Cap�tulo 5
La Llave De La Autoridad De Cristo En La Iglesia Local

Introducci�n

Es evidente que es en tiempos de dificultades y pruebas que Dios irrumpe en nuestro entendimiento con un nuevo concepto. Recibimos una percepci�n nueva sobre una verdad familiar antigua. Las presiones de los problemas y circunstancias adversas nos llevan a confesar ante Dios los pesares de nuestros corazones.

En tiempos como esos, el Esp�ritu de Dios tiene la oportunidad de impartirnos un entendimiento m�s intenso del plan y prop�sito de Dios.

Durante muchos a�os me he adherido a la revelaci�n de la Iglesia en el Nuevo Testamento. Creo que �sta es una instituci�n universal, un organismo vivo, organizado en iglesias locales (de hogares) que se gobiernan y propagan a s� mismas.

No obstante, fue durante un tiempo de adversidad en la obra que Dios levant� bajo mi liderato en Adelaida, Australia del Sur, cuando el Se�or me mostr� la autoridad de Cristo en la iglesia local (del hogar).

A. CRISTO Y LA IGLESIA LOCAL O DEL HOGAR
El Se�or me mostr� c�mo la iglesia en una localidad puede ser usada como una llave hacia el avivamiento.

1. El Plan De Dios Para La Iglesia Del Nuevo Testamento
Mi deseo personal, era salir al ministerio evangel�stico en Australia y en el extranjero. En lugar de eso, el Se�or me confin� a continuar en Su obra para establecer este gran principio de la Iglesia del Nuevo Testamento. Cada iglesia local o del hogar, debe ser un centro aut�nomo de avivamiento. No independiente, sino m�s bien interdependiente, utilizando su libertad en una unidad dedicada y en una coordinaci�n de actividades.

Entonces, recib� las cinco normas del avivamiento en una iglesia local. Este programa de cinco puntos, ha venido a ser, desde entonces, de gran inspiraci�n para muchas otras iglesias locales.

En Apocalipsis 1, el Ap�stol Juan registra su visi�n de los siete candeleros de oro y al Cristo resucitado que estaba en medio de ellos. Esos siete candeleros, se nos ha dicho, simbolizaban las siete iglesias de Asia Menor.

Adem�s, siete es el n�mero que simboliza totalidad o perfecci�n.

Los candeleros tambi�n representan a toda la Iglesia sobre la tierra.

En �xodo 25, leemos que Mois�s recibi� la orden de fabricar un candelero con siete brazos hechos de una sola pieza de oro. Esto, simboliz� el testimonio de Israel en el Antiguo Testamento. Israel fue escogido para que fuera una naci�n gobernada centralmente y unida, un candelero de siete brazos de una pieza de metal.

No obstante, en el Nuevo Testamento, la Iglesia cristiana es simbolizada por siete candeleros individuales. Dios nunca tuvo la intenci�n de que la Iglesia fuera una instituci�n organizada y centralmente gobernada universalmente. �l plane� que ella fuera una asociaci�n de congregaciones gobernadas localmente.

2. Cristo Trata Directamente Con Iglesias Locales (Hogares)
En Apocalipsis 2 y 3, leemos los mensajes del Se�or para las siete iglesias, y descubrimos que �l trata directamente con cada iglesia en particular, exhort�ndola, orden�ndole, reprendi�ndola, amonest�ndola y remuner�ndola. De igual manera sucede hoy.
El Se�or no trata con la Iglesia como denominaciones organizadas, ni como un cuerpo universalmente organizado. �l ve a Su Cuerpo compuesto de todos los creyentes nacidos de nuevo visibles en formas de iglesias o congregaciones locales.

En la iglesia local o del hogar, �l ha establecido gobierno, ministerio, comuni�n y disciplina.

La Iglesia Universal es comparada en el Nuevo Testamento con un edificio en el cual nosotros hemos sido edificados como "piedras vivas". Es descrita como una familia en la cual tenemos el derecho legal de ser hijos leg�timos. Es llamada el Cuerpo de Cristo, del cual somos miembros en particular.

Pero, �c�mo puede alguien disfrutar de sus privilegios y cumplir con sus deberes como miembro de esa Iglesia Universal, a menos que no comience tomando su lugar en la iglesia local?

3. La Iglesia Universal Y La Iglesia Local (Del Hogar)
En Mateo 16:18 Jes�s dijo: "Edificar� mi iglesia", haciendo referencia a la Iglesia Universal, la cual est� compuesta de todos los que, como Pedro, reciben y confiesan que Jes�s es el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

En contraste con esto, Jes�s ense�� en Mateo 18:15-17 que si una persona ha sido ofendida por otra, debe procurar la reconciliaci�n privadamente con tal persona. Si tal cosa fracasa, deber� ir con testigos. Si todav�a no tiene �xito, entonces, deber� llevar el asunto ante "la iglesia".

