Cap�tulo 11
Ministrando Al Mundo: Testimonio

Introducci�n

Todos necesitar�n comprender:
• El plan...
LO QUE se har�
• El prop�sito...
POR QU� se har�
• El procedimiento...
C�MO se har�
• La gente...
QUI�N lo har�
• El lugar...
D�NDE se har�
• El programa...
CU�NDO se har�.

Jes�s dijo a Sus disc�pulos que al final de la �poca el mundo se enfrentar�a con un tiempo de gran tribulaci�n y dificultad. El miedo, el odio y la codicia, har�an que las naciones guerrearan entre s�. Los "�ltimos d�as" ser�n, ciertamente, d�as tenebrosos (Lea Mateo 24 y Lucas 21).

"Porque he aqu� que tinieblas cubrir�n la tierra: y oscuridad los pueblos, mas sobre ti nacer� Jehov�, y sobre ti ser� vista su gloria" (Is 60:2).

No obstante, existe una esperanza brillante para la Iglesia cristiana. Las Escrituras se�alan tambi�n que en los �ltimos d�as, Dios "derramar� de Su Esp�ritu sobre toda la gente de todos los lugares… Y todo el que invoque el nombre del Se�or ser� salvo" (Hechos 2:17, 18, 21).

Esto nos ense�a que m�s personas escuchar�n el evangelio y se salvar�n en esa hora tenebrosa m�s que en ninguna otra �poca de la historia. Va a haber un gran avivamiento al fin del tiempo, cuando la luz del evangelio brille en la oscuridad de un mundo que muere.

Dios siempre da una "advertencia" y un "testimonio" antes de las �pocas de gran juicio. "Arrepi�ntete, porque de otra manera vendr� a ti presto, y pelear�… con la espada de mi boca" (Ap 2:16).

Por esta raz�n, Dios desea unir a la Iglesia en Su adoraci�n, trabajo, guerra y testimonio. El avivamiento vendr� s�lo cuando el poder y la gloria de Cristo sean revelados por Su Cuerpo en todo el mundo.

"Padre te ruego que todos sean uno… para que el mundo crea que T� me enviaste… Porque este evangelio del reino debe ser predicado en todo el mundo como un testimonio a todas las naciones. Entonces vendr� el fin" (Jn 17:20, 21; Mt 24:14).

A. RECONCILIACI�N: EL PLAN DE DIOS / NUESTRA MISI�N
"Reconciliaci�n" es una palabra hermosa y maravillosa. Significa juntar en paz a todos los que han roto la comuni�n entre s�.

Cuando el hombre pec�, se opuso a Dios y se coloc� bajo el control de Su enemigo: Satan�s. Desobedecer a Dios es pecar. El pecado nos separa de Dios y nos convierte en Sus enemigos.

Dios, en Su gracia, desea perdonar nuestros pecados y traernos de vuelta a Su familia. En resumen, desea que nos "reconciliemos" con �l y que estemos en paz con �l. Por eso envi� a Su Hijo al mundo: a morir por nuestros pecados. Dios desea ser nuestro Padre; desea ser nuestro amigo.

S�, la reconciliaci�n es una palabra llena de maravillosa santidad. Es hablada desde el mismo coraz�n de Dios. Nos habla de Su amor y gracia hacia toda la humanidad. Habla de Su deseo de traer a todas las naciones del mundo hacia S� mismo.

Las naciones est�n formadas de gente. Y Dios ama a la gente, incluso a la gente que ha pecado y que ha actuado seg�n su propia voluntad y manera. A trav�s del pecado, el hombre perdi� su relaci�n con Dios y se convirti� en Su enemigo. A trav�s de Cristo, Dios busca juntar de nuevo a todo el mundo en una relaci�n correcta con �l Mismo.

"Porque de tal manera am� Dios al mundo, que dio a Su �nico y solo Hijo. Cualquiera que crea en �l no morir�, sino que tendr� vida eterna" (Jn 3:16).

