Cap�tulo 2
Enfermedades Del Alma

El significado de la palabra griega sozo [salvaci�n], incluye la idea de salud, sanidad e integridad del esp�ritu, alma y cuerpo.

La enfermedad del alma es un problema com�n en la humanidad. La fraseolog�a "quebrantado de coraz�n" es la que mejor describe alg�n padecimiento del alma. Este t�rmino es usado para describir las heridas internas del alma.

Jes�s dijo: "…Esp�ritu del Se�or est� sobre m�… a sanar a los quebrantados de coraz�n [heridos del alma]" (Lc 4:18).

El Salmo 23, nos dice que el Buen Pastor de nuestras vidas "restaurar�" nuestras almas.

Este es un tema muy importante, ya que, cualquier cosa que pueda destruir el alma, de seguro que destruir� tambi�n el cuerpo. La enfermedad del alma puede trasmitirse al cuerpo. Un quebrantamiento en las emociones y mente, conducir� a un quebrantamiento o deterioro fisiol�gico (en el cuerpo). Es vital que nuestras almas sean restauradas.

Como hemos visto, las funciones del alma incluyen nuestra mente, emociones, imaginaciones y aun nuestra memoria.

Muchos cristianos sufren de las cicatrices de heridas que recibieron en sus almas. Retienen muchos recuerdos dolorosos del pasado.

Como resultado, dudan del presente y tienen temor del futuro. Puede que tengan respuestas en sus mentes, pero les es dif�cil razonar correctamente cuando su coraz�n est� herido.

Creo que todos estar�amos de acuerdo en que necesitamos "sanidad interna" del alma. Nuestras mentes, memorias y emociones, necesitan ser renovadas. He denominado a esto "liberaci�n del alma".

A. DIOS NOS QUIERE SANOS
La sanidad del hombre en su aspecto total, es un proceso. Comienza por medio de un encuentro con Jes�s como nuestro Salvador y Bautizador con el Esp�ritu Santo. Esto, trae como resultado un coraz�n nuevo y un esp�ritu liberado.

Dios siempre comienza en el centro de nuestro ser, en otras palabras, en nuestro esp�ritu. Primero toca nuestro esp�ritu con Su Esp�ritu. Despu�s que nuestro esp�ritu es liberado, nuestra alma es restaurada.

Dios comienza la operaci�n en nuestro hombre interior, en nuestro m�s rec�ndito ser; lea Juan 7:37, 38. Luego, dirige Su obra de redenci�n hacia nuestras almas a fin de sanarlas y restaurarlas.

�l desea traer Su vida y poder sanador a nuestros esp�ritus, almas y cuerpos, a fin de que seamos sin "culpa o tacha" (perfectos e �ntegros) cuando �l venga.

1. Esp�ritu, Alma Y Cuerpo: Nuestra Salud
Como hemos dicho, las funciones del esp�ritu, alma y cuerpo, est�n relacionadas mutuamente. Un "esp�ritu" saludable es un fundamento s�lido para un "alma" saludable. Un "alma" saludable, favorece a tener un "cuerpo" saludable.

Esto obra al rev�s tambi�n. Es muy dif�cil estar en nuestro mejor estado espiritual, si estamos emocional o f�sicamente enfermos. Si tenemos nuestras mentes o cuerpos enfermos, no podemos ser testigos efectivos para Dios. Nuestras relaciones con el Esp�ritu de Dios son seguras y rec�procas, pero la fluidez de Su Esp�ritu a trav�s de nuestras vidas hacia el mundo puede ser limitada.

Hemos sido creados para funcionar como personas "�ntegras". Creo que el Ap�stol Juan hace referencia a esta verdad en una de sus cartas:

"Amado, yo deseo que t� seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, as� como prospera tu alma" (3 Jn 2).

Este vers�culo nos ense�a que la salud f�sica est� relacionada con el bienestar de nuestra alma. En otras palabras, un alma saludable es necesaria para un cuerpo saludable.

2. Esp�ritu, Alma Y Cuerpo: Nuestra Sanidad
Nuestros cuerpos tienen la tendencia de seguir la direcci�n tomada por nuestras almas, y nuestras almas siguen los pasos tomados por nuestros esp�ritus.

Los problemas espirituales producen problemas mentales y emocionales (del alma); �stos a cambio, producen problemas f�sicos (del cuerpo). Los v�nculos entre nuestro esp�ritu, alma y cuerpo, en realidad forman una cadena irrompible.

