SECCI�N C9
LAS MUJERES EN EL MINISTERIO
Por Drs. T.L. Y Daisy Osborn, con Ralph Mahoney

�NDICE PARA ESTA SECCI�N
C 9.1 - Las Mujeres En El Liderato Y En El Ministerio
C 9.2 - El Papel De Las Mujeres En El Antiguo Testamento
C 9.3 - Mujeres Del Nuevo Testamento En El Ministerio
C 9.4 - Pasajes Problem�ticos Acerca De Las Mujeres En El Ministerio

Cap�tulo 1
Las Mujeres En El Liderato Y En El Ministerio

Introducci�n

"El Se�or da la palabra; las MUJERES que anuncian las buenas nuevas son gran multitud" (Sal 68:11, Versi�n Las Am�ricas).

El t�rmino MULTITUD es traducido del vocablo hebreo tsaba. La Concordancia de Strong dice que es de g�nero femenino y significa: "una compa��a de mujeres organizadas para la guerra [un ej�rcito]".

Este vers�culo establece claramente una promesa prof�tica de un d�a en el cual las mujeres ser�n liberadas para publicar [predicar] el evangelio y hacer el trabajo del Se�or en conjunci�n con los hombres.

El vers�culo est� traducido correctamente, seg�n la Versi�n de la Biblia de las Am�ricas: "El Se�or daba la palabra; las MUJERES que anunciaban las buenas nuevas eran gran multitud".

Lo que sigue, est� escrito en defensa de esta fuerza especial femenina.

El objeto de esta secci�n es doble: (1) liberar a las mujeres para que descubran su lugar correcto en la obra de Dios a fin de que puedan cumplir sus ministerio para Su gloria; y (2) cambiar la actitud de los l�deres masculinos en la Iglesia a fin de que animen a las mujeres a cumplir con su llamamiento divino.

"Y en los postreros d�as, dice Dios, derramar� de mi Esp�ritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizar�n… sobre mi siervos y sobre mis siervas [mujeres] en aquellos d�as, derramar� de mi Esp�ritu" (Hch 2:17, 18).

Tres cosas son requeridas a fin de conseguir que alguna cosa sea hecha en este mundo. Estas son: tiempo, personas y dinero.

El diablo ha usado una estrategia muy pr�spera para detener a la Iglesia de cumplir la Gran Comisi�n de evangelizar el mundo. Muchos grupos religiosos a menudo le niegan a la mitad de las personas (a las mujeres) la participaci�n en tal proceso.

�Puede imaginar a alg�n ej�rcito teniendo �xito cuando se le proh�be a la mitad de sus soldados que participen de la guerra?

A. EL PROP�SITO DE DIOS PARA EL HOMBRE Y LA MUJER
Regresemos al libro del principio (G�nesis) y examinemos la creaci�n de la mujer: "Y cre� Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo cre�; var�n y hembra los cre�.

Y dijo Jehov� Dios: No es bueno que el hombre est� solo; le har� ayuda id�nea para �l" (Gn 1:27; 2:18).

"Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y se�oread…" (Gn 1:28).

1. Para Que Gobernaran Juntos
Estos vers�culos hacen notar claramente que el prop�sito original de Dios para el hombre y la mujer, era para que gobernaran juntos sobre toda Su creaci�n. Esto significa que una igualdad de posici�n y autoridad era lo que Dios ten�a en su mente. Deber�an gobernar en unidad.

Ese compa�erismo exclusivo es confirmado en el Nuevo Testamento. "Pero quiero que sep�is que Cristo es la cabeza de todo var�n, y el var�n es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo" (1 Co 11:3).

"...Cristo es la cabeza de todo var�n".

Esto nos ense�a que las relaciones que existen entre Cristo el Hijo y (Ad�n) el hombre, eran las mismas que Dios ten�a en mente que hubieran entre el hombre (Ad�n) y la mujer (Eva). "...el var�n [Ad�n] es la cabeza de la mujer [Eva]".

Este vers�culo confirma tambi�n que el papel y relaciones que existen entre Dios el Padre y Cristo el Hijo, era el modelo que la Escritura utiliza para ilustrar lo que Dios intentaba que fueran las relaciones entre el hombre y la mujer. As� como "la cabeza de Cristo es Dios", de igual manera "la cabeza de la mujer es el var�n".

Si vamos a entender el papel b�blico del hombre y la mujer, debemos examinar las relaciones de Dios el Padre con Cristo el Hijo.

2. Plena Participaci�n
"Respondi� entonces Jes�s, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por s� mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, tambi�n lo hace el Hijo igualmente" (Jn 5:19).

As� como el hijo depend�a del Padre para la aprobaci�n y autoridad de cualquier acto, la mujer toma acci�n en armon�a con el hombre. El Hijo hace todo lo que ve que el Padre hace y de la misma manera que lo hace. As� que, el prop�sito de Dios era que la mujer participara plenamente de lo que el hombre hiciera.

"Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que �l hace; y mayores obras que estas le mostrar�, de modo que vosotros os maravill�is" (Jn 5:20).

"Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, as� tambi�n el Hijo a los que quiere da vida" (Jn 5:21).

3. Responsabilidad Del Juicio
"Porque el Padre... todo el juicio dio al Hijo" (Jn 5:22). La palabra juicio viene de la ra�z griega krino, que significa "decidir (judicialmente); castigar, venganza, juzgar, actuar como abogado".

Esto ilustra el intento de Dios para que la mujer gobierne en conjunci�n con el hombre.

La Iglesia es la Novia comprometida de Cristo. Pablo dice: "Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo" (2 Co 11:2). La Novia comprometida (la Iglesia) est� asociada con el Novio (Cristo) de la manera en que Dios el Hijo est� asociado con Dios el Padre.

"Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos… Grande es este ministerio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia" (Ef 5:30-32).

Como la novia comprometida de Cristo, los miembros de la Iglesia son llamados a "juzgar los �ngeles y a los hombres" y "las cosas de esta vida" (1 Co 6:3).

Este papel femenino dado a la Novia comprometida de Cristo, la Iglesia, es congruente con el prop�sito original de Dios para que la mujer gobierne o ejerza dominio en conjunci�n con Ad�n. La mujer tambi�n ser� revestida de autoridad para ejercer dominio en amorosa armon�a con y en sumisi�n al hombre.

4. Sumisi�n Y Obediencia
Pero Ad�n y Eva pecaron, y Dios le dijo a Eva: "Y tu deseo ser� para tu marido, y �l se ense�orear� de ti" (Gn 3:16). As� que, a las mujeres se les dijo que fueran obedientes a sus maridos. As� ha continuado desde los tiempos antiguos hasta los tiempos del Nuevo Testamento cuando el Ap�stol Pablo le dijo a las esposas cristianas: "…casadas est�n sujetas a sus propios maridos como al Se�or" (Ef 5:22).

Pero a�n cuando una mujer ten�a que obedecer a su marido, eso no quer�a decir que ella era inferior a �l. Significaba que estaba dispuesta a permitir que �l dirigiera. De hecho, Pablo llam� a ambos a la sumisi�n: tanto al esposo como a la esposa cuando dijo: "Someteos unos a otros en el temor de Dios" (Ef 5:21).

En otra carta, Pablo declar� claramente que no hay diferencia de posici�n en Cristo entre un hombre y una mujer. "Ya no hay jud�o ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay var�n ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jes�s" (Ga 3:28).

Esto significa que necesitamos entender el papel para la mujer delineado en la Biblia. Es maravilloso y glorioso.


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