Dios revel� al Ap�stol Pablo Su gran amor por las naciones del mundo. Adem�s, coloc� ese mismo amor en el propio coraz�n de Pablo. Escuchen cuidadosamente estas palabras escritas a la iglesia de Corinto:

"Dios nos ha reconciliado con �l mismo a trav�s de Cristo. Y nos ha dado esta misi�n de poner a todos en paz con �l. S�, Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo con �l mismo…

Somos, por lo tanto, embajadores de paz. Somos siervos reales enviados con este divino mensaje: Reconciliaos con Dios" (2 Co 5:18-20).

Verdaderamente, este es el plan de Dios para las naciones: que se reconcilien con �l. El prop�sito de Dios ha sido siempre tener una familia con todas las razas del mundo. Desea gente que le conozca, ame, adore y sirva con todo su ser. Nunca ha cambiado de opini�n; ese es todav�a el deseo profundo de Su coraz�n.

1. Hombres Con Una Misi�n
El Libro de los Hechos es la historia de hombres con la misi�n de alcanzar al mundo para Cristo. En los primeros cap�tulos del libro encontramos hombres que son elegidos, llamados y preparados para su tarea.

El Se�or les dio el tiempo y la educaci�n necesarias para "crecer" en el fruto del Esp�ritu, y "sobresalir" en los dones espirituales. Este tiempo de crecimiento implicaba un ministerio para con el Se�or y un ministerio de los unos para con los otros. Lleg� finalmente el tiempo en el cual fueron equipados para servir al mundo.
Su historia es la de hombres ordinarios que fueron utilizados de manera extraordinaria. Hombres peque�os, pero con un Dios grande en una gloriosa misi�n: la de alcanzar al mundo para Cristo.

Los cap�tulos 7 y 8 de Hechos registran c�mo empez� el primer movimiento misionero en la Iglesia cristiana.

a. Esteban: Un M�rtir. El Cap�tulo Siete es una historia acerca de un laico llamado Esteban. Recuerde que era uno de los siete elegidos para servir las mesas. Se convirti� en un gran hombre de fe y realiz� muchas se�ales y maravillas entre la gente. Fue tambi�n un fuerte defensor de la fe, y se convirti� en el primer cristiano que dio su vida por Jes�s. Esteban acumul� mucho de Dios en su corta vida de servicio para �l.

El Cap�tulo 7 marca un punto de cambio en el Libro de los Hechos. La acci�n ya no va a centralizarse principalmente en torno a los ap�stoles en Jerusal�n.

El plan de Dios de que "todo miembro sea un ministro" en la Iglesia de Cristo, seguir� adelante. Tendr� como resultado una "explosi�n evangel�stica", un bombardeo del evangelio que ser� visto y o�do a lo largo y a lo ancho. El c�mo sucede y qui�n est� implicado en ello, constituye una lectura muy interesante.

b. Saulo: Un Perseguidor. Despu�s de la muerte de Esteban, un hombre llamado Saulo entra en la historia, y la iglesia de Jerusal�n nunca volver� a ser la misma. Dejemos que el registro hable por s� mismo:

"Saulo se alegr� de la muerte de Esteban porque cre�a que merec�a morir… Saulo entonces empez� a destruir la iglesia de una manera cruel y terrible. Iba de casa en casa sacando por la fuerza a hombres y mujeres y arroj�ndolos en prisi�n…

Como resultado, todos los cristianos – excepto los ap�stoles – se vieron forzados a huir de Jerusal�n. Se esparcieron por las regiones cercanas de Judea y Samaria. Por todas las partes que iban, anunciaban y predicaban la Palabra – las buenas nuevas del evangelio" (Hch 8:1, 3, 4).

Resulta bastante claro que todos hacen ahora lo propio. Ya no pueden mirar a los ap�stoles en busca de direcci�n o ayuda.

