Cap�tulo 2
La Clase De Fe correcta

Introducci�n

Como un joven reformador, Mart�n Lutero rechaz� la ep�stola de Santiago y pens� que deber�a ser eliminada del Canon. M�s tarde en la vida, cambi� de parecer porque vio a sus seguidores viviendo vidas pervertidas. Profesaban ser justificados por fe, pero su estilo no daba prueba de que ten�an la clase de fe correcta.

"Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra" (Tit 1:16).

Los seguidores de Lutero cayeron en el error contra el cual Pablo les hab�a advertido. Despu�s de haber establecido claramente las bases de la justificaci�n, Pablo amonest� a los creyentes contra la interpretaci�n y aplicaci�n equivocada de su revelaci�n.

"�Qu�, pues, diremos? �Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera… somos sepultados juntamente con �l para muerte por el bautismo [en agua] a fin de que… andemos en vida nueva.

…Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con �l, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos m�s al pecado – Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado… As� tambi�n vosotros, consideraos muertos al pecado…

Porque el pecado no se ense�orear� de vosotros; pues no est�is bajo la ley, sino bajo la gracia" (Ro 6:1-14).

A. PABLO COMPARADO CON SANTIAGO = NO HAY CONTRADICCI�N
La Biblia en ingl�s no traduce la ep�stola de Santiago claramente. Como resultado, muchos han pensado que Santiago contradijo a Pablo. Pero claro est� que no hay contradicci�n alguna entre ambos cuando Santiago es entendido debidamente.

De hecho, Santiago especifica cu�n tr�gico es tratar de ser justificado por la ley. "Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos" (Stg 2:10).

�Ha vivido alguien (excepto Jes�s) alguna vez que no haya sido culpable de un s�lo pecado? Considere este gran argumento de Santiago: "Pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos": si quebranta un s�lo mandamiento, es como si los violara TODOS en ocasiones m�ltiples.

Una mentira, por peque�a que sea, me hace un mentiroso. De igual manera, un pecado a pesar de su diminuta importancia, me convierte en un pecador bajo la pena de muerte. "Porque la paga del pecado es muerte…" (Ro 6:23). "El alma que pecare, morir�…" (Ez 18:20).

As� que, es tr�gico que pensemos que podemos salvarnos por la ley o la circuncisi�n de las buenas obras. Necesitamos un Salvador (alguien quien nos salve aparte de lo que podamos hacer). �Loado sea Dios! ��l provey� eso para m� en Su Hijo Jes�s! �l es mi Salvador.

B. �QU� ES FE SALVADORA?
"Hermanos m�os, �de qu� aprovechar� si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? �Podr� la fe salvarle?" (Stg 2:14). Desgraciadamente, esta traducci�n no es la m�s correcta. Deber�a leer as�: "�Puede esa clase de fe salvarle?"

No es cuesti�n de si somos salvos por fe o por las obras. Por el contrario, �qu� clase de fe es la que salva? El acuerdo intelectual con los hechos de la Biblia acerca de Dios, no es la clase de fe que salva.

"T� crees que Dios es uno; bien haces. Tambi�n los demonios creen, y tiemblan" (Stg 2:19).


1. La Fe Salvadora Act�a Y Obedece
Santiago se�ala que los demonios creen los hechos respecto a Dios, aunque no hay una acci�n obediente de parte de ellos en reacci�n a lo que Dios dice. La fe siempre ACTUA y OBEDECE.

La clase de fe que nos justifica y salva del pecado es una fe que produce una obediencia amorosa a los mandamientos de Dios. "Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras [acci�n obediente] es muerta" (Stg 2:20).

La fe es "acci�n obediente en respuesta a lo que Dios dice".

a. La Fe Salvadora Ilustrada. As� como el emperador de Jap�n, los emperadores romanos de los tiempos del Nuevo Testamento se proclamaron a s� mismos dioses: a ser adorados.

La palabra griega "Kurios" (traducida como "Se�or" en nuestra Biblia), fue reservada por la ley romana. "Kurios" era una terminolog�a usada exclusivamente para el C�sar. Para los romanos, C�sar significaba "Se�or". El usar este t�rmino para denominar o llamar a otra persona, era como invitar la pena de muerte sobre s�.

