Cap�tulo 4
Nuestra Gran Salvaci�n

Introducci�n

"�C�mo escaparemos si descuidamos una salvaci�n tan grande?" (He 2:3).

Si usted no est� interesado en su gran salvaci�n, los profetas y los �ngeles s� lo est�n.

Los profetas del Antiguo Testamento estaban muy interesados en el gran plan de la salvaci�n de Dios. Ansiaban conocer los detalles del plan de Dios que ser�a restaurado a trav�s de la muerte, sepultura y resurrecci�n de Cristo, a trav�s de Su victoria sobre el pecado, Satan�s y la tumba.

Pero no s�lo los profetas deseaban conocer lo que ahora nos es revelado a nosotros, los mismos �NGELES deseaban ardientemente comprender y participar de este gran plan que fue dise�ado s�lo para usted.

Pero no fue entregado a los profetas del Antiguo Testamento, Dios ni siquiera incluy� a los �NGELES en este plan, lo reserv� todo para USTED.

Pedro lo expresa con estas palabras:

"Los profetas investigaron cuidadosamente e intentaron comprender m�s acerca de esta gran salvaci�n. El Esp�ritu de Cristo estaba en estos profetas, y les estaba hablando sobre las cosas que Cristo sufrir�a, y la gloria que vendr�a despu�s.

Deseaban saber cu�ndo y por qui�n acontecer�an estas cosas. Entonces se les mostr� que la revelaci�n no ser�a cumplida en su d�a; sino que estaban hablando de la gracia que vendr�a sobre nosotros.

S�, era para nosotros en nuestro tiempo. Hemos recibido las buenas nuevas de salvaci�n de predicadores que fueron movidos por el mismo Esp�ritu Santo, enviado desde el cielo. La maravilla de esta salvaci�n es tan grande, que los mismo �ngeles anhelan saber m�s sobre ella" (1 P 1:10-12).

Los profetas del Antiguo Testamento habr�an dado todo por saber lo que la Biblia nos dice acerca de este fant�stico y tremendo plan que Dios tiene para usted.

Sin embargo, si no sabemos las riquezas que tenemos en nuestra salvaci�n, esta falta de entendimiento nos dejar� en un lugar de esclavitud y pobreza espiritual.

Para que esto no sucediera, el Padre nos envi� a Su propio Esp�ritu Santo para que nos ense�ara qui�nes somos, y lo que el Padre nos ha dado y ha planeado para nosotros, en el Se�or Jes�s. El Ap�stol Pablo dijo: "…hemos recibido el Esp�ritu de Dios para que podamos conocer y comprender lo que �l nos ha dado gratuitamente" (1 Co 2:12).

Muchos cristianos est�n orando fervientemente por cosas que Dios ya les ha dado. Yo lo hice durante a�os. Cuando usted ora por lo que ya se le ha dado, desperdicia su tiempo y el de Dios.

El Esp�ritu Santo le fue dado para que sepa las cosas que ya Dios le ha otorgado por amor a nuestro Se�or y Salvador Jesucristo.

As� que, estudiemos con cuidado el papel importante que nuestra salvaci�n desempe�a en el gran plan de Dios para las edades.

A. LA CONDICI�N DE PECADO
El primer problema que nuestra "gran salvaci�n" debe solucionar es la cuesti�n del pecado.

Nuestro pecado es lo que nos separa de la voluntad y prop�sito santo que Dios tiene para nuestras vidas.
Debemos comprender por qu� somos pecadores y por qu� pecamos, si deseamos comprender la grandeza de nuestra salvaci�n.

• �Somos pecadores por pecar?
• O, �pecamos porque somos pecadores?

Los te�logos y eruditos de la Biblia han estado debatiendo estas cuestiones durante siglos.

La mayor�a de la gente tarda en responder estas preguntas porque no est�n seguros. No obstante, una pregunta de esta importancia deber�a ser contestada claramente en la Biblia.

1. El Pecado Entr� En El Mundo Por Un Hombre
La clave para comprender la relaci�n entre el pecado y el pecador puede encontrarse en el cap�tulo cinco de Romanos. Pablo est� hablando sobre el origen del pecado y c�mo afecta a cada uno de nosotros. Escuche sus palabras:

"El pecado entr� en el mundo [la raza humana] a trav�s de un hombre: Ad�n. El resultado del pecado fue la muerte. Por lo tanto, la muerte se extendi� a todos los hombres porque [en Ad�n] todos hab�an pecado" (Ro 5:12).

