levantado a aquel hombre en un acto de presunci�n o para imitar la fe de otro, lo habr�a matado conforme a lo que dijo el doctor.

Luego, podemos ver que un esp�ritu obediente es la clave hacia una fe creciente.

Hemos notado que la fe no puede crecer sin que haya obediencia. Siendo "que la fe viene por el o�r, y el o�r por la Palabra de Dios", no podemos crecer en fe hasta que hayamos escuchado sobre lo que Dios nos ha hablado.

Hemos se�alado que Dios no espera ni quiere que nosotros vayamos de una fe tipo semilla, hasta una fe que mueva monta�as de un s�lo salto, sino que desea que nuestra fe vaya desarroll�ndose, siguiendo una serie de pasos y, de esa manera, nos iremos moviendo de fe en fe.

Dios comienza con nosotros donde estamos, con la medida de fe que �l nos ha dado gratuitamente. Conf�e y act�e sobre la Palabra de Dios para usted con un esp�ritu obediente. Luego, usted ver� esa semilla de fe que tiene, creciendo como un grano de mostaza hasta convertirse en un �rbol hermosamente desarrollado de fe produciendo muchos frutos preciosos.

c. La Luz Del Sol: Un Dios Amante. Otra de las cosas esenciales o b�sicas para el crecimiento de la fe es el amor. El Ap�stol Pablo le escribe a los G�latas: "porque en Cristo Jes�s ni la circuncisi�n vale algo, ni la incircuncisi�n, sino la fe que obra por el amor" (Ga 5:6).

Ya descubrimos en Romanos 10:17 que "As� que la fe es por el o�r, y el o�r, por la palabra de Dios". As� que, nosotros resumimos los tres ingredientes para el crecimiento de la fe como sigue: Escuchar, Obedecer y Amar.

1) Obediencia: La Prueba Del Amor. En Juan 14:21 Jes�s trata con la interrogaci�n del amor con la obediencia: "El que tiene mis mandamientos, y los guarda, �se es el que me ama". La obediencia es la prueba del amor y el criterio del amor.

Jes�s contin�a diciendo: "Y el que me ama, ser� amado por mi Padre, y yo le amar�, y me manifestar� a �l". Los vers�culos 23 y 24 concluyen: "El que me ama, mi palabra guardar�… El que no me ama, no guarda mis palabras…".

Escuchamos Su palabra que nos habla, y debido a que le amamos, actuamos sobre lo que o�mos. Si no obedecemos, entonces, es porque no le amamos y por ello la fe no puede operar. Sin el ejercicio de la fe, no puede haber crecimiento de fe, por lo tanto, la fe crece de nuestro amor por Jes�s, en respuesta al escuchar la Palabra del Se�or.

C. LA FE CRECE POR EL OIR
Cuando las Escrituras dicen: "la fe viene por el o�r y el o�r por la Palabra de Dios", se refiere a la experiencia subjetiva mediante la cual Dios nos habla. Ya sea a trav�s de un vers�culo real en la Biblia o por lo que habl� a los profetas del Antiguo Testamento, lo cierto es que �l habla.

Los profetas escucharon audiblemente o a trav�s de la tierna voz en su interior o por sue�o, por visi�n, por visitaci�n angelical o a trav�s de la boca de un siervo ungido; de cualquier modo, Dios se comunic� con ellos, esa comunicaci�n es a lo que la Biblia llama " La Palabra de Jehov� Dios".

1. Dios Habl� Entonces
a. La Palabra Escrita.
Lo que conocemos como la Palabra de Dios escrita [de la Escritura]; y

b. La Palabra Hablada, o sea la palabra viviente de Dios. Necesitamos conocer la diferencia entre ambas a fin de entender mejor lo que significa escuchar la Palabra de Dios.

Pablo no est� meramente hablando acerca de las Escrituras o Palabra de Dios escrita cuando dice: " La fe viene por el o�r la Palabra de Dios".

Hechos 17:11 sostiene este punto: "Y �stos eran m�s nobles… pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudri�ando cada d�a las Escrituras para ver si estas cosas eran as�". Como se usa en este vers�culo, "las Escrituras" se refieren a los libros del Antiguo Testamento, desde G�nesis hasta Malaqu�as. Todav�a no ten�an el Nuevo Testamento. �ste apareci� un siglo m�s tarde. Por lo tanto, "la Palabra" y "las Escrituras" en este contexto no son la misma cosa. "La Palabra" era el mensaje ungido predicado por los Ap�stoles. "La Escritura" era el Antiguo Testamento. Ellos "recibieron la Palabra y escudri�aban las Escrituras".

