SECCI�N C11
LOS 500 A�OS ENTRE LOS TESTAMENTOS

Cap�tulo 1
�Qu� Sucedi� En Los Siglos Entre Los Testamentos?

Introducci�n

Los cuatrocientos a�os entre la profec�a de Malaqu�as y el advenimiento de Cristo, son frecuentemente descritos como un per�odo de "silencio", pero la verdad es que estuvieron saturados de actividades.

Ning�n profeta, cuyos escritos est�n incluidos en la Biblia, se levant� en Israel durante aquellos siglos. El Antiguo Testamento se consideraba como un canon completo.

Sin embargo, tomaron lugar eventos que otorgaron a los jud�os, del tiempo de Cristo, su ideolog�a distintiva. Esta �poca prepar� providencialmente el camino para la venida de Cristo y la proclamaci�n de Su evangelio.

A. EL IMPERIO DE PERSIA CONTROLA A JUDEA
Aproximadamente 100 a�os antes de esta era, los jud�os hab�an sido llevados prisioneros en la cautividad babil�nica (persa) (2 R 24:15; Jer 20:6). La Persia antigua estaba formada de �reas que hoy est�n en las naciones de Irak e Ir�n.

Los jud�os la pasaron muy bien durante sus 70 a�os de cautividad bajo el reinado persa. Al concluir estos setenta a�os, Ciro, Pr�ncipe de Persia, les otorg� el permiso para que regresaran a Jerusal�n y reedificaran el templo (lea Jerem�as 29:10 y Daniel 9:2).

Aunque ellos afrontaron la oposici�n de los habitantes de Palestina, el templo fue completado y dedicado durante el reinado de Dar�o el Grande (Esd 6:1-14).

Esdras el escriba y Nehem�as el laico, procuraron la fortaleza de la comunidad jud�a en Palestina, animando su lealtad a la Ley de Dios (lea Esdras 10).

Por un per�odo aproximadamente de siglo y medio despu�s del tiempo de Nehem�as, el Imperio P�rsico ejerci� control sobre Judea, y se le permiti� a los jud�os observar sus ritos religiosos sin interferencia alguna.

Judea era gobernada por los sumos sacerdotes, quienes eran responsables ante el gobierno de Persia; hecho que asegur� a los jud�os una extensa medida de autonom�a. Al mismo tiempo, sin embargo, esto hizo del sacerdocio un oficio pol�tico y cosech� las semillas de problemas futuros. Las competencias por el oficio de sumo sacerdote fueron caracterizadas por el celo, la intriga y hasta el homicidio.

Se dice que Johan�n, el hijo de Joiada (Neh 12:22), mat� a su hermano Josu� dentro de las inmediaciones del templo.

Johan�n fue sucedido como sumo sacerdote por su hermano Jad�a, cuyo hermano Manas�s, seg�n el historiador Josefo, se cas� con la hija de Sanbalat, gobernador de Samaria.

1. Los Samaritanos Edifican Un Templo
En este tiempo fue construido un templo samaritano en el Monte Gerizim. Tal templo, m�s bien que el de Si�n, fue considerado como sagrado por la comunidad samaritana y reforz� el sistema religioso sustituto. Esto, hab�a sido iniciado por Jeroboam varios siglos antes, subsiguiente a la muerte del Rey Salom�n (1 R 12:25).

El santuario sobre el Monte Gerizim fue destruido por Juan Hircano, gobernador de Hasmonaean (134-104 a.C.). A�n hasta la mitad del siglo veinte, un remanente de samaritanos (aproximadamente 300 en n�mero) consideran tal monte como sagrado.
La mujer de la fuente de Samaria deseaba disputar con Jes�s acerca de los m�ritos de los lugares santos rivales. Jes�s el Salvador escogi� enfatizar la actitud espiritual del adorador m�s bien que el lugar de adoraci�n (Jn 4:20).

El Sanbalat de Josefo, no puede ser el mismo individuo que es mencionado por Nehem�as (4:1). No obstante, es evidente que Josefo refleja una tradici�n valiosa, pues es claro que definitivamente un templo se edific� sobre el Monte Gerizim alrededor de este tiempo.

El fracaso de Persia de conquistar a Grecia anim� a otros pueblos a procurar su independencia. Egipto estuvo continuamente tratando de sacudirse de s� el yugo de Persia. Judea, geogr�ficamente entre Egipto y Persia, no pod�a escapar de su influencia.

2. Los Jud�os Emigran
Durante el reino de Altajerjes III muchos jud�os estuvieron implicados en una revuelta contra Persia. Cuando fracas�, los persas los exiliaron de Babilonia y de las playas del sur del Mar Caspio.

