Buscan ser salvos pero lo hacen a su manera. Ciertamente tienen mucho celo pero el celo y la sinceridad no nos salvar�n. Podemos ser sinceros y estar equivocados a la vez, mortalmente equivocados.

Pablo se refiere a tal celo religioso en su carta a los romanos:

"Conozco el celo que tienen por Dios, pero no est� basado en el conocimiento. Eran ignorantes y no conoc�an la justicia que procede de Dios. Intentaron justificarse a s� mismos para con Dios a su propia manera. No aceptaron el modo que Dios tiene de justificar mediante creer en Cristo" (Ro 10:2-4).

�Qu� podemos concluir?, �Son tales personas sinceras? S�; �Son celosas? S�; �Est�n equivocadas? S�; �Est�n perdidas? S�; por ignorancia.

No hay manera de que podamos obtener una posici�n justa ante Dios por nuestros propios esfuerzos u obras. Ese no es Su camino hacia la vida eterna.

La salvaci�n es un don, no una compra. No puede ser comprada por nada que podamos hacer. La obra de salvaci�n ha sido ya hecha por Cristo en la cruz. Nuestra parte es recibir el don que ha sido dado gratuitamente. No hay otro camino.

Mucha gente ha aceptado a Cristo como Su Salvador y tiene vida eterna. Sin embargo, est�n los que sienten que de alguna manera deben agregar algo a la obra consumada por Cristo en la cruz. F�sicamente, no se golpean los cuerpos pero a menudo se golpean de otras maneras.

Trabajan duro para ganar la aprobaci�n de Dios pero nunca se sienten plenamente aceptados. Siempre est�n luchando para alcanzar metas mayores pero siempre qued�ndose cortos.

Entonces, se azotan duramente con sentimientos de culpa y condenaci�n. �Sinceros? S�; �Celosos? S�; �Equivocados? S�; �Perdidos? S� - No su salvaci�n, sino el gozo de su salvaci�n; por ignorancia.

d. Debe Ser Aceptado. Billy Graham una vez sorprendi� a la gente al decir: "Uno de los grandes misterios de la redenci�n es �ste: mientras muchos malos hombres ir�n al cielo, muchos buenos hombres ir�n al infierno".

�Por qu� ir�n hombres malos al cielo? Porque aceptaron el don de la vida eterna de Dios.

1) El Ladr�n En La Cruz. Recuerde el ladr�n que estaba crucificado cerca de la cruz de Jes�s. En los momentos que mor�a dijo: "Recu�rdame cuando entres a tu reino" (Lc 23:42).

Aquella sencilla oraci�n estaba impregnada de fe. Conten�a todos los elementos de la fe salvadora. �Cu�les son esos elementos?

a) Cre�a que Jes�s era Rey (Se�or).

b) Cre�a que el Rey tendr�a un reino.

c) Pidi� ser incluido en ese reino.

Jes�s respondi�: "Este d�a estar�s conmigo en el Para�so" (Lc 23:43). Jes�s acept� al ladr�n porque el ladr�n Lo acept� como Se�or y Rey.

�Por qu� muchos hombres buenos ir�n al infierno? Porque rehusaron el don de Dios y confiaron en sus propias "buenas obras".

Jes�s expresa la misma verdad, en relaci�n con los fariseos que eran muy religiosos pero estaban muy perdidos, de esta manera: "Verdaderamente, os digo, los recaudadores de impuestos y las prostitutas entrar�n en el reino de Dios antes que vosotros" (Mt 21:31).

�Por qu� tales pecadores entrar�an en el reino y los fariseos ser�an dejados fuera? Eran hombres muy religiosos que iban al templo, oraban y daban diezmos, ten�an d�as de ayuno y d�as de fiesta, y guardaban el S�bado.

�Por qu� los fariseos ir�an al infierno y las prostitutas al cielo? Porque las prostitutas recib�an el don de Dios, y los fariseos no.

En lugar de ello, buscaban asegurar su salvaci�n mediante sus propias obras de justicia. El Camino Divino hacia la vida eterna se abr�a ante ellos pero eligieron seguir su propia senda.

Pablo dijo que los jud�os orgullosos "no se han sujetado a la justicia de Dios" (Ro 10:3). "Someteos" se refiere a recibir el regalo de la salvaci�n de Dios que es Cristo Jes�s.

