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A. C�MO LA ALABANZA TRAE LA BENDICI�N DE DIOS
1. El Ciclo Hidrol�gico
En la naturaleza hay un ciclo que produce una gran bendici�n a la tierra. Se le conoce como el CICLO HIDROL�GICO.
La Biblia tiene mucho que decir acerca de esto. Es un proceso de dos pasos:
a. La Evaporaci�n. El agua se evapora del oc�ano y lagos, y luego, asciende al cielo en forma de vapor para formar las nubes.
b. La Lluvia. Luego, la humedad o vapor se condensa y desciende como lluvia para regar la tierra. Esto hace que la tierra sea fruct�fera y productiva.
Esto es usado para ilustrar este principio espiritual: As� como nuestras alabanzas ascienden al Cielo, y all� producen "lluvias de bendiciones" (Ez 34:26); esos aguaceros descienden sobre nosotros como bendiciones de Dios.
"El atrae las gotas de las aguas, al transformarse el vapor en lluvia, la cual destilan las nubes…
�Entiende usted el proceso mediante el cual Dios produce las nubes?… El extiende la luz sobre el oc�ano" (traducci�n parafraseada en parte) (Job 36:27-30).
Dios hace que el sol brille sobre el oc�ano. El calor hace que el agua se evapore (vaporizaci�n). Como vapor caliente se levanta hacia el cielo, donde se convierte en nubes.
Cuando los vapores se enfr�an, destilan formando gotas de agua. Esto forma la lluvia que "...destilan las nubes, goteando en abundancia sobre los hombres" (v.28).
2. Verdades Espirituales
Este proceso natural ilustra la verdad espiritual.
a. Dios Hace Que Sus Bendiciones Brillen Sobre La Humanidad, as� como el sol brilla sobre los oc�anos.
b. El Coraz�n Del Hombre Debe Ser Sensible A Dios, en respuesta a las bendiciones que �l ha hecho brillar sobre �l.
c. Las Alabanzas Del Hombre Tienen Que Ascender hacia Dios, como los vapores que son creados por los rayos solares al calentar las aguas de los oc�anos.
d. Esas Alabanzas Producen Nubes De Bendiciones.
e. Dios Hace Que Se Destilen en forma de lluvia, la cual, se derrama sobre la tierra.
f. La Bendici�n De La Lluvia hace que la tierra sea fruct�fera y pr�spera, proveyendo semilla para el sembrador y pan para el que necesita sustento.
g. El Exceso De Lluvia Forma Los R�os, los cuales, corren hacia el mar de donde procedieron al principio, y as�, comienza otra vez el proceso completo.
3. Ilustraciones De La Escritura
Considere las siguientes Escrituras que ilustran este proceso:
a. Am�s 5:8; 9:6. Dios: "…llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra…"
Am�s era un granjero (agricultor), y entend�a muy bien el proceso mediante el cual se forma la lluvia. �l describe aqu� el proceso de evaporaci�n. Dios "llama las aguas del mar", hace que las aguas del oc�ano se evaporen y vaporicen, y de ese vapor, derrama lluvia sobre la faz de la tierra.
b. El Salmo 147:7-8: "Cantad a Jehov� con alabanza, cantad con arpa a nuestro Dios… quien cubre de nubes los cielos… que prepara la lluvia para la tierra… que hace a los montes producir hierba".
c. Proverbios 11:25: "El alma generosa ser� prosperada; y el que saciare, �l tambi�n ser� saciado".
Cuando cantamos alabanzas a Dios, �l forma nubes de bendiciones sobre la tierra. La cantidad de las bendiciones depende de las alabanzas que enviemos hacia el trono donde reina Dios. Nuestra liberalidad motivar� o predispondr� la respuesta liberal de Dios.