Uno no puede resolver un problema psicol�gico (del alma) por medio de tratar el cuerpo solo. De igual manera, uno no puede resolver un problema espiritual, por medio de tratar �nicamente con la mente o las emociones.

Es por tal raz�n, que algunos tratamientos de doctores y psic�logos fracasan. Las ra�ces que producen los problemas del alma o del esp�ritu tienen que ser extra�das primero que nada.

Esto tambi�n es cierto aun cuando se ora por la sanidad divina de algunas enfermedades f�sicas. Despu�s de la oraci�n, al parecer la persona fue sanada. El dolor f�sico y los s�ntomas desaparecen por un tiempo. Sin embargo, si las necesidades del alma (emociones) y del esp�ritu no han sido satisfechas, los problemas f�sicos pueden volver a mostrarse muy pronto.

He visto esto suceder muchas veces en el ministerio de los evangelistas de sanidad divina. Muchas personas han sido totalmente sanadas y nunca han vuelto a padecer de sus dolencias f�sicas.

No obstante, otros han continuado regresando por oraci�n. Siguen "perdiendo" su sanidad despu�s de un breve per�odo de tiempo.

Muchos en el ministerio no est�n conscientes de los niveles m�s profundos de necesidad en las almas de las personas.

S�, Dios desea que estemos bien. Quiere que estemos sanos en esp�ritu, alma y cuerpo. Pero para recibir la sanidad, debe haber una obra �ntegra o total en los tres aspectos: una que se mueva desde el interior hacia el exterior (comenzando en el esp�ritu, continuando hacia el alma y concluyendo en el cuerpo).

De otra manera, �nicamente ocurrir� una sanidad limitada o parcial que no durar�. Por esta raz�n, deseamos estudiar las clases de padecimientos que pueden perjudicar el alma del hombre.

B. ENFERMEDADES DEL ALMA
Existen muchas cosas que pueden lastimar el alma permanentemente.

1. Las Causadas Por...
a. Nuestros padres.
Por ejemplo, muchos ni�os sufren debido a las faltas y fracasos de sus padres.

Las Escrituras nos cuentan que los ni�os deben ser ense�ados y entrenados en amor (Ef 6:4). Las palabras y acciones poco amables e imprudentes pueden causar temor o resentimientos en los corazones de los hijos.

1) Los Abusos F�sicos. Algunos padres son demasiado �speros y cr�ticos. Nunca estimulan o animan a sus hijos. Algunos llegan a los extremos de los abusos f�sicos y castigos crueles.

En tales casos, no s�lo es el cuerpo el que sufre, sino que tambi�n el alma (la personalidad y emociones) puede ser severamente lastimada. Estas heridas internas son a menudo llevadas a la vida adulta.

2) Abusos Emocionales. Aun peores que los azotes y heridas de los abusos f�sicos, est�n los golpes invisibles del escarnio de los padres para con los hijos, los cuales, lastiman el alma permanentemente.

Aqu�llos que han sido heridos de esa manera, crecen hasta ser adultos con muchos problemas emocionales que afectan sus relaciones con los dem�s: en la familia, en la escuela, en el trabajo y aun dentro de la iglesia.

Muchos hijos sufren de complejos de inferioridad o baja autoestima. Ellos no pueden verse a s� mismos teniendo �xito en nada. Tienen miedo de tomar nuevas responsabilidades o de prepararse a s� mismos para una mejor posici�n en la vida.

Han sido tan rebajados (escarnecidos y criticados) que han perdido la esperanza. Viven bajo una nube de duda e inseguridad personal.

Cada uno de nosotros tenemos unos cuantos de estos sentimientos de vez en cuando. No obstante, otros han sido lastimados tan horriblemente que no pueden vivir una vida normal.

b. Nuestros Pecados. Las leyes del amor y de la moral de Dios fueron dadas para nuestro bienestar. Descendieron del coraz�n de Dios porque �l se compadece de sus hijos. �l nos dio leyes para guardarnos de las heridas, perjuicios y del dolor. Cuando violamos Sus leyes morales, trae como resultado quebrantamiento del alma o coraz�n. Cuando violamos las leyes de Dios, terminamos con nuestras almas o corazones heridos (lastimados).

No s�lo trae sufrimientos a nuestras vidas, sino tambi�n a las dem�s. Nuestros pecados afectan a otras personas, y sus pecados nos afectan a nosotros. La consecuencia o resultado de violar la ley de Dios a menudo produce gran dolor y sufrimiento a los hijos inocentes. Ellos no deber�an ser culpados por su dolor y sinsabores.