Para muchos de nosotros es dif�cil "someterse". Algo se rebela internamente contra cualquier clase de autoridad, incluso la de un Dios sabio y amoroso.

Ralph Mahoney (fundador de World Map, El ministerio que ofrece El Cayado Del Pastor), una vez record� c�mo Dios se ocup� de su propia vida cuando era un adolescente orgulloso:

"Me asombra el haber podido estar tan lleno de orgullo auto-justificado. Lo m�s dif�cil para m� era someterme al don de la justicia de Dios. Supongo que deseaba salvarme a m� mismo, y mostrarle a Dios c�mo lo hab�a hecho".

"�Qu� hay en el coraz�n humano que nos hace tan orgullosos y obstinados? Morir�amos antes, intentando hacer las cosas a nuestro modo, que recibir el don maravilloso de la justicia de Dios. Hubiera sido m�s f�cil para m� atravesar Am�rica caminando de rodillas, que caminar treinta pies y arrodillarme humildemente en un banco de oraci�n con arrepentimiento".

"Me siento encantado que mi Padre celestial fuera paciente conmigo durante aquellos primeros a�os. Finalmente, llegu� al extremo de mi camino y busqu� Su senda. Al fin, somet� mi vida a Su voluntad, y recib� Su don de vida eterna. Nunca he lamentado haber hecho esa elecci�n".

D. EL CORAZ�N PATERNO DE DIOS
Hay una hermosa historia en el Antiguo Testamento que ilustra claramente el coraz�n paterno y amoroso de Dios. En esta historia, Dios se revela no s�lo como Padre-creador, sino tambi�n como Padre-redentor.
El profeta Isa�as vio esta doble revelaci�n del car�cter de Dios. "Pero ahora, el Dios que te cre�, oh Jacob, y Aqu�l que te form�, oh Israel, dice esto: No temas porque te he redimido. Te he llamado por tu nombre. Eres m�o" (Is 43:1).

El Dios creador, redime tambi�n. Comprar y traer de vuelta al hombre al prop�sito de Dios le cost� al Padre la misma vida de Su �nico Hijo. Su vida fue dada como un cordero de sacrificio para comprarnos de nuevo, para redimirnos.

1. Abraham E Isaac: Un Cuadro Prof�tico Del Amor Redentor
"As� que, vino a suceder despu�s de estas cosas que Dios prob� a Abraham. Y le dijo: Abraham. Y �l respondi�: Heme aqu�. Y dijo Dios: Toma ahora tu hijo, a tu hijo �nico, Isaac, al que amas, y v� a tierra de Moriah, y ofr�cemelo all� como ofrenda encendida sobre uno de los montes que yo te mostrar�.

Por tanto, Abraham se levant� muy de ma�ana, y aparej� su asno. Tom� a dos j�venes con �l y a su hijo Isaac. Despu�s parti� la le�a para la ofrenda y fue al lugar que Dios le hab�a dicho.

Al tercer d�a alz� Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos. Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aqu� con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta all� y adoraremos, y volveremos a vosotros. Y tom� Abraham la le�a del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y �l tom� en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos.

Entonces habl� Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre m�o. Y �l respondi�: Heme aqu�, mi hijo. Y �l dijo: He aqu� el fuego y la le�a; m�s �d�nde est� la ofrenda encendida?" (Gn 22:1-7).
En este punto de nuestra historia, podemos preguntarnos porqu� Dios pidi� a un hombre que matara a su hijo �nico. Isaac, que significa "risa", fue un ni�o milagroso cuando naci�. Tanto Abraham como Sara se hab�an pasado de la edad de tener hijos.

Sin embargo, Dios hab�a prometido a Abraham un hijo, y mantuvo Su palabra. Abraham hab�a esperado veinticinco a�os por esa promesa y se sinti� lleno de alegr�a cuando naci� Isaac. Ahora, unos veinte a�os despu�s, Dios le pide a Abraham que mate a su hijo. �Har�a Dios una cosa as�? De hacerla, �por qu� ser�a?

