes cosas de nosotros. Se expresa muy bien de nosotros.

1. Dios Habla Bien De Nosotros
Dios no habla bien de nosotros cuando estamos en nuestro estado no regenerado o ad�mico. Sin embargo, siendo que hemos aceptado a Cristo, �l nos ve en Su Hijo y nos tiene en muy alta estima.

a. La Naturaleza Ad�mica Tiene Que Morir. �l declara que nuestra naturaleza ad�mica tiene que morir con la vieja criatura cuando es crucificada con Cristo (Ro 6:6-11).

b. Somos Nuevas Criaturas En Cristo. Declara que somos nuevas criaturas en Cristo, que las cosas viejas pasaron y que todas son hechas nuevas (2 Co 5:17).

c. Resucitamos Con Cristo. �l declara que nosotros resucitamos con Cristo y reinamos con �l en los lugares celestiales (Ef 2:6).

d. Perfectos En Cristo. Todo lo que Cristo hizo no fue para S� Mismo, sino por nosotros. Dios nos ve perfectos (completos, cabales, sin mancha) en Cristo.

2. Dios Nos Anima Y Ayuda
El M�todo de Dios para animarnos y ayudarnos, siempre ha sido el mismo. �l nos da Su Palabra y nos llama para que la creamos y la pongamos en pr�ctica.

a. No Se Deje Enga�ar Por El Diablo. El diablo tom� este m�todo prestado. Lo vemos usando esta t�cnica en G�nesis 3. Cuando le dijo la mentira a Eva, la incit� para que la creyera y actuara de acuerdo a ella.

Si Eva hubiera cre�do la Palabra de Dios y actuado de acuerdo a ella, no habr�a ca�do en el pecado ni arrastrado a toda la raza humana hacia la ruina con ella.

b. Siga El Camino De Dios. Dios todav�a se acerca al hombre de esta manera:

1) �l nos da Su buena Palabra, y

2) Nos pide que la creamos con todo el coraz�n, y

3) Actuemos en conformidad a la misma.

c. La Palabra De Dios Tiene Poder. De hecho, si creemos la Palabra de Dios sinceramente, �l nos otorgar� poder para actuar de acuerdo a ella. En Su Palabra hay vida y tiene poder para materializar las cosas (para que vengan a ser lo que uno ha dicho que sean).

Una semilla que es plantada en la tierra, reto�ar� con la vida y forma que Dios dise��. La semilla de la Palabra de Dios recibida en nuestros corazones, tambi�n producir� vida y forma en nosotros.

Es por eso que Dios nos elogia a medida que nos ve en Cristo. �l sabe que si recibimos y creemos Su Palabra, �sta se materializar� (ser� vista en formas visibles) en nuestras vidas. Esta es la f�rmula divina para la victoria cristiana.

C. NUESTRA UNI�N CON CRISTO
Apartados de Cristo estamos muertos en nuestros delitos y pecados. Sin embargo, Dios nos llama a que nos veamos a nosotros mismos como si estuvi�ramos en Su Hijo.

Luego, nos pide que creamos que estamos crucificados con �l, sepultados con �l y resucitados con �l. Esta uni�n del creyente con Cristo, es vista en dos aspectos: nuestra posici�n legal (como un pariente Suyo), y nuestra morada vital.

1. Nuestra Posici�n Legal
Esta es nuestra posici�n legal delante de Dios. En el momento en que aceptamos a Cristo como nuestro Salvador y Se�or, somos justificados. Se nos otorga una posici�n judicial, una posici�n legal delante de un Dios santo.

En Efesios 1:15-23, Pablo ora para que nosotros seamos iluminados espiritualmente en cuanto a nuestra posici�n legal en Jes�s:

"Oro para que vosotros comenc�is a entender cu�n incre�blemente grande es su poder para ayudar a los que creen en �l.

Sucede que ese mismo poder majestuoso que levant� a Cristo de los muertos, le sent� en el lugar de honor a la diestra de Dios en el cielo, por sobre todo rey, o gobernador o dictador o l�der.

S�, su honor es mucho m�s glorioso que el de cualquier otro, ya sea en este mundo o en el mundo por venir (traducci�n literal)".

Luego en el Cap�tulo 2, Pablo declara que Dios "nos da vida" [nos levant� de los muertos] "juntamente con Cristo, y nos llev� al cielo para sentarnos en lugares celestiales con Cristo Jes�s" (vs 4-6, traducci�n literal).

En la mente y prop�sito de Dios, cuando Cristo muri�, nosotros tambi�n morimos en �l; cuando �l resucit�, nosotros tambi�n resucitamos con �l; y cuando �l ascendi� a la diestra del Padre, nosotros tambi�n ascendimos y nos sentamos con �l en el trono a la diestra de Dios el Padre.

Estas son algunas de las "articulaciones buenas" pronunciadas por Dios a nuestro favor. Ellas representan una declaraci�n divina de nuestra uni�n y privilegio legal por el hecho de estar con Jesucristo.

Pablo nos exhorta al decir: "…consideraos [dar por sentado] muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jes�s, Se�or nuestro" (Ro 6:11).

La mente natural se rebela contra una revelaci�n sobrenatural como esa. Es �nicamente a medida que participamos de la mente de Cristo que podemos captar estas verdades.

Luego, �stas vienen a ser el camino hacia el poder y la victoria personal sobre los problemas, el pecado, la enfermedad y los demonios.

2. Nuestra Morada Vital
Dios nos ha otorgado una posici�n legal en Cristo (la cual, tenemos que aceptar por fe). �l tambi�n ha producido una experiencia vital en nosotros por Su Esp�ritu.

