SECCI�N D2
APRENDA A JUZGAR PROFEC�A
Por R. Edward Miller, Argentina

Cap�tulo 1
El Punto De Vista B�blico

He descubierto un inter�s creciente en la operaci�n maravillosa y poderosa de uno de los Dones del Esp�ritu: el don de Profec�a: la articulaci�n [ext�tica] del Esp�ritu a trav�s de la mente y labios de un hombre o una mujer. Considero que un estudio breve de "preguntas y respuestas" ser�a ben�fico y oportuno.

A. �ES LA PROFEC�A SIEMPRE PERFECTA?
1 Corintios 13:9, 10 ense�a: "Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos". La palabra ense�a que la profec�a es un estado imperfecto, y es "en parte".

1 Tesalonicenses 5:20, 21 dice: "No menospreci�is las profec�as. Examinadlo todo; retened lo bueno". El no ignorar las profec�as o el profetizar es un mandamiento directo de la palabra. Pero las palabras que siguen: "Retened lo bueno", claramente implican que habr� algunas que no ser�n buenas o perfectas, en las cuales, el creyente no deber� afianzar su fe.

No debemos menospreciar el don ni sus operaciones; sin embargo, debemos reconocer los canales imperfectos a trav�s de los cuales �ste viene.

Por lo tanto, la profec�a tiene que ser probada y juzgada cuidadosamente antes de que sea aceptada como una palabra genuina y perfecta de parte del Esp�ritu de Dios.

B. �CU�LES SON LAS DIMENSIONES SEGURAS DE LA PROFEC�A?
1 de Corintios 14:3 declara: "Pero el que profetiza habla a los hombres para edificaci�n, exhortaci�n y consolaci�n". Esas son usualmente las tres dimensiones de la profec�a en las que el estudiante puede practicar su don con toda humildad y sin temor, y con todo, en santa reverencia: para edificaci�n, exhortaci�n y consolaci�n.

1 Corintios 14:31 dice: "Porque pod�is profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan…".

Obviamente existe algo que aprender. Es razonable que cuando uno est� aprendiendo, inevitablemente cometer� algunos errores. Tales errores no tienen porqu� ser impedimento para los que desean seguir al Se�or en humildad y sinceridad.

El estudiante debe permanecer dentro de los l�mites de las dimensiones del aprendizaje de:

1. La Edificaci�n
(la edificaci�n del oyente en fe, amor y el Esp�ritu Santo).

2. La Exhortaci�n
(la urgencia del oyente de presionar hacia el blanco con mayor amor y actividad espiritual);

3. El Consuelo
(llevando la paz y consolaci�n al cansado, al herido y afligido).

C. �VIENE LA CONDENACI�N DE DIOS?
Juan 3:17 ense�a: "Porque no envi� Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por �l".

Romanos 8:34 formula la pregunta que se contesta a s� misma:

"�Qui�n es el que condenar�? Cristo es el que muri�".

�l llev� todos nuestros pecados [la condenaci�n y la muerte] sobre la cruz.

As� que, la profec�a de condenaci�n jam�s puede ser la obra del Esp�ritu Santo. El Esp�ritu puede reprender, exhortar y reprobar; sin embargo, lo hace con gran ternura, siempre influenciando a la persona para que se arrepienta en amor, mostr�ndole el camino de salida (escape) al problema. El Esp�ritu Santo nunca abandona a la persona en un foso profundo donde impera la depresi�n y condenaci�n sin mostrarle Su misericordia y esperanza de rescate de tal foso, y levantarle hasta alcanzar Su estado de perd�n compasivo.

Tales profec�as de condenaci�n, que por lo general son duras y devastadoras al que las recibe, deben ser reconocidas como de otro esp�ritu y no del Esp�ritu de Cristo.

D. �CU�L ES EL RECURSO DE LA PROFEC�A?
Las Escrituras ense�an claramente que la profec�a puede ser motivada por uno de los siguientes tres recursos:

1. El Esp�ritu Humano
-uno hablando de su propio coraz�n (Ez 13:2, 3).

2. Un Esp�ritu De Mentira
-procedente del maligno (2 Cr 18:21).

3. El Esp�ritu Santo
-el verdadero esp�ritu de profec�a que proviene de lo alto, impulsado por el Esp�ritu Santo.

4. Una Mezcla De Los Tres
-o la profec�a puede que sea una mezcla de cualquiera de los tres anteriores.

Est� el ejemplo cl�sico del Ap�stol Pedro hablando la Palabra inspirada de Ciencia [Conocimiento, Sabidur�a] cuando dijo:

"T� eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente".