En 1 Ts 2:13, vemos un ejemplo adicional de la Palabra hablada de Dios, a diferencia de la Palabra escrita: "… cuando recibisteis la palabra de Dios que o�steis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino seg�n es en verdad, la palabra de Dios…".

Aqu�, "la Palabra de Dios" se refiere a aquello que fue predicado y proclamado a trav�s de las bocas de hombres ungidos de Dios. Y fue recibida como la Palabra viviente directamente de Dios.

Cuando Pedro le dijo al ciego que ped�a limosna frente al Templo la Hermosa en Hechos 3:6 "… pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, lev�ntate y anda", lo que habl� fueron palabras vivas que produjeron la sanidad del cojo. Para el cojo tales articulaciones vinieron a ser "la Palabra de Jehov� Dios" a trav�s de la boca de un instrumento humano, un siervo ungido del Se�or.

2. Dios Habla Hoy
Dios todav�a habla hoy por medio del Esp�ritu Santo y a trav�s de Su palabra escrita, mediante sus siervos ungidos y por medio de se�ales sobrenaturales tales como sue�os, visiones, seguridad interna, Providencia Divina o circunstancias.

Dios nunca nos habla en una experiencia subjetiva para contradecir Su palabra escrita.

Cualquier experiencia de tal �ndole tiene que ser juzgada por las Santas Escrituras y estar en armon�a con ellas.

Necesitamos abrir nuestros corazones para recibir la Palabra del Se�or no s�lo de la Biblia, sino tambi�n de los dem�s canales por medio de los cuales Dios habla.

a. Escuche Su Voz. La amonestaci�n repetida siete veces en Apocalipsis 2 y 3, es para que nosotros la atendamos en este tiempo: "El que tiene o�dos para o�r, oiga lo que el Esp�ritu dice a las iglesias". Note el uso del tiempo presente continuamente: dice, significa "escuchar lo que el Esp�ritu dice y contin�a diciendo".

Este mismo tiempo es usado por Jes�s en Mateo 4:4: "… No s�lo de pan vivir� el hombre, sino de toda palabra que sale [tiempo presente continuo] de la boca de Dios".

Vivimos no s�lo por lo que Dios ha hecho en Su Palabra escrita, sino tambi�n por la palabra que (tiempo presente) "sale y contin�a saliendo de la boca de Dios".

Caminamos por la vida escuchando y obedeciendo La Palabra que sale de la boca del Se�or por cualquier medio que �l escoja hablarnos tal palabra.

Cuando rehusamos aceptar que Dios puede hablarnos a trav�s de otros medios diferentes a las p�ginas escritas de la Biblia, es posible que nuestra comunicaci�n con �l quede interrumpida, y la muerte espiritual comience su proceso de destrucci�n.

b. No Rechace su Voz. Cuando Dios habl� a los israelitas, Hebreos 12:19 se�ala que: "…los que la oyeron [la voz o palabras] rogaron que no se les hablase mas…". Cuando ellos rechazaron la voz de Dios, perdieron fe y fueron encerrados bajo La ley.

Hebreos 12:25 nos amonesta como sigue: "Mirad que no desech�is al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desech�remos al que amonesta desde los cielos".

Muchos hoy est�n caminando sobre los extremos peligrosos de tal rechazo "si desech�remos al que amonesta".

Algunos ense�an que los d�as de los milagros ya pasaron. Est�n tratando de vivir por lo que Dios dijo, y rehusando escuchar lo que �l est� diciendo. Por consiguiente, est�n rechazando al Dios de milagros.

Tales personas vivir�n en una fe inmadura o sin desarrollo, pues tratan de bajar las Escrituras hasta su nivel de experiencia m�s bien que elevar su experiencia hasta las Santas Escrituras.

Si deseamos crecer en fe, nuestros corazones y o�dos tienen que estar atentos para o�r Su voz. Tenemos que creer que la palabra de Dios puede venir sobre nosotros hoy. Debemos aceptar la direcci�n de la Voz del Esp�ritu en armon�a con las Escrituras, las cuales, nos comunican su voluntad.