Los jud�os hab�an huido a Egipto en el tiempo de Jerem�as un siglo o m�s antes. Despu�s del asesinato de Gedalia, el Profeta Jerem�as fue forzado a unirse a un grupo de refugiados quienes procuraban asilo en Tafnes ubicada al este del Delta (Jer 43:4-13). Otros jud�os, sin duda, se fueron hacia Egipto para evitar ser capturados por Nabucodonosor.

La emigraci�n continu� durante el Per�odo Persa, y para el quinto siglo antes de Cristo, una colonia jud�a de soldados mercenarios fue localizada en la Isla de Elefantina, cerca de la Moderna Asu�n, en la Primera Catarata del Nilo.

Contrario a la Ley de Mois�s, estas colonias edificaban templos para s� mismas y combinaban su devoci�n al Dios de sus padres con los elementos paganos (Jer 44:15-19). Los jud�os elefantinos ten�an correspondencia con los samaritanos al igual que con los de Judea.

B. ALEJANDRO EL GRANDE
Persia nunca triunf� en someter a los griegos, y eventualmente un heredero de la cultura griega puso fin al imperio Persa: Alejandro de Macedonia.

Alejandro no fue simplemente un d�spota desesperado por alcanzar poder. Fue un alumno del fil�sofo Arist�teles, y estaba totalmente convencido de que la cultura griega era la �nica fuerza que pod�a unificar al mundo.

En el a�o 333 a.C. pas� de Macedonia hasta Asia Menor y derrot� a los ej�rcitos persas estacionados all�. Luego, march� hacia el sur a trav�s de Siria y Palestina hasta Egipto.

Tiro y Gaza le ofrecieron obstinada resistencia, pero tal retraso no desanim� a Alejandro; simplemente fortaleci� su determinaci�n para ganar.

1. Un Amigo De Los Jud�os
No hubo necesidad de una campa�a contra los jud�os; la leyenda hace de Alejandro su amigo. Se dice que Jad�a, el sumo sacerdote, sali� a recibir a Alejandro cont�ndole acerca de la profec�a de Daniel respecto a que el ej�rcito griego obtendr�a una gran victoria (lea Daniel 8).

Aunque los historiadores no toman lo anterior seriamente, s� ilustra los sentimientos amigables entre los jud�os y el conquistador macedonio.

Alejandro permiti� que los jud�os observaran sus leyes, les otorg� exenci�n contributiva durante los a�os Sab�ticos. Cuando edific� Alejandr�a, en Egipto (331 a.C.), anim� a los jud�os a establecerse all� y les dio los mismos privilegios dados a sus compatriotas griegos.

2. Los Persas Son Derrotados
Alejandro fue bienvenido en Egipto como libertador de la opresi�n persa.
Sus ej�rcitos victoriosos regresaron de vuelta por Palestina y Siria; luego, se movieron hacia el este. Las ciudades de Babilonia (Irak) y Persia (Ir�n) cayeron en manos de Alejandro, quien continu� hacia el lejano oriente, tan lejos como Pendjab, regi�n de la India.

3. Legado De La Cultura Griega
Aunque poderoso en batallas, fue la cultura helenista lo que Alejandro leg� al Medio Oriente m�s bien que el imperialismo macedonio.

�l estaba determinado a fundar una nueva ciudad en cada pa�s de su imperio, la cual, servir�a como modelo para que tal pa�s o naci�n ordenara su manera de vivir como un todo con la cultura griega.

Materialmente hablando, esto significaba la construcci�n de hermosos edificios p�blicos, un gimnasio para juegos, un teatro al aire libre y cualquier otra cosa que se asemejara a la vida de cualquier estado o ciudad de Grecia.

Las personas eran animadas a usar nombres griegos, adoptar la manera de vestir griega y a aprender el idioma griego; en breve, ser helenizado.

Los aspectos materiales del helenismo debieron haber sido de atracci�n para extensos segmentos de la poblaci�n.

Las ocupaciones y el comercio produjeron riquezas en la nueva clase de comerciantes. Los estudiosos dieron la bienvenida a las escuelas y a las bibliotecas. La norma de vida ascendi� al mejorarse la vivienda y la alimentaci�n.

Muchos en Israel, as� como en otros lugares, se alegraron en aceptar esta influencia de la cultura griega. Si la idolatr�a hab�a sido la piedra de tropiezo en el per�odo antes del exilio, el helenismo fue la gran tentaci�n despu�s de tal exilio.

