Cap�tulo 4
Medios Y Conductos De Sanidad: Parte II

A. SANIDAD EVANGEL�STICA
Este es un ministerio de sanidad que Jes�s dijo que seguir�a a la predicaci�n del Evangelio. Es una de las cinco evidencias que siempre acompa�ar�n la proclamaci�n del verdadero Evangelio (Mr 16:17, 18). Se requieren varias cosas a fin de ver la manifestaci�n de esta clase de sanidad.

1. Predicad El Evangelio
El mandamiento que precedi� a la promesa fue: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Mr 16:15). Este es un ministerio evangel�stico: ir a nuevos territorios a proclamar las buenas nuevas de salvaci�n a los inconversos.

Pablo obedeci� este mandato. �l procur� predicar el Evangelio en los lugares donde Cristo a�n no hab�a sido dado a conocer m�s bien que edificar sobre un fundamento colocado por otra persona. Por consiguiente, su ministerio fue confirmado por el Se�or: "Con potencia de se�ales y prodigios, en el poder del Esp�ritu de Dios…" (Ro 15:18-20). El resultado fue que los gentiles obedecieron al Evangelio en la "palabra y en las obras" (Ro 15:18).

2. Proclamar Sanidad F�sica
La proclamaci�n del Evangelio en el Nuevo Testamento incluy� el �nfasis sobre la sanidad f�sica al igual que la esperanza de la salvaci�n eterna.

Jes�s dedic� una gran parte de Su ministerio a la sanidad y liberaci�n de los enfermos y afligidos. Multitudes acud�an a �l, y la Biblia nos dice que en muchas ocasiones: "...san� a todos los enfermos" (Mt 8:16). De igual manera, multitudes de enfermos acud�an a los ap�stoles. Al menos en una ocasi�n, la sombra de Pedro cay� sobre los enfermos mientras pasaba entre ellos y muchos fueron sanados y liberados de sus opresiones (Hch 5:15, 16).

Los ap�stoles obraban muchos milagros, se�ales y maravillas (Hch 5:12). Como resultado de tales se�ales, grandes multitudes fueron a�adidas a la Iglesia (Hch 5:14).

3. Imposici�n De Manos En Los Enfermos
Otro aspecto espec�fico de la sanidad divina fue la imposici�n de manos (Mr 16:18). Considere algunos aspectos de la importancia de este acto.

En el escenario cultural de la gente, la imposici�n de manos era utilizada frecuentemente para conferir algo a una persona, ya fuera una bendici�n, honor o privilegio, etc. As� que, las personas sobre quienes se impon�an las manos, tradicionalmente esperaban recibir algo.

Note lo que Jes�s dijo acerca de este asunto: "Y estas se�ales seguir�n a los que creen… sobre los enfermos pondr�n sus manos, y sanar�n".

Las manos del creyente deben ser extendidas, tocando al enfermo. Jes�s declar�: "y sanar�n" (v 18).

Al extender nuestras manos hacia los que sufren, nos estamos identificando con ellos, lo cual, hacemos "en el nombre de Jes�s" (Hch 3:6).

Cuando hacemos esto por fe, venimos a ser una extensi�n de las manos del Se�or. Dios no posee otras manos excepto las nuestras para tocar a un mundo necesitado.

La predicaci�n del Evangelio y la imposici�n de manos sobre los enfermos es un mandato de Cristo. Tenemos que obedecerle y hacerlo con fe.

Cuando usted toque a los afligidos, clame por la promesa de Dios en ese momento. Jes�s dijo: "sobre los enfermos pondr�n sus manos, y sanar�n" (Mr 16:18).

La recuperaci�n del enfermo no tiene que ser inmediata o instant�nea. La sanidad puede ocurrir paulatinamente. Este proceso comienza en el momento del contacto pero puede ser que pase alg�n tiempo antes de que se verifique totalmente. No pierda la fe; no comience a dudar. Mantenga una actitud de fe positiva en la Palabra de Dios. Esta es la verdad; no puede fallar.

Este ministerio de sanidad debe acompa�ar a todo evangelista. Es la promesa impl�cita en esta comisi�n. Debe acompa�ar adem�s a cada creyente: "Y estas se�ales seguir�n a los que creen".

