Cap�tulo 5
La Fiesta De Pentecost�s

"Y contar�is desde el d�a que sigue al d�a de reposo, desde el d�a en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas ser�n. Hasta el d�a siguiente del s�ptimo d�a de reposo contar�is cincuenta d�as; entonces ofrecer�is el nuevo grano a Jehov�. De vuestras habitaciones traer�is dos panes para ofrenda mecida, que ser�n de dos d�cimas de efa de flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para Jehov�" (Lv 23:15-17).

A. EL ASPECTO PASADO (HIST�RICO)
El aspecto pasado de la Fiesta de Pentecost�s merece menci�n. Hab�a tres ocasiones principales sobre las cuales los israelitas deber�an presentarse a s� mismos delante de Dios (Ex 23:14-17). La primera, era durante la Pascua, que tambi�n inclu�a la de los Panes Sin Levadura y la de los Primeros Frutos. Estas tres fiestas tomaban lugar entre un per�odo de ochos d�as a dos semanas.

La segunda ocasi�n, era para celebrar la Fiesta de Pentecost�s (tambi�n llamada la Fiesta de la Cosecha o Siega). �sta, conclu�a cincuenta d�as despu�s de ofrecer la gavilla o primer fruto de la ofrenda mecida al final de los panes sin levadura.

La tercera gran temporada de festivales, era llamada la Fiesta de los Tabern�culos (despu�s que se recog�a la cosecha) que se celebraba al final del a�o cuando los israelitas recog�an los frutos del campo.

El tiempo de fiesta comenzaba el primer d�a del s�ptimo mes con la fiesta de las trompetas; el d�a diez de ese mes, era el d�a de la expiaci�n, seguido por la fiesta de los tabern�culos el d�a quince.

Esto suced�a en los meses de Septiembre y Octubre... "Tres veces en el a�o se presentar� todo var�n delante de Jehov� el Se�or" (Ex 23:17).

Deuteronomio 16:9-11 describe la fiesta de Pentecost�s, diciendo: "Siete semanas contar�s; desde que comenzare a meterse la hoz en las mieses [los primeros frutos] comenzar�s a contar las siete semanas. Y har�s la fiesta solemne de las semanas [Pentecost�s] a JEHOV� tu Dios; de la abundancia voluntaria de tu mano ser� lo que dieres, seg�n Jehov� tu Dios te hubiere bendecido.

Y te alegrar�s delante de Jehov� tu Dios, t�, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita que habitare en tus ciudades, y el extranjero, el hu�rfano y la viuda que estuvieren en medio de ti, en el lugar que Jehov� tu Dios hubiere escogido para poner all� su nombre [Jerusal�n]".

B. CUMPLIMIENTO DEL ASPECTO PROF�TICO
El aspecto prof�tico de la Fiesta de Pentecost�s fue cumplido en Hechos 2.

"Cuando lleg� el d�a de Pentecost�s… fueron todos llenos del Esp�ritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, seg�n el Esp�ritu les daba que hablasen" (Hch 2:1, 4).

Este es un ejemplo bien claro de c�mo Dios usa los Festivales como un itinerario para la historia humana.

Lo que sucedi� en Hechos 2, demuestra nuevamente como los s�mbolos prof�ticos de la Fiesta de Pentecost�s fueron cumplidos.

1. La Ofrenda Del Nuevo Grano
"Hasta el d�a siguiente del s�ptimo d�a de reposo contar�is cincuenta d�as [Pentecost�s]… entonces ofrecer�is el nuevo grano a Jehov�" (Lv 23:16).

La ofrenda del nuevo grano representaba prof�ticamente a los 120 disc�pulos que se congregaron en el Aposento Alto. Fueron el peque�o grupo que se fue a Jerusal�n a esperar por la promesa del Padre conforme a lo que Jes�s les hab�a hablado.

Este grupo estaba completamente dedicado a Jes�s y esperaban la promesa que �l les hab�a hecho. Jes�s les dijo que ser�an bautizado con el Esp�ritu Santo (Hch 1:4, 5, 14).
Este peque�o grupo, adem�s de haberse apartado genuinamente para el servicio de Jesucristo como su Se�or, tambi�n hab�a sacrificado sus propias ambiciones a fin de ser parte del prop�sito divino.

Ellos eran como la ofrenda voluntaria del nuevo grano. Se congregaron en unanimidad (unidos) para presentarse libremente a s� mismos ante el Se�or, preparados para pagar el precio de la identificaci�n con Jes�s.

La Fiesta de Pentecost�s tiene un gran poder de por s�, pero cuando lo experimentamos personalmente hay que pagar un gran precio. Es el precio de rendirnos a nosotros mismos completa y libremente al Se�or�o de Cristo para servirle. "...O por vida, O por muerte..." (Fil 1:20).