Al escribir a los G�latas, Pablo dice: "Y por cuanto sois hijos, Dios envi� a vuestros corazones el Esp�ritu de Su Hijo, el cual clama: �Abba, Padre!" (Ga 4:6).

Nuestra naturaleza ad�mica est� muerta a Dios. Pero desde nuestro nuevo nacimiento habita en nosotros el Esp�ritu divino del Hijo. Pablo dice: "Pero el que se une al Se�or, un esp�ritu es con �l" (1 Co 6:17).

�l vuelve a testificar en G�latas 2:20: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en m�; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me am� y se entreg� a s� mismo por m�".

Pablo ni vivi� su vida diaria, ni condujo su tremendo ministerio dependiendo de su poder o sabidur�a personal. �l oper� por el concepto, divinamente inspirado, de que Cristo vivi� dentro de �l por Su Esp�ritu.

El Ap�stol Juan tambi�n comprendi� esta verdad: "…porque mayor es el que est� en vosotros, que el que est� en el mundo" (1 Jn 4:4).

El mismo ap�stol escribi� en Juan 1:16: "Porque de Su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia".

Esto, significa que nosotros los creyentes tenemos residiendo en nosotros el pleno potencial de la vida de Cristo. �l coloca Su amor, Su gozo, Su paz, Su paciencia, Su bondad, Su tolerancia, Su fe, Su mansedumbre y templanza (o autocontrol) dentro de nosotros (Ga 5:22, 23). Todos �stos, son el fruto de Su Esp�ritu que mora en nosotros.

Por fe aceptamos la posici�n legal que Dios nos ha dado (esto es, en nuestra posici�n legal en Cristo). El Esp�ritu de Cristo que mora en nosotros responde a nuestra fe y produce la naturaleza de Cristo en nosotros.

De estas dos maneras, [1] nuestra creencia y [2] la capacitaci�n del Esp�ritu, nuestra uni�n con Cristo interacciona. �stas, nos revisten de poder para vivir de tal manera que otros puedan ver a Cristo en nuestras vidas.

En medio del caos y las presiones de este mundo, no olvidemos nunca que tenemos dentro de nosotros un "santuario interno". Cristo debe residir all�. De �l tomamos los recursos que son m�s adecuados para cada necesidad y cada situaci�n. Romanos 8:37 nos dice: "Antes en todas estas cosas somos m�s que vencedores por medio de aquel que nos am�".

D. NUESTRA AUTORIDAD EN CRISTO
Porque Dios Mismo ha declarado que estamos en Cristo, y todo lo que es dicho concerniente a Cristo es dicho tambi�n concerniente a nosotros.

Al elogiar a Cristo, el Padre nos elogia (dice cosas de alta estima) en Cristo.

1. Autoridad Sobre El Poder Del Enemigo
Cristo tiene toda autoridad (Mt 28:18). Por consiguiente, nosotros tenemos autoridad (Lc 10:19):

"He aqu� os doy potestad [autoridad] de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza [habilidad para hacer da�o] del enemigo, y nada os da�ar�".

2. Autoridad Sobre Satan�s
La cabeza de Satan�s fue aplastada (fatalmente herida) y pisoteada bajo la planta del pie de Cristo (Gn 3:15). Tambi�n es pisoteada bajo la planta de nuestros pies:

"Y el Dios de paz aplastar� en breve a Satan�s bajo vuestros pies" (Ro 16:20).

Satan�s ha sido legalmente puesto debajo de los pies de Cristo, en otras palabras, est� sujeto a Su autoridad (Ef 1:22). Y Satan�s tambi�n ha sido legalmente puesto bajo la planta de nuestros pies.

El salmista declar�: "Sobre el le�n y el �spid pisar�s; hollar�s al cachorro del le�n y al drag�n" (Sal 91:13).

3. Autoridad Como Los Embajadores De Cristo
Como Cristo fue enviado a este mundo, nosotros tambi�n lo hemos sido. Jes�s dijo al Padre:

"Como t� me enviaste al mundo, as� yo los he enviado al mundo" (Jn 17:18).

Por lo tanto, somos embajadores de Cristo y tenemos Su autoridad para ir, hablar y actuar en Su bienestar (2 Co 5:20).
�l nos ha dado un poder legal, es decir, la autoridad para obrar como representantes de Jesucristo. Con Su autoridad predicamos el evangelio, colocamos nuestras manos sobre los enfermos y echamos fuera demonios.

4. Autoridad En El Reino De Dios
Jes�s es el heredero de todas las cosas, y nosotros somos "herederos de Dios y coherederos con Cristo" (Ro 8:17). Nosotros compartimos los derechos de Su trono aqu� y ahora mismo, y reinaremos con �l en Su Reino milenario.

5. Crea En Dios Por La Palabra
Amigos, de seguro que aqu� hay una llave que puede transformar su vida. Crea esto. Abrir� para usted la puerta hacia los recursos inagotables del Reino de Dios.

En el Cap�tulo 1, consideramos que se encuentra la llave de La Autoridad De Cristo.

Aqu� tenemos ahora una segunda llave: es la autoridad del creyente en Cristo o, como dir�amos, la autoridad de Cristo en el creyente.

Dejemos de justificar los fracasos y convirtamos nuestras excusas en testimonios. Retengamos la llave que nos es ofrecida, creamos en ella, us�mosla y comprob�mosla.

Desde el tiempo en que estas llaves fueron impresas profundamente sobre m� aquella noche de 1951, jam�s he cesado de dar gracias a Dios por esta llave de autoridad. He seguido exhortando a cada creyente a que se atreva a creer en Dios por lo que dice en Su Palabra y a poner en pr�ctica el privilegio de ser un pariente de Cristo.

Ese es su privilegio �P�ngalo en operaci�n!


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