B. SANIDAD ECLESI�STICA
Mientras que la sanidad evangel�stica es un ministerio principalmente para los inconversos a fin de convencerles de la verdad y realidad del Evangelio, la sanidad eclesi�stica es un ministerio dentro de la Iglesia.

La escritura que forma la base para nuestra consideraci�n de este canal de sanidad se encuentra en Santiago 5:14-16.

"�Est� alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por �l, ungi�ndole con aceite en el nombre del Se�or. Y la oraci�n de fe salvar� al enfermo, y el Se�or lo levantar�; y si hubiere cometido pecados, le ser�n perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que se�is sanados. La oraci�n eficaz del justo puede mucho."

Las instrucciones en este pasaje son dirigidas espec�ficamente a los cristianos. "�Est� alguno enfermo entre vosotros?", es una declaraci�n que indica claramente que Santiago se estaba dirigiendo a los que estaban dentro de la iglesia local. Las instrucciones que siguen son diferentes a las encontradas en Marcos 16:15-20.

1. Llame A Los Ancianos
El enfermo debe llamar a los ancianos de la iglesia. La iniciativa debe ser tomada por el que est� afligido, solicitando la visita de los ancianos para que oren por �l.

2. Confesar Pecado
El tal deber� confesar sus faltas. Si ha cometido alg�n pecado, deber� confesarlo igualmente.

Hemos considerado ya el hecho de que muchas enfermedades comienzan en el interior. Puede ser que tambi�n haya alg�n pecado envuelto.

Quiz�s haya tambi�n actitudes err�neas. A menudo hay patrones dolorosos de pensamientos y emociones perjudiciales. �stas, son aflicciones espirituales que dan paso a otros padecimientos f�sicos. Debe haber un reconocimiento y confesi�n de tales pecados.

La confesi�n trae estos agentes destructores a la luz. Nunca podr� haber una sanidad total de estos problemas internos hasta que no hayan sido confesados en sincero arrepentimiento.

Muchas personas encuentran dif�cil reconocer que tengan faltas. Es por esa raz�n que nunca pueden recibir sanidad divina. Tenemos que estar dispuestos a dejar que Dios escudri�e nuestros corazones y permitirle que extirpe cualquier actitud o pensamiento que le desagrade.

Sea honesto y sincero con Dios. �l es un Padre amoroso que s�lo desea nuestro bienestar y sanidad; no es un monstruo horrible que desee castigarnos. No tiene la intenci�n de descubrir estas �reas problem�ticas con el prop�sito de avergonzarnos. S�lo desea libertar su coraz�n y mente de esos agentes nocivos que le envenenan y destruyen.

Si Dios le muestra alg�n pecado o resentimiento que no est� en armon�a con Su voluntad, confi�selo a los ancianos (l�deres).

Es mejor que esto se haga en privado m�s bien que en una reuni�n p�blica. "Confesaos vuestras ofensas unos a otros…" (Stg 5:16). No obstante, hay ocasiones en las cuales se requiere que ciertas confesiones se hagan ante todo el cuerpo. Por lo general, esto se hace cuando se haya pecado contra todo el cuerpo. De otra manera, la confesi�n debe ser recibida por los ancianos privadamente, quienes se reservar�n los detalles.
Aunque la confesi�n es hecha en presencia de los ancianos, estamos en realidad haci�ndola ante Dios. Tal vez hayamos ofendido a un hermano, pero en realidad es a Dios a quien hemos ofendido. Por consiguiente, debemos buscar Su perd�n encarecidamente.

Es necesario tambi�n hacer restituci�n a la persona contra quien hemos pecado u ofendido. Debemos hacerlo en un esp�ritu de humildad, a fin de obtener su perd�n.

Bajo el Antiguo Pacto, Dios requer�a una ofrenda de expiaci�n cuando se ofend�a a alg�n hermano (Lv 6:1-7). Uno de los requisitos de la ofrenda requer�a que se hiciera total restituci�n y, adem�s, un 20% (Lv 6:5).