El precio de Pentecost�s fue explicado claramente por Jes�s en Hechos 1:8: "Pero recibir�is poder, cuando haya venido sobre vosotros el Esp�ritu, y me ser�is testigos" (Hch 1:8) [el vocablo griego martus, significa m�rtir].

Seg�n los historiadores, once de los doce ap�stoles, a quienes Jes�s les habl� esas palabras, murieron como m�rtires.

�Recuerda usted este evento? Antes de que Jes�s fuera m�rtir: "Vino a �l una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derram� sobre la cabeza de �l…

Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura" (Mt 26:7, 12). En Pentecost�s somos ungidos para nuestro martirio y sepultura.

La misma palabra griega, martus, es traducida (en la Biblia inglesa) como m�rtir en los siguientes vers�culos: "Y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo [m�rtir]…" (Hch 22:20).

"…en los d�as en que Antipas mi testigo [m�rtir] fue muerto entre vosotros…" (Ap 2:13).

En este aspecto personal de Pentecost�s, la ofrenda del nuevo grano es nuestra ofrenda voluntaria, como sacrificio vivo, preparada para cualquier cosa que Dios desee hacer en y con nuestras vidas.

El nuevo grano es una lecci�n simb�lica de ser plantado en muerte: la muerte del autosacrificio y sumisi�n. De esta mansedumbre y rendimiento, emerger� la Cosecha de la vida.

2. Los Dos Panes
Es significativo que los dos panes ofrecidos en esta fiesta sean horneados con levadura. Esto habla acerca del car�cter de aquellos que experimentaron Pentecost�s.

Dios no requer�a grandes logros acad�micos o perfecci�n moral antes de proceder a bautizar a los 120 con el Esp�ritu Santo. Unas cuantas semanas antes, los doce se hab�an mostrado a s� mismos d�biles y atemorizados. "Entonces todos los disc�pulos, dej�ndole, huyeron" (Mt 26:56).

Note el lugar donde Jes�s encontr� a los once despu�s de su resurrecci�n: "…estando las puertas cerradas en el lugar donde los disc�pulos estaban reunidos por miedo a los jud�os…" (Jn 20:19). Confundidos, atemorizados y tras puertas cerradas: as� fue que Jes�s los encontr�.

a. Revestidos Por El Esp�ritu. Fue all� cuando �l les dijo que el Esp�ritu los revestir�a de tanto poder que jam�s volver�an a sentir miedo. Desde entonces, tendr�an valor para proclamar el evangelio, a�n cuando tuvieran que padecer martirio.

Por consiguiente, eso fue lo que Pentecost�s hizo en beneficio de doce ap�stoles llenos de temor. �ste, cambi� su temor por fe; las puertas cerradas se abrieron de par en par y ellos salieron a las calles a predicar a Jes�s frente a los enemigos que les amenazaban con arrestarlos, ponerlos en prisi�n y hasta llevarlos al martirio.

"Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos Y les echaron mano, y los pusieron en la c�rcel hasta el d�a siguiente… Y llam�ndolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni ense�asen en el nombre de Jes�s" (Hch 4:1, 3, 18). �C�mo respondieron los disc�pulos a tal edicto?

El primer d�a ellos oraron. "Y ahora, Se�or, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra" (Hch 4:29).

Luego predicaron. "Y con gran poder los ap�stoles daban testimonio de la resurrecci�n del Se�or Jes�s… Entonces levant�ndose el sumo sacerdote… se llenaron de celos… y los pusieron en la c�rcel p�blica. Mas un �ngel del Se�or, abriendo de noche las puertas de la c�rcel y sac�ndolos, dijo: Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida.

Y todos los d�as, en el templo y por las casas, no cesaban de ense�ar y predicar a Jesucristo" (Hch 4:33; 5:17-20, 42).

Pentecost�s es para aqu�llos que sienten hambre y sed de la presencia y poder de Dios, de los que est�n dispuestos a ser valientes (aunque temerosos) para proclamar a Cristo, aun cuando ello signifique tener que ir a prisi�n o al martirio por Su causa.

"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos ser�n saciados" (Mt 5:6).

"Dios, Dios m�o eres t�; De madrugada te buscar�; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y �rida donde no hay aguas, Para ver tu poder y tu gloria, As� como te he mirado en el santuario" (Sal 63:1, 2).

"Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehov�; Mi coraz�n y mi carne cantan al Dios vivo" (Sal 84:2).

"Porque sacia al alma menesterosa, Y llena de bien al alma hambrienta" (Sal 107:9).

"Cumplir� el deseo de los que le temen; Oir� asimismo el clamor de ellos, y los salvar�" (Sal 145:19).