Durante el per�odo futuro del milenio (1,000 a�os de reinado) sobre la tierra, todos los habitantes del mundo deber�n adorar a Jehov� Dios. Si son negligentes en hacerlo, �l retendr� la lluvia sobre sus naciones. "Y acontecer� que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusal�n para adorar al Rey, Jehov� de los ej�rcitos, no vendr� sobre ellos lluvia" (Zac 14:17). �Si no le adoran, no vendr� lluvia!
d. Eclesiast�s 1:7: "Los r�os todos van al mar; y el mar no se llena; al lugar de donde los r�os vinieron, all� vuelven para correr de nuevo".
e. Eclesiast�s 11:3: "Si las nubes fueren llenas de agua, sobre la tierra la derramar�n…".
f. Oseas 6:3: "Vendr� [Jehov�] a nosotros como la lluvia, como la lluvia tard�a y temprana sobre la tierra".
g. Isa�as 45:8: "Rociad, cielos, de arriba, y las nubes destilen la justicia; �brase la tierra, y prod�zcase la salvaci�n y la justicia…".
h. Zacar�as 10:1: "Pedid a Jehov� lluvia en la estaci�n tard�a. Jehov� har� rel�mpagos y os dar� lluvia abundante, y hierba verde en el campo a cada uno".
i. Isa�as 55:10: "…Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve all�, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come".
j. Santiago 5:7: "Por tanto hermanos, tened paciencia hasta la venida del Se�or. Mirad como el labrador espera el preciosos fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tard�a".
4. Derramamiento Del Esp�ritu Para Los Tiempos Postreros
Estas citas de las Escrituras muestran claramente que habr� un derramamiento del Esp�ritu de Dios en el tiempo del fin, antes de la venida del Se�or. Ese per�odo ser� conocido como: "El tiempo de la lluvia tard�a" (Zac 10:1).
El Esp�ritu descender� del cielo como un diluvio de lluvia. Joel nos predice un derramamiento sin precedentes: La "Lluvia temprana y tard�a [juntas] en el primer mes" (Jl 2:23).
Normalmente, Israel experimentaba dos estaciones lluviosas. Una a principios del a�o agr�cola, la cual, ablandaba el terreno y facilitaba la siembra de la semilla; la segunda, ven�a despu�s de los meses �ridos del verano, al final del a�o agr�cola (este era el tiempo cuando la Fiesta de la Trompetas era celebrada; lea la secci�n C10.6). La lluvia tard�a maduraba el grano para la cosecha.
A �stas se les denominaba "lluvias temprana y tard�a". El glorioso derramamiento del Esp�ritu de Dios en los tiempos del fin, ser� como si ambas lluvias descendieran juntas.
El Labrador Celestial espera pacientemente por esa copiosa lluvia a fin de poder recoger el producto de la gran Cosecha y guardarlo en el granero. �Qu� obrar� esa gran lluvia? La adoraci�n abundante de un gran pueblo que alaba a Dios; tales alabanzas, se levantar�n hacia el cielo como grandes nubes de vapor.
�l, de seguro que levantar� tal pueblo para que le alabe en estos d�as del fin; ellos, se levantar�n como un poderoso ej�rcito que vaya marchando por toda la tierra.
"Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos" (Sal 149:6).
Sus alabanzas formar�n abundantes nubes de bendiciones. Dios las condensar�, las destilar� y har� que desciendan en copiosos aguaceros de bendiciones mayores que las experimentadas y vistas anteriormente. Ese derramamiento preparar� la gran Cosecha final de preciosas almas.
B. OBST�CULOS PARA LA ALABANZA
Aun cuando la gente est� persuadida de que la alabanza es b�blica, justa y apropiada, no siempre les resulta f�cil empezar a alabar a Dios. Muchas excusas han sido ofrecidas a este respecto.
Las personas se esfuerzan en explicar el porqu� no pueden alabar a Dios. Algunos pretenden disculparse bas�ndose en su disposici�n o temperamento. Alegan timidez o el hecho de que no son "extrovertidos" o que no pueden exteriorizar lo que sienten.