El principio expuesto aqu� es que debemos hacer una restituci�n generosa a la persona que hemos ofendido. Debemos tratar de compensar por el da�o o perjuicio que le hayamos causado con nuestras acciones.

3. Ungiendo Con Aceite
"…oren por �l, ungi�ndole con aceite en el nombre del Se�or…" (Stg 5:14). El aceite es s�mbolo del Esp�ritu Santo. Cuando ungimos a alguien con aceite, estamos llamando simb�licamente al Esp�ritu de Dios para que manifieste Su presencia y poder en la situaci�n envuelta. Estamos rog�ndole que descienda sobre esa persona por la que estamos orando.

Los disc�pulos evidentemente usaron este m�todo con frecuencia. En Marcos 6:13 leemos lo siguiente: "Y echaban fuera muchos demonios, y ung�an con aceite a muchos enfermos, y los sanaban".

El aceite simboliza tambi�n luz. El candelabro del Lugar Sant�simo era una l�mpara de aceite. Este era el que produc�a la luz en tal lugar.

As� que, cuando ungimos a una persona con aceite, estamos declarando lo siguiente: "Padre, reconocemos que estamos ejecutando este acto a la luz de tu presencia. Entendemos que nada est� oculto de tus ojos.

T� conoces todas las cosas. Es por tal raz�n que te pedimos que nos ayudes a ser totalmente honestos en esta situaci�n, porque nada que sea deshonesto podr� escapar de tu atenci�n.

Si esta persona enferma que te busca en estos momentos tiene alguna falta, de la cual est� completamente ignorante, permite que la luz de tu presencia la revele, a fin de que podamos bregar con ella."

El aceite es adem�s s�mbolo de sanidad. �ste tiene propiedades terap�uticas (que sanan). Probablemente fue el ingrediente medicinal m�s antiguo conocido del hombre. Tiene un efecto calmante y sanador.

El hombre que fue rescatado por el buen samaritano tuvo aceite y vino derramado sobre sus heridas (Lc 10:33, 34). El vino limpi� las heridas y el aceite las san�.

Cuando ungimos con aceite, no lo aplicamos como una medicina, sino m�s bien como s�mbolo de sanidad con la fe de que el Esp�ritu Santo imparta Su virtud sanadora sobre el enfermo.

4. Orar La Oraci�n De Fe
Despu�s de ungir con aceite, los ancianos deber�n orar la oraci�n de fe. Santiago dice al respecto: "Y la oraci�n de fe salvar� al enfermo, y el Se�or lo levantar�" (Stg 5:15).

a. La Oraci�n De Fe Se Basa Exclusivamente Sobre Lo Que Declara La Palabra De Dios. El fundamento sobre el cual la oraci�n de fe se erige, es la integridad de la Palabra de Dios. �sta no depende de ninguna otra fuente de confirmaci�n o �nimo. Cree que la Palabra de Dios es el �nico recurso de su verdad m�xima. "…antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso…" (Ro 3:4).

La fe b�blica tiene su origen en la santa Palabra de Dios. "As� que la fe es por el o�r, y el o�r, por la palabra de Dios" (Ro 10:17).
Si alguna vez deseamos orar la oraci�n de fe deberemos familiarizarnos totalmente con la Palabra de Dios en lo que concierne a Su voluntad respecto a la sanidad.

Es vital CONOCER, a trav�s de ella, que Su voluntad ES sanar. Es vital que haya un fundamento s�lido y profundo de fe en nuestro interior, edificado exclusivamente sobre la Palabra de Dios.

b. La Oraci�n De Fe Conoce La Voluntad De Dios. Una vez un leproso le dijo a Jes�s: "Se�or, si quieres puedes limpiarme" (Mt 8:1-4). Este leproso no ten�a poder para sanar su condici�n. Su duda radicaba en si era o no Su voluntad hacerlo.

Jes�s resolvi� tal problema inmediatamente con la siguiente declaraci�n: "Quiero, s� limpio. Y al instante su lepra desapareci�".

Debemos tener firmemente establecido en nuestro coraz�n que es la voluntad de Dios sanarnos. Si alguna inseguridad o duda en nuestro interior nos lleva a terminar nuestra oraci�n con un: "Si es Tu voluntad", entonces, NO habremos orado la oraci�n de fe.

