SECCI�N D10
USANDO SUS ARMAS ESPIRITUALES
Por Ralph Mahoney

Cap�tulo 1
La Iglesia Victoriosa

Introducci�n

"…sobre esta roca edificar� mi iglesia; y las puertas del Hades [infierno] no prevalecer�n contra ella" (Mt 16:18). �Qu� significa que "las puertas del infierno no prevalecer�n contra ella": la Iglesia de Cristo?

Sol�a imaginar err�neamente el conflicto entre la Iglesia y Sat�n como un juego del gato y el rat�n. Sat�n era el gato y la Iglesia era el rat�n. Sat�n era el grande y poderoso; la Iglesia peque�a y d�bil, siempre a la defensiva.

Pero eso no es lo que significa el vers�culo acerca de las puertas del Infierno. Lejos de eso, simboliza el cuadro de una Iglesia victoriosa sitiando al mismo Infierno y rompiendo sus puertas para libertar a sus prisioneros. Las puertas son construidas para la defensa.

Las "puertas del infierno", son para la defensa del Infierno. Jes�s prometi� que �l tendr�a una Iglesia muy osada y llena de poder, esa Iglesia, atacar�a las manifestaciones del Infierno en cualquier lugar del mundo que las afrontara. Su Iglesia cumplir�a la gloriosa profec�a mesi�nica de David:

"Por cuanto Jehov� habr� edificado a Sion [la Iglesia], y en su gloria ser� visto; Habr� considerado la oraci�n de los desvalidos, Y no habr� desechado el ruego de ellos. Se escribir� esto para la generaci�n venidera [la era de la Iglesia]…

Porque mir� desde… los cielos a la tierra, para o�r el gemido de los presos [en el Infierno], para soltar a los sentenciados a muerte" (Sal 102:16-20).

Las puertas del Infierno no pueden, ni podr�n detener una Iglesia de aqu�llos que creen que est�n unidos (como uno solo) con Cristo. Jes�s dijo: "El Esp�ritu del Se�or est� sobre m�, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de coraz�n; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos [lesionados destituidos, destrozados]" (Lc 4:18).

Este estudio es dedicado a quienes desean unirse con Jes�s para atacar las puertas del Infierno.

A. NUESTRO ADVERSARIO
Pedro nos exhort� a ser "…sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como le�n rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar" (1 P 5:8).

1. �l Es Un Impostor
Pedro no tuvo la intenci�n de hacer que tuvi�ramos miedo del diablo. La palabra clave es: como. Sat�n solamente anda como un le�n. Pero no es realmente un le�n. Jes�s es el le�n de la tribu de Jud� (Ap 5:5). Sat�n es �nicamente un imitador e impostor, anda como un le�n rugiente tratando de asustar e intimidar.

2. No tiene Poder Contra Cristo
Su guerra contra nosotros es puramente psicol�gica. �l es en realidad un ser derrotado por Cristo en el Calvario, y no puede hacernos un da�o mortal. (Lea Hebreos 2:14; Lucas 10:18, 19).

3. Tiene Que Ser Resistido
"Pero cuando el arc�ngel Miguel contend�a con el diablo, disputando con �l por el cuerpo de Mois�s, no se atrevi� a proferir juicio de maldici�n contra �l, sino que dijo: El Se�or te reprenda" (Jud 9).

As� como Miguel, el poderoso �ngel, nosotros tambi�n respetamos el lugar de Satan�s en el plan de Dios. No obstante, somos instruidos claramente a resistirle.

Pas� muchos a�os atemorizado cada vez que confrontaba personas endemoniadas. Despu�s de todo, se trata a menudo de un asunto de ruidos de personas espumando por la boca y gritando, cosa que no hace que nadie se sienta tranquilo.

No obstante, todo ese ruido es realmente una de las armas psicol�gicas que el diablo usa en su guerra ma�osa. Todo el ruido es parte de su t�ctica para distraerle del hecho de que no existe verdadero peligro si usted es un hijo de Dios.

El diablo y los demonios saben que no tienen poder, y esa es la raz�n por la cual dan gritos tan altos. No obstante, todo lo que tenemos que hacer es resistirle. "Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huir� de vosotros" (Stg 4:7). Recuerde que primero tiene que someterse a Dios y, luego, resistir al diablo.