El hecho es que la Biblia no disculpa a nadie sobre cualquiera de estas bases. David dijo: "Todo lo que respira alabe al Se�or" (Sal 150:6). Si usted respira, entonces, est� vivo y deber� alabar a Dios. �nicamente "los muertos no alaban al Se�or..." (Sal 115:17).
Existen algunos obst�culos definidos para la alabanza, los cuales, Dios desea que confrontemos y superemos. No aceptar� ninguno de ellos como una raz�n v�lida para no alabarle.
1. Pecado
El pecado es el primer obst�culo o impedimento para la alabanza. Esa es la raz�n b�sica por la cual los inconversos no alaban a Dios. Tambi�n es la raz�n por la que algunos cristianos no alaban a Dios.
El pecado sin confesar nos inhibe delante de la presencia de Dios. No nos sentimos libres, ni c�modos ante la presencia de Dios.
David dijo: "Si en mi coraz�n yo hubiera mirado la iniquidad [si estoy consciente de pecado en mi vida] el Se�or no habr�a escuchado mi voz" (Sal 66:18). El pecado y la iniquidad nos apartan de Dios (Is 59:2), y perdemos cualquier tipo de comuni�n que hayamos disfrutado previamente.
La conciencia de pecado en nuestras vidas ata nuestras lenguas ante la presencia de Dios. La �nica cosa de la que podemos hablar libremente con �l, bajo tales circunstancias, es de nuestro pecado.
Hay una respuesta muy obvia a tal obst�culo: Confiese el pecado a Dios y acepte sinceramente Su perd�n y purificaci�n, de manera que las relaciones correctas puedan ser restauradas con �l, y la fluidez de la alabanza sea liberada (1 Jn 1:9).
2. Condenaci�n
Aun cuando hayamos sido perdonados por el Se�or, no siempre resulta f�cil perdonarnos a nosotros mismos. Muchos cristianos siguen bajo condenaci�n aun cuando Dios los ha perdonado gratuitamente, y todo porque no pueden perdonarse a s� mismos.
Esto a menudo resulta en un sentimiento de indignidad (falta de dignidad). La libertad para la adoraci�n es inhibida. Tales cristianos, tienen la tendencia de "colgar sus cabezas" ante la presencia de Dios. La sensaci�n de Su presencia hace que est�n m�s conscientes de su indignidad. No se sienten afirmados en la misericordia y gracia de Dios, las cuales, �l ha obrado para restaurarlos.
Esa clase de actitud a menudo procede de estar m�s conscientes de s� mismos que de Dios. Si estamos examinando continuamente nuestros corazones con una actitud negativa, buscando siempre faltas y debilidades, lo m�s natural es que las encontremos. Nadie es perfecto.
Esa inspecci�n demasiado cr�tica del yo personal, es poco saludable. Lo anterior, enfoca la atenci�n en el yo en lugar de en Jes�s.
La Biblia nos anima a "Poner los ojos en Jes�s el autor y consumador de nuestra fe" (He 12:2). Esto lograr� por lo menos dos cosas:
Primera, retira nuestros pensamientos y nuestra atenci�n de nosotros mismos y los dirige hacia Jes�s.
Segunda, entre m�s miremos a Jes�s, entre m�s pensemos, meditemos y nos envolvamos en Su obra, m�s desearemos alabarle.
As� que, la alabanza comienza poniendo nuestros ojos en Jes�s. Nuestra admiraci�n y aprecio hacia �l aumentar�n continuamente a medida que lo hacemos. Nuestra conciencia de Su dignidad aumentar� en nuestro ser, lo cual, promover� pensamientos de adoraci�n y loores a Su nombre.
3. Mundanalidad
Oliver Cromwell defini� una vez el t�rmino "mundanalidad" como "todo aquello que enfr�a mi afecto por Jesucristo". Mundanalidad es lo opuesto de espiritualidad. Es la situaci�n que prevalece cuando nuestras mentes y pensamientos est�n centralizados en las cosas de este mundo, m�s bien que en las de Dios y las de Su Reino.