La palabra "mundo" es la misma que se encuentra en Juan 3:16: "Porque tanto am� Dios al mundo…".

Procede de la palabra griega "kosmos", y se refiere a la raza humana. Pablo est� diciendo que como cabeza de la raza humana, Ad�n infect� a toda la humanidad con su propio pecado. El resultado de esta terrible infecci�n del pecado fue la muerte, tanto espiritual como f�sica.

Pablo explica esta verdad de la siguiente manera: Entre Ad�n y Mois�s nadie fue juzgado culpable por sus pecados, porque a�n no se hab�a dado la ley. Sin embargo, murieron. Su muerte, por lo tanto, no pod�a deberse directamente a sus pecados, puesto que no hab�a ley que pasara tal juicio. "…porque donde no hay ley, tampoco hay transgresi�n" (Ro 4:15).

As� que, razona Pablo, su muerte fue debido al pecado de Ad�n. Est�bamos "en Ad�n" cuando desobedeci� a Dios. Por consiguiente, sufrimos la pena del pecado porque somos miembros de la raza de Ad�n.

Esta es la historia en las propias palabras de Pablo:

"El pecado estaba en el mundo antes de que la ley de Mois�s fuera dada. Sin embargo, nadie fue juzgado como culpable sin la ley. No obstante, murieron hombres durante ese tiempo aunque ninguno de ellos pec� de la misma manera que lo hizo Ad�n… El pecado de un hombre [Ad�n] permiti� a la muerte gobernar a trav�s de �l sobre toda la humanidad… Porque un hombre desobedeci� a Dios, muchos fueron hecho pecadores…" (Ro 5:13, 14, 17, 19).

a. La Enfermedad Asesina. Un ejemplo nos ayudar� a entender. Hay una terrible enfermedad incurable que se esparce r�pidamente a trav�s de �frica y de las naciones occidentales llamada SIDA (Los doctores la llaman S�ndrome de Inmuno-Deficiencia Adquirida).

Como usted sabe, los cortes y las magulladuras que rompen la piel, permiten que los g�rmenes penetren en su sangre y carne, lo cual, causa infecciones y enfermedades terribles.

Normalmente, su cuerpo puede resistir la enfermedad y la infecci�n que entra en su cuerpo procedente de los g�rmenes. Esto se debe a que usted tiene un sistema de inmunidad.

Sin embargo, si usted tiene SIDA, el sistema de inmunidad de su cuerpo deja de trabajar, y en cuesti�n de meses, terribles llagas, supuraciones e infecciones se forman en cada parte de su cuerpo y en uno o dos a�os morir�.

Pero, �qu� es lo peor del SIDA? Si sus padres lo tienen, usted ser� infectado desde el vientre de su madre. Nacer� con tal enfermedad, Y TAMBI�N MORIR� de SIDA en poco tiempo.

As� es el pecado. El primer hombre que vivi�, nuestro antepasado Ad�n, pec�. Su pecado no s�lo infect� a Ad�n, sino tambi�n a todos sus descendientes. Usted y yo nacimos - infectados con el pecado - y moriremos espiritual y f�sicamente si alguien no nos salva milagrosamente.

2. En Ad�n Todos Pecamos; Y En �l Todos Morimos
La verdad es clara: todos nacimos pecadores a causa del pecado de Ad�n. Aparte de cualquier acto de pecado cometido por nuestra parte, somos herederos del pecado de Ad�n, y de su naturaleza pecaminosa.

Aun cuando nunca hubi�ramos pecado, seguir�amos siendo pecadores. Por la ofensa de uno, cay� sobre todos el juicio. "La muerte vino a trav�s de un hombre…" (Ro 5:18). "Porque en Ad�n todos mueren…" (1 Co 15:21, 22).

En Ad�n todos pecamos; en Ad�n todos morimos. Este concepto o idea de estar "en Ad�n" es una verdad importante que hay que entender.

Como veremos, el mismo pensamiento nos pone en contacto con la idea de nuestra relaci�n de estar "en Cristo" y ser� una de las verdades por las que llegaremos a entender nuestra gran salvaci�n mucho mejor.

a. Un Ejemplo Procedente De La Naturaleza. Esta idea de estar "en otro" puede ser vista tambi�n en un ejemplo procedente de la naturaleza.

Al intentar producir mejor arroz, los cient�ficos agr�colas exponen las semillas de arroz a rayos de energ�as muy intensos. Tal radiaci�n puede cambiar la estructura gen�tica de la semilla.

