Cap�tulo 3
El Plan De Dios Restaurado: Redenci�n

A. TODOS NECESITAMOS SALVACI�N
Antes de que estudiemos el gran plan de salvaci�n de Dios, tenemos que comprender plenamente nuestra necesidad de ser "salvados". Todos nosotros necesitamos ser salvados tanto del castigo como del poder del pecado, porque todos somos pecadores. Somos pecadores por "naturaleza" y por "pr�ctica". Las Escrituras dejan claramente establecido esta doble base del pecado:

1. Pecadores Por Naturaleza
"El pecado entr� en el mundo [en la raza humana] a trav�s de un hombre, Ad�n. El resultado del pecado fue la muerte. Por tanto, la muerte se extendi� a todos los hombres, porque [en Ad�n] todos pecaron" (Ro 5:12).

Como cabeza de la raza humana, Ad�n infect�, como una enfermedad, a toda la humanidad con su pecado. Por lo tanto, somos pecadores por nacimiento y por naturaleza, hemos nacido con una alma pecaminosa. Los ni�os no tienen que ser ense�ados a pecar. Han nacido como pecadores naturales (como sus padres).

2. Pecadores En La Pr�ctica
"Todos nos desviamos como ovejas. Cada uno de nosotros se volvi� a su propio camino... Ciertamente, todos han pecado y est�n destituidos de la gloria de Dios [Su santo car�cter]" (Is 53:6; Ro 3:23).

Todos somos pecadores no s�lo por naturaleza, sino tambi�n por elecci�n y por pr�ctica. Todos hemos cometido actos de pecado. Todos hemos escogido nuestra propia voluntad y camino aparte de Dios.

3. Muerte: Paga Del Pecado
Sin embargo, el camino de Dios es el �nico camino a la vida eterna, todos los otros senderos conducen a la muerte. Separados de Dios no tenemos esperanza. Hemos perdido todo eternamente.

El Ap�stol Pablo expresa esta verdad muy claramente - pero tambi�n nos da la esperanza que necesitamos con estas palabras familiares: "Porque la paga del pecado es muerte, mas la d�diva de Dios es vida eterna a trav�s de Jesucristo Se�or nuestro" (Ro 6:23).

4. Gracia: Un Regalo De Dios
La gracia es un don que no hemos ganado. La misericordia es una gentileza que no merecemos. Dios, por naturaleza, est� lleno de gracia y misericordia. �stas son las cualidades de Su amor.

Dios es amor, pero tambi�n es santo y justo; es por tal raz�n que no puede pasar por alto el pecado del hombre.

Si yo peco (quebranto la ley) y soy llevado ante un juez justo (recto), �l respaldar� la ley (es decir, impondr� el castigo prescrito por la ley para mi crimen).

Cuando un juez terrenal recibe su cargo tiene que jurar defender a la ley, lamentablemente, hay jueces que quebrantan su promesa o voto, son jueces injustos o carentes de rectitud.

Dios es un juez recto. Si �l no exigiera que se impusiera el castigo justo por el pecado, ser�a un Dios injusto. �Cu�l es entonces la paga del pecado? �Y qui�n la pagar�?

Como hemos visto, la paga del pecado es muerte. "El alma que pecare, de cierto morir�" (Ez 18:4, 20). Y el pecador es aquel que merece pagar tal precio. S�lo de esa manera la justicia de Dios puede ser satisfecha.

Una vez que el pecado ha sido pagado, somos "justificados" o hechos "justos" ante los ojos de la ley. Esta es la �nica manera en que podemos ser "perdonados" de nuestros pecados.

Morir por nuestros pecados significa separaci�n. La muerte f�sica significa separaci�n de nuestros cuerpos. La muerte espiritual (que es el resultado o paga del pecado) significa separaci�n de Dios.
Nuestro Padre celestial nos cre� para tener comuni�n con Su familia. Nuestro pecado estropea esa hermosa relaci�n, no solo para nosotros, sino tambi�n para �l.