Pablo escribi� a los creyentes en Roma (la ciudad capital y trono de C�sar)... "Que si confesares con tu boca que Jes�s es el Se�or, y creyeres en tu coraz�n que Dios le levant� de los muertos, ser�s salvo. Porque con el coraz�n se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvaci�n" (Ro 10:9, 10).

Dos verdades poderosas son ense�adas por Pablo acerca de la clase de fe que salva:

1) �sta Vivir� O Morir� Por Jes�s. La fe salvadora es la clase de fe que hace que usted est� dispuesto a vivir o a morir por Jes�s. El confesar con su boca que "Jes�s es Se�or" delante de testigos, era como poner su vida en riesgo de muerte. Acarreaba la pena de muerte si era reportado a las autoridades romanas por los testigos.

2) Obedecer� A Jes�s. La fe salvadora era m�s una cuesti�n del coraz�n que de la cabeza "Porque con el coraz�n se cree para justicia..." (Ro 10:10).

"Porque por gracia [favor inmerecido] sois salvos por medio de la fe; y esto no de nosotros, pues es don de Dios [la gracia y la fe]; no por obras…" (Ef 2:8, 9).

Ro 16:26 habla de "obediencia a la fe". La clase de fe que no produce una acci�n obediente en respuesta a lo que Dios ha dicho, NO es la clase de fe que salva y justifica. La pregunta exploradora de Santiago es esta: "�Puede salvar la clase de fe que no produce acci�n obediente?" La respuesta es un NO rotundo. "Porque somos…creados en Cristo Jes�s para buenas obras, las cuales Dios prepar� de antemano para que anduvi�semos en ellas" (Ef 2:10).

Rec�procamente, �pueden salvarnos las buenas obras, la circuncisi�n, la ley o los mandamientos? �NO! �nicamente por medio del favor inmerecido de Dios [Su gracia] y misericordia, podemos tener alguna esperanza de salvaci�n. Por medio de creer con nuestro coraz�n (como el Abraham de la antigüedad), nuestra fe nos es acreditada como justicia.

2. La Fe Salvadora Es Un Don De Dios
"En gran manera me gozar� en JEHOV�, mi alma se alegrar� en mi Dios; porque me visti� con vestiduras de salvaci�n, me rode� de manto de justicia…" (Is 61:10). Esas son las vestiduras y atav�os con las que �l nos "dota" gratuitamente y que hacen posible que podamos estar ante Dios sin pecado y justificados. "pues es don de Dios, no por obras..." (Ef 2:8, 9).

Aparte de la acci�n de Dios para salvarnos, "…todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia… y nuestras maldades nos llevaron como viento" (Is 64:6).

Isa�as hace esto muy claro. Lo mejor que podemos producir por nuestros propios esfuerzos y obras religiosas son "trapos de inmundicia" (toallas para la menstruaci�n, en el hebreo literal), las cuales si son tocadas, hacen que una persona quede inmunda ceremonialmente e indigno de acercarse a Dios.

"Cuando la mujer tuviere flujo… en su cuerpo… siete d�as estar� apartada; y cualquiera que la tocare ser� inmundo…" (Lv 15:19).

Nota del Editor: Que una mujer tal, pudiera tocar a Jes�s, ser sanada y ser aceptada por �l con misericordia compasiva, muestra la superioridad del Nuevo Pacto sobre el Antiguo (Lea Lucas 8:43-48; Hebreos 7:22, 8:6; 12:24).

Nosotros honramos la cruz de Cristo y la obra que �l complet� por nuestra salvaci�n, cuando dejamos de tratar de salvarnos a nosotros mismos o agregar a Su obra por nuestras propias obras de justicia. "Porque el que ha entrado en su reposo, tambi�n ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas" (He 4:10).

En el Antiguo Testamento, Ruth fue ense�ada a c�mo romper su pobreza y viudez, cas�ndose con el ‘se�or de la cosecha': Booz.

"Despu�s le dijo su suegra Noem�: Hija m�a, �no he de buscar hogar para ti, para que te vaya bien?

�No es Booz nuestro pariente… Te lavar�s, pues, y te ungir�s, y visti�ndote tus vestidos…

Y cuando �l se acueste… ir�s… y te acostar�s all�; y �l te dir� lo que hayas de hacer" (Ruth 3:1-4).