Un escritor del tercer siglo a.C. observ� lo siguiente: "En tiempos recientes, bajo el gobierno extranjero de los persas y despu�s de los macedonios por quienes el Imperio Persa fue conquistado, la mezcla con las dem�s razas hubiera conducido a la p�rdida de muchas de las ordenanzas tradicionales del juda�smo".

Muchos jud�os tomaron nombres griegos, aceptaron una escuela de filosof�a griega y trataron de combinar la sabidur�a griega con la fe de sus padres. Otros, resistieron el helenismo y se envolvieron cada vez m�s en el estudio de su Ley.

A la edad de 33 a�os, Alejandro Magno muri� en Babilonia.

El futuro del Cercano Oriente estuvo incierto durante unos a�os, pero cuando los generales del Imperio de Alejandro se dividieron entre s� despu�s de su muerte, la ola del helenismo aument�.

Mientras los Tolomeos de Egipto y los Seleucidas de Siria peleaban entre s� mismos por el territorio y el poder�o, ellos estaban en completo acuerdo con relaci�n a su misi�n social y cultural.

El historiador W.W. Tarn dice que Alejandro "transform� el mundo, de tal manera, que nada despu�s de su muerte pod�a ser como antes".

C. LOS TOLOMEOS
Despu�s de la muerte de Alejandro, Judea estuvo primero bajo el yugo de Ant�gono, uno de sus generales. Pero cay� r�pidamente en manos de otro general, Tolomeo I, cuyo sobrenombre significaba "Libertador". �l conquist� a Jerusal�n en un d�a s�bado en el a�o 320 a.C.

1. Los Jud�os Prosperaron
Tolomeo, cuyo cuartel central de su reino estaba en Egipto, trat� a los jud�os bondadosamente. Muchos de ellos se establecieron en Alejandr�a, ciudad que continu� siendo un importante centro jud�o durante muchos siglos.

Bajo Tolomeo II (Filadelfo), los jud�os alejandrinos tradujeron el Antiguo Testamento al griego. Esta traducci�n fue conocida m�s tarde como la Septuaginta (la cual traducida significa "setenta").

Este nombre viene de los setenta jud�os que fueron enviados de Judea para producir la traducci�n griega de las Escrituras Hebreas. En realidad los traductores fueron 72, seis de cada una de las 12 tribus.

Los jud�os en Palestina disfrutaron de un per�odo de prosperidad durante el reinado de los tolomeos. Los tributos eran pagados al gobierno central en Egipto. Pero los asuntos locales eran administrados por sumos sacerdotes, quienes eran responsables de gobernar a su pueblo desde los tiempos p�rsicos.

La figura m�s grande entre los jud�os del per�odo de los tolomeos fue Sim�n el Justo, el sumo sacerdote. �l es el sujeto de m�s alabanza en el Libro Ap�crifo de Eclesi�stico, el cual le llama: "Grande entre sus hermanos y la gloria de su pueblo".

A �l se le acredita la reconstrucci�n de las murallas de Jerusal�n que hab�an sido destruidas por Tolomeo I. Se dice que �l repar� el Templo y dirigi� la excavaci�n de una gran represa para suplir agua fresca para Jerusal�n en los tiempos de sequ�a y bloqueo por alg�n pueblo enemigo.

Adem�s de su reputaci�n como sumo sacerdote, Sim�n tambi�n es considerado como uno de los grandes maestros del antiguo juda�smo. Su axioma o m�xima favorita era: "El mundo descansa sobre tres cosas: la Ley, el Servicio Divino y la Caridad".

Sin embargo, la identidad de Sim�n el Justo da paso a un problema hist�rico. Un sumo sacerdote conocido como Sim�n I vivi� durante la mitad del tercer siglo, y Sim�n II vivi� cerca del a�o 200 a.C. Uno de �stos es probablemente el Sim�n Justo de la tradici�n y leyenda jud�a.

2. La Rivalidad Evoluciona Entre Las Familias Sacerdotales
Durante los tiempos del reinado de Tolomeo, las familias sacerdotales de On�as y Tob�as comenzaron a ser rivales. La casa de Tob�as estaba a favor de los egipcios y representaba la clase rica de la sociedad de Jerusal�n. Esta familia puede que haya estado emparentada con la de Tob�as el amonita (Neh 2:10; 4:3, 7; 6:1-19), la cual, le dio muchos problemas a Nehem�as.

Un escrito en papiro, del tiempo de Tolomeo II, nos informa de un Tob�as jud�o que era un comandante de caballer�a del ej�rcito tolomeo estacionado en Amanita, al este del R�o Jord�n.