Adem�s de saber a trav�s de la Palabra que es la voluntad de Dios sanar a los enfermos, debemos buscarle con fervor a fin de conocer Su voluntad espec�ficamente para la persona por la cual estamos orando.

En otras palabras, aunque Dios siempre tiene el deseo de sanar, algunas veces Su sanidad se retrasa por algunas razones, y necesitamos asegurarnos que es Su voluntad sanar a tal persona al instante.

Algunas veces cuando procuramos este conocimiento espec�fico, Dios revela el impedimento que obstruye la manifestaci�n de Su poder sanador.

Entonces, podemos rectificar tal problema y aclarar el camino para que la sanidad tome lugar.

Santiago contin�a aclarando que la persona que duda no recibir� nada de parte del Se�or (Stg 1:6, 7).

Por consiguiente, es la oraci�n de fe totalmente confiada, la que Dios contestar� para sanar al enfermo. No hay lugar para la duda, inseguridad o vacilaci�n. Esta oraci�n es de una confianza suprema y comprometida.

c. La Oraci�n De Fe Tiene Un Objetivo Definido. Jes�s frecuentemente preguntaba: "�Qu� quieres que te haga?" En la terminolog�a moderna es como si �l preguntara: "�QU� deseas espec�ficamente? �Cu�l es la naturaleza espec�fica de tu petici�n?

Los creyentes son a menudo tan poco espec�ficos en sus oraciones, que no saben cuando Dios las contesta.

Si oramos vagamente, no recibiremos nada. Es esencial que definamos espec�ficamente lo que queremos que haga, haci�ndole saber la petici�n en oraci�n con acci�n de gracias.

El ciego, a quien Jes�s le dirigi� tal pregunta, replic� inmediatamente: "Maestro, que recobre la vista" (Mr 10:51). Declar� su deseo definida, espec�fica y concisamente. �l contest� su petici�n al momento, y el ciego recibi� la vista.

d. La Oraci�n De Fe Pide Y Recibe. Muchos creyentes sinceros han fracasado al no entender que la oraci�n de fe es tanto pedir como recibir. Pedir y continuar pidiendo indefinidamente a veces puede ser una indicaci�n de nuestra incredulidad.

Jes�s dijo: "Pedid y se os dar�" (Mt 7:7). As� que, cuando le pedimos es vital que recibamos la petici�n de Su mano con la debida acci�n de gracias (Fil 4:6).

e. La Oraci�n De Fe Tiene Un Motivo Correcto. Santiago explic� dos razones principales del porqu� a veces no recibimos las respuestas a nuestras peticiones (Stg 4:2, 3).

La primera, es que muchas veces no oramos. La segunda, es que oramos pero con el motivo err�neo. Santiago dice: "Ped�s, y no recib�s, porque ped�s mal" (por razones ego�stas).

Es por eso que debemos asegurarnos que nuestros motivos sean puros. �Acaso queremos esta petici�n por la raz�n justa?

La raz�n justa es que Dios debe ser glorificado y exaltado. Cualquier cosa inferior a esto, es frecuentemente de motivaci�n cuestionable.

Muchos desean cosas por razones extremadamente ego�stas. Dios, por lo general, no responde a las oraciones egoc�ntricas. Es conveniente que examinemos nuestros motivos, primero, a fin de ver si son dignos.

El ministro a quien Dios desee usar para impartir sanidad divina, debe asegurarse de que sus motivos sean dignos. Algunos oran por los enfermos por motivos vanos y superficiales. Demasiados ministros comienzan a pensar que el poder viene de ellos. Muchos est�n hinchados de orgullo porque Dios los usa. Pero al ensalzarse a s� mismos se descalifican y pierden la efectividad en su ministerio, ya que, alimentan actitudes carnales.