Todo lo que Ruth ten�a que hacer era prepararse a s� misma para una relaci�n e ir donde estaba Booz y acostarse (descansar). Booz se encarg� de los detalles, y Ruth fue salvada de la pobreza, de la viudez y del hambre.

As� sucede con nosotros. Somos llamados a reposar mientras que nuestro Se�or de la cosecha, Jes�s, se hace cargo de los detalles de nuestra salvaci�n. Dejemos que Jes�s complete la obra que �l ha iniciado en nuestras vidas. Deje de luchar para salvarse a s� mismo con sus buenas obras. Entonces, ser� un cristiano feliz.

"Estando persuadido de esto, que el que comenz� en vosotros la buena obra, la perfeccionar� hasta el d�a de Jesucristo" (Fil 1:6).

Si luchamos por salvarnos a nosotros mismos, nos frustraremos, nos sentiremos atemorizados e inseguros.

C. �QU� SI UN CREYENTE PECA?
Algunos ense�an que si usted peca despu�s que crey�, est� perdido hasta que se arrepienta y reciba perd�n.

La Escritura no respalda ese punto de vista. La Biblia dice: "Bienaventurado aquel cuya trasgresi�n ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien JEHOV� no culpa de iniquidad" (Sal 32:1, 2).

David tambi�n dijo lo mismo cuando habl� de bienaventuranza del hombre a quien Dios le acredita justicia sin contar las obras:

"Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el var�n a quien el Se�or no inculpa de pecado" (Ro 4:6-8).

Estos vers�culos nos muestran que cuando somos justificados, cuando nuestros pecados son perdonados, no volvemos a ser culpados de pecado; nuestros pecados son cargados a la cuenta de Cristo, y Su justicia es acreditada sobre nosotros.

1. Jes�s Nos Defender�
�Qu� sucede, entonces, cuando un creyente peca? El Ap�stol Juan nos ense�a: "Hijitos m�os, estas cosas os escribo para que no pequ�is; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y �l es la propiciaci�n por nuestros pecados…" (1 Jn 2:1, 2).
Juan no nos anima a que pequemos. �l nos suplica que no pequemos pero nos asegura que si pecamos Jes�s est� listo para defendernos contra cualquier acusaci�n de Satan�s. �l pag� la culpa por nuestros pecados a fin de que no haya condenaci�n para los que est�n en Cristo Jes�s (Ro 8:1).

La traducci�n de 1 Juan 3:6-9 en la Versi�n de la Biblia Inglesa, traducida por el Rey Jacobo, ha guiado a algunos a pensar que aquellos que creen en Jes�s viven vidas sin pecado.

Esta idea contradice 1 Juan 1:8-10: "Si decimos que no tenemos pecado, nos enga�amos a nosotros mismos, y la verdad no est� en nosotros.

Si confesamos nuestros pecados, �l es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a �l mentiroso, y su palabra no est� en nosotros".

1 Juan 3:5-9 es traducido correctamente al espa�ol: "Y sab�is que �l apareci� para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en �l. Todo aquel que permanece en �l no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido… Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado…".

El asunto no es uno de perfecci�n sin pecado. No obstante, es evidente que Cristo vino "...para salvar a su pueblo del pecado" (Mt 1:21), as� que, cualquiera que contin�a practicando el pecado o tiene una adicci�n habitual al pecado, tal persona puede que no tenga fe salvadora.

2. Un Verdadero Creyente No Querr� Pecar
Es cuesti�n de comprender nuestra "vieja naturaleza" y nuestra "nueva naturaleza". Nuestra vieja naturaleza es como la de un puerco, el cual, ama revolcarse en el lodo o suciedad. Nuestra nueva criatura es como una oveja, la cual, si resbala y cae en el lodo, luchar� por salir fuera del mismo, a�n cuando le cueste la vida.

"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que est� viciado conforme a los deseos enga�osos… y vestios del nuevo hombre, creado seg�n Dios en la justicia y santidad de la verdad" (Ef 4:22, 24). Un verdadero creyente no querr� pecar, ni "revolcarse en el lodo" del pecado. Uno que posea fe salvadora, no har� una pr�ctica del pecado premeditado. Pero si el creyente es tomado en alguna falta, se rinde a la tentaci�n o cae en pecado, el se�or est� junto a �l para defenderle contra la acusaci�n y condenaci�n del diablo. La clave radica en si el creyente desea ser libre del pecado o no.

