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A. LAS SE�ALES Y MARAVILLAS HAN SIDO DADAS PARA CONFIRMAR LA PALABRA
A medida que usted predica el evangelio, es importante recordar que una de las razones principales por las cuales el Esp�ritu de Dios ha sido dado, es para confirmar Su Palabra a trav�s de los Dones del Esp�ritu.
1. En El Antiguo Testamento
El�as levant� de los muertos milagrosamente al hijo de la viuda, quien declar�: "...Ahora conozco que t� eres var�n de Dios, y que la palabra de Jehov� es verdad en tu boca" (1 R 17:24).
2. En El Nuevo Testamento
"Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayud�ndoles el Se�or y confirmando la palabra con las se�ales que la segu�an" (Mr 16:20).
Jes�s dijo: "Y ser� predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendr� el fin" (Mt 24:14).
El t�rmino griego "para testimonio", en el vers�culo citado anteriormente, es traducido: "maturi�n", que significa "algo evidente, con pruebas, con evidencia". En otras palabras, algo para verificar su autenticidad. Jes�s estaba diciendo que el evangelio ser�a predicado con algo para verificar su autenticidad, y esa es la raz�n por la cual tenemos los Dones del Esp�ritu Santo.
3. Mostraron La Aprobaci�n De Dios Del Ministerio De Cristo
"Jes�s Nazareno, var�n aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y se�ales que Dios hizo entre vosotros por medio de �l" (Hch 2:22).
"Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de m�, que el Padre me ha enviado" (Jn 5:36).
"Cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas [milagros] que hab�a hecho en Jerusal�n, en la fiesta; porque tambi�n ellos hab�an ido a la fiesta" (Jn 4:45).
4. Verifica El Respaldo De Dios Sobre Su Ministerio
"Testificando Dios juntamente con ellos, con se�ales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Esp�ritu Santo seg�n su voluntad" (He 2:4).
B. LOS RESULTADOS MILAGROSOS EN LA SALVACI�N DE LOS INCR�DULOS
1. Pedro Sana Un Cojo (Hch 3:1-11)
A medida que Pedro y Juan iban para el templo a orar, Pedro fue impulsado por Esp�ritu para sanar a un cojo. Este evento atrajo personas a escuchar la predicaci�n del Ap�stol (v 12-26), y finalmente, muchos recibieron al Se�or.
"...muchos de los que hab�an o�do la palabra, creyeron; y el n�mero de los varones era como cinco mil" (Hch 4:4).
2. El Ap�stol Ora Por Poder (Hch 4:29-31)
Una vez que probaron las maravillas sobrenaturales, los ap�stoles oraron para predicar la Palabra osadamente y para realizar mas se�ales y maravillas.
"Y ahora, Se�or, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y se�ales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jes�s. Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembl�; y todos fueron llenos del Esp�ritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios" (Hch 4:29-31).
3. Los Ap�stoles Ejecutan Se�ales Y Maravillas (Hch 5:12-16)
"... y hac�an muchas se�ales y prodigios en el pueblo" (v 12).
"... y los que cre�an en el Se�or aumentaban m�s, gran n�mero as� de hombres como de mujeres" (v 14).
4. Felipe Ejecuta Milagros (Hch 8:5-8)
Vers�culo 6: "y la gente, un�nime, escuchaba atentamente las cosas que dec�a Felipe, oyendo y viendo las se�ales que hac�a".
5. Pedro Sana A Eneas (Hch 9:32-35)
Eneas hab�a estado paral�tico por ocho a�os, y despu�s que Pedro le san�, muchos creyeron en Cristo.
"Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sar�n, los cuales se convirtieron al Se�or" (v 35).
6. Pedro Resucita A Dorcas De Los Muertos (Hch 9:36-42)
Una mujer cristiana llamada Dorcas fue levantada de los muertos en la ciudad de Jope y muchos creyeron en Jes�s.
"...Esto fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Se�or" (v 42).
7. Elimas El Mago Qued� Ciego (Hch 13:6-12)
El Esp�ritu otorg� los Dones del Esp�ritu a Pablo (Palabra de Sabidur�a o Ciencia y Palabra de Conocimiento o Discernimiento), lo cual, ayud� a que el proc�nsul fuera salvo.