�Hay alguna forma posible de que esta relaci�n de amor y vida pueda ser restaurada? �Deben Dios y el hombre sufrir el dolor de la paga del pecado para siempre? �Existe alg�n camino que devuelva al hombre al plan de Dios y a la comuni�n familiar? Gloria a Dios, la respuesta es s�. Se llama "Redenci�n".

5. Redenci�n: La Gracia De Dios En Acci�n

"Estad siempre agradecidos al Padre celestial". El ha preparado muchas cosas maravillosas para Su pueblo que camina en la luz y nos ha hecho capaces de tenerlas todas.

El Padre lo hizo as� liber�ndonos del poder de la oscuridad y llev�ndonos al reino de Su amado Hijo. S�, hemos sido redimidos - comprados y devueltos - por Su sangre. En Jes�s tenemos verdaderamente el perd�n por nuestros pecados" (Col 1:12-14).

"Redimir" significa comprar y devolver algo que hab�a estado perdido. Dios, en su gracia y misericordia, ha venido en ayuda del hombre, pues �ste �ltimo no pod�a redimirse a s� mismo.

Cristo mismo muri� en el lugar del hombre y pag� su deuda a fin de que las exigencias de una ley quebrantada y la justicia de Dios fueran satisfechas.

Ahora el hombre puede ser "justificado" ante la ley. Puede ser justo ante Dios y perdonado de su pecado. Su registro puede estar limpio. Ninguna falta ser� levantada contra �l si pide a Jes�s que perdone su pecado. El hombre puede estar en pie ante la santa ley de Dios sin temor.

S�, la deuda de nuestro pecado ha sido pagada, y cuando se recibe Su gracia, desaparece la culpa. Cristo muri� en la cruz en nuestro lugar. Usted y yo deber�amos haber muerto por nuestros propios pecados; no obstante, "…Cristo muri� por nosotros" (Ro 5:8).

El precio por nuestra "redenci�n", sin embargo, no fue barato. Para comprarnos y llevarnos de vuelta a Su familia, Dios mismo tuvo que pagar la pena de nuestro pecado. Le cost� la vida de Su propio Hijo.

Jesucristo vino a esta tierra en la forma de un hombre para morir por los pecados del mundo como hombre, para que pudi�ramos ser redimidos. El puro, santo e impecable Hijo de Dios tom� sobre S� mismo nuestro pecado y muri� en una cruz.

Hizo esto para que pudi�ramos ser justificados ante Dios, y encontr�ramos nuevamente nuestro lugar en Su familia. Muri� para que pudi�ramos vivir. Esto, ciertamente, es la Gracia de Dios.

Estoy seguro de que Satan�s no contaba con que Dios ir�a tan lejos como para enviar a Su propio Hijo a morir por nuestros pecados. Pero Dios lo hizo. "Porque de tal manera am� Dios al mundo [de pecadores] que dio a Su unig�nito Hijo para que todo aqu�l que en �l crea, no se pierda m�s tenga vida eterna" (Jn 3:16).

6. Restauraci�n: El Resultado De La Redenci�n
Dios no fue tomado por sorpresa por el pecado del hombre. El don del Hijo de Dios fue dado antes de que el hombre hubiera sido creado:

"Cristo fue elegido para morir por vosotros antes de que el mundo [o el hombre] fuera hecho. Pero fue revelado y mostrado al mundo en estos �ltimos tiempos.

Dios pag� un precio para salvaros de la forma vac�a de vida dada a vosotros por vuestros padres. Sin embargo, no fuisteis redimidos con algo que perezca como la plata o el oro. Fuisteis comprados y recuperados con la sangre preciosa de Cristo: un Cordero puro y perfecto" (1 P 1:18-20).

"Restauraci�n" es el retorno de algo a su lugar y condici�n original: d�nde y c�mo estaba al principio.