Si no rechazamos Su voz (como los hijos de Israel), mas la escuchamos y obedecemos, la fe ser� aumentada en nuestras vidas.

c. Est� Listo Para Su Voz. No necesitamos estirarnos para escuchar Su voz, no necesitamos pasar por toda suerte de ritos y ceremonias para que Dios nos hable. Dios puede y a menudo nos habla cuando menos lo esperamos.

Una de las palabras m�s importantes del Se�or para m� vino una ma�ana en el estado de Nuevo M�xico, estaba en uno de los ba�os mientras me estaba doblando para lavarme las manos y el rostro, para luego salir a desayunar. Repentinamente escuch� la voz de Dios.

En otra ocasi�n sal�a para el servicio del domingo en la ma�ana. Mi mente estaba pensando acerca del viaje a casa. Sin esperarlo Dios me dio una "Palabra de Sabidur�a" para un miembro de la iglesia que resolver�a un problema muy serio en su vida.

d. P�ngase A Tono Con Su Voz. Existe la capacidad en Dios para hablarnos a trav�s de Su Esp�ritu Santo directamente del Cielo. Y existe en nosotros la capacidad para escuchar a trav�s de nuestro esp�ritu cuando �l habla.

Pablo dice que el hombre est� compuesto de esp�ritu, alma y cuerpo (1 Ts 5:23). El esp�ritu es aquella parte interna del hombre que est� consciente de Dios. �l alma (intelecto, voluntad y emociones) es aquella parte interna de nosotros que es auto conciente. El cuerpo (respondiendo a trav�s de los sentidos) es esa parte de nosotros que nos hace conscientes del mundo. As� que, debido a que somos esp�ritu y a que Dios es Esp�ritu, podemos tener comunicaci�n.

Por ejemplo, en un cuarto entran cientos de se�ales de sonido que son transmitidas desde estaciones de radio y televisi�n. Pero no podemos escuchar los sonidos a menos que sintonicemos la radio o la televisi�n.

Tan pronto como sintonicemos el aparato con la estaci�n, tales sonidos son transmitidos de manera audible [sonora] y visible. De la misma manera, podemos "sintonizarnos" con Dios y recibir sus se�ales, algunas de las cuales son audibles o sonoras y visibles.

1) El Ayuno Agudiza Sus O�dos. Una de las maneras en las que podemos agudizar nuestra recepci�n de las se�ales de Dios, es a trav�s del ayuno. Esto es semejante a sintonizar bien una estaci�n de radio.

Cuando Jes�s ense�� a Sus disc�pulos acerca de sus necesidades de crecer en fe, �l enfatiz� (Mt 17:21) que la oraci�n y el ayuno a menudo eran la clave hacia una fe mayor.

El ayunar es una ayuda para aumentar la fe cuando nuestro motivo es acercarnos a Dios a fin de poder escuchar mejor Su palabra para nuestras vidas.

2) El Ayunar Puede Ser Peligroso. El concepto de que uno puede voltear el brazo de Dios por medio del ayuno, oblig�ndole a hacer algo que no quiere hacer, es totalmente err�neo.

Si el ayunar se convierte en una obstinaci�n y es de motivo cuestionable, usted puede abrir las puertas para dar entrada a los esp�ritus del error. Recuerde que durante el ayuno de los cuarenta d�as, Jes�s tuvo un encuentro con el diablo. Si usted est� orando y ayunando para poder hacerse famoso o por otras razones equivocadas, usted est� corriendo el riesgo de que los demonios del enga�o vengan sobre usted.

No obstante, Jes�s no estuvo en el desierto por Su propia obstinaci�n o voluntad propia para ayunar 40 d�as. No fue porque �l decidiera obligar a Su Padre para que exhibiera su poder sobrenatural para probarle al mundo Sus din�micas.
�l estaba all� porque hab�a sido impulsado por el Esp�ritu para ayunar. La escritura de Marcos 1:13 nos dice que: "los �ngeles le ministraron" usted necesita el ministerio de los �ngeles en un ayuno de 40 d�as.