Jes�s testific� que la carne y la sangre no se lo hab�an revelado, sino m�s bien el Padre. La fuente de aquella articulaci�n prof�tica fue el Padre.

Luego, unos minutos m�s tarde, Jes�s se volvi� y reprendi� a Satan�s, quien hablaba a trav�s de los labios del mismo ap�stol.

Jes�s estaba mostr�ndole a Pedro cu�n f�cil y r�pidamente el esp�ritu del mal pod�a usar los labios de uno que ama al Se�or para hablar sin que tal persona ni siquiera se d� cuenta.

Lo que Pedro habl�, fueron palabras muy dulces y agradables al o�do de la persona desprevenida. Jes�s capt� inmediatamente el intento mortal de la inyecci�n que le introducir�a la pena de s� mismo.

E. �CU�NDO SE DEBER� EJERCER CAUTELA?
Existen otras tres dimensiones de la profec�a que son m�s susceptibles al enga�o; y debido a su consumada naturaleza, debemos ejercer cautela. Estas tres dimensiones o reinos son:

1. Cuando Es Una Palabra De Sabidur�a
"Lo oculto de su coraz�n se hace manifiesto" (1 Co 14:25), una operaci�n de la Palabra de Ciencia o Conocimiento.

2. Cuando Es Predicci�n
las cosas por suceder: una operaci�n de la Palabra de Ciencia o Conocimiento.

3. Cuando Es De Direcci�n
una operaci�n de la Palabra de Sabidur�a.

Debido a que la "direcci�n" err�nea puede obrar las tragedias mayores en las vidas de los hijos de Dios, representa la dimensi�n en la cual los esp�ritus de error se deleitan en entrar.

1 Samuel 10:1-10 muestra claramente la operaci�n de estas tres dimensiones prof�ticas. Primero, Samuel revel� el secreto del coraz�n de Sa�l, quien estaba buscando las asnas perdidas.

Luego, �l expuso la palabra que predec�a, tres se�ales que se cumplir�an en breve:

• Sa�l se encontrar�a con dos hombres en el camino que le dir�an: "Las asnas aparecieron".

• Luego, se encontrar�a con otros tres hombres acompa�ados con tres cabritos, tres tortas de pan y una vasija de vino. Ellos le dar�an a Sa�l dos tortas de pan.

• Despu�s, Sa�l se topar�a con una compa��a de profetas que descender�an del lugar alto con salterio, pandero, flauta y arpa, y profetizar�an. Entonces, el Esp�ritu de Jehov� Dios descender�a sobre Sa�l y profetizar�a.

Todas las se�ales se cumplieron. Luego, vino la obediencia a la direcci�n que a Samuel se le hab�a adjudicado:

"Luego bajar�s delante de m� a Gilgal... Espera siete d�as, hasta que yo venga a ti". Sa�l obedeci� el mandato cuando todas las dem�s se�ales se hab�an cumplido.

F. �ES LA PROFEC�A SIEMPRE �TIL?
Muchas vidas han sido heridas y confundidas por el uso err�neo de la profec�a; sin embargo, la Palabra nos dice claramente: "No menospreci�is las profec�as" (1 Ts 5:20). Es nuestro deber buscar y encontrar la senda correcta que conduce hacia la cima de esa gloriosa monta�a.

He presenciado algunos beneficios asombrosos obrados a trav�s del precioso Don de Profec�a. No hay porqu� sorprenderse que por medio de articulaciones falsas, el enemigo ha enga�ado y enga�a a muchos creyentes; al as� hacerlo, ocasiona que esta hermosa operaci�n caiga en deshonra.

G. �QU� REVELA NUESTRA REACCI�N PARA PROFETIZAR?
Si la profec�a personal revela un ministerio futuro de gran importancia y nuestro ego es inflado por eso, entonces, hay algo malo en nuestro coraz�n. La arrogancia est� all�. La Biblia dice que: "la arrogancia viene antes de la destrucci�n". Debemos salir huyendo hacia el Se�or para que nos libere del orgullo.

No obstante, donde la profec�a personal revela un ministerio futuro de gran importancia, y �ste hace que caigamos a los pies del Se�or en profunda humillaci�n, esa profec�a puede ser de ayuda y de bendici�n.