Hay un prop�sito divino para que esta historia est� en la Biblia. El prop�sito es revelar una importante verdad. La historia va a ser un cuadro prof�tico del plan de redenci�n de Dios. Desea que nosotros entendamos claramente los papeles que el Padre y el Hijo deben representar para programar nuestra salvaci�n.

a. Isaac: El Hijo Obediente. Sabemos que Isaac, como hijo obediente, es un tipo del Se�or Jes�s.

La madera para la ofrenda encendida fue colocada a la espalda de Isaac mientras sub�an el monte. Dos mil a�os m�s tarde, el �nico Hijo de Dios, llevar�a una cruz de madera sobre Su espalda a medida que ascend�a otro monte, esta vez el Monte Calvario.

A veces pasamos por alto el hecho de que Abraham es un tipo de Dios Padre. Uno solo puede preguntarse el dolor que debe haber habido en su coraz�n cuando llevaba en la mano el cuchillo y el fuego.

Dios hab�a prometido a Abraham que a trav�s de Isaac vendr�a una familia tan grande en n�mero como las estrellas del cielo. �C�mo pod�a cumplirse esa promesa si mor�a Isaac? A menos que hubiera una esperanza de resurrecci�n (He 11:17-19).

b. Los Dos Fueron Juntos. Hay un toque muy tierno en nuestra historia cuando leemos "y los dos iban juntos." Caminaban silenciosamente uno al lado del otro; un padre amoroso con su hijo, y un hijo amoroso con su padre.

Abraham, el padre, se mueve con pasos firmes de fe y obediencia, pero en su coraz�n hay un gran dolor. Es �nicamente consolado por la esperanza que tiene en la promesa de Dios.

Finalmente, el silencio queda roto por una pregunta procedente de los labios de Isaac:

"�D�nde est� el cordero?"

Oculto en la respuesta hay un hermoso cuadro prof�tico del gran amor redentor de Dios:

"Y Abraham dijo: Dios se proveer� para S� un cordero para la ofrenda encendida. De manera que, los dos continuaron juntos" (Gn 22:8).

La palabra "juntos" aparece por segunda vez en el relato y est� llena de gran significado. Habla de su amor mutuo; tambi�n habla de su fe y obediencia a Dios.

Abraham debe haber hablado a Isaac respecto a que era la voluntad de Dios que �l muriera, y la promesa de Dios de que volver�a a vivir. Ambos estaban deseando someterse a la Palabra del Se�or. Isaac era un hombre joven y fuerte; �l pudo haberse resistido con facilidad a su anciano padre.

�Qu� revelaci�n maravillosa y prof�tica del amor de Dios es �sta! Un padre deseando sacrificar a su amado hijo, un hijo deseando someterse a ese sacrificio. Contemplamos tal cuadro con un silencio asombroso.

Conocemos el final de nuestra historia, por supuesto. En el �ltimo momento, Dios detuvo a Abraham de llevar a cabo el acto de sacrificar a Isaac y le provey� un sacrificio en la forma de un carnero que estaba atrapado en una zarza cercana. La vida de Isaac fue librada y Dios renov� Su promesa con Abraham: a trav�s de Isaac vendr�a un pueblo que estaba destinado a ser de bendici�n para todas las naciones de la tierra.

2. La Misma Historia Dos Mil A�os M�s Tarde
Dos mil a�os m�s tarde vemos la misma historia repiti�ndose, s�lo que en esta ocasi�n no hay un rescate en el �ltimo minuto de Aqu�l que ofrece Su vida en sacrificio.

a. Jes�s: El Hijo Amado. Estamos hablando del Hijo de Dios, quien se entreg� a S� Mismo como el "Cordero de Dios". Abraham e Isaac son un hermoso tipo de las relaciones de Padre e Hijo dentro de la Divinidad.

La primera vez que una palabra o concepto importante aparece en la Escritura, establece un patr�n para su uso ulterior. El marco en el que se encuentra esa palabra, por lo tanto, tiene un significado muy especial.

Con esto en mente, es interesante descubrir que la palabra "amor" aparece primero con referencia al amor de un padre por un hijo. M�s espec�ficamente, fue el amor de Abraham por Isaac.

"Toma… a tu hijo, Isaac, al que amas…" (Gn 22:2).

La palabra "amor" en el Nuevo Testamento, aparece primero en los evangelios sin�pticos en esta notable frase:

"T� eres mi Hijo amado, en quien me he complacido" (Mt 3:17; Mr 1:11; Lc 3:22).