S� de tres personas que han muerto en un ayuno de 40 d�as. Sin duda alguna que no fueron dirigidos por el Esp�ritu, sino m�s bien por la obstinaci�n carnal o humana. Ning�n ayuno extenso en la Biblia, ha sido iniciado por la voluntad humana, sino siempre por la providencia divina.

Por ejemplo, Mois�s (Ex 34:28) y El�as (1 R 19:8) ayunaron 40 d�as y 40 noches; no obstante, Dios fue quien inici� tales ayunos y no ellos.

Algunos han sobrevivido un ayuno de 40 d�as, pero al final, ya no ten�an mas fe que cuando comenzaron. Conozco de otros que, por el contrario, Dios los dirigi� en un ayuno de 40 d�as. Siendo que estaban obedeciendo a una iniciativa divina, fueron preservados. Fue de esa manera que se encontraron con Dios y pudieron entrar dentro de un ministerio genuino del Esp�ritu Santo.

Un peligro muy real que puede ser afrontado en un ayuno de 40 d�as de parte de un creyente egoc�ntrico y obstinado, es el contacto con los demonios. El desear poder y unci�n para alimentar el ego o auto arrogancia, resultar� en que tal persona quede accesible a tener contacto con cualquier esp�ritu (ya sea del bien o del mal); y subsiguientemente al poder de Satan�s.

El esp�ritu humano puede comunicarse mucho m�s f�cil con el Esp�ritu Santo durante el ayuno. No obstante, ser� tambi�n m�s susceptible y sensible a los esp�ritus del error, as� como al Esp�ritu Santo. Pero estar� en terreno seguro si su motivo es acercarse m�s a Dios.

Si es dirigido por el Esp�ritu de Dios puede allegarse a Dios muchas veces por medio de ayunos m�s cortos. El hecho de apartarse durante una semana, dos o tres para orar y esperar en Dios, le ayudar� mucho.

3) El Ayuno Necesita La Motivaci�n Correcta. La motivaci�n en el ayuno deber� ser pesada cuidadosamente. Algunos son motivados para poder alcanzar poder y unci�n prematuramente y son destruidos en lugar de edificados. La senda del Ministerio de Milagros est� salpicada de naufragios de hombres que fueron impulsados por la codicia de recibir poder (por obstinaci�n propia). Ellos no ten�an preparaci�n en sus corazones para tratar con el mismo, ni para manejarlo despu�s que lo recibieron, as� que, eventualmente tal poder los destruy�, la unci�n es algo muy peligroso.

Si tuvi�ramos poder ilimitado a la disposici�n, saldr�amos fuera y har�amos muchas cosas que Dios no querr�a que hici�ramos; al hacerlo, violar�amos toda suerte de principios divinos y har�amos muchas cosas necias que nos perjudicar�an y destruir�an la obra de Dios en el proceso. Cuando Dios habla, siempre es una expresi�n de Su voluntad. Cuando sabemos lo que �l quiere que se haga, la fe viene por el o�r la Palabra de Dios. Esta es una fe segura.

D. LA FE CRECE POR MEDIO DEL HABLAR
La fe segura est� basada sobre el escuchar, obedecer y amar. Abrimos nuestro esp�ritu a la Voz del Se�or mediante la demostraci�n de un coraz�n apto y sensible para o�r y obedecer debido a que le amamos y �l nos ama. Es debido a tal amor que la fe obra. De otra manera, la fe es suprimida y deja de crecer.

As� que, el o�r, obedecer y amar son los tres ingredientes centrales para el crecimiento de la fe. A esto podemos agregarle un cuarto ingrediente esencial: Hablar.


1. La Fe De Dios
En Marcos 11:22 y 23 Jes�s les ense�� a sus disc�pulos "…tened fe en Dios". La traducci�n literal es la siguiente: "tengan la fe de Dios... porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte..." la implicaci�n aqu� es que la fe de Dios es una fe que habla.

En el primer cap�tulo de G�nesis, Dios dijo: "Sea la luz; y fue la luz". Dios dijo: "Sea..." y fue. La fe de Dios es una fe que dice o habla, que articula palabras.

La fe que habla o dice es una m�s elevada que la fe que pide. Se necesita fe a fin de pedir, pero existe una fe que va m�s all� de la que pide: la fe que habla o dice. "Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Qu�tate y �chate en el mar, y no dudare en su coraz�n, sino creyere que ser� hecho lo que dice, lo que diga le ser� hecho". El griego original dice: "Cualquiera que cree en lo que dice, suceder�; tendr� cualquier cosa que diga".