Los arque�logos han descubierto un sepulcro magn�fico y suntuoso (mausoleo) del tercer siglo a.C. en Jordania Central, con el nombre de "Tob�as". Se dice que los Tob�as eran recaudadores de impuestos, ocupando la misma funci�n u oficio de los publicanos del Nuevo Testamento.

Josefo declara que On�as II rehus� pagar a Tolomeo IV veinte talentos de plata, que evidentemente eran las contribuciones requeridas de los sumos sacerdotes. Al rehusar pagar, On�as anunci� su renuncia a la alianza con Tolomeo.

Jos�, miembro de la casa de Tob�as, tuvo �xito en nombrarse a s� mismo como "colector de contribuciones de las fincas" de todo el territorio de Palestina. El colector de las contribuciones de las fincas ten�a que ir cada a�o a licitar para la renovaci�n de su licencia a Alejandr�a como colector de impuestos. Jos� mantuvo esta influyente licitaci�n p�blica durante veinte a�os, bajo los Tolomeos y despu�s de la victoria de Ant�oco III, bajo los Seleucidas.

D. LOS SELEUCIDAS
Los regentes de Siria en este per�odo son denominados Seleucidas. Esto se debi� a que su reino, uno de los que continuaron al imperio de Alejandro Magno, fue fundado por Seleuco I (Nicator).

La mayor�a de los gobernadores primitivos llevaron el nombre de Seleuco o Ant�oco. Gobernaban desde la ciudad de Antioqu�a ubicada en las cercan�as del R�o Orontes.


1. La Cultura Griega Es Forzada Sobre Los Jud�os
El rey ambicioso Ant�oco III, de sobrenombre "el Grande", libr� una serie de batallas con Egipto. En 199 a.C., arrebat� a Palestina de mano de los Tolomeos despu�s de la batalla de Panion, en las cercan�as del R�o Jord�n.

Esto marc� el comienzo de una nueva era para la historia jud�a. Aunque los Tolomeos hab�an sido tolerantes con las instituciones jud�as, los Seleucidas determinaron forzar el helenismo sobre los jud�os.

La crisis lleg� durante el reinado de Ant�oco IV, mejor conocido como Ant�oco Ep�fanes. �l encontr� aliados en el partido helenista en Judea. En los primeros d�as del reino de Ant�oco IV, Jerusal�n era gobernada por el Sumo Sacerdote On�as III, un descendiente de Sim�n el Justo y un jud�o estrictamente ortodoxo.

2. El Sacerdocio Va Para El Mejor Postor
Los jud�os que miraban favorablemente a la cultura griega, se opon�an a On�as y sosten�an la causa de su hermano Jas�n. Al prometer dar m�s tributos a Ant�oco, Jas�n triunf� en conseguir que le nombraran Sumo Sacerdote.

Aunque Ant�oco contemplaba el oficio de Sumo Sacerdote como un pol�tico, el cual ten�a el derecho de ocupar, los jud�os devotos consideraban que era divino en origen y que el venderlo en una subasta era un pecado contra Dios.

Jas�n anim� los helenistas que hab�an procurado su elecci�n. Se edific� un gimnasio en Jerusal�n, los nombres griegos vinieron a ser comunes y la ortodoxia hebrea fue considerada oscurantista y obsoleta.

Con todo, Jas�n disput� con sus compa�eros allegados y con su amigo helenista Menelao, de la tribu de Benjam�n. Seg�n la Escritura del Antiguo Testamento, solamente los Levitas deber�an ser sacerdotes.

Menelao el Benjamita ofreci� un tributo m�s alto a Ant�oco que el que Jas�n pagaba y, por eso, gan� el oficio de sumo sacerdote.

3. La Fe De Los Jud�os Ortodoxos Fue Atacada
Los jud�os ortodoxos que hab�an sido escandalizados cuando Jas�n fue nombrado Sumo Sacerdote, se perturbaron m�s cuando Menelao, un benjamita sin reclamaci�n al oficio sacerdotal, fue instalado.

Jas�n levant� un ej�rcito para respaldar su reclamo al Sumo Sacerdocio y Menelao se gan� el favor de Ant�oco.

Los sirios, quienes estaban haciendo campa�a contra Egipto, sintieron que era esencial mantener un control eficiente de Palestina. As� que, Ant�oco Ep�fane tram� un ataque sorpresivo contra Jerusal�n un d�a s�bado (cuando los ortodoxos no pelear�an), matando a un gran n�mero de los enemigos de Menelao.

Las murallas de la ciudad fueron destruidas y un nuevo fuerte, el de Akra, fue edificado en el lugar de la ciudadela.