"…�cu�nto m�s vuestro Padre celestial dar� el Esp�ritu Santo a los que se lo pidan?" (Lc 11:13).

C. RECIBIENDO EL DON
La definici�n legal de un don es la siguiente: Una oferta y una aceptaci�n sin precio o consideraci�n.

El Bautismo del Esp�ritu Santo es descrito como: EL DON prometido por el Padre (Hch 1:4; 2:38).

Los dones de Dios son dados debido a Su naturaleza compasiva, no porque nosotros seamos merecedores. El poder de Pentecost�s fue el don de Dios para una comunidad que no era perfecta.

La historia tr�gica de Anan�as y Safira en Hechos cinco, nos ense�a que el desear el PODER O PRESTIGIO sin la PUREZA del Esp�ritu Santo, es entender mal una de Sus grandes funciones.

�l viene a nuestro interior no PORQUE seamos perfectos, sino porque NECESITAMOS ser perfectos.

1. Un Encuentro Divino.
Si usted no ha recibido su Pentecost�s personal, lea la Secci�n D1 de esta Gu�a de Entrenamiento para Ll�deres. Siga las instrucciones que se exponen all�. De seguro que puede ser revestido del poder capacitado para hacer el trabajo de Dios.

�xodo 23:17 dice: "...Se presentar� todo var�n delante de Jehov� el Se�or". Esto nos habla respecto al encuentro divino con Dios.

El encuentro con Dios registrado en el primer Pentecost�s del Nuevo Testamento (Hch 2), ciertamente cambi� aquel peque�o grupo de personas que esperaban en oraci�n en el Aposento Alto.

Se convirtieron en una comunidad de testigos poderosos completamente seguros del Dios que hab�an encontrado el D�a de Pentecost�s.

2. Una Piedra De Tropiezo.
El aspecto personal de esta fiesta, es poderosamente pertinente a�n hoy en nuestra �poca, todav�a existe la necesidad de que nosotros nos demos como ofrendas voluntarias a Dios. A�n hay muchas personas en la iglesia que desean el poder de Pentecost�s, pero no en la misma forma que ocurri� en los tiempos de Hechos 2.

Muchos creyentes en Cristo piensan que hay algo innecesario o que es bochornoso con relaci�n al hablar en otras lenguas. Se han erigido teor�as teol�gicas para explicar esta experiencia b�blica tan clara.

He notado que cada vez que Dios se mueve de una manera nueva, siempre coloca una "piedra de tropiezo y roca de ca�da" en lo que hace. El hablar en otras lenguas por el Esp�ritu, es eso mismo para algunos. Ellos pasan por alto el recibir su bautismo en el Esp�ritu Santo. "�Por qu�? Porque iban tras ella no por fe… pues tropezaron en la piedra de tropiezo" (Ro 9:32).

Para los tales, el Don de Lenguas, es "…piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes…" (1 P 2:8).

El mensaje que Cristo proclam� ten�a una piedra de tropiezo en s� mismo. Los l�deres religiosos no pod�an entender la encarnaci�n de Cristo y se enojaron mucho cuando Jes�s habl� acerca de Su divinidad.

Jes�s fue la piedra que los edificadores rechazaron (Hch 4:11; Sal 118:22).

Pablo ense�a que el Mes�as crucificado fue otra piedra principal sobre la cual los jud�os tropezaron (1 Co 1:23).

Ellos no pudieron entender el hecho de que el Mes�as viniera a morir de manera tan ignominiosa (deshonrosa) como lo era la crucifixi�n. Ellos pensaban que �l echar�a fuera el yugo romano que oprim�a a los jud�os y ocupaba su tierra; luego, esperaban que estableciera un reino glorioso.

Su plan no se ajustaba a como ellos entend�an las cosas; no hab�a gloria en la cruz: s�lo hab�a vergüenza y desgracia. La cruz hablaba de ignominia y ofensa, pues solamente los peores criminales eran crucificados.

Se necesita una buena revelaci�n a fin de ver las verdades profundas del Mes�as crucificado. La mente natural no puede percibirlas. Jes�s no era un criminal, pero se hizo criminal cuando acept� llevar mis pecados y tus pecados sobre Su cuerpo. "…mas JEHOV� carg� en �l el pecado [la maldad, la iniquidad] de todos nosotros" (Is 53:6). "Al que no conoci� pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fu�semos hechos justicia de Dios en �l" (2 Co 5:21).

En la Fiesta de Pentecost�s, el hablar en lenguas es una piedra de tropiezo similar.

Hay un problema de arrogancia similar en recibir el Don de Lenguas. Hay un reproche que algunos no quieren llevar.

