Cap�tulo 5
Ofreciendo Sacrificios De alabanzas

"As� que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de �l, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesen su nombre" (He 13:15).

A. �QU� ES UN SACRIFICIO DE ALABANZA?
Existe una diferencia distinta entre el alabar a Dios y el ofrecer sacrificios de alabanzas.

Para un hijo de Dios que est� en buenas relaciones con el Padre, la alabanza es algo que usualmente fluye con facilidad. Tenemos tantas razones para alabar a Dios, que cuando pensamos en �l, deber�a surgir un fluir espont�neo de alabanzas desde nuestros corazones. Nuestra oraci�n, por lo general, implica la acci�n de gracias tambi�n, y servimos a Dios con alabanzas por todas las bendiciones y beneficios que ha tra�do sobre nuestras vidas.

El "sacrificio de alabanza" es algo diferente. Por lo general, no fluye con facilidad y espontaneidad. No es la alabanza que ofrecemos a Dios cuando todo nos va bien, somos felices y bendecidos. El sacrificio de alabanza es algo que ofrecemos a Dios cuando no nos sentimos con deseos de alabarle.

Todo parece irnos mal. Nuestro mundo al parecer se est� cayendo en pedazos. En esas circunstancias, alabamos a Dios no por nuestras circunstancias, sino a pesar de ellas.

Nuestra alabanza no asciende porque nos sentimos muy bien y queremos dar expresi�n a nuestros buenos sentimientos. En tal situaci�n, comenzamos a alabar a Dios por fe. Le estamos alabando en obediencia y por quien es �l, y no particularmente por lo que ha hecho.

Esa clase de alabanza no surge con facilidad. No es algo barato, mas es de gran precio. Sin embargo, lleva con ella una delicia especial al coraz�n del Padre, y �l se complace en recibirla como un sacrificio de alabanza.

1. Es Una Alabanza Continua
David aprendi� su secreto de la alabanza. �l manifest�: "Bendecir� a Jehov� en todo tiempo; su alabanza estar� de continuo en mi boca" (Sal 34:1).

No se trata de una alabanza espasm�dica y err�tica. No es una alabanza de cuando las cosas "vayan bien". No es una alabanza f�cil, ni barata (que no cueste nada).

No es una alabanza sentimental. No es superficial, ni vac�a, m�s es consistente. Es ofrecida a Dios continuamente; en los tiempos buenos y en los tiempos malos, cuando va todo bien y cuando nada parece irnos bien.

Alabamos en aquellos tiempos en los que "el Se�or da" y en los tiempos en que "el Se�or arrebata". En tales tiempos podemos decir: "…Sea el nombre de Jehov� bendito" (Job 1:21).

Es alabar a Dios cuando uno de nuestros hijos se muere y no entendemos el porqu�.

Es alabar a Dios cuando las enfermedades azotan y los doctores dicen que no hay esperanzas.

Es alabar a Dios cuando se pierde el trabajo; cuando est� a millas de distancia sin abrigo y con el autom�vil averiado.

Es especialmente cuando parece que el cielo es de bronce. Al parecer Dios est� a un mill�n de millas de distancia. Sus oraciones al parecer no son escuchadas y mucho menos contestadas.

Cuando no se puede pensar en nada por lo que se desee alabar a Dios, pero le alaba a pesar de todo; eso es sacrificio de alabanza.

Es la alabanza que se ofrece a Dios cuando en realidad le cuesta un gran esfuerzo ejecutarla. Sus sentimientos naturales se resisten a ello. Sus amigos le desaniman. Su coraz�n se siente cargado y sin esperanza de ninguna clase.

El diablo le dice: "�Qu� raz�n tienes para alabar a Dios?" Vuelve y le dice: "No se puede esperar que nadie alabe a Dios en tales circunstancias. Por supuesto que �l no esperar�a tal cosa de su parte. �Eso ser�a fanatismo!" No obstante, usted sabe en lo m�s profundo de su ser que Dios es digno de ser alabado. Est� consciente de que �l sigue sentado sobre Su trono, que sigue siendo el Todopoderoso, el Dios de todo el universo. �l no ha cambiado de manera alguna. Es el mismo ayer, hoy y por siempre. �Loado sea Su maravilloso Nombre!

2. Es Una Alabanza Audible
Es el fruto de nuestros labios. �stos, producen las palabras y ayudan a verbalizar nuestros pensamientos.
Por lo tanto, el sacrificio de alabanza es algo que nosotros decimos. Algo que articulamos. Sat�n puede escucharlo. Nosotros podemos escucharnos. Y m�s importante que todo, Dios puede escucharla.

Fue un sacrificio de alabanza lo que Pablo y Silas ofrecieron a Dios a media noche, cuando estaban encadenados en la mazmorra m�s segura de la c�rcel (Hch 16:25).

Hab�an sido lanzados a prisi�n por hablar acerca de Jes�s. No eran criminales, ni hab�an cometido alguna clase de crimen serio. Estaban esparciendo las buenas nuevas del Reino, y fueron echados en prisi�n por tal raz�n.

Les dieron muchos azotes. Sus espaldas estaban abiertas y sangrando. Sent�an un gran dolor. Sus heridas estaban infectadas. Cada uno de los nervios de su cuerpo hab�a sido afectado. Sent�an dolores agudos en cada pulgada de sus espaldas. Sus manos y pies hab�an sido encadenados al cepo. No pod�an acomodarse para descansar, a pesar de que lo intentaron.