Hay otros que procuran usar el don de Dios para el lucro personal. Al hacer tal cosa, pervierten tal don. El principio es: "...de gracia recibisteis, dad de gracia" (Mt 10:8).

f. La Oraci�n De Fe Tiene Una Confesi�n Intr�pida. Una confesi�n positiva es esencial para el funcionamiento normal de la fe. "Cre� por lo cual habl�" (2 Co 4:13). "Que si confesares con tu boca que Jes�s es el Se�or, y creyeres en tu coraz�n que Dios le levant� de los muertos, ser�s salvo" (Ro 10:9). "Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesi�n de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometi�" (He 10:23).

Jes�s explic� la relaci�n existente entre nuestra confesi�n y recibir lo que pedimos a Dios. "Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Qu�tate y �chate en el mar, y no dudare en su coraz�n, sino creyere que ser� hecho lo que dice, lo que diga le ser� hecho" (Mr 11:23).

Si su confesi�n no est� de acuerdo con la Palabra de Dios, entonces, no es la fe la que est� hablando. �sta, siempre est� en armon�a con la Palabra de Dios. El significado literal del verbo ‘confesar' en el Nuevo Testamento griego es ‘estar de acuerdo con', ‘decir lo mismo'. Si queremos orar la oraci�n de fe sin dudar, nuestra conversaci�n y confesi�n deber�n armonizar con nuestra oraci�n.

g. La Oraci�n De Fe Act�a De Acuerdo Con Nuestra Confesi�n. Nuestra confesi�n de fe es una declaraci�n verbal que est� de acuerdo con la actitud de fe que tenemos con relaci�n a la sanidad del enfermo.

Debemos ir un poco m�s all� del mero hablar palabras de fe. Es necesario poner acci�n a la fe. �stas son acciones que concuerdan con las declaraciones de fe que hemos hecho. Esto es como actuar literalmente de acuerdo con la Palabra de Dios.

Santiago nos dice: "…la fe sin obras es muerta" (Stg 2:20). Si profesamos creer algo pero no actuamos de acuerdo con ello, entonces, nuestra profesi�n estar� vac�a.

Jes�s requiri� frecuentemente fe y obras de parte de los que buscaban sanidad divina. "Lev�ntate, toma tu lecho, y anda" (Mr 2:11), fue la orden que le dio al cojo. Un milagro ocurre, usualmente, en el momento en que comenzamos a actuar en fe.

En contraste, muchos no reciben sanidad porque en el momento en que deben actuar por fe fracasan al no actuar sobre la promesa.

h. La Oraci�n De Fe Contin�a Resueltamente. Hebreos 10:23 declara: "Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesi�n de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometi�". Muchas veces nuestra fe es probada cuando el resultado en el cual creemos no se manifiesta inmediatamente. Esto, es un factor muy cr�tico e importante en el ejercicio de la fe.
La verdadera fe posee una caracter�stica que persevera en creer resueltamente a�n cuando los resultados no sean evidentes de inmediato. La verdadera fe no "...pierde la confianza, que tiene grande galard�n" (He 10:35, 36).

La fe b�blica corresponde exclusivamente a lo que declara la Palabra de Dios. �sta, no depende de las sensaciones, s�ntomas o evidencias percibidas por los sentidos naturales. Cree, confiesa y act�a seg�n la Palabra de Dios.

As� que, cuando no existe aparente cambio o mejora, contin�a creyendo que la santa Palabra de Dios es verdadera. La fe siempre confiesa que la Palabra es cierta, y act�a en correspondencia con ella.

Para Abraham este proceso dur� varios a�os. Mientras esperaba en Dios para que hiciera lo prometido, Abraham "...fue esforzado en fe, dando gloria a Dios" (Ro 4:18-21).

Con fe y paciencia, hered� la promesa (He 6:12).

i. La Fe Otorga La Gloria A Dios. Abraham es muy conocido como var�n de gran fe. Su ejemplo a este respecto, es tanto inspirador como instructivo. Romanos 4:16-21 nos da algunos principios �tiles, concerniente a la operaci�n de su fe. �stos incluyen el hecho de que Abraham siempre fue diligente en darle la gloria a Dios.

En muchos cristianos el problema es que Dios no puede confiar en ellos para que realicen grandes obras de fe debido a que se atribuir�an la gloria a s� mismos, aparentando que son importantes.