Pero �a qu� iglesia? Por supuesto que no es a la Iglesia Universal, ni a otra denominaci�n particular, sino obviamente a la iglesia local. Es all� donde encontramos comuni�n y las medidas disciplinarias para mantener la armon�a y comuni�n.

En la primera menci�n de la Iglesia en el Nuevo Testamento, es una referencia a la Iglesia Universal que Cristo est� edificando.

Pero la segunda referencia a la Iglesia, es la congregaci�n local.

Estas son las �nicas dos maneras en las que la palabra "iglesia" es usada en la Biblia: ya sea como Iglesia Universal de todos los creyentes que han nacido de nuevo, o la iglesia local en la cual tales creyentes se han organizado.

Volvi�ndonos al libro Apocalipsis 1: Observemos que Juan hace s�lo una referencia pasajera a los siete candeleros de oro. Luego, toma cuatro vers�culos para describir elocuentemente las glorias de "uno semejante al Hijo del Hombre" en medio de los candeleros.

No fue el oro reluciente de los candelabros lo que impresion� a Juan, sino la indescriptible gloria de Cristo, el Sumo Sacerdote resucitado que caminaba entre ellos.

4. La Victoria De Cristo Es Vista En La Iglesia Local
Y as� mismo sucede hoy. Jes�s, la Cabeza glorificada de la Iglesia Universal, camina en medio de las iglesias locales para ministrarles, ordenarles, reprenderlas, corregirlas y bendecirlas.

Y el Cristo que se mueve entre las iglesias locales, es el Mismo que le dijo a Juan ese d�a en la Isla de Patmos: "No temas, yo soy el primero y el �ltimo. Y el que vivo, y estuve muerto, mas he aqu� que vivo por los siglos de los siglos, am�n. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades [infierno]" (Ap 1:17, 18).

Cada iglesia local, emerge como un testimonio de Cristo resucitado, triunfante y glorificado.

�l muri� y resucit� de la tumba. Luego, ascendi� al cielo.

Toda autoridad le fue dada en el Cielo y en la tierra.

�l derrot� al diablo en lo que era su propio territorio. Cristo le arrebat� al diablo las llaves del infierno y de la muerte, y ahora est� sentado a la diestra del Padre en Su trono de victoria. Su autoridad es suprema. �l es quien se pasea en medio de cada candelero o iglesia local.
As� como el sacerdote en el templo, Jes�s est� listo para derramar nuevos surtidos de aceite, para limpiar y recortar la mecha para que una l�mpara pueda alumbrar constantemente la gloriosa victoria y autoridad suprema del Se�or Jesucristo.

Cada congregaci�n local puede tener la victoria y tener avivamiento. Cristo conoce a cada iglesia local, le habla a cada una y ministra a cada una. Imagin�monos este mundo saturado de candeleros de oro, y con el Sumo Sacerdote Jesucristo resucitado caminando en medio de ellos. Ese es el panorama que tiene el Cielo de la Iglesia sobre la tierra.

Existen tres maneras en las cuales la iglesia local puede ser un testigo fiel de la victoria de Cristo.

a. En La Unidad De Los Creyentes. Un gran �nfasis es puesto sobre la unidad en el Nuevo Testamento. Aun antes de �l mencionar la Iglesia, Jes�s dijo:

"Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y all� te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja all� tu ofrenda delante del altar, y anda, reconc�liate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda" (Mt 5:23, 24).

En Su primera referencia a la iglesia del hogar o local, en Mateo 18:15-17, Jes�s habl� de la necesidad de la reconciliaci�n entre los hermanos y de la disciplina para los que reh�san ser reconciliados.

El Ap�stol Pablo exhorta a la iglesia local de Roma: "Pero el Dios de la paciencia y de la consolaci�n os d� entre vosotros un mismo sentir seg�n Cristo Jes�s, para que un�nimes, a una voz, glorifiqu�is al Dios y Padre de nuestro Se�or Jesucristo" (Ro 15:5,6).

Luego le escribi� a los Filipenses: "…para que o sea que vaya a veros, o que est� ausente, oiga de vosotros que est�is firmes en un mismo esp�ritu, combatiendo un�nimes por la fe del evangelio" (Fil 1:27).

Y as�, a trav�s de todo el Nuevo Testamento, encontramos exhortaciones repetidas para mantener la unidad del Esp�ritu en la iglesia local. Sin �sta, el Esp�ritu Santo es contristado, y la gloriosa victoria de Cristo no puede ser experimentada o demostrada.

b. En El Amor De Los Creyentes. El t�rmino para amor en el griego, es uno que expresa un amor divino, uno impartido de manera sobrenatural.