4. No Tiene Porqu� Temerle
�Acaso deben temer los l�deres de la Iglesia a los doctores de la brujer�a, a los sacerdotes de la magia, encantadores y otras pr�cticas demon�acas? N�meros 23:23 dice: "Porque contra Jacob no hay agüero, Ni adivinaci�n contra Israel".

No importa qu� clase de maldici�n le quiera poner un doctor de brujos a usted; de seguro que no tendr� �xito. Tal maldici�n puede operar contra los incr�dulos, pero si usted es un hijo de Dios a trav�s de la fe en Cristo, estar� protegido de todo mal. N�meros 23:23 se aplica a usted. La Biblia dice: "He aqu� el pueblo que como le�n se levantar�…" (Nm 23:24). Nosotros los seguidores de Cristo adoptamos Su Naturaleza, quien es el le�n de la tribu de Jud�. Nos levantamos como un le�n para resistir al diablo. Cuando hacemos esto la Biblia dice: "…los demonios… tiemblan" (Stg 2:19).

Otras personas pueden enfermarse o sufrir infortunios y hasta morir como resultado de una maldici�n, pero no usted. Como uno de los hijos de Dios, usted se levanta como un le�n y ruge m�s fuerte que los demonios, quienes tratan de amedrentarle.

Esa es la raz�n por la cual me perturba ver al pueblo de Dios temblando cuando un demonio se manifiesta. Los cristianos nunca deben temblar, son los demonios los que tiemblan. Sol�a sentir miedo hasta que aprend� la verdad. Desde entonces, jam�s he vuelto a sentir temor o intimidaci�n frente a los esp�ritus del mal.

5. Deben Ser Perseguidos Y Atacados
Cuando escucho a las personas pedir oraci�n porque se sienten acosados del diablo, les digo: "�Espere un minuto! El diablo no debe perseguirle, sino que usted es quien debe perseguir al diablo!".

Usted dir�a: "Bueno, eso se oye muy bien". Sin embargo, la realidad es que la Iglesia tiene que ejercer triunfo sobre el enemigo y siempre debe estar a la ofensiva. La triste realidad es que no siempre es as�. �C�mo exactamente vamos a hacer que todo esto suceda? Parece una tarea gigante.

Es una tarea grande pero, por fe en Cristo, todas las cosas son posibles (Mr 9:23).

B. NUESTRAS ARMAS
1. Son Efectivas

Hace unos cuantos a�os me confront� con un ni�o endemoniado en una iglesia. Los demonios desplazaron una escena tal, que al parecer la mitad de la congregaci�n se iba a levantar y salir corriendo del santuario. Ellos no estaban convencidos de que sus armas espirituales eran eficientes contra Satan�s.

As� que, el primer paso es convencerse. En una ocasi�n, pas� dos semanas levant�ndome por la ma�ana y confesando a Dios: "Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucci�n de fortalezas" (2 Co 10:3, 4).

2. Son Poderosas
Mis armas no son poderosas por s� mismas, sino que lo son en Dios. Por ejemplo: Si me aproximo mucho a un micr�fono y susurro algo, mi voz viajar� a trav�s del amplificador y se escuchar� m�s alta cuando salga fuera.

De la misma manera, mis armas, aunque l�nguidas y d�biles por s� mismas, al pasar a trav�s de Dios, salen al otro extremo con suficiente poder para destruir las fortalezas del enemigo. Son revitalizadas en Dios, dejan de ser l�nguidas y emergen con gran poder para destruir las ciudadelas demoniacas.

3. Pueden Libertar A Los Cautivos
Los prisioneros que procuramos liberar tienen que experimentar un cambio mental. �Sabe usted lo que significa la terminolog�a arrepentimiento? �sta, viene de la ra�z griega "metanoia", que significa cambio de mente, dar una vuelta completa de posici�n. La mayor�a de nosotros conocemos a personas cuyas mentes se han tornado contra Dios. Para poder ser libres, necesitan cambiar sus mentes. Pero �c�mo? Las armas de nuestra milicia pueden hacerlo: en Dios.