Ya era medianoche, tiempo en el que el esp�ritu humano est� en su estado m�s deca�do; cuando sus esp�ritus estar�an en la depresi�n y desesperaci�n m�s intensas. Es probable que nunca se hubieran sentido con menos deseos de alabar al Se�or como en esa ocasi�n.

Pero a medianoche comenzaron a cantar alabanzas a Dios. Abrieron sus bocas y entonaron cantos de alabanzas a Jes�s. �Cu�nto debe haber eso agradado el coraz�n del Maestro! All� estaban dos siervos Suyos sufriendo ignominia, dolor y desesperaci�n por causa de Su nombre. Languideciendo en prisi�n porque hab�an hecho lo que el Se�or les hab�a dicho que hicieran. �Maldecir�an a Dios? �Le negar�an? �Acaso dir�an: En qu� est�bamos pensando para que nos dejaras caer en este l�o?" �Le culpar�an diciendo: "No estar�amos en problemas si no fuera por Dios"? �No! �Un mill�n de veces no!

Por el contrario, comenzaron a cantarle alabanzas a la medianoche, en la hora m�s oscura cuando todo parec�a ser tenebroso y desalentador.

Repentinamente, los cimientos de la prisi�n empezaron a temblar. Sus cadenas se soltaron.

Me imagino que cuando el Se�or les escuch� cantar alabanzas a la medianoche, se sinti� tan emocionado que se les uni� en sus aclamaciones de "Aleluya", tal vez tan alto, que los muros de la prisi�n comenzaron a temblar.

Aquellos hombres estaban ofreciendo sacrificio de alabanza. Loaban a Dios a pesar de toda adversidad. Estaban ascendiendo por encima de sus circunstancias y gritaban: "Gloria a Dios de todas formas".

Hay santos de Dios por todo el mundo que todav�a ofrecen esa misma clase de sacrificio. Desde las celdas de sus prisiones en diferentes partes del mundo donde los creyentes en Cristo sufren por Su testimonio, ellos ofrecen sus sacrificios de alabanzas.

3. Esto Puede Ser Hecho �nicamente A Trav�s De Jes�s
"Por tanto, a trav�s de �l ofrezcamos...". Solamente Jes�s puede hacer posible esta clase de ofrenda. Por eso es que Cristo es tan maravillosamente glorificado en este ejercicio.
El Padre conoce muy bien que ninguna persona podr�a ofrecerle alabanzas y acci�n de gracias en una situaci�n contraria, a menos que reciba ayuda del Consolador. As� que, Dios ve la grandeza de Su Hijo en esta clase de ofrenda. Es la gracia de Su Hijo la que realiza el milagro.

Ah� vemos a una persona que podr�a haber maldecido a Dios en esa circunstancia, pero que dado al triunfo de Su gracia divina en su vida, est� magnific�ndole y expres�ndole las gracias. En otras palabras, es igual que si le estuviera diciendo: "Amado Dios, no puedo entender el porqu� sucede esto, pero de todas maneras te alabo. No puedo entender el porqu� tiene que sucederle esto a mi familia. No puedo discernir la raz�n o adivinar el prop�sito, pero a pesar de todo, yo te alabo".

Cada vez que se ofrece un sacrificio de alabanza, Jesucristo es glorificado.

4. Es Dar Gracias A Su Nombre
Dios quiere llevarnos al lugar donde podamos sinceramente "dar gracias siempre, por todas las cosas a Dios el Padre" (Ef 5:20).

Observe que se trata de dar gracias al Padre por todas las cosas. Eso es dif�cil. Podemos hacer eso �nicamente cuando realmente creemos en la soberan�a de Dios, cuando realmente "…sabemos que todas las cosas ayudan para bien a aquellos que aman a Dios, a aquellos llamados seg�n Su prop�sito" (Ro 8:28).

B. C�MO OFRECER SACRIFICIO DE ALABANZA
1. Determine Con Anterioridad Que Va A Alabar A Dios

Esto en todo tiempo y en cada situaci�n.

2. Comience A Hacerlo Ahora Mismo
Alabe a Dios diariamente y todo el d�a. Sin importar lo que pase ese d�a, alabe a Dios en �l, por �l y a trav�s de �l. Forme el buen h�bito de alabar a Dios continuamente.

3. Si Surgen Problemas En Su Camino, O Se Encuentra En Dificultades, Determ�nese A Alabar Al Se�or
David dijo: "Me gloriar� en quien me ofrezca alabanza y le mostrar� la salvaci�n de Dios" (Sal 50:23).

Decida alabar a Dios en cualquier situaci�n, a pesar de cu�n dif�cil sea, y Dios le aparejar� una puerta de liberaci�n para usted.

4. Comience A Hacerlo Por fe
Pronuncie palabras de alabanza. D� gracias a Dios de manera audible a trav�s de la fe aunque usted no pueda comprender el porqu� est� dando gracias.

Empiece a alabarle por proveerle una v�a de escape para su vida. Tal vez no pueda ver esa senda todav�a. No sabe c�mo Dios le librar� pero le da gracias y le adora de todas maneras. Usted ya est� recibiendo la victoria.

5. Una Vez Que Haya Empezado Contin�e Alab�ndole
Deje que sus alabanzas asciendan cada vez m�s alto. Permita que el Esp�ritu de alabanza le posea. D� aclamaciones de alabanzas a Dios. C�ntele himnos. Dance delante de �l. Glorif�quele y engrandezca Su nombre. �l abrir� un camino de salvaci�n para su vida.


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