Mediante esta intensa radiaci�n de energ�a, la naturaleza de la semilla de arroz es cambiada. La manera en que crece y sobrevive es alterada.

La mayor�a de los cambios realizados mediante la radiaci�n de genes (material hereditario) son da�inos, pero a veces los cambios resultan en mejor�as. Los cambios que puedan ocurrir de la radiaci�n s�lo pueden ser conocidos plantando la semilla y viendo aquello a lo que se asemeja la cosecha que produce.

Una semilla producir� multitud de semillas. Cada una de estas semillas, experimentar� cambios gen�ticos, para mejorar o para empeorar. Esto seguir� siendo verdad para todas las generaciones de arroz que sigan.

Cuando las semillas son plantadas una y otra vez, en unos pocos a�os puede llegar a producirse una gran cosecha de arroz. Cada planta tendr� el mismo car�cter y calidad que fueron "fijados" en aquella primera semilla que fue radiada.

Si los cambios gen�ticos produjeron mejor�as �de d�nde proceder�a aquella gran cosecha de arroz de calidad superior? De la misma primera semilla. Todas las medidas de arroz mejorado se encontraban en "aquella �nica semilla".

Lo mismo resulta cierto si el cambio gen�tico produjo un decremento en la cosecha. En una mala semilla hay muchas medidas de arroz de pobre calidad. Los resultados de la radiaci�n pasar�n a todas las generaciones siguientes.

Ya no se necesita m�s radiaci�n para acabar con los resultados nocivos de la primera semilla. La naturaleza del arroz ha sido cambiada para todas las generaciones futuras.

b. En Los Lomos De Ad�n. Ahora podemos comprender mejor lo que Pablo quer�a dar a entender cuando dijo que "en Ad�n" todos fuimos hechos pecadores. Cuando Ad�n pec�, est�bamos en los lomos (cuerpo) de Ad�n.

La semilla de la humanidad, de la cual usted y yo venimos, estaba en Ad�n desde el mismo principio. �Qu� nos sucedi�, entonces, a usted y a m� cuando Ad�n pec�? Nos convertimos en pecadores. "Por la ofensa de uno, el juicio cay� sobre todos" (Ro 5:18).

David conoc�a muy bien esta verdad. Estableci� claramente la idea en uno de sus salmos: "Ciertamente nac� en pecado, fui pecador desde que me concibi� mi madre" (Sal 51:5).

David est� confesando que naci� pecador. Se convirti� en pecador, como cualquier otro ser humano, en Ad�n.

Sab�a que necesitaba un coraz�n limpio y un esp�ritu nuevo, no por causa de sus pecados, sino por causa de su naturaleza pecaminosa que naci� con �l.

S�, hemos nacido como pecadores porque est�bamos en Ad�n. Pecamos porque tenemos una naturaleza pecaminosa. Esto se manifiesta muy temprano en la vida de la persona.

Aquellos de nosotros que somos padres, hemos visto esto en nuestros propios hijos. No tuvimos que ense�arles a pecar, llegaron a ese punto de manera natural a partir de sus padres. Aprendieron r�pidamente como arregl�rselas a su modo y seg�n su voluntad. Siempre que sus voluntades se entrecruzaban, sus peque�as naturalezas pecaminosas se hac�an m�s pesadas y fuertes. Aquel golpe de pecado parec�a crecer m�s r�pido que ellos mismos.

�Por qu� era esto as�? Porque todos actuamos seg�n nuestro antepasado Ad�n.

"…por la desobediencia de un hombre, muchos [toda su descendencia] fueron constituidos pecadores…" (Ro 5:19). Todos est�bamos en Ad�n desde el mismo principio.

3. Nacidos Pecadores Por Naturaleza
Ahora bien, tambi�n es verdad que usted es pecador porque peca. S�, todos nacimos pecadores. Sin embargo, hemos demostrado que lo somos mediante muchos y repetidos actos de pecado. Pablo nos dice muy claramente que no hay "ning�n justo, ni siquiera uno… Todos han pecado y est�n exentos de la gloria de Dios" (Ro 3:10, 23).

Por lo tanto, si alguien nos pregunta: "�Pecamos porque somos pecadores?" tendremos que decir "s�". Si tambi�n nos preguntan: "�Somos pecadores porque pecamos?" tendremos que decir otra vez que "s�".