2. Hable Lo Que Dios Diga
El progreso y crecimiento de la fe, est�n relacionados con lo que usted diga o hable en palabras que salgan de su boca.

Proverbios 4:20-22 declara: "Hijo m�o, est� atento a mis palabras; Inclina tu o�do a mis razones. No se aparten de tus ojos; Gu�rdalas en medio de tu coraz�n; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo". Si usted recibe las palabras de Dios y las declara o dice, vienen a ser vida y salud para su vida.

La traducci�n de Proverbios 6:2 al Espa�ol declara aptamente: "Te has enlazado con las palabras de tu boca…".

Salom�n hace bien claro que lo que decimos puede ser de maldici�n o de bendici�n para nosotros, declara directamente en Proverbios 18:21: "La muerte y la vida est�n en poder de la lengua…".

Despu�s de haber enfatizado en Proverbios 10:11 que "Manantial de vida es la boca del justo", Salom�n nos dice que podemos ser atrapados (enlazados) o liberados con las palabras que hablamos.

La fe encuentra su expresi�n a medida que comenzamos a decir: "Esto es lo que Dios ha dicho".

Apocalipsis 12:11 habla de una compa��a de santos que "le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio…": es decir, su confesi�n hablada. El diablo es impedido cada vez que confesamos lo que Dios dice.

Pablo conoc�a el poder de la palabra hablada, y nos recuerda en Romanos 10:8-10 que: "Cerca de ti est� la palabra, en tu boca y en tu coraz�n. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jes�s es el Se�or, y creyeres en tu coraz�n que Dios le levant� de los muertos, ser�s salvo. Porque con el coraz�n se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvaci�n".

La palabra "salvo" en el vers�culo 9 viene del vocablo griego sozo, que es traducido al Espa�ol con la expresi�n: "ser�s salvo". En otro pasaje, en el Nuevo Testamento, esta misma palabra significa... "ser�s sano"; y en otro: "tus pecados te ser�n perdonados".

"Sozo" es un t�rmino que el Esp�ritu Santo escogi� para expresar todos los beneficios de redenci�n que est�n disponibles para todos los hijos de Dios. Todo lo que el Calvario provee es apropiado por nuestra confesi�n.

3. Crea Lo Que Dice
Recibiremos lo que decimos en el momento en que afrontamos una situaci�n, es decir, la respuesta en nuestro coraz�n es expresada por nuestra boca y hablamos lo que creemos.

Jes�s amonest� a los fariseos en este relato de Mateo 12:34-37: "Porque de la abundancia del coraz�n habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del coraz�n saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella dar�n cuenta en el d�a del juicio. Porque por tus palabras ser�s justificado, y por tus palabras ser�s condenado".

Al primer s�ntoma de enfermedad, lo confesamos, no lo dudamos, lo creemos y recibimos la sanidad. Algunas personas solitarias y tristes, utilizan la enfermedad para conseguir la atenci�n y simpat�a. Sus vidas est�n erigidas alrededor de la atenci�n que puedan conseguir durante una enfermedad particular. La poseen por fe y la retienen por fe, confes�ndola cada vez que viene un d�a nuevo y cada vez que ese d�a se va.

En el lado positivo, esto puede obrar a nuestro favor tambi�n cuando entendemos el principio. Si confesamos con nuestra boca lo que Dios dice creyendo en nuestro coraz�n, tendremos lo que decimos o pedimos.

Si la Palabra de Dios encuentra alojamiento en nuestro coraz�n y la abrazamos inmediatamente, confesamos la victoria en lugar de la derrota cuando se nos presente el reto. Entonces, recibiremos lo que pedimos: �victoria!

4. Ejemplos De Hombres Que Hablaron Por Fe
a. Abraham. Podemos ver este principio de la confesi�n positiva de fe en el registro b�blico de Abraham en Romanos 4:17-22.

Dios le hab�a prometido a Abraham que ser�a el Padre de muchas naciones; aunque Abraham estaba cerca de los cien a�os y lejos de procrear hijos, su fe no era d�bil. Su fe tampoco vacil� ante la esterilidad de la matriz de Sara. "Tampoco dud�, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleci� en fe, dando gloria a Dios".