�Hab�an ellos sido educados y preparados de manera apropiada para los d�as duros y dif�ciles que vendr�an en el futuro? �Podr�an ellos funcionar sin los dirigentes en Jerusal�n? �Hab�a destruido Saulo a la �nica iglesia neo-testamentaria jam�s en existencia?

El trato cruel que se establece para destruir a un grupo especial de gente es denominado "persecuci�n".

�Tuvo Saulo �xito en tales esfuerzos contra sus v�ctimas indefensas? �Hab�an llenado los fuegos de la persecuci�n los corazones de los creyentes atemorizados? �Se atrever�an a testificar acerca de su Se�or?

La Escritura nos da la respuesta de una manera muy clara. "Predicaban la palabra por todos los lugares que iban". Saulo hab�a cometido la mayor equivocaci�n de su vida. Hab�a ido no s�lo contra la Iglesia del Cristo viviente, sino tambi�n contra el Cristo de la Iglesia viviente.

En su esfuerzo por extinguir el fuego del Esp�ritu en Jerusal�n, tuvo s�lo �xito en extender y empezar fuegos en todas las partes de la regi�n.

S�, los ap�stoles hab�an hecho un buen trabajo: "equipar a los santos para el servicio". Les hab�an ense�ado c�mo orar y predicar por s� mismos, a escuchar y obedecer la voz de Dios. Por lo tanto, cuando lleg� el momento, la iglesia de Jerusal�n estaba lista para llevar su testimonio a "Judea, Samaria y los confines de la tierra" (Hch 1:8).

De hecho, Dios utiliz� el arma sat�nica de la "persecuci�n" como medio de mover a Su Iglesia a la acci�n.

2. Una Misi�n Para El Mundo
Dios sab�a que cuando Su pueblo estuviera finalmente listo para ir, todos ten�an un papel que desempe�ar en Su divino plan.

Ser�an ciertamente un "pueblo especial, un reino de sacerdotes, una naci�n santa" (1 P 2:9).

Su obra y testimonio no ser�an f�ciles, pero ser�an "fuertes y valientes, porque sab�an que Dios estaba con ellos, y que tendr�an buen �xito a donde fueran" (Lea Josu� 1:6-9).

Y fueron y tuvieron �xito. El doloroso traslado desde Jerusal�n se convirti� en una gloriosa misi�n para con el mundo. Por doquiera que iban en humildad, el evangelio se extend�a con poder.

a. Todas Necesitan Escuchar. La misi�n de la Iglesia primitiva es la misi�n de la Iglesia hoy. Dios todav�a desea reconciliar a las naciones. Desea que las buenas nuevas de Jesucristo se extiendan por toda la tierra.

La palabra "naci�n" en la Escritura, se refiere a un pueblo con una lengua com�n, una cultura y lazos geogr�ficos. Es una agrupaci�n social en la que tal pueblo encuentra una identidad. Estas "naciones" son denominadas "grupos �tnicos".

Ninguna tribu, lengua o "grupo �tnico", debe ser pasado por alto. Todos van a tener el derecho o privilegio de escuchar acerca del amor de Dios hacia ellos. La tarea es grande. Muchos en todo el mundo nunca han o�do el nombre de Jes�s, ni siquiera una vez.

Hay m�s de cinco mil millones (5,000'000,000) de personas hoy en el mundo seg�n el U.S. Center For World Missions (Centro Mundial Norteamericano para las Misiones). �stos pueden ser divididos en unos 24,000 "grupos �tnicos" diferentes.

Aproximadamente siete mil grupos �tnicos han sido alcanzados por el evangelio de Cristo, unos 2.3 mil millones de personas. Unos 17,000 grupos de gentes o 2.4 mil millones de personas, nunca han o�do hablar sobre el Se�or Jesucristo. Este es un promedio del 40% de la poblaci�n del mundo.