Las dos cosas son verdad. No s�lo una. Hemos nacido pecadores, y todos demuestran ese hecho mediante sus muchos pecados. Por lo tanto, hemos sido juzgados pecadores en base a las dos cosas, por nuestro antepasado pecaminoso (Ad�n), y por nuestras acciones pecaminosas. Son las dos caras de la misma moneda.

S�, todos hemos nacido pecadores por naturaleza. Sin embargo, mucha gente religiosa no ve todav�a su necesidad de salvaci�n. No se consideran pecadores. Viven vidas buenas y honestas. Asisten a la iglesia o a un templo pagano con regularidad, y lo sostienen econ�micamente. Pagan sus cuentas, y no beben, ni maldicen. Intentan guardar los Diez Mandamientos, y creen que conseguir�n llegar al cielo por sus propias obras de justicia.

Este es un tr�gico error; porque est�n equivocados, mortalmente equivocados. Somos todos pecadores por partida doble, de nacimiento y por nuestras obras. Es un hecho de la historia y de la vida. No hay nada en nosotros mismos que podamos hacer con referencia a ello. Ning�n c�mulo de buenas obras cambiar� nuestra naturaleza pecaminosa, ni cancelar� la pena por nuestros pecados.

La Escritura dice que "nuestra justicia es como trapos de inmundicia" (Is 64:6). No podemos esperar cubrir nuestro pecado con nuestras "buenas obras".

Ante la luz brillante de la santidad de Dios s�lo podemos ser vistos como pecadores que somos. Nuestra esperanza nunca puede estar en nuestra bondad, �nicamente en la gracia de Dios. Debemos saber que estamos mortalmente enfermos, a causa del pecado de Ad�n y del nuestro, antes de poder recibir Su cura.

B. LA PENA O CASTIGO POR EL PECADO
Hemos visto que la condici�n del pecado es "universal". Con eso queremos se�alar que todos, en todas partes, son pecadores. Adem�s, la pena por el pecado es universal. Todos est�n condenados a morir a causa de su pecado. "Todos han pecado… y la paga [penalidad o castigo] del pecado es la muerte" (Ro 3:23; 6:23).

1. Bajo Sentencia De Muerte
La Biblia describe a todo ser humano como si estuviera en una "curva mortal": bajo la sentencia de muerte. Apartados de la gracia de Dios, no hay excepci�n para nadie. Todos nos enfrentamos con el mismo destino tenebroso: la Muerte.

Desde el inicio, la sentencia por el pecado ha sido la misma. Dios advirti� clara y firmemente a Ad�n y a Eva que desobedecer significaba muerte.

"No deb�is comer del �rbol… porque cuando com�is de �l, morir�is seguramente" (Gn 2:17).

El Profeta Ezequiel afirma adem�s la pena capital por el pecado con estas palabras sencillas, pero muy fuertes: "El alma que peque morir�" (Ez 18:4, 20).

Nada puede ser m�s cierto. La paga o resultado del pecado es la muerte. Por naturaleza y por obras, somos pecadores. Hemos elegido actuar a nuestra manera en lugar de a la manera de Dios. "Todos nos hemos desviado como ovejas. Nos hemos vuelto cada uno por nuestro propio camino…" (Is 53:6).

�Cu�l es el resultado de seguir nuestra propia voluntad y de seguir por nuestro camino? "Hay un camino que parece recto al hombre, pero al final conduce a la muerte" (Pr 14:12).

El camino del hombre es un callej�n sin salida. Realmente no puede ser de otra manera. Jes�s dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por m�" (Jn 14:6).

La voluntad y el camino a la vida del Padre est�n centralizados en Su Hijo. Cualquier otro camino conduce a la muerte. Cuando elegimos desobedecer a Dios y seguir nuestro propio camino, eso s�lo nos lleva en una direcci�n: cuesta abajo hacia la destrucci�n.

El pecado puede ser definido como una oposici�n a la voluntad y el camino de Dios con los nuestros propios. Por su misma naturaleza, la desobediencia s�lo puede conducir a la muerte. Esta es la raz�n de que todos los pecadores est�n condenados a morir. Todos hemos elegido voluntariamente el camino equivocado.

Empez� "en Ad�n" cuando eligi� desobedecer a Dios. No s�lo fuimos v�ctimas de esa elecci�n, sino que tambi�n hemos nutrido esa elecci�n mediante nuestros propios actos de desobediencia. Apartados de Dios y de Su gracia, estamos sin esperanza en este mundo. La muerte es nuestro destino.