Cuando el hombre cay�, Dios no cambi� de opini�n acerca de Su plan de una familia amada y real. Todav�a, era su prop�sito llenar toda la tierra con hijos e hijas cuyas vidas reflejaran la belleza de su Dios.
Por lo tanto, tan pronto como el hombre pec� y cay� de su lugar de autoridad regia, el plan de redenci�n de Dios fue puesto en movimiento.

a. Redenci�n Plan Revelado. Resulta de cierto inter�s el que este plan fuera revelado primero a Satan�s despu�s de la ca�da del hombre. Por el registro podemos ver que Ad�n y Eva estaban tambi�n all�. La palabra del Se�or, sin embargo, fue hablada directamente a la serpiente.

"Y el Se�or Dios dijo a la serpiente: Porque has hecho esto eres maldita sobre todos los animales… Desde ahora en adelante t� y la mujer ser�is enemigas. Esto tambi�n suceder� con tu simiente [descendencia] y su Simiente [Jes�s]. Golpear�s Su tal�n, pero �l te aplastar� la cabeza" (Gn 3:14, 15).

Dios dijo dos promesas dirigidas a Satan�s:

1) Le Herir�s En El Tal�n. "Tu le herir�s [la serpiente] en el tal�n [la simiente de la mujer]..."

Satan�s "...herir� su tal�n" de la "simiente de la mujer". Esto fue profetizado referente a Jes�s.
"...Dios envi� a Su Hijo, hecho de mujer..." (Ga 4:4). Jes�s fue la "simiente de la mujer".

Se le dijo a la serpiente que herir�a su tal�n (de Jes�s), pero la herida no ser�a fatal.

Esto se refiere a la muerte de Jes�s en la cruz y Su resurrecci�n. Satan�s, quien tom� el poder de la muerta de Ad�n, �no pudo mantener a Jes�s en la tumba!

Jes�s fue a la cruz a morir (y de esa forma pagar la deuda) por mis pecados. Pero �l muri� con esta promesa de parte de Su Padre: "Que no dejar�s mi alma en el infierno. Ni dar�s a tu Santo que vea corrupci�n" (Hch 2:27). Jes�s sab�a que se levantar�a de los muertos victorioso sobre Satan�s.

2) Destrozar� Tu Cabeza. La Simiente (Jes�s) un d�a aplastar�a la cabeza de la serpiente. Esto se refiere a una herida fatal de la que no habr�a recuperaci�n. La derrota y destrucci�n de la serpiente ser�a terminal. La frase "destrozar� tu cabeza", es de gran importancia. El t�rmino "cabeza" se refiere al poder y la autoridad para gobernar.

Nuestra historia en el Jard�n del Ed�n se hace ahora m�s dram�tica. Dios mismo le est� diciendo al diablo que alg�n d�a la Simiente de la mujer (Jes�s) le arrebatar�a de sus garras el cetro mundial. A trav�s de la muerte de Cristo en la cruz, el hombre ser�a redimido, Satan�s ser�a derrotado y quedar�a sin poder.

El dominio ser�a restaurado a la familia de Dios. El Hijo de Dios, nacido como un Hijo de hombre, recuperar�a la autoridad para gobernar que la humanidad hab�a perdido al caer en pecado. El reino de los cielos un d�a regir� sobre la tierra a trav�s de la familia de sacerdotes reales de Dios. Jes�s, nuestro Redentor Soberano, es el "Primog�nito" de esa gloriosa familia. A trav�s de �l tenemos una victoria que permanecer� para siempre.

7. Aceptando El Regalo De Dios
Cierto que nuestra "redenci�n" es una gran maravilla de la gracia de Dios. El don del Hijo de Dios revela Su gran amor por el hombre pecaminoso. Sin embargo, aunque Dios ha hecho todo esto por nosotros en Cristo, podemos perderlo todo.

Un don no tiene valor para el receptor a menos que sea aceptado. Si alguien nos da un vaso de agua fr�a, no nos servir� de nada a menos que lo bebamos. Tenemos que aceptar el don de la gracia de Dios "recibiendo" a Jesucristo en nuestros corazones como Se�or y Salvador. Tenemos que confesar tambi�n que somos pecadores y que necesitamos ser salvados de la pena de nuestro pecado. El perder el amor de Dios, es perder la vida eterna para siempre.