As� como un Mes�as crucificado era algo irracional para los jud�os, de igual manera el hablar en lenguas desconocidas parece irracional para muchos cristianos.

Pero ninguna denominaci�n coloc� la piedra de tropiezo en la Fiesta de Pentecost�s. Dios Mismo la coloc� all�: una piedra o roca sobre la cual nosotros tendremos que caer en mansedumbre y sumisi�n, si es que deseamos evitar que �sta caiga sobre nosotros.

"Todo lo que cayere sobre aquella piedra, ser� quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le desmenuzar�" (Lc 20:18).

3. El Bautismo En Fuego.
"Respondi� Juan [el Bautista], diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno [Jes�s] m�s poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; �l os bautizar� en Esp�ritu Santo y fuego" (Lc 3:16).
Pentecost�s es tambi�n la Fiesta del Bautismo en Fuego. El Fuego es s�mbolo de purificaci�n. Usted descubrir� la identificaci�n con esta Fiesta, comprobar� sus relaciones en el hogar, en la iglesia y en su vida en general.

Pentecost�s era una ocasi�n en la cual todo Israel se presentaba delante de Dios. Se presentaba ante Dios con el fin de que �l obrara en sus corazones, para que pusiera algo de Su divinidad o car�cter entre ellos. Esto sucedi� en los 120 disc�pulos que se congregaron en el Aposento Alto en Jerusal�n el D�a de Pentecost�s.

El poder de Pentecost�s nos transformar�. Es vital que no nos alleguemos a �l por mera curiosidad o como un experimento. Es malo allegarse a Pentecost�s de la misma manera en que nos allegamos a cualquier cosa por la cual sintamos curiosidad.

Muchas veces las cosas preciosas de Dios son predicadas tan casualmente que los oyentes no reciben la sensaci�n de Su majestuosa presencia.

A menudo, el evangelio es predicado enfatizando �nicamente las bendiciones disponibles y no el arrepentimiento necesario.

Algunos ense�an que Pentecost�s es un recurso o fuente excitante de poder. Tales maestros usualmente no enfatizan que el Esp�ritu de Dios es, sobretodo, el SANTO Esp�ritu de Dios. Pentecost�s es algo as� como un encuentro con Dios. Cada encuentro con Dios nos cambia.

4. Para Reflejar Su Gloria
Un obispo consagrado dijo una vez: "Cuando comenzamos a hablar con Dios respecto al poder, �l dirige la conversaci�n hacia la pureza".

Esto me recuerda 2 Co 3:17, 18: "…donde est� el Esp�ritu del Se�or, all� hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Se�or, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Esp�ritu del Se�or".

Aqu� vemos la obra del Esp�ritu, Quien quita el velo de nuestros corazones a fin de que reflejemos la gloria del Se�or. El resultado de reflejar Su gloria, es el cambio que experimentamos: "...somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen...".

Pentecost�s, es el poder de Dios que nos transforma a la semejanza del Se�or. Este cambio no es uno que toma lugar de inmediato o en un instante. Ocurre, a medida que continuamos ofreci�ndonos, a nosotros mismos, como una ofrenda voluntaria al Esp�ritu de Dios dispuestos a llevar cualquier reproche que surja como resultado. De cualquier manera, somos transformados del grado de una gloria a otra, paso a paso, d�a tras d�a, a medida que vivimos nuestro Pentecost�s.

Como ya declaramos, el Festival de Pentecost�s conmemoraba los eventos que tomaban lugar en Sina�. Una cosa extraordinaria que sucedi�, es descrita en este vers�culo:

"Y aconteci� que descendiendo Mois�s del monte Sina� con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sab�a Mois�s que la piel de su rostro resplandec�a, despu�s que hubo hablado con Dios" (Ex 34:29).

El rostro resplandeciente de Mois�s caus� temor en el pueblo; as� que, coloc� un velo sobre su rostro: "Y cuando acab� Mois�s de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro. Cuando ven�a Mois�s delante de Jehov� para hablar con �l, se quitaba el velo hasta que sal�a; y saliendo, dec�a a los hijos de Israel lo que le era mandado. Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Mois�s, ve�an que la piel de su rostro era resplandeciente; y volv�a Mois�s a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba a hablar con Dios" (Ex 34:33-35).

La experiencia Pentecostal de Mois�s hizo que �l empleara mucho tiempo ante la presencia de Dios. Esto, impregn� su semblante de la gloria de Jehov�, la cual, se reflejaba al resplandecer sobre su rostro.

As� que, limpiemos los pasos hacia el Aposento Alto y pasemos tiempo en oraci�n ante la presencia de Dios hasta que nosotros tambi�n: "reflejemos Su gloria".


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