C. NUESTRA MILICIA
A menudo pienso que intercedemos de la manera err�nea con Dios para que salve las almas de nuestros seres amados, cuando la verdad es que �l ya hizo todo lo que se necesita hacer para que se salven.

1. La Orden De Batalla Ya Fue Dada
Dios nos ha confiado el ministerio de la reconciliaci�n y la palabra de reconciliaci�n (2 Co 5:18, 19). Dios desea que nosotros, los miembros de Su Cuerpo, la Iglesia, reconciliemos a los hombres con �l.

2. La Batalla Ya Fue Definida
No quiero decir que operamos independientemente de Dios. No obstante, cuando nos movemos en el Esp�ritu aprendemos a hacer el debido uso de las armas de nuestra milicia.

a. Ejemplo # 1. Ten�a unos compa�eros de trabajo que hab�an pasado ocho a�os orando para que "Dios salvara" un amigo que no era creyente. Estaban dudosos respecto a lo que hac�an; no estaban seguros de que sus armas espirituales pudieran ser utilizadas para pelear a su favor y lograr que se arrepintiera. Pero juntos decidimos tratar los principios de la guerra bosquejados a continuaci�n.

1) La Batalla. En lugar de orar para que Dios la convirtiera, articulamos la siguiente oraci�n de fe: "Padre celestial, nos movemos en el Nombre de Jes�s como guerreros en la batalla contra las barreras de la corrupci�n y contaminaci�n del pecado en su mente. Dado a que esos patrones de pensamientos pecaminosos se exaltan a s� mismos contra el conocimiento de Dios, asaltamos sus barreras y las demolemos. Hacemos esto para que su mente sea liberada para obedecer a Cristo. Lo hacemos con la autoridad de la Palabra de Dios".

2) La Victoria. Durante casi tres semanas ejecutamos esta clase de guerra espiritual en bien de la mujer por quien peleamos la batalla de fe. Para el final de esta sesi�n, ella inclin� sus rodillas en arrepentimiento y se entreg� a Dios, y fue salva y liberada gloriosamente de la opresi�n maligna del alcoholismo.

b. Ejemplo # 2. En otra ocasi�n, conoc� a una mujer cuya hermana era una alcoh�lica y adicta a las drogas. Esta mujer hab�a estado orando por su hermana durante tres a�os y medio: "Se�or, salva a mi hermana".

Antes de ese tiempo, su hermana hab�a conocido a Dios; sin embargo, como resultado de un accidente automovil�stico, ella cay� en la adicci�n a las p�ldoras narc�ticas, para aliviar el dolor, y al licor. En el presente, su esposo le hab�a pedido el divorcio. Ellos ten�an tres hijos peque�os; el desastre amenazaba con la destrucci�n de su familia si no era liberada de las ataduras del Infierno.

1) La Estrategia. Mientras esta mujer me contaba toda esa informaci�n, lloraba. Era evidente que amaba a su hermana mucho, y quer�a desesperadamente que fuera liberada. As� que le dije: "�Deje de orar por ella! En lugar de ello, empiece a lanzar sus ataques contra el enemigo en su beneficio. Use las armas que Dios le ha dado, el ministerio y la palabra de reconciliaci�n. El diablo no tiene autoridad para detenerla.
"Mu�vase cada d�a contra los poderes de las tinieblas que se han unido para atar la mente de su hermana. �chelos fuera con la autoridad de Cristo d�a por d�a. Puede que se tome unos cuantos d�as, pero no desmaye; contin�e utilizando sus armas".

Luego, agregu� otro punto m�s: "Una vez que haya conquistado este terreno que el enemigo controlaba en la mente de su hermana, oc�pelo inmediatamente con la declaraci�n de fe: Satan�s, no vuelvas a regresar a esta mente jam�s en el Nombre de Jes�s. �l nos dijo que: Negociad entre tanto que vengo" (Lc 19:13). Esto evitar� que las fuerzas del enemigo vuelvan a entrar.

2) La Victoria. Esa noche, la mujer y yo unidos comenzamos a tomar autoridad contra la influencia de Sat�n, en contra de la mente de su hermana. Articulamos palabras de fe contra toda barrera pecaminosa de contaminaci�n y corrupci�n. En el Nombre de Jes�s lanzamos fuera las obras de Sat�n sobre sus pensamientos, los cuales, �l hab�a edificado en su mente para continuar sus influencias pecaminosas y corruptas.