"Dios ha mostrado Su gran amor por nosotros de esta manera: Cristo muri� por nosotros cuando aun �ramos pecadores…

Y as� como Cristo fue levantado de entre los muertos por el Padre, nosotros tambi�n caminaremos en novedad de vida…

Porque Dios nos ha dado vida eterna y esta vida est� en Su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida. Pero el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene vida…

Por lo tanto, s�lo aquellos que reciben al Se�or Jes�s como su Salvador, reciben el derecho de llegar a ser hijos de Dios" (Ro 5:8; 6:4; 1 Jn 5:11-12; Jn 1:12).

B. DOS LADOS DE NUESTRA SALVACI�N
Podemos ver f�cilmente en lo anterior, que hay dos lados en nuestra salvaci�n: el lado de Dios y el nuestro. �l tiene una parte qu� desempe�ar que nosotros no podemos hacer. Pero nosotros tenemos una parte qu� desempe�ar que �l no har�.

Podemos revisar estos pensamientos de la manera siguiente:

1. La Parte De Dios En Nuestra Salvaci�n
Se enfrentar� con nosotros y nos convencer� de nuestro pecado. En otras palabras, Dios se enfrentar� con nuestras faltas. Probar� que somos culpables y nos mostrar� la pena que tenemos que pagar por nuestro pecado: la muerte. Lo har� mediante Su Palabra y Su Esp�ritu. La palabra clave es CULPA.

Despu�s, nos revelar� c�mo podemos ser "salvados" de la pena por nuestros pecados, y encontrar nuestro lugar en Su familia. Lo har� por medio de llevarnos a Jes�s, Su Hijo, y nuestro Salvador. Su muerte en la cruz prueba que Dios no s�lo es santo y justo, sino tambi�n amoroso y misericordioso. La palabra clave es GRACIA.

2. Nuestra Parte En Nuestra Salvaci�n
Tenemos que responder a nuestra culpa y a la gracia de Dios, confesando nuestro pecado ante Su Hijo. "Confesar" significa concordar: decir la misma cosa. Tenemos que concordar con Dios en que somos pecadores y necesitamos un Salvador. La palabra clave es CONFESAR.

Despu�s, tenemos que arrepentirnos y recibir a Cristo como nuestro Salvador. "Arrepentirse" significa cambiar de parecer. Por lo tanto, escogemos ahora la voluntad y el camino de Dios para nuestras vidas en lugar de los nuestros propios. Hacemos esto pidiendo a Jes�s que venga a nuestro coraz�n como Se�or y Salvador. Respondemos al amor de Dios mediante la fe en Su Hijo y la obediencia a Su Palabra. Las palabras claves son ARREPENTIRSE y RECIBIR.

C. LOS RESULTADOS DE LA SALVACI�N
Los resultados de nuestra salvaci�n son: conversi�n y restauraci�n. "Convertirse" significa apartarse de un camino e ir por otro. Por la gracia de Dios nos hemos apartado de nuestro camino de muerte y tomamos otro en direcci�n a Su camino de vida. La palabra clave es CONVERSI�N.

Una vez fuimos "desviados" o separados de �l por nuestro pecado y desobediencia. En Cristo, hemos sido "restaurados" o devueltos a la comuni�n con la amada y regia familia de Dios. La palabra clave es RESTAURACI�N. (Los principales pensamientos en nuestro bosquejo anterior son repetidos en la siguiente p�gina.)

S�, tenemos que recibir a Cristo en nuestros corazones como nuestro Salvador para ser perdonados de nuestros pecados, y recibir la vida eterna. Pero todav�a hay m�s en relaci�n con nuestra gran salvaci�n. No s�lo son perdonados nuestros pecados en Cristo, sino que tambi�n recibimos muchos otros beneficios y bendiciones. Se nos da:

1. Un Esp�ritu Nuevo
"Pondr� mi Esp�ritu dentro de vosotros y har� que camin�is en mis caminos y guard�is mis leyes" (Ez 36:27).

2. Una Vida Nueva
"Esto es lo que sabemos: Dios nos ha dado vida eterna y esta vida est� en Su Hijo" (1 Jn 5:11).


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