�Qui�nes son esas personas que tienen que ser alcanzadas con el evangelio? Los principales grupos pueden ser incluidos en una lista como la siguiente:

 

GRUPOS �TNICOS   POBLACI�N
Tribus
Chinos
Musulmanes
Hind�es
Budistas
Otros
5,000
4,000
2,000
3,000
1,000
2,000
135 millones
774 millones
418 millones
561 millones
264 millones
281 millones


b. Una Meta Misionera.
S�, la tarea es grande, pero no imposible. De hecho, muchos dirigentes misioneros creen que la gran comisi�n de Cristo de llevar el evangelio a todas las "naciones" podr�a ser concluida en diez a�os.

En 1983 hab�a 1.4 mil millones de cristianos en el mundo. Esto significa que una de cada tres personas se denomina cristiano. Adem�s, la poblaci�n cristiana est� creciendo ahora en una proporci�n de 28 millones al a�o.

Cada a�o mas de 50 mil nuevas iglesias son establecidas en Asia y �frica. Hace un centenar de a�os, no hab�a iglesias en Corea. En 1970, s�lo el 10% de los surcoreanos eran cristianos. Para el a�o 1980, hab�an crecido hasta llegar al 20%. Esa cifra ascendi� al 30% en 1984.

En el a�o 1949-1950 hab�a cerca de un mill�n de cristianos en China. Los comunistas expulsaron a todos los misioneros e intentaron destruir la Iglesia por completo. En los a�os recientes, cuando la puerta de China se ha vuelto a abrir, la fuerza de la Iglesia superviviente ha emergido de manera sorprendente. En lugar de morir, ha crecido hasta alcanzar una cifra entre 40 y 60 millones.
La Iglesia est� creciendo r�pidamente en muchos lugares. En otros lugares, sin embargo, la obra de evangelizaci�n es m�s dif�cil e incluso imposible.

Hay poco o ning�n crecimiento (y pocos cristianos conocidos) en la Rep�blica popular de Mongolia, en Albania, en Libia y en Afganist�n. Francia, Israel y Bangladesh, son tambi�n lugares muy duros para extender el evangelio. No obstante, el 90% del mundo est� todav�a abierto al evangelio. En algunos lugares las puertas cerradas aun se han vuelto a abrir. Desgraciadamente, no hemos aprovechado la mayor�a de esas puertas abiertas.

Hay mas de 2.8 mil millones de personas no cristianas en el mundo actual. Y, como ya dijimos antes, unos 2.4 mil millones nunca han o�do las buenas nuevas del amor de Dios.

Para alcanzarlos, hay que cruzar barreras culturales. El testimonio puede venir s�lo desde fuera, porque no hay ninguna iglesia en el interior. Se requerir� tanto amor por los perdidos como un esfuerzo bien dirigido para alcanzar a estos "pueblos ocultos" por los que Cristo tambi�n muri�. Por eso tenemos que estar informados. La informaci�n es necesaria para canalizar el poder del amor de Dios en aquellas partes del mundo que m�s lo necesitan.

S�lo de esa manera puede ser obedecida y cumplida la gran comisi�n del Se�or Jesucristo en este siglo. Esto puede ser logrado si miramos, escuchamos, oramos y obedecemos.

c. Invirtamos En Misiones. En vista de esto, el pueblo de Dios nunca puede sentirse satisfecho hasta que toda "naci�n" haya sido alcanzada con el evangelio. Esto deber�a ser nuestra m�s alta finalidad y mayor meta.

Desgraciadamente, hay muchos m�s que est�n interesados en "obtener" que en "dar". Oramos por el d�a en que la mayor�a del pueblo de Dios est� tan interesado en ayudar a las misiones, como lo est�n en las cosas materiales.

Las casas y los bienes materiales son importantes en nuestro mundo moderno, pero no son lo m�s importante. Los ladrillos, las vigas y el metal, pasar�n alg�n d�a, pero las almas de los hombres son eternas.

Jes�s dijo que nuestros corazones y nuestro tesoro se encontrar�n siempre el uno al lado del otro. Donde se encuentre uno, se encontrar� el otro (Mt 6:21).