3. Un Verdadero Creyente Ser� disciplinado
Cuando un ni�o desobedece a los padres, la interacci�n entre ellos es rota, no as� su relaci�n. La disciplina apropiada es lo que restaura al ni�o a la obediencia y confraternidad. Durante este proceso, las relaciones no son rotas. La desobediencia todav�a es parte del hijo.

No obstante, se deber� notar que la disciplina fuerte puede ser aplicada despu�s de un pecado serio.

"Porque el Se�or al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soport�is la disciplina, Dios os trata como a hijos…" (He 12:6, 7).

Si usted puede pecar y no ser castigado, entonces, habr� que cuestionar si es un verdadero creyente o no. "Pero si os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos" (He 12:8).

a. El Pecado De David Y Los Juicios. El Rey David cay� en el terrible pecado de adulterio seguido por el salvaje pecado de homicidio (2 S 11). Esto desat� una serie de juicios que persiguieron a David por el resto de su vida. Entre los juicios de David (castigos) listados en 2 Samuel 12, estuvieron los siguientes:

1) Guerra Y Muerte. Debido a que mat� a un hombre inocente (Ur�as) la espada y la muerte jam�s se apartar�an de su casa. La guerra y la muerte le acosar�an hasta que muriera.

2) La Muerte De Su Hijo. El hijo nacido de su adulterio con Betsab� morir�a.

3) Calamidad Sobre Su Casa. Debido a que viol� la santidad del matrimonio de Ur�as, la calamidad vendr�a sobre su propia casa o familia. Las esposas e hijos de David se envolver�an en las peores formas de inmoralidad, incluyendo violaciones sexuales, incesto y fornicaci�n.

4) Hijo Contra Hijo. El hijo de David, Absal�n, matar�a a su medio hermano Amn�n por haber violado a la hermana de Absal�n, Tamar.

5) Hijo Contra Padre. Absal�n tramar�a quitarle el trono a David. Para vergüenza horrible de David, Absal�n tomar�a las concubinas de su padre y tendr�a relaciones sexuales con ellas.

6) Maldecido Por Sus S�bditos. David ser�a maldecido por sus s�bditos a medida que hu�a de Absal�n.

7) Muerte Del Hijo Favorito. Absala�n, el hijo de David, fue finalmente asesinado por Joab, uno de los generales de David.

8) Un Coraz�n Quebrantado. El coraz�n de David fue quebrantado y molido a medida que esas calamidades ca�an sobre �l y su familia.

"Entonces el rey se turb�, y subi� a la sala de la puerta, y llor�; y yendo, dec�a as�: �Hijo m�o Absal�n, hijo m�o, hijo m�o Absal�n! �Qui�n me diera que muriera yo en lugar de ti, Absal�n, hijo m�o, hijo m�o!

…el rey, cubierto el rostro, clamaba en alta voz: �Hijo m�o Absal�n, Absal�n, hijo m�o, hijo m�o!" (2 S 18:33; 19:4).

Dios ama demasiado a Sus hijos para dejar que pequen sin castigarlos. �l no nos excluye de las consecuencias penosas de nuestro pecado.

",,,el camino de los transgresores es duro" (Pr 13:15). "No os enga��is; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso tambi�n segar�" (Ga 6:7). Pero �l no nos condena con el mundo. "Porque Jehov� es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones" (Sal 100:5).

b. Tres Niveles De Juicio. Hay tres niveles de juicio en los cuales el pecado del creyente puede ser tratado. Cada uno es m�s severo que el previo.

1) Examin�ndonos a Nosotros Mismos. "Si, pues, nos examin�semos a nosotros mismos, no ser�amos juzgados" (1 Co 11:31). Cuando un creyente hace lo malo, el Esp�ritu Santo est� all� para reprenderlo y hacerle firmemente consciente de que necesita hacer restituci�n. Si peca contra otra persona, deber� pedirle disculpas o hacerle restituci�n. Si hace esto, el asunto queda resuelto.

2) El Juicio De Parte De Los Creyentes. Si usted pasa por alto juzgarse a s� mismo, el Se�or le enviar� otro creyente, as� como el Se�or envi� al Profeta Nat�n a David. David respondi� y se arrepinti�. Su oraci�n por misericordia y restauraci�n est� registrada en el Salmo 51. Aunque �l fue severamente castigado por su pecado, eso concluy� el asunto.