Cuando Jes�s le habl� una palabra prof�tica a Saulo en el camino hacia Damasco, �l ayun� y or� durante tres d�as (Hch 9:3-11; 26:13-18).

La condici�n del coraz�n que se humilla es siempre el lugar de arraigo m�s seguro. Satan�s dijo: "Subir� al cielo" (Is 14:13, 14). La direcci�n que Satan�s toma siempre es hacia arriba.

Jes�s descendi� primero (Ef 4:9); por consiguiente, el Padre le exalt� a lo sumo. Jes�s siempre se humill� (Fil 2:7, 8).

"Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de m�, que soy manso y humilde de coraz�n" (Mt 11:29).

Nunca la pisaron animales fieros, ni le�n pas� por ella (Job 28:8).

H. �QUI�N DEBER� CONFIRMAR LA PROFEC�A?
"Por boca de dos o tres testigos se decidir� todo asunto" (2 Co 13:1). La ley de confirmaci�n es una "necesidad" importante en el juicio y comprobaci�n de una palabra prof�tica. Dios siempre est� listo para confirmar Su Palabra, aun con se�ales y milagros.
Ninguna palabra prof�tica importante, especialmente aquella que trata con direcci�n o que afecte nuestras vidas, deber� ser aceptada sin la plena confirmaci�n por:

1. Aqu�llos Que No Est�n Familiarizados Con La Profec�a

2. Las Escrituras

3. Otra Palabra De Dios

La siguiente Escritura ilustra una profec�a confirmando lo que Dios ha dicho:

"Apartadme a Bernab� y a Saulo para la obra a que los he [presente participio] llamado" (Hch 13:2).

I. �QUI�N DEBER� JUZGAR LA PROFEC�A?
La palabra prof�tica debe ser franca para ser juzgada por aqu�llos que est�n clasificados como profetas y hombres de Dios. Somos amonestados solemnemente como sigue:

"Amados, no cre�is a todo esp�ritu, sino probad los esp�ritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo" (1 Jn 4:1).

La Biblia dice: "Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los dem�s juzguen" (1 Co 14:29).

Es obvio que alguien que no tenga el don de profec�a, no est� calificado para juzgar, excepto sobre las bases de las pruebas ya mencionadas y la Palabra escrita.

No obstante, es mejor que el esp�ritu de la articulaci�n sea dejado al juicio de los hombres calificados en el campo de la profec�a.

J. �CU�NDO DEBE SER LA PROFEC�A RECHAZADA?
Siempre es una se�al de amonestaci�n si alguien reh�sa aceptar que su palabra de revelaci�n, profec�a o articulaci�n sea tra�da a juicio y a confirmaci�n por la Palabra escrita de Dios.

Es mejor rechazarla inmediatamente; pues a pesar de cu�n buena pueda sonar o escucharse la profec�a, y cu�n maravilloso sea el �xtasis del momento, si es contraria a la Palabra, entonces, no la reciba bajo ninguna condici�n.

El verdadero hombre de Dios le da la bienvenida al juicio. El Esp�ritu de Cristo dentro de �l le hace "pac�fico, amable, benigno" (Stg 3:17).

Siempre est� listo para reconocer que es imperfecto en su carne, y que no es infalible. A nuestro mejor conocimiento, s�lo conocemos "en parte" y profetizamos "en parte".

K. CONCLUSI�N
Por lo tanto, no rechacemos, ni ignoremos esta gloriosa operaci�n del Esp�ritu de Dios, sino que seamos "sabios como serpientes". No entremos en controversias, ni contiendas; con todo, no recibamos ninguna articulaci�n que no est� en armon�a con la Palabra infalible de Dios, ni sin la confirmaci�n apropiada al respecto.

No permita que nadie tome autoridad sobre usted dici�ndole: "S�, s�, as� ha dicho Jehov� Dios". Si �l ha hablado, delo por concluido; no necesitamos contender para probarlo. Y si Dios no ha hablado, lo que yo he articulado: "As� ha dicho Jehov� Dios", de ninguna manera le forzar� a decir lo que declar� que �l dijo.

As� que, hermanos, seamos sabios y mansos, siempre procurando glorificar a Dios; no despreciando las profec�as, ni ignor�ndolas. Disfrutemos de sus poderosas bendiciones y poder en toda sabidur�a del Esp�ritu Santo. En gran humildad de mente, sigamos "adelante a la perfecci�n" (He 6:1).


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