Esto significa que anduvo positivamente alabando a Dios por todas las cosas que le hab�a prometido, confesando lo que �l hab�a dicho y d�ndole la gloria.

Abraham hab�a escuchado la palabra de Dios y "plenamente convencido de que era tambi�n poderoso para hacer todo lo que hab�a prometido", dio expresi�n verbal a aquella palabra que moraba en �l.

Probablemente dijo: "�Aleluya! Dios me prometi� un hijo y creo que voy a ser padre de un hijo. A pesar de que tengo cien a�os de edad y Sara 90, a�n as� vamos a tener un hijo. �Gloria a Dios!".

Debido a que Abraham confes� la palabra de Dios en lugar de las circunstancias, "...su fe le fue contada por justicia" (v 22).

b. Dios. En Romanos 4:17, tenemos este comentario sobre Dios: "… el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen". Cuando Dios dice que algo "es", aunque d� la apariencia de que "no lo sea", �l cree que lo "es". Dios no tiene duda en Su coraz�n, y lo que dice, eso es exactamente lo que sucede.

Si Dios hace esto, �Acaso no deber�amos nosotros hacerlo tambi�n? �No deber�amos nosotros, quienes somos los hijos de Dios, hacer lo que Dios hace? Si Su palabra ha venido a nosotros, entonces, deber�amos.

c. Jes�s. En este mismo momento, Jes�s Mismo est� sentado en fe, llamando aquellas cosas que al parecer no son, como que son. Dios el Padre le dijo a nuestro Se�or Jes�s: "Jehov� dijo a mi Se�or: Si�ntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies" (Sal 110:1).

Jes�s ha tenido esa promesa desde la eternidad. La Biblia dice que �l est� sentado a la diestra del Padre, esperando en fe que sus enemigos sean puestos por estrado de Sus pies.

�l contin�a en Su ministerio de fe, y est� sentado reposando, sabiendo que �l ver� el fruto de Su fe manifestado sobre esta tierra, aunque la promesa de tal obra tome siglos.

5. Tome Su Posici�n En Fe.
Usted tambi�n puede tomar una posici�n en fe por lo que dice y habla. Cuando usted conoce la voluntad de Dios puede llamar algunas cosas "que no son", como "si lo fueran". Finalmente, usted puede verlas cumplidas en su vida.

Si usted acepta la palabra de Dios para su vida, usted puede pararse firme y confesar tal palabra (as� como lo hizo Abraham) frente al rostro de los demonios, de las opiniones negativas, de las circunstancias y toda oposici�n que afronte. (Jer 1:12): "… apresuro mi palabra para ponerla por obra".

Dios est� esperando por usted para que reciba la Palabra en su boca y la articule con poder, crey�ndola en su coraz�n.

a. Su Abogado. La clave para entender el poder de la confesi�n hablada (oral) est� en Hebreos 3:1: "Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al ap�stol y sumo sacerdote de nuestra profesi�n, Cristo Jes�s". (Profesi�n es el mismo t�rmino griego que "confesi�n" o "testimonio").

�Jes�s es el Sumo Sacerdote de lo que usted dice! Cuando descubr� esta verdad un d�a mientras le�a en Hebreos, repentinamente vi la escena en el cielo. Jes�s estaba all� en la presencia de Dios como Sumo Sacerdote de lo que dec�a.

La escena se extendi�, y vi delante de m� una Corte con Dios el Padre, el Juez de toda la tierra, sentado detr�s del juzgado.

A cada lado de la plataforma del testigo estaban el fiscal y el abogado defensor, escuchando atentamente el testimonio del acusado.

b. Su Acusador. El fiscal, como sabr�, es el "acusador" o el diablo. En Apocalipsis 12:10, es descrito como el acusador de los hermanos ante Dios, d�a y noche.

En el primer cap�tulo de Job, Satan�s ascendi� al cielo junto a los hijos de Dios para ir ante �l, y esperaba por la oportunidad de poder acusar a Job. En todos los tormentos y pruebas que Job sufri� como resultado de la acusaci�n del diablo, �l nunca culp� a Dios ni cuestion� Su soberan�a; tampoco pec� con sus labios (Job 2:10).