Dios es extremadamente celoso de Su Gloria. No est� dispuesto a compartirla con nadie. Necesitamos estar conscientes de este hecho. Siempre sea diligente en darle la gloria y la honra a Dios por las maravillas que ejecuta. No es su fe la que ha ejecutado el milagro, sino el poder de Dios. Su fe ha sido el canal a trav�s del cual fluye el poder de Dios.

C. SANIDAD A TRAV�S DE LA SANTA COMUNI�N
En 1 Corintios 11:23-32 vemos claramente que la participaci�n digna de la Santa Cena o Comuni�n, trae como resultado la sanidad y la buena salud.

Pablo mantiene que la participaci�n indigna provoc� la muerte prematura de algunos de los miembros de la iglesia de Corinto y que otros se enfermaran. "Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen" (v 30). Por consiguiente, vemos que si participamos de la Santa Cena dignamente, disfrutaremos de buena salud. Examinemos juntos este asunto de suma importancia.

1. La Santa Cena Tipifica La Comida De La Pascua
Cuando Jes�s instituy� la Santa Cena o Comuni�n por primera vez, fue en el tiempo de la celebraci�n de la Pascua (Mt 26:19). Los disc�pulos que se reunieron a Su alrededor aquella noche, estaban vivamente conscientes de las implicaciones de aquella comida o cena.

Sab�an que simbolizaba la pascua original que el pueblo de Dios celebr� unos 1,500 a�os antes. Recordaban el pacto que Dios hab�a hecho con sus padres. Dios hab�a sacado a sus antepasados fuera de Egipto en la primera Pascua.

Ellos experimentaron una liberaci�n gloriosa de la esclavitud egipcia bajo la poderosa mano del Todopoderoso.

La cena original de la Pascua constaba de cordero asado y de pan sin levadura. La sangre de aquel cordero hab�a sido aplicada a los dinteles y jambas de las puertas de las casas israelitas. Aquella sangre era una se�al para Dios. "...y ver� la sangre y pasar� de vosotros..." (Ex 12:13), les dijo �l. Ellos salieron a trav�s de aquellas puertas te�idas de sangre hacia la libertad de la salvaci�n. La sangre tipificaba su redenci�n.

Dios les dijo adem�s que asaran un cordero con hierbas y que se lo comieran todo antes de comenzar el viaje hacia la libertad.
Esta cena alimenticia fortalecer�a sus cuerpos para la ardua jornada que les esperaba. Esto les proporcionar�a fuerzas f�sicas. "...y no hubo en sus tribus enfermo" (Sal 105:37). As� que, la cena de la Pascua fue para salvaci�n, salud y sanidad.

2. La Santa Cena: Un Nuevo Pacto
A medida que Jes�s compart�a el pan y el vino con Sus disc�pulos aquella noche, estaba haciendo un Nuevo Pacto con ellos. El vino simbolizaba Su sangre, que iba a ser derramada pronto por su salvaci�n. El pan tipificaba al cordero de pascua que ser�a ingerido para salud y fortaleza f�sica.

Pablo comparte algunos principios significativos en relaci�n con nuestra participaci�n de la Santa Cena (Comuni�n).

a. La Santa Cena Es Para Recordar A Jes�s. Jes�s dijo: "…haced esto en memoria de m�" (1 Co 11:24). Mientras el Hijo de Dios se sentaba a la mesa con Sus disc�pulos aquella noche, era la misma personificaci�n de la perfecci�n humana. Satan�s hab�a tratado de atacarle, destruirle y seducirle durante toda Su vida (Mt 4:1-11).

Estoy seguro de que el diablo intent� poner sobre Su cuerpo horribles enfermedades. Jes�s ten�a contacto con muchas personas con aflicciones contagiosas durante Su ministerio. Estoy seguro que Satan�s procur� por todos los medios de contagiarle con �stas. Pero cada esfuerzo del enemigo fracas� miserablemente.

Al finalizar Su ministerio terrenal, Jes�s pudo decir: "porque viene el pr�ncipe de este mundo, y �l nada tiene en m�" (Jn 14:30). A pesar de todos los esfuerzos que hizo el diablo, all� estaba Jes�s sentado ante su presencia, robusto y lleno de salud.