Me encontr� con dicha mujer unas semanas m�s tarde. Su rostro resplandec�a de gozo. Se me acerc� y me dijo: "�Sabe usted lo que le sucedi� a mi hermana?" - pregunt�.

- "Me lo imagino" - le dije.

- "Despu�s de comenzar a poner en ejecuci�n mi guerra espiritual a favor de mi hermana, un cambio empez� a tomar lugar en su vida. En el per�odo de dos semanas, ya se hab�a convertido a Cristo en pleno arrepentimiento, experimentando total liberaci�n de las drogas y del alcohol. Ella y su esposo se reconciliaron, est�n yendo juntos a la iglesia y recibi� el bautismo del Esp�ritu Santo."

3. Tenemos Que Pelear.
Dios nos otorga ciertas �rdenes que tenemos que ejecutar. �l nunca falla en hacer Su parte.

Somos nosotros quienes debemos ser diligentes en recordar ejecutar la nuestra. Es vital que pongamos nuestros ojos en la cruz y veamos la derrota de Sat�n. Luego, debemos movernos hacia el campo de batalla sobre esas bases y pelear siguiendo la direcci�n del Se�or.

Nuestra tarea no es orar para que Dios salve a nuestros seres amados que est�n perdidos. Jes�s ya derram� Su sangre para salvarlos. Ahora nos ha dado la Palabra y ministerio de reconciliaci�n. Por consiguiente, es vital que utilicemos nuestras armas para salvar a los perdidos. Salgamos fuera y hag�moslo.

a. Otra Batalla. Un amigo de Argentina, Am�rica del Sur, me cont� una historia acerca de una mujer joven en un Instituto B�blico. Hab�a sido salvada y bautizada con el Esp�ritu Santo maravillosamente. Pero despu�s de eso, fue desilusionada en un romance o noviazgo que tuvo, el cual, la dej� muy amargada. Se apart� de Dios y de la comuni�n cristiana. Su rebeli�n y enojo comenzaron a afectar toda la escuela.

1) La Batalla. Finalmente, una noche el decano de estudiantes visit� al fundador de la Escuela B�blica. "Hermano, vamos a tener que expulsar a esta joven" - dijo. - "Est� causando demasiados problemas".

El fundador contest�: "Primero que nada, d�jeme hacerle una pregunta: "�Envi� Dios a esa joven aqu�?".

- "S�, creo que la envi�."

- "Bien, entonces, no tengo la intenci�n de someterla a las quijadas del diablo. Cuando el reba�o de David era amenazado por un le�n u oso, �l mataba al le�n y al oso, arrebat�ndole reba�o de sus quijadas. �l era valiente porque confiaba en Dios.

- "Nosotros vamos a ejecutar lo mismo en bien de esta joven" - continu� el fundador - "y la veremos libre de aqu� a tres horas, para cuando comience el servicio de la noche."

Con tales palabras, el fundador se retir� a su rec�mara en oraci�n. Una vez all�, clam� durante tres horas contra las fuerzas de las tinieblas que hab�an atado a la joven. Orden� a las barreras de rebeli�n que cayeran a tierra. Cautiv� a toda fuerza espiritual para que fuera quebrantada. Luego, las lanz� fuera con las palabras de mando habladas en el Nombre de Jes�s. Orden� que sus pensamientos fueran sometidos a la obediencia de Cristo.

2) La Victoria. Esa noche, una cosa asombrosa sucedi� en el servicio. La joven por quien el fundador hab�a peleado la batalla estaba sentada all� tan taciturna como siempre. Era una joven de considerable tama�o y fuerzas.

Pero no muy lejos de ella hab�a otra joven peque�a de estatura y delgada, quien comenz� a ser usada por el Esp�ritu. Comenz� a regocijarse y a danzar delante del Se�or. Muy pronto se encontr� danzando cerca de la joven rebelde y grande; la tom� de la mano y la levant� de su asiento.

Esto fue a�n m�s asombroso, ya que, la joven rebelde era mucho m�s grande y pesada que la jovencita delgada usada del Esp�ritu.