Si Abraham am� a su hijo, cu�nto m�s es el amor de Dios por Su Hijo unig�nito.

El evangelio de Juan es el evangelio del amor de Dios. �Cu�l es la primera referencia al gran amor de Dios en este libro especial? Cuando la vemos, somos conmovidos hasta sentirnos maravillados y llevados a la humildad.

"Porque de tal manera am� Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unig�nito, para que todo aquel que en �l cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Jn 3:16).

b. Ellos "Caminaron Juntos". S�, el Padre ha amado siempre a Su Hijo, desde toda la eternidad le ha amado (Jn 17:24). Ciertamente, ellos se aman mutuamente con un amor incomparable. Pero nosotros tambi�n estamos incluidos en ese amor. Jes�s nos dice que el Padre nos ama como ama a Su Hijo �nico (Jn 17:23).

El Cordero de Dios fue sacrificado desde antes de la fundaci�n del mundo (Ap 13:8).

Esto parece estar fuera de nuestra comprensi�n, pero el Padre y el Hijo planearon, en amor, nuestra redenci�n desde antes que el mundo fuera siquiera creado. "Caminaron juntos" en ese amor: por usted y por m�. M�s a�n, "lo pusieron en ejecuci�n juntos" en la cruz.

Muchos de nosotros tenemos la falsa idea de que el Padre estuvo extra�amente lejos de Su propio Hijo durante aquella terrible hora en la que �ste fue "abandonado". Es verdad, un Dios Santo no puede mirar el pecado. Y Cristo tom� sobre S� Mismo nuestros pecados y los clav� en la cruz.

"El Padre hizo que Su propio Hijo – quien no conoci� pecado – se convirtiera en pecado por nosotros, para que en �l pudi�ramos ser justificados ante Dios" (2 Co 5:21).

Pero eso no significa que el Padre sintiera menos dolor que el que sinti� el Hijo en Su agon�a en la cruz.
Cuando el limpio, puro, sin pecado Hijo de Dios, tom� sobre S� nuestros pecados, sucedi� algo terrible. Por primera vez en toda la eternidad, Su comuni�n con el Padre fue interrumpida.

El pecado separa. "Mas vuestras iniquidades han hecho divisi�n entre vosotros y vuestro Dios…" (Is 59:2).
El pecado separa. La muerte espiritual es separaci�n de Dios. Como Hijo del hombre, Jes�s pag� plenamente el precio de nuestros pecados sobre la cruenta cruz.

Pero el Padre sinti� el dolor de ese castigo tambi�n en toda su medida. Cuando la comuni�n es interrumpida, ambas partes comparten el terrible dolor. Anduvieron juntos por aquel doloroso camino, hasta el final.

Pablo exhorta sobre el significado de esa terrible pero maravillosa verdad en las siguientes palabras a la iglesia de Corinto:

"Dios el Padre estaba personalmente presente en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo. Ya no volver�a a contar los pecados de los hombres en su contra" (2 Co 5:19).

Esta es una parte del misterio de la Sant�sima Trinidad. Jes�s dijo: "Yo estoy en el Padre y el Padre est� en M�" (Jn 14:10, 11).

Cuando Jes�s naci� de la virgen, se nos dice en Mateo 1:23: "Llamar�n su nombre Emmanuel - que significa - Dios con nosotros". Juan el Bautista, al ver a Jes�s, declar�: "He aqu� el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1:29).

c. "Morir� En Su Lugar". Recordemos que Abraham le dijo a Isaac: "Hijo m�o, Dios S� proveer� de un cordero para la ofrenda encendida" (Gn 22:8). Dios descendi� del cielo en Cristo, vestido en humanidad, y se dio a S� Mismo "…El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo".

Estas palabras prof�ticas presentan un hermoso cuadro del amor personal de Dios por nosotros. �l "Se" proveer� para S� un cordero para sacrificio por nuestro pecado. �l se hizo responsable de nuestra salvaci�n.

Un Dios santo y justo declar�: "El alma que pecare, morir�" (Ez 18:4). Y con eso, el Juez de toda la tierra conden� a toda la raza humana a la muerte. Fue la �nica cosa que pod�a hacer la justicia.