3) Juicio De Parte De Los Incr�dulos O De Satan�s. Si nosotros pasamos por alto responder ante los tratos de Dios en el primer o segundo nivel, el juicio m�s severo vendr� de camino.

"De cierto se oye que hay entre vosotros fornicaci�n, y tal fornicaci�n cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre" (1 Co 5:1).

Los Corintios no juzgar�an o disciplinar�an a tal creyente impenitente que estaba cometiendo tan horrible pecado. Pablo expuso instrucciones sobrias con relaci�n a lo que se le requer�a a la iglesia de Corinto.

"En el nombre de nuestro Se�or Jesucristo, reunidos vosotros y mi esp�ritu, con el poder de nuestro Se�or Jesucristo, el tal sea entregado a Satan�s para destrucci�n de la carne, a fin de que el esp�ritu sea salvo en el d�a del Se�or Jes�s" (1 Co 5:4, 5).

El pecado es una cuesti�n muy seria para el creyente.

4. �nimo Para El Creyente
El creyente que no quiere pecar debe tomar �nimo de las promesas de Romanos 8.

"�Qu�, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros �qui�n contra nosotros?

El que no escatim� ni a su propio Hijo, sino que lo entreg� por todos nosotros, �c�mo no nos dar� tambi�n con �l todas las cosas?

�Qui�n acusar� a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.

�Qui�n es el que condenar�? Cristo es el que muri�; m�s aun, el que tambi�n resucit�, el que adem�s est� a la diestra de Dios, el que tambi�n intercede por nosotros.

�Qui�n nos separar� del amor de Cristo? �Tribulaci�n, o angustia, o persecuci�n, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?" (Ro 8:31-35).

Todas estas maravillosas verdades nos otorgan gran seguridad y esperanza. Hay una seguridad maravillosa en Cristo. Dios est� de nuestro lado: batallando por nuestra salvaci�n. Cristo y el Esp�ritu Santo est�n envueltos en intercesi�n y representaci�n legal en nuestro bienestar. Para probar Su deseo de que seamos salvos, Dios dio a su Hijo unig�nito por nosotros. Todo esto nos confiere una sensaci�n de seguridad y consolaci�n.

"Por lo cual, queriendo Dios mostrar m�s abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento.

Para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fort�simo consuelo con los que hemos acudido para asirnos de la esperanza.

La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo" (He 6:17-19).

D. �ES POSIBLE PERDERSE DESPU�S DE SER JUSTIFICADO?
Muchos creen la verdad de la justificaci�n por la gracia a trav�s de la fe, creen en la doctrina de la "seguridad eterna". Ellos concluyen que nunca se perder�n, basados en la maravillosa doctrina delineada en los p�rrafos anteriores. Si alguno desea mantenerse salvo y seguro no creo que exista peligro alguno de que se pierda. El Se�or ha hecho demasiadas provisiones para guardarnos salvos y seguros. Jes�s reforz� esto: "Y yo les doy vida eterna; y no perecer�n jam�s, ni nadie las arrebatar� de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre" (Jn 10:28, 29).

1. Amonestaciones Serias
Pero tenemos amonestaciones serias en el Nuevo Testamento concernientes a nuestro riesgo personal, las cuales ignoramos.

Mi amigo presbiteriano (mencionado en el principio de esta secci�n del Manual de Entrenamiento para L�deres), cre�a en la doctrina de la seguridad eterna. Sin embargo, reconoc�a que algunos vers�culos le perturbaban. Entre ellos est� Romanos 8:13: "Porque si viv�s conforme a la carne, morir�is…".

La terminolog�a "morir�is", es la misma ra�z del texto griego que es usado para describir el fin del incr�dulo que experimentar� "la segunda muerte": una referencia al juicio eterno. "…porque si no cre�is que yo soy, en vuestros pecados morir�is" (Jn 8:24). Un estilo de vida carnal (mundano) puede conducir a uno al enga�o. "Antes exhortaos los unos a los otros cada d�a, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el enga�o del pecado" (He 3:13). El pecado y la carnalidad sellan la conciencia y endurecen el coraz�n.