La joven rebelde, amarga y taciturna, luch� por zafarse de ella, pero la jovencita usada del Esp�ritu le ech� una llave de martillo a la cabeza y sigui� danzando alrededor de ella. En unos cuantos minutos, la joven descarriada cay� desplomada al suelo, en convulsiones de llanto y l�grimas de arrepentimiento.

El Esp�ritu Santo hab�a quebrantado sus pensamientos de rebeli�n, transformando su mente e inici� el proceso de sanidad mental que le hab�a causado aquel estado de rebeli�n. La fe del fundador y su disposici�n para ponerla en pr�ctica en la batalla, hab�a producido una victoria gloriosa para la Iglesia de Cristo. Las puertas del infierno no pudieron prevalecer contra las armas espirituales de un guerrero espiritual.

b. No Estamos Sin Ayuda. Ning�n ministerio sobrepasa al de la oraci�n intercesora. De hecho, no deseo que los cristianos dejen de orar. Deseo que volvamos a reenfocar nuestros pensamientos en el hecho de que Dios nos ha dado armas para usarlas en la batalla contra el enemigo.

No tenemos que permanecer arrinconados sin hacer nada como in�tiles cuando veamos a nuestros amigos y seres amados siendo atados por el diablo. No, estamos equipados con armas poderosas para demoler las puertas del infierno y sacarlos fuera de las prisiones.

Judas nos dice: "A otros salvad, arrebat�ndolos del fuego…" (Jud 23).

Mi trabajo o responsabilidad, al igual que la suya, es arrebatar y sacar fuera; Cristo derram� Su sangre para salvar a los pecadores. �l intercede en nuestro bien incesantemente. Nuestra parte es tomar nuestras armas y salir a pelear contra el enemigo y sus poderes de las tinieblas, lanz�ndolos fuera de la tierra.

c. Nuestras Armas Son Poderosas. Cristo nos compr� con Su propia sangre, y le pertenecemos. Por la misma norma, todos los hombres son Suyos. Juan dijo que la sangre de Jes�s "…es la propiciaci�n por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino tambi�n por los de todo el mundo" (1 Jn 2:2).

Ninguna persona est� exenta de la salvaci�n que Cristo obr�. Lo que ahora falta, es que nosotros trabajemos con Dios, que peleemos la buena batalla que pueda debilitar el abrazo mortal que tiene Sat�n sobre los hombres y las mujeres perdidos del mundo, y obligarlos a entrar al sal�n de banquetes.

�Cree usted que las armas con las cuales Dios nos ha equipado son efectivas? �Cree usted que el mero decir la palabra de reconciliaci�n por fe, en completa dependencia en el Esp�ritu Santo, lanzar� fuera las barreras de corrupci�n y contaminaci�n? �Podr�n sus armas de guerra echar abajo las fortalezas pecaminosas de la mente, y derribar esas cosas que se exaltan contra Dios? �Cree usted que sus armas pueden traer las mentes, las mentes rebeldes, a la obediencia a Cristo? �Por supuesto que s�!

Yo le reto para que ponga esto a prueba. De seguro que hay familiares suyos que necesitan ser salvos.

Deje de orar a Dios para que los salve, y comience en el Nombre de Jes�s a ejercer autoridad, a articular la palabra de fe contra la influencia de Sat�n sobre sus mentes. Esa es la �nica manera en la que podr� asegurarse de que lo dicho es la verdad.

Retemos las puertas del infierno. Romp�moslas y ech�moslas a tierra y, luego, saquemos los cautivos del enemigo para que sirvan a Cristo en su nueva y verdadera libertad.

4. Una Oraci�n De Guerra
Haga suya la siguiente oraci�n: "Se�or, en el Nombre de Jes�s, vengo contra las fortalezas que Sat�n ha erigido en la mente de [mencione el nombre de la persona]. Derrumbo a tierra dichas ataduras y todo poder de las tinieblas que ata su mente, que se levanta a s� mismo contra el conocimiento de Dios. Libero tal mente para que se someta a la obediencia a Cristo. La libero para que sea reconciliada con Dios. Am�n."

Trate esta oraci�n durante un mes y, luego, vea los resultados. Estoy convencido de que usted avanzar� de fe en fe y de victoria en victoria.


.::3er Trimestre - .::SECCI�N D