A las personas que tienen una mente mundana les es muy dif�cil y extremadamente ignominioso alabar a Dios. Ofende su sentimiento carnal de la dignidad. La cura de este problema reside en permanecer cada vez m�s centralizados en Cristo. A medida que nuestra conciencia y aprecio hacia �l vayan en aumento, nuestra mundanalidad ir� disminuyendo en la misma proporci�n.
Uno de los s�ntomas de la mundanalidad es la obsesi�n por mantener la dignidad y el decoro, una hiper-conciencia del "qu� dir�n": demasiada preocupaci�n por cu�les sean las reacciones de las personas.
Nuestra primera preocupaci�n como cristianos, es complacer al Se�or. Esto no siempre complace al hombre carnal. Si nos preocupamos demasiado con el deseo de complacer a los hombres y ganar su aprobaci�n, corremos el peligro de desagradar a Dios.
4. Un Concepto Equivocado De Dios
Esto constituye frecuentemente un fuerte obst�culo para alabarle. Muchas personas tienen un punto de vista completamente negativo de Dios. Le ven como Alguien Quien constantemente trata de sorprenderles en alguna falta para proceder a condenarlas; consideran que est� opuesto a todo lo que hacen. Creen que es muy dif�cil complacerle y recibir Su aprobaci�n.
Ven a Dios como un ogro que est� determinado a impedir que las personas se diviertan de alguna manera.
�C�mo podr�a alguien jam�s pensar en alabar a un Dios como ese?
La alabanza comienza a emerger en nuestros corazones, �nicamente, cuando tenemos un concepto correcto de Dios. El Esp�ritu Santo tiene que mostrarnos a Dios tal como realmente es.
La lectura de la Palabra de Dios es una cura maravillosa para los conceptos err�neos que podamos tener de �l. No obstante, esto sucede �nicamente cuando estamos dispuestos a que el Esp�ritu nos revele la verdad.
Muchos lectores de la Biblia tienen sus mentes cerradas ante la verdad. Un conocimiento verdadero de Dios, de seguro que nos guiar� a la alabanza y adoraci�n.
5. Tradiciones Religiosas
En los tiempos de Cristo muchos permit�an que las tradiciones vanas de los hombres devaluaran la Palabra de Dios (Mt 15:6). Desgraciadamente, hay muchas personas hoy quienes hacen eso mismo.
Muchos creyentes se han criado en las llamadas tradiciones cristianas, las cuales, miran de reojo la alabanza y adoraci�n. Tales tradiciones, condenan y tildan a la alabanza como simple emocionalismo.
Recuerde que "la religi�n reprime, mas la redenci�n libera". Las personas aprisionadas en las tradiciones de los hombres, frecuentemente tienen conceptos err�neos de Dios tambi�n. Tienen el punto de vista de que Dios es un Ser extremadamente negativo. Es completamente insensible, austero y prohibitivo en lo que a lo emocional se refiere.
Los que creen en un Dios de tal naturaleza, se convierten en personas insensibles. La cura para esa situaci�n radica en poseer el valor necesario para exponer intr�pidamente las tradiciones a la luz de la Palabra de Dios, con una mente y coraz�n sinceros. Cuando el Esp�ritu Santo le revele el error de su tradici�n, est� dispuesto a abandonarla y abrazarse a la Palabra de Dios en su lugar.
6. El Orgullo
Este es otro impedimento para la liberaci�n de la alabanza. Este es un problema muy dif�cil de resolver, pues somos negligentes en reconocer el orgullo o arrogancia que reside en nuestros corazones. Nuestro ego�smo personal no nos lo permite.
La Biblia nos dice: "Humillaos delante del Se�or, y �l os exaltar�" (Stg 4:10).