�Tuvo usted un padre que tomaba licor en exceso? Tales padres a menudo golpean a sus esposas e hijos bajo su estado de estupor. El ni�o sufre (aunque inocente y sin culpa de mal alguno).

1) Pecados Sexuales. El pecado moral y las avenencias tambi�n lastiman el alma. El Antiguo Testamento declara firmemente tal verdad de la siguiente manera:

"Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; Corrompe su alma el que tal hace. Heridas y vergüenza hallar�, Y su afrenta nunca ser� borrada" (Pr 6:32, 33).

a) Lo Que Dice La Sociedad. Lamentablemente, la sociedad moderna desea eliminar todos los l�mites morales con relaci�n a las relaciones sexuales. Algunos "necios" de los tiempos modernos dicen que mientras nadie se oponga, cualquier clase de actividad sexual es aceptable.

El adulterio, la homosexualidad, el sexo con los ni�os y otras pr�cticas vergonzosas, no son vistas como pecaminosas. Todas est�n dentro del c�rculo de los "derechos" personales de cada individuo. Tales actividades son, seg�n esos leprosos morales modernos, marcas de madurez y "libertad" personal.

b) Lo Que Dios Dice. La Palabra de Dios proh�be expl�citamente una conducta inmoral de tal naturaleza, y advierte a las personas respecto a los dolorosos resultados, tanto para el individuo como para la sociedad.

Los principios divinos de moralidad son para nuestro bienestar y felicidad personal. Tambi�n son para el bien de la sociedad como un todo.

El violar las leyes de Dios no trae la verdadera libertad. De hecho, el hacer tal cosa nos empuja hacia esclavitud del pecado, lo cual, al final conduce a la destrucci�n y a la muerte eterna.

En el proceso de descendencia, habr� mucho dolor en cada nivel: en el espiritual, mental, emocional y f�sico. Esto es cierto para el individuo y para la sociedad como un todo.

c) Resultados. La sociedad moderna ya est� comenzando a cosechar una siega horrible de las semillas pecaminosas que sembr�. Los hogares rotos, corazones y matrimonios quebrantados; ni�os confusos y maltratados; madres sin casarse y los millones de abortos anuales; adem�s de las temibles enfermedades ven�reas transmitidas sexualmente.

Y Dios se conduele porque el hombre sufre. Es un dolor producido por la rebeli�n del hombre contra Sus leyes divinas del amor. El ignorar esta verdad es como invitar a la tragedia, pues toda esa inmoralidad lastima y destruye el alma.

2) Otros Pecados. Una luz adicional sobre las causas que lastiman o hieren el alma pueden ser halladas en las siguientes palabras que escribiera el Ap�stol Pedro:

a) Lo Que Dice La Escritura. "Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os absteng�is de los deseos carnales que batallan [son los enemigos que pelean para destruir] contra el alma" (1 P 2:11).

Pedro est� diciendo que si nosotros nos rendimos a los deseos fuertes de la carne, esos pecados [como guerreros enemigos] procurar�n destruir nuestras emociones, mente y nuestra habilidad para pensar. Como resultado, el alma ser� herida, lastimada y quebrantada.

b) Resultados. Nuestra vida interior descansa sobre el fundamento de la raz�n y la emoci�n. Cuando nuestras emociones han sido lesionadas, es dif�cil pensar apropiadamente. Recuerdos dolorosos son entretejidos dentro de nuestros corazones y mentes. No podemos vernos o entendernos a nosotros mismos, ni a otros claramente. El futuro est� lleno de im�genes aterradoras.

Nuestra imaginaci�n recuerda cuadros o im�genes de lo que va a suceder. El color o car�cter de tales cuadros es controlado por el bienestar de nuestras almas.

Cuando "todo est� bien con nuestras almas", el futuro es esplendoroso y est� lleno de fe y esperanza.

Sin embargo, si nuestras mentes, memorias y emociones siguen heridas por los eventos dolorosos del pasado, la escena es bastante diferente. El cuadro ser� pintado con colores oscuros del temor, la duda, resentimiento, celos y el sentir pena por s� mismo. No es de asombrarse del porqu� el Dios de amor nos da pautas divinas por las cuales regir nuestro modo de vivir. �l sabe el dolor que padeceremos si seguimos practicando nuestros propios deseos carnales.