Un perfecto esp�cimen de la masculinidad, Jes�s les estaba diciendo: "Cuando ustedes vuelvan a celebrar esta cena en el futuro, piensen en m�. Consideren mi persona en sus mentes como me ven esta noche, saludable y fuerte, preservado por el poder de Dios, guardado de todo mal y de toda enfermedad por la protecci�n y providencia del Padre. Comprendan que �l desea que ustedes tambi�n disfruten de buena salud y fortaleza".

b. La Santa Cena Es Para Anunciar Su Muerte. Mientras Jes�s pasaba el pan y el vino entre Sus disc�pulos, les dijo: "Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de m�… Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre". Pablo sigue diciendo: "As�, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Se�or anunci�is hasta que �l venga" (1 Co 11:24-26).

En su sentido m�s profundo, la Santa Comuni�n es una celebraci�n. Por supuesto que es acompa�ada de alguna tristeza a medida que recordamos que por nuestros pecados sufri� tanto cuando le crucificaron en la cruz. No obstante, cuando meditamos en la muerte de Cristo, no podemos permanecer tristes por mucho tiempo.

El Calvario no fue una derrota, sino m�s bien su triunfo m�s excelso sobre el pecado. Hebreos 2:14 nos dice: "…�l tambi�n particip� de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que ten�a el imperio de la muerte, esto es, al diablo".

Cuando celebramos tal victoria, nos regocijamos recordando que Jes�s compr� nuestra perfecta libertad del pecado y todos sus efectos infernales. �l nos libr� de Satan�s y de toda suerte de maleficio que desee enviar sobre nosotros. Jes�s nos restaur� todo lo que Ad�n perdi�. Somos perfectos en Cristo (Col 2:10). Nos ha llevado a la plenitud a trav�s de Su victoria triunfal.

c. La Santa Cena Es Para Discernir Su Cuerpo. Aqu� radica el punto crucial de todo el asunto. Es un fracaso creer que hemos discernido Su cuerpo debidamente cuando celebramos la Santa Comuni�n y, despu�s notar que diversos cristianos se han enfermado (1 Co 11:27-32). As� que, �cu�l es el significado de la expresi�n discernir el Cuerpo de Cristo?

1) Su Cuerpo Era Saludable. Primeramente, significa entender que Su cuerpo era saludable y fuerte, y que Dios desea que nosotros tambi�n disfrutemos de esa misma clase de salud.

2) El Pan Representa El Cuerpo Del Se�or. En segundo lugar, debemos entender que cuando comemos el pan, �ste, representa el Cuerpo del Se�or. (1 Co 11:24). Inherente a este acto est� la vida, la salud y la fortaleza de Cristo. Debemos comer por fe, apropi�ndonos de la medida y calidad de salud que reside en �l.

3) La Iglesia Es El Cuerpo De Cristo. En tercer lugar, debemos discernir el cuerpo m�stico de Cristo. Yo creo que este es el aspecto m�s profundo y significativo. Este es el punto en el cual la mayor�a de los cristianos fracasan.

Pablo llama a toda la Iglesia el Cuerpo de Cristo (Ef 1:22, 23). Toda persona que ha nacido de nuevo es miembro de tal cuerpo. A medida que discernimos nuestra relaci�n con Cristo, as� debemos reconocer nuestra relaci�n con cada hijo de Dios.

Si somos negligentes en tal asunto, es como "comer y beber indignamente" durante la Santa Cena. Participar de la Comuni�n y rehusar el reconocimiento correspondiente de la singularidad del cuerpo m�stico del Se�or, es como participar indignamente. Haga el favor de notar que el t�rmino "indignamente" es un adverbio que describe la manera en que ‘hacemos' algo. No se refiere a la dignidad o indignidad de la persona de por s�, sino m�s bien a si el acto de participar de la Comuni�n es realizado de manera digna o indigna.

Hay tanta sanidad como limpieza en la mesa del Se�or. Debemos celebrar esta cena regularmente y de manera digna, discerniendo debidamente el Cuerpo del Se�or. Al as� hacerlo, de seguro que disfrutaremos de las gloriosas bendiciones de la sanidad divina en esp�ritu, alma y cuerpo.


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