Sin embargo, el poderoso Creador del universo y el Juez de toda la humanidad, es tambi�n un Padre-redentor. Mira con amor y misericordia a un mundo pecaminoso y toma una decisi�n maravillosa pero terrible:

"Morir� en su lugar. Pagar� el precio que requiere la justicia para que puedan vivir. As� de profundo los am�".

Y eso es lo que Dios hizo. Estaba con Cristo reconciliando al mundo con �l Mismo (2 Co 5:19). En Su hijo reuni� a toda la raza humana, y muri� en una cruz. As� que, este pasaje de la carta de Pablo a los romanos, cobra vida con mucho significado.

"A trav�s del pecado de un hombre [Ad�n] la pena de muerte vino sobre todos los hombres.

De la misma manera, a trav�s de un acto justo de un Hombre [Cristo], el don gratuito de la vida vino a todos los hombres. Fueron justificados con Dios en �l.

Por la desobediencia de un hombre muchos fueron hechos pecadores. Pero, por la obediencia de un Hombre muchos ser�n justificados…

El pecado gobern� una vez a trav�s de la muerte. Ahora gobierna la gracia haci�ndonos justos en Jesucristo nuestro Se�or. Por lo tanto, viviremos para siempre" (Ro 5:18, 19, 21).

�Toda alabanza sea para nuestro Dios por Su amor, gracia y misericordia en Cristo Jes�s!

E. HOY ES EL D�A DE SALVACI�N
Ahora bien, esto no significa que todos los hombres se salven sin venir personalmente a Cristo en busca de su regalo de salvaci�n. Recordemos que ese regalo no es un regalo hasta que haya sido aceptado.
Se nos dice en Romanos 5:17 que debemos personalmente "recibir" el don de vida de la gracia de Dios en Cristo Jes�s. Si no es recibido, no nos sirve de nada. La oferta ya ha sido hecha, pero debe ser aceptada. S�lo los que reciben al Se�or Jes�s como su Salvador disfrutar�n de la vida eterna.

"Por favor, escuchad. AHORA es el tiempo justo. Mirad, hoy es el d�a de salvaci�n" (2 Co 6:2). Dios le llama hoy para que haga una cosa: Reciba a Su Hijo como su Salvador. Nada m�s cuenta realmente.

Charles Wesley escribi� el hermoso himno: "Nada en mi mano llevo, s�lo de Tu cruz dependo." Y con esa estrofa lo dijo todo.

Andrew Murray lo expres� de esta manera: "Todo ser humano deber�a poner sus pecados en un mont�n, y todas sus buenas obras en otro. Despu�s, deber� huir de ambos y tomar la senda que conduce a Jes�s."

"S�, la paga del pecado es muerte, pero el don de Dios es vida eterna a trav�s de Jesucristo nuestro Se�or

…El vino a los Suyos, pero no lo recibieron. Sin embargo, a todos los que le recibieron – y creyeron en Su Nombre – a los tales les dio el derecho de ser hijos de Dios" (Ro 6:23; Jn 1:11, 12).

�Aleluya, qu� Salvador! �Y QU� GRAN SALVACI�N TENEMOS EN �L!

1. Una Oraci�n Para Salvaci�n
"Amado Se�or Jes�s, Te recibo como mi Se�or y Salvador. Abro la puerta de mi coraz�n a T� y Te pido que entres y vivas en m�. Creo en mi coraz�n que Dios Te levant� de entre los muertos. Me arrepiento sinceramente de mis pecados y siento mucho haberte ofendido. Mediante Tu ayuda y Tu Esp�ritu, tratar� de vivir una vida que Te agrade. AM�N."

"Si crees en tu coraz�n que Dios resucit� a Jes�s de entre los muertos, y confiesas con tu boca que �l es Se�or, entonces ser�s salvo" (Ro 10:9 smf).

Ahora vaya y testifique a otros: "Acabo de recibir a Jes�s como mi Se�or y Salvador".

F. CONCLUSI�N
En los cap�tulos 1, 2, 3, y 4, hemos estudiado r�pidamente el fundamento b�blico de la Iglesia. Hemos visto c�mo el plan de Dios fue revelado, arruinado y gloriosamente restaurado. En el Cap�tulo 5, vamos a considerar el papel y funci�n de los l�deres en la Iglesia.



.::3er Trimestre - .::SECCI�N E