3) Las Obras De La Carne. En su carta a los G�latas, Pablo enumera las obras de la carne, las cuales, pueden lesionar el alma severamente. Har�amos bien en prestar atenci�n especial a estas obras (Ga 5:19-21):

a) Adulterio: Tener relaciones sexuales con una persona que no sea su esposo o esposa.

b) Fornicaci�n: Tener relaciones sexuales con personas que no son casadas (solteras, divorciadas, etc.)

c) Inmundicia: Pensamientos, obras y palabras impuras, homosexualidad.

d) Lascivias: Comportamiento ego�sta y vergonzoso.

e) Idolatr�a: Adoraci�n de �dolos y dioses falsos.

f) Hechicer�a: El uso de poderes m�gicos y demoniacos.

g) Odio: Sentir aborrecimiento o deseos de matar a otra persona, tener mal temperamento.

h) Desavenencia: Disputa, ri�a, pelea.

i) Antagonismo: Celos.

j) Ira: Enojo.

k) Contiendas: Argumentos, peleas.

l) Sediciones: Causando divisiones.

m) Herej�as: Falsas ense�anzas.

n) Envidias: Desear lo que otros poseen.

o) Homicidios: Matar o quitar la vida a otros.

p) Borracheras: Tomar bebidas alcoh�licas (licor, vino fermentado, cerveza, etc.)

q) Org�a: Celebraciones sin control y donde abunda todo lo mundano y de satisfacci�n carnal.

2. Los Efectos Que Tendr�n:
a. Sobre Nosotros. Las obras de la carne son dise�adas por el diablo para lesionar el alma. Despu�s de la participaci�n quedamos debilitados y heridos en nuestro interior. Nuestras vidas son robadas, desperdiciadas y aun destruidas. Una naci�n que permite y estimula esas actividades "naturales" de la carne, a trav�s de las revistas, peri�dicos, pel�culas, establecimientos de nudismo, etc., est� cometiendo suicidio social. Est� sembrando las semillas de la muerte y destrucci�n entre su pueblo.

b. Sobre Nuestra Sociedad. En el nivel personal, los resultados finales ser�n padecimientos mentales, emocionales y f�sicos. En el nivel social, las normas morales decaer�n y la proporci�n en las estad�sticas del crimen aumentar�n.

Este es el lamentable estado en el cual encontramos a la mayor parte de nuestro mundo hoy. Los hospitales, prisiones y otras instituciones, est�n llenas hasta no tener lugar para uno m�s. Cuando los habitantes de una naci�n est�n enfermos en sus almas, toda la sociedad sufre de igual manera.

3. Tenemos Una Alternativa
Jes�s advirti� a Sus disc�pulos de que el diablo ha venido para "robar, matar y destruir". Luego declar�: "El ladr�n no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Jn 10:10).

a. Vida O Muerte. La alternativa es clara: es una entre la vida y la muerte, el fruto del Esp�ritu o las obras de la carne. Cuando una sociedad ignora o voluntariamente quebranta las leyes de Dios, est� abriendo las puertas para que el mismo diablo entre. Los resultados son tr�gicos en cada nivel de la vida, ya sea de una persona, de una familia, de una comunidad o de una naci�n.

"Bienaventurada es la naci�n cuyo Dios es Jehov�" (Sal 33:12). Cu�n triste es cuando una naci�n fundada bajo los principios santos deja a Dios fuera de su vida p�blica. Cuando los valores morales son reducidos en las escuelas y en la televisi�n, hay un gran precio que pagar. El pecado no es algo barato, cuesta un precio muy alto servir al diablo.

b. Acerc�ndose A Dios. Cuando nos allegamos a Dios, �l se allega a nosotros (Stg 4:8). Cuando dejamos a Dios fuera de nuestras vidas, nos estamos desconectando de la fuente de protecci�n de Su presencia. �l honrar� nuestra alternativa o selecci�n, entreg�ndonos a la inmundicia... de nuestros propios corazones:

"Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad… Por lo cual tambi�n Dios los entreg� a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre s� sus propios cuerpos… Por esto Dios los entreg� a pasiones vergonzosas… recibiendo en s� mismos la retribuci�n debida a su extrav�o" (Ro 1:18, 24, 26, 27).

C. CONCLUSI�N
S�, vemos a nuestro alrededor los resultados de la maldad del hombre. El pecado es como una espada que penetra hasta romper las partes m�s remotas del alma del hombre.

Pero hay esperanza y se encuentra en la Palabra de Dios. En su gracia, �l ha provisto sanidad para las heridas graves del cuerpo y alma del hombre. �l desea nuestro bienestar tanto para nuestro bien como para Su gloria.


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