Ant�oco determin� remover todo vestigio de la fe ortodoxa jud�a. Se dec�a que el Dios de Israel era el mismo que J�piter, una imagen barbuda de la deidad pagana (quiz�s a la semejanza de Ant�oco); �sta, fue erigida sobre el altar del Templo, donde se ofrec�an cerdos en sacrificio.

A los jud�os se les prohibi�, bajo pena de muerte, la pr�ctica de la circuncisi�n, la observancia del s�bado o la celebraci�n de los tres festivales anuales del calendario jud�o. Se orden� la destrucci�n de las copias de las Escrituras.

Las leyes fueron puestas en ejecuci�n con todo vigor y crueldad extrema. Un escriba anciano llamado Eleazar fue azotado hasta la muerte porque rehus� comer carne de cerdo.

Menelao continu� como sumo Sacerdote por v�a de las fuerzas de las armas, y el partido helenista gan� la victoria. Pero los helenistas hab�an ido demasiado lejos, y su celo por aniquilar el orden antiguo trajo su propia destrucci�n.

Los ortodoxos estuvieron dispuestos a morir por su fe, pero no todos estaban convencidos de que deber�an morir pasivamente.

E. LA REVUELTA MACABEA
No tard� mucho sin que los jud�os oprimidos encontraran un campe�n.

1. Matat�as Dirige La Revuelta
Cuando los comisarios de Ant�oco llegaron a la aldea de Mod�n, unas quince millas al oeste de Jerusal�n, ellos esperaban que el anciano sacerdote Matat�as, diera un buen ejemplo a su pueblo pasando al frente y ofreciendo un sacrificio pagano. Cuando Matat�as se rehus�, un jud�o medroso pas� a ejecutar el sacrificio.

El airado sacerdote se acerc� al altar y mat� tanto al jud�o ap�stata como al emisario de Ant�oco. Junto a sus cinco hijos, Matat�as destruy� el altar y luego huy� a las monta�as para evitar represalia.

Otros de persuasi�n ortodoxa, se unieron a la familia de Matat�as para librar batallas al estilo de guerrillas contra los sirios y los jud�os helenistas que los apoyaban.

Los ortodoxos no pelear�an el d�a s�bado, esto dio como resultado desventaja militar. Un s�bado, una banda de ortodoxos fue rodeada y asesinada, pues no se defend�an a s� mismos en tal d�a.

Despu�s de este episodio, Matat�as sugiri� el principio de que pelear en defensa propia el s�bado era permitido. La realidad tiene su manera de templar la teolog�a impr�ctica.

2. Judas "El Macabeo" Dirige A La Victoria
Pronto, despu�s del comienzo de la revuelta, Matat�as muri�. �l hab�a urgido a sus seguidores que escogieran como su l�der militar a su tercer hijo Judas, conocido como "el Macabeo", una expresi�n a menudo interpretada para que signifique "el martillo".

La selecci�n fue una buena, ya que, cada vez m�s jud�os se un�an a la causa. Los Macabeos, como se llamaban los seguidores de Judas, pudieron sobrevivir en sus guerrillas contra las incursiones de los ej�rcitos sirios que los buscaban para aniquilarlos.

En un ataque nocturno sorpresivo, Judas aniquil� a un ej�rcito de sirios y helenistas jud�os de Ema�s y, despu�s, marcharon hacia Jerusal�n con el bot�n que hab�a sido arrebatado de la derrota siria. Los macabeos entraron a la ciudad y conquistaron todo excepto el Akra.

Entraron al Templo y removieron todos los altares paganos que hab�an levantado en su interior. Destruyeron el altar dedicado a J�piter y construyeron uno nuevo al Dios de Israel.

La estatua de J�piter fue molida hasta que la hicieron polvo.

Comenzando con el d�a 25 de Kislev (diciembre), celebraron una Fiesta de la Dedicaci�n de ocho d�as conocido como Hanuca, el Festival de las Luces.

(Nota: Los cristianos se apropiar�an m�s tarde de esta fecha de festival para celebrarla err�neamente como el d�a del nacimiento de Jes�s.) De esa manera, marcaron el fin del per�odo de tres a�os durante el cual el Templo hab�a sido profanado.

3. Los Sirios Vuelven A Ganar El Control
La paz dur� poco tiempo. El general sirio Lisias derrot� a los Macabeos en una batalla cerca de Jerusal�n, y siti� la ciudad.

Durante el bloqueo militar, Lisias recibi� noticias de que ten�a problemas en su pa�s y le hizo una oferta de paz a los jud�os.


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