Cuando todo lo que Job ten�a le fue arrebatado, �l cay� sobre su rostro y ador� a Dios. Nunca le dio al diablo ninguna confesi�n err�nea para minar el prop�sito divino en tal prueba.

c. Su Ayudante. En ese escenario de la corte, Jes�s es el Abogado Defensor. La Escritura en 1 Juan 2:1 declara: "si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo".

La palabra para "abogado" es "intercesor, defensor" en t�rminos modernos del idioma Espa�ol. La ra�z griega es paracleto, que es traducida "Consolador" en Juan 14:16, que a su vez significa "uno que es llamado para acompa�ar a otro para serle de ayuda".

Jes�s dijo en Juan 14:16-17: "Y yo rogar� al Padre, y os dar� otro Consolador, para que est� con vosotros para siempre: el Esp�ritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conoc�is, porque mora con vosotros, y estar� en vosotros". Esto significa que no s�lo tenemos un abogado con el Padre en el cielo, "a Jesucristo el Justo", sino que tambi�n tenemos a un Consolador aqu� en la tierra: al Esp�ritu Santo. Estamos muy bien representados en la corte donde Dios es el Juez supremo.

d. Su Testimonio. Ahora podemos aplicar esta escena de la corte o juzgado. Sentado sobre la silla del testigo, aparece el acusado: USTED; Jes�s es el Abogado Defensor; Satan�s es el fiscal; y Dios el Padre es el Juez. Todos los presentes esperan escuchar que USTED de su testimonio; al alegar su caso, su testimonio es el arma mayor que el Abogado Defensor (Jes�s) utilizar� contra el acusador (el diablo). Lo que usted diga determinar� el resultado final de su caso, su abogado presentar� su caso ante el Juez, basado en su testimonio positivo y firme. El fiscal, de la misma manera, presentar� sus acusaciones ante el Juez, basadas en cualquier declaraci�n contradictoria de su parte.
Tanto el Abogado Defensor (Jes�s), como el fiscal (el diablo), trabajar�n con lo que usted diga. Usted deber� exponer ante Jes�s, el Sumo Sacerdote de su confesi�n, un testimonio que �l pueda utilizar en su defensa.

Su profesi�n debe ser una buena confesi�n de fe. Si da una confesi�n negativa, estar� cargando el arma del diablo para disparar al rostro de Dios.

Dios el Juez puede absolverlo, preservarlo y protegerlo �nicamente al escucharle decir lo que �l Mismo dice. Lo que Dios dice es siempre la verdad. Si usted dice lo que Dios dice, entonces, respaldar� Su Propia Palabra para ponerla en ejecuci�n.

6. La Victoria Est� En Su Boca
Usted dice lo que Dios dice, y de seguro vencer� al diablo "por la sangre del Cordero y la palabra del [su] testimonio". Parafraseando: "Si usted confiesa con su boca, ser� librado; Ser� salvo; Ser� sano".

Todas estas cosas maravillosas que est�n en el plan de redenci�n son suyas a trav�s de su confesi�n.

Hay poder genuino en lo que usted dice: su confesi�n le guiar� a la victoria.

E. CONCLUSI�N
A medida que usted repite la palabra de Dios y aprende a andar por fe y no por vista, su fe aumenta.

La fe viene por el o�r la palabra de Dios, obedeciendo lo que ha escuchado con un coraz�n lleno de amor por �l y confesando en la cara del adversario exactamente lo que dice Su palabra.

Hemos aprendido de este estudio que nuestra fe va en aumento cuando hacemos uso de estos cuatro elementos: O�mos, Obedecemos, Amamos y Hablamos.

Por consiguiente, un�monos con Abraham y "…fortalezc�monos en la fe dando gloria a Dios, plenamente convencidos de que era tambi�n poderoso para hacer todo lo que hab�a prometido" (Romanos 4:20, 21).

La fe de Abraham no era una fe suplicante (que pide o solicita), sino una fe parlante (que dice, habla, articula, confiesa). �l escuch� la palabra que Dios hab�a dicho. �l actu� en obediencia a la misma. La obedeci� en un acto de amor. Habl� aquellas cosas que "...al parecer no eran", y que en realidad eran. Es vital que excitemos nuestra fe y la hagamos crecer por medio de practicar continuamente estos principios: �O�r!, �Obedecer!, �Amar! y �Confesar!


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