Debido a que el juicio y la disciplina de Dios no siempre son inmediatos, el hombre carnal cree que el pecado no tiene consecuencias. La incredulidad comienza a introducirse sigilosamente. La incredulidad es expresada por medio de la desobediencia a los mandamientos de Dios. "Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo… abominables…" (Tit 1:16).

2. La Incredulidad Nos Pone En peligro
�Qu� es entonces la causa de que una persona salva se pierda? La incredulidad que resulta de la carnalidad y el pecado.

"Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea…" (He 11:6). Lo que pone a uno en peligro es el hecho de volver a la incredulidad.

"El que cree en el Hijo tiene la vida eterna, pero el que reh�sa creer en el Hijo no ver� la vida, sino que la ira de Dios est� sobre �l" (Jn 3:36).

La palabra "creer", significa eso mismo: creer y continuar creyendo. En la gram�tica griega es tiempo presente continuo. Despu�s de creer, uno debe continuar creyendo.

"Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros coraz�n malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo" (He 3:12). Note que esta advertencia es para los "hermanos". Esto identifica a los que se denominan como creyentes.

"Antes exhortaos los unos a los otros cada d�a, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el enga�o del pecado.

Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio" (He 3:13, 14).

Considero que esos vers�culos lo expresan tan claro que el argumento deber�a quedar resuelto. Si nos mantenemos creyendo, estaremos seguros. Si a trav�s de la incredulidad (el resultado del pecado y la desobediencia) nosotros nos apartamos del Dios viviente, creo que estaremos en peligro.

3. �Pueden Los Creyentes Volverse A La Incredulidad?
Le pregunt� a mi amigo presbiteriano la siguiente pregunta: "Si usted conociera a alguien que hubiera cre�do, pero que ahora admite no ser creyente, �le dar�a usted alguna esperanza de salvaci�n?

�l pens� por alg�n tiempo y luego replic� solemnemente: "Yo no le dar�a esperanza de salvaci�n a nadie que dijera que no es un creyente. No obstante, no creo que sea posible que alguien que haya cre�do de todo coraz�n, se vuelva al pecado de la incredulidad y, que como resultado, se pierda". Yo concluyo el argumento con lo siguiente:

Creo que es posible volver a la incredulidad y perderse aun despu�s que uno haya cre�do. Mi amigo no cre�a esto. No era una cuesti�n de "obras en contraposici�n a la fe", era cuesti�n de creer (por medio de lo cual somos salvos) o ser incr�dulo (por lo cual somos condenados). �Por qu� nos amonestar�a Dios contra esto si no fuera posible?

a. Los Creyentes Hebreos Que Se Volvieron Atr�s. Se dice que muchos de los jud�os creyentes en el primer siglo, dejaron de seguir a Cristo despu�s de haber cre�do. Hab�a gran presi�n y persecuci�n contra los cristianos jud�os.

Estos �ltimos fueron objeto de gran discriminaci�n en los empleos. No pod�an conseguir trabajo. Fueron objeto de discriminaci�n en la educaci�n. Sus hijos no eran permitidos en las escuelas. Muchas veces no se les permit�a comprar los art�culos vitales para la vida diaria en los establecimientos comerciales jud�os.

A fin de ganar aceptaci�n de nuevo en la comunidad jud�a, se dice que el cristiano hebreo ten�a que dibujar una se�al de la cruz sobre la tierra, derramar sangre sobre ella y despu�s pisotearla con sus pies. Con esto daban a entender que renunciaban a la sangre y a la cruz de Cristo.

A tales cristianos fue dirigido el Libro de Hebreos. "Por tanto, es necesario que con m�s diligencia atendamos a las cosas que hemos o�do, no sea que nos deslicemos.

Porque si la palabra dicha por medio de los �ngeles fue firme, y toda transgresi�n y desobediencia recibi� justa retribuci�n,

�C�mo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvaci�n tan grande…?" (He 2:1-3).

"El que viola la ley de Mois�s, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente.

�Cu�nto mayor castigo pens�is que merecer� el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Esp�ritu de gracia?" (He 10:28, 29).

�Estas son palabras de advertencia muy serias!

"Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvaci�n, aunque hablamos as�" (He. 6:9).

"Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oraci�n.

Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrir� multitud de pecados" (1 P 4:7, 8).


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