Leamos lo que nos dice el Ap�stol Pedro con respecto a esto:

"Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, am�ndoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldici�n por maldici�n, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendici�n" (1 P 3:8, 9).

Es en la iglesia local donde encontramos la oportunidad de dar expresi�n al amor de Dios. No encontramos el mismo reto e incentivo para demostrar este amor divino siendo miembros de la iglesia Universal.

Estamos muy alejados de la vasta mayor�a de los compa�eros miembros. Es una situaci�n diferente en la comunidad de la iglesia local.

En 1 de Juan 3:14, leemos: "Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos". Muchos de nosotros podemos leer esas palabras y decimos "am�n". Nosotros amamos a nuestros hermanos. Entre m�s grande es la multitud, mayor es nuestra alegr�a. Disfrutamos de su confraternidad (comuni�n).

Pero entonces, completamos ese vers�culo y leemos estas palabras: "Todo aqu�l que aborrece a su hermano es homicida".

Como podemos ver, es imposible amar a los hermanos si somos negligentes en amar a un hermano (hermana) en particular.

Y lo m�s probable es que nos encontremos con tal hermano en la iglesia local.

Es posible que nos olvidemos de �l si estuviera al otro lado de la tierra, o aun al otro lado del pueblo. Pero vamos a tener que aprender a amarlo con el amor divino de Dios en nuestros corazones si le encontramos cada semana en la iglesia local.

El amor de Dios es derramado en los corazones de los creyentes, y a medida que penetra por la atm�sfera de la iglesia local, el poder de Cristo es revelado y Su gloriosa victoria demostrada en sus medios.

c. En La Autoridad De Los Creyentes. Jam�s olvidar� el momento en el cual la profunda verdad de Mateo 18:19, 20 fue firmemente grabada sobre m� por el Se�or. Jes�s dijo: "Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les ser� hecho por mi Padre que est� en los cielos. Porque donde est�n dos o tres congregados en mi nombre, all� estoy yo en medio de ellos".

Cristo no se estaba refiriendo a un acuerdo superficial o casual entre los hermanos de que cierta cosa deber�a ser hecha o de que cierta necesidad deber�a ser suministrada.

Algunas personas han venido a m� en ocasiones y dicho: "�Est�s de acuerdo conmigo de que esto o aquello deber�a ser hecho?".

Por lo regular, he contestado que no puedo estar de acuerdo con ellos a menos que comparta sus profundas convicciones y me una con ellos en fe.

La palabra "acordar" viene del vocablo griego sumphoneo, que significa sinfon�a, o un cruce perfecto de pensamientos, sentimientos y prop�sitos.

Un amigo m�o me dijo recientemente que una vez toc� en la orquesta sinf�nica de cierta ciudad en Nueva Zelanda.

El director detuvo la m�sica y mencion� que un violinista no estaba tocando una nota particular debidamente. El violinista protest� diciendo que estaba tocando en armon�a con la m�sica.

El director nuevamente detuvo la orquesta y le dijo al mismo violinista que estaba fuera de tono en cierta nota. Finalmente, el director examin� la m�sica y descubri� que la copia que el violinista estaba usando, ten�a un error de impresi�n. Aunque la nota correcta estaba siendo tocada seg�n la m�sica, estaba fuera de armon�a con el resto de la orquesta. Tal era la sensibilidad del o�do de aquel brillante director.

Cu�nto m�s sensible es el o�do de nuestro Padre Celestial, quien no s�lo escucha nuestras palabras, sino que tambi�n conoce los motivos de nuestros corazones.

Jes�s dijo que si dos o m�s se ponen de acuerdo o en perfecta armon�a de esp�ritu y mente, deseo, motivo y prop�sito, el Padre responder�a a sus s�plicas espont�neamente.

Pero, �c�mo puede suceder eso? El vers�culo 20 nos dice: "Porque donde est�n dos o tres congregados en mi nombre, all� estoy yo en medio de ellos".

Esto es lo que alguien ha llamado la mente magistral de Cristo.

Cuando las mentes de dos o tres o m�s creyentes est�n en perfecta armon�a entre s�, y de acuerdo con la mente de Cristo en sus medios, la respuesta a su petici�n es inevitable.

He aqu� el secreto de la autoridad y de la oraci�n exitosa y del logro espiritual, los cuales deben ser descubiertos y ejercitados en cada iglesia local. He aqu� la llave que se pone en las manos de los l�deres y miembros de cada congregaci�n o asamblea local.


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