C. LA PROVISI�N DE DIOS PARA EL PECADOR
Todo pecador est� sin Dios y sin esperanza en este mundo. Es ciertamente una oscura noche de desesperaci�n. Pero contra este negro trasfondo brilla la luz resplandeciente del amor de Dios.

La Biblia nos dice que "donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia de Dios" (Ro 5:20).

Podemos estar muy agradecidos que hay una segunda parte del vers�culo: "La paga del pecado es muerte...". La segunda parte contin�a trayendo un mensaje de esperanza y amor: "…mas la d�diva de Dios es vida eterna en Cristo Jes�s, Se�or nuestro" (Ro 6:23).

1. Vida Eterna: El Don Del Amor De Dios
Se nos habla de este gran don de amor de Dios, en un pasaje muy familiar del evangelio de Juan:

"Porque tanto am� Dios al mundo [de los pecadores] que dio a Su �nico y solo Hijo, para que todo el que crea en �l no perezca [muera], sino que tenga vida eterna" (Jn 3:16).

a. Definici�n De Un Don. La definici�n legal de un don implica tres partes necesarias. Estos elementos son los siguientes:

1) Un ofrecimiento;

2) Una aceptaci�n;

3) Sin Pago.

Un don es algo que ha sido libremente ofrecido y aceptado sin ning�n pensamiento de tener que pagar por �l.

b. Dios Hizo Su Ofrecimiento. Dios hizo Su ofrecimiento cuando dio a Su Hijo. Sin embargo, Su ofrecimiento no es un regalo hasta que sea aceptado legalmente.

Recuerde que "Jes�s vino a los Suyos, pero los Suyos no le recibieron" (Jn 1:11).

Debido a que los jud�os que viv�an en el tiempo de Jes�s no le aceptaron, no recibieron el beneficio y la bendici�n del ofrecimiento de Dios.

"A aqu�llos que le recibieron, se les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios" (Jn 1:12).

c. Salvaci�n: Un Regalo Gratuito. Un don es algo que se ofrece gratuitamente. No puede ir incluido un pago o el "don" podr�a convertirse en una "compra": algo que ha sido comprado.

El don de la salvaci�n de Dios fue dado gratuitamente. �l no nos ofrece algo que tengamos que comprar, nos ofrece un don.

"Todos han pecado y est�n destituidos de la gloria de Dios. Pero todos pueden ser justificados o declarados justos para con Dios por el don gratuito de Su gracia… a trav�s de Jesucristo" (Ro 3:23, 24).

Algunos no entienden plenamente que el don de la salvaci�n de Dios fue dado gratuitamente. Intentar�n, por lo tanto, convertir el don en una compra, actuando a su manera para ganar el favor de Dios.

En el Sureste de Asia hay un grupo de personas que han llevado sus esfuerzos hasta un extremo tr�gico. Son llamados "flagelantes".

El Viernes Santo antes de la Pascua se golpean las espaldas con l�tigos hasta hacerlas sangrar. Algunos llegan al extremo de clavarse las manos con clavos a una cruz.

�Por qu� la gente har�a cosas tan terribles en el nombre del cristianismo? Porque no comprenden que su salvaci�n es un don. La vida eterna es un don de Dios.

No hay nada que podamos hacer para ganar o dirigir nuestro camino al favor de Dios. Somos salvados por gracia, no por "obras" para que no nos jactemos de nuestros esfuerzos (Ef 2:8, 9). Si la salvaci�n fuera por obras, nos podr�amos gozar en lo que hicimos para ganar nuestra salvaci�n: "�D�nde pues est� la jactancia? Es excluida. �Por cu�l ley? �de las obras? No; mas por la ley de la fe" (Ro 3:27).

Nuestra salvaci�n fue "pagada plenamente" en el Calvario. Cuando Jes�s estaba muriendo en la cruz, dijo: "Consumado es [Griego = teleo, significa pagado totalmente)" (Jn 19:30). Nuestra fe est�, entonces, totalmente en la obra terminada de Cristo en la cruz.

�l, muriendo por nosotros, pag� el precio total y la pena (muerte) por nuestros pecados. No podemos agregarle o quitarle nada a lo que �l hizo. Lo que �l hizo por nosotros fue completo.

Ahora bien, esta gente del sureste asi�tico es sincera. Yo he hablado con bastantes de ellos. Pero son ignorantes. No conocen o no comprenden la grandeza de la salvaci�n de Dios.


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