Si no nos humillamos a nosotros mismos, Dios nos resistir� y quebrantar� nuestra arrogancia. "…Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (1 P 5:5).
El orgullo est� muy interesado en el concepto que uno tiene de su propia persona. Siempre procura que los dem�s piensen bien de ella; siempre quiere ser vista haciendo lo que se considera como justo y apropiado.
7. Temor Del Hombre
Proverbios 29:25 nos dice: "El temor del hombre pondr� lazo". El temor del hombre, sus pensamientos y opiniones, crean un lazo en el que muchos han sido atrapados.
"El temor de Jehov� es el principio de la sabidur�a" (Pr 9:10). Si realmente reverenciamos a Dios, nunca necesitaremos temer al hombre.
Debemos buscar siempre la manera de agradar a Dios en todas las cosas. De seguro que debemos alabarle a fin de lograr esto.
Si a los hombres no les gusta esto, ese es su problema. Nunca permita que sus opiniones le inhiban o estorben su deseo e intenci�n de dar a Dios la alabanza que �l se merece.
8. Supresi�n Sat�nica
Finalmente, llegamos al m�s serio de todos los obst�culos, una supresi�n de la alabanza, inspirada por Satan�s.
Es dif�cil para nosotros entender el odio profundo que Satan�s siente hacia Dios, y cu�nto aborrece escuchar a los cristianos alabarle.
Satan�s desea la adoraci�n que pertenece a Dios. Usted recuerda que en la tentaci�n de Jes�s, Satan�s le pidi� a Jes�s que se inclinara y le adorara (Mt 4:9).
Fue la envidia, profundamente arraigada en el coraz�n de Satan�s contra Dios, lo que produjo su ca�da. En su arrogancia (orgullo), se consider� mayor que Dios (Is 14:13, 14). Cada vez que escucha a los creyentes alabar y magnificar Su nombre, se llena de ira y celos. Esa es la raz�n por la cual �l procura desanimar y suprimir toda clase de alabanza que se dirija a Dios.
Cuando una persona est� bajo el control directo de Satan�s o uno de sus demonios, es posible que ni siquiera pueda mencionar el nombre de Jes�s. Cuando es animada a hacerlo, su garganta se le congela o paraliza.
La palabra no puede salir. Se ha notado que cuando el nombre de Dios es pronunciado en la presencia de tales personas, los demonios que est�n en su interior comienzan a encolerizarse.
Satan�s reacciona violentamente ante la simple menci�n de tal Nombre. Sus v�ctimas, a veces no podr�n articular palabra, caen desplomados al suelo, maldecir�n o blasfemar�n, su reacci�n es muy violenta contra la alabanza a Dios o a Jes�s.
C. CONCLUSI�N
Si alguna vez un cristiano percibe la influencia de cierta aversi�n hacia la alabanza, deber� examinar su coraz�n con sinceridad y honestidad. Deber� orar a Dios para que le revele la naturaleza de su problema espiritual, y qu� cosa est� restringiendo o bloqueando la fluidez de la alabanza en su vida.
Cuando esto haya sido descubierto, el creyente deber� arrepentirse y apartarse de tal impedimento. Deber� preparar su coraz�n para ser obediente a Dios, y magnificarle.
Si todav�a parece imposible que la alabanza fluya con libertad, debe procurar la ayuda de algunos cristianos maduros y sensibles al Esp�ritu. Puede que haya una opresi�n sat�nica en su vida, la cual, necesite ser destruida. Hasta que algo de tal naturaleza no ocurra, la persona no podr� adorar a Dios con gozo y libertad.
La falta de capacidad para alabar y adorar a Dios, es indicio de que exista una rebeli�n o impedimento en alg�n lugar. Obviamente hay un problema b�sico que necesita ser resuelto. Siga buscando a Dios hasta que venga la victoria y sienta los r�os de alabanzas brotar libremente de lo m�s rec�ndito de su ser.
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