Nuestros deseos e intereses (coraz�n) siempre apuntar�n en la direcci�n de nuestros valores (tesoro). Siempre daremos de nuestra vida, tiempo, talento y energ�a, a lo que sintamos que es precioso y de gran valor para nosotros.

Las palabras de Jim Elliot, el m�rtir misionero de los indios aucas, hablan directamente a nuestros corazones: "No est� loco el que da lo que no puede conservar, para ganar lo que no puede perder".

d. Id Por Todo El Mundo. Se ha dicho que las �ltimas palabras de un hombre son a menudo las palabras m�s importantes de su vida. Las palabras pronunciadas por grandes hombres en su lecho de muerte, han quedado registradas para beneficio de los que han sobrevivido o para las generaciones futuras.

Sabemos esto: Las �ltimas palabras de Jes�s fueron registradas y son muy importantes. Sus palabras de despedida para Sus disc�pulos fueron claras y directas. "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a todos, en todos los lugares" (Mr 16:15).

Jes�s dijo: "Id". Demostrando de manera sencilla su obediencia, la Escritura nos dice que "fueron". "Y El Se�or fue con ellos mediante Su Esp�ritu y respald� sus palabras con se�ales y maravillas" (Mr 16:20).

Lo que �l les dijo e hizo por ellos, es lo mismo que nos est� diciendo hoy y lo que har� por nosotros. Si vamos y obedecemos, Cristo honrar� Su Palabra en nuestras vidas y en nuestro mundo, como lo hizo en las de los ap�stoles.

e. Qu� Es Lo Que Haremos.
Cada creyente deber� ser entrenado y equipado para cumplir este mandamiento. Entonces, el creyente deber� salir a predicar el evangelio, orar por aquellos que salen y dar de su dinero, ya sea poco o mucho, para ayudar a aquellos que han sido escogidos para predicar el evangelio tiempo completo. Recuerde, este trabajo puede completarse solamente durante la �poca de la cosecha; cuando la temporada de la cosecha pasa y viene el invierno, ser� muy tarde. Es lo mismo con la Cosecha de las almas. Debemos compartir el evangelio hoy.

Los pobres pecadores a quienes no les compartimos, lamentar�n una eternidad. "Pas�se la siega, acab�se el verano y nosotros no hemos sido salvos" (Jer 8:20). Cuando lleguemos al cielo, si no cumplimos con esta misi�n puede que nos cause llanto y tristeza por un tiempo. "Y limpiar� Dios toda l�grima de los ojos de ellos…" (Ap 21:4).

No es de sorprenderse que el ap�stol Pablo nos prevenga: "Velad debidamente y no pequ�is; porque algunos no conocen a Dios…" (1 Co 15:34). Pablo nos dice que podemos pecar al no obedecer la Gran Comisi�n.

Tome las palabras de Jes�s en su coraz�n: "�No os dec�s vosotros: Aun Hay cuatro meses hasta que llegue la siega? He aqu� os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones, porque ya est�n blancas para la siega" (Jn 4:35).

Espere en adoraci�n y oraci�n hasta que reciba el Esp�ritu Santo. Empiece a decirle a sus parientes y amigos lo que Jes�s ha hecho por usted.

Si necesitan sanidad, imponga manos y ore por sanidad. Expulse esp�ritus diab�licos si los encuentra. Sea un ganador de almas. Comparta las bendiciones y victoria de Cristo. Triunfe sobre Satan�s en cualquier lugar donde se encuentre.

Por consiguiente, escuchemos, aprendamos, confiemos y obedezcamos, de manera que podamos llegar verdaderamente a ser "un pueblo atesorado, un sacerdocio real, una naci�n santa y un testigo poderoso" del amor y la verdad de Dios... hasta los confines de la tierra.

"Y este evangelio del reino ser� predicado en el mundo entero como testimonio para todas las naciones – y entonces vendr� el fin… S�, ven Se�or Jes�s" (Mt 24:14; Ap 22:20).


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