"Entonces el proc�nsul, viendo lo que hab�a sucedido, crey�, maravillado de la doctrina del Se�or" (V 12).
C. LAS SE�ALES Y MARAVILLAS NO GARANTIZAN LA PERMANENCIA DEL FRUTO
No hay garant�as de que alguien siga a Jes�s aun despu�s de que haya experimentado personalmente Su poder milagroso.
Jes�s se mov�a poderosamente con se�ales y maravillas, pero confes� su desilusi�n respecto a que la mayor�a de las personas que lo segu�an, lo hac�an por razones equivocadas.
Estaban m�s interesados en comer de los panes y los peces, que en hacer de Jes�s el Se�or de sus vidas. (Jn 6:26).
Recuerde, fuera de las decenas de miles de personas que contemplaron a Jes�s realizar milagros, pr�cticamente ninguno le acompa�� durante las horas amargas de la crucifixi�n. Aun en Pentecost�s, solamente un remanente de 120 disc�pulos (Hch 1:15) se congreg� a orar, aunque 500 hab�an visto personalmente al Cristo resucitado (1 Co 15:6).
1. Solamente Uno Crey� (Lc 17:12-19)
Jes�s se fue a una aldea y san� a 10 leprosos, pero solamente uno de ellos regres� a expresarle las gracias y a glorificar a Dios. Aunque sus vidas hab�an sido milagrosamente tocadas por Dios, 90% de ellos se iban por sus caminos, indispuestos a rendir sus corazones para seguir al Hijo de Dios.
2. Algunos Creyeron, Otros No Creyeron (Hch 14:1-7)
Pablo y los otros disc�pulos continuaron predicando osadamente, y Dios confirmaba sus palabras con se�ales y maravillas.
"Por tanto, se detuvieron all� mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Se�or, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos se�ales y prodigios" (v 3).
Aun con las se�ales y maravillas, algunos creyeron y otros no.
"Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los jud�os, y otros con los ap�stoles" (v 4).
El pueblo quer�a apedrearlos: "...los jud�os y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos" (v 5).
"Habi�ndolo sabido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la regi�n circunvecina, y all� predicaban el evangelio" (vs 6, 7).
Los disc�pulos fueron "guiados por el Esp�ritu" (despu�s de casi ser apedreados) para que se fueran de aquel lugar particular y predicaran en otros lugares.
"Aconteci� en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los jud�os, y hablaron de tal manera que crey� una gran multitud de jud�os, y asimismo de griegos" (14:1).
Pablo y otros salieron a predicar el evangelio y muchas personas creyeron a la Palabra.
"Mas los jud�os que no cre�an excitaron y corrompieron los �nimos de los gentiles contra los hermanos" (v 2).
Los incr�dulos provocaron al pueblo para que se opusieran a ellos.
D. LAS SE�ALES Y MILAGROS COMPRUEBAN LA PALABRA DE DIOS
1. Una Historia De La Vida Real
La historia que sigue, ilustra lo que sucedi� en la vida de un joven misionero-evangelista en b�squeda de la efectividad en las "se�ales que han de seguir en el evangelismo".
a. Fracaso En India. Hace muchos a�os, un joven misionero cristiano y su esposa salieron para la India. Ellos no entend�an el mensaje de las Escrituras citadas anteriormente. No entend�an los milagros por la fe. Dirigieron varias almas a Cristo, pero fueron un fracaso en general.
Cuando predicaron a Jesucristo, los hind�es le aceptaron amablemente en teor�a como otro dios agregado a sus varios millones de otros dioses, pero ning�n cambio fue visto en sus vidas.
Los musulmanes argumentaban: "�C�mo sabe usted que Jesucristo es el hijo de Dios o que Dios le levant� de los muertos?" Ellos sosten�an que: "�l fue un buen hombre, pero no el Hijo de Dios, y ciertamente no resucit� de los muertos".
Ellos afirmaban que el Cor�n es la Palabra de Dios y que Mahoma fue el profeta de Dios.
Esta pareja joven declar� que la Biblia es la Palabra de Dios y que Jesucristo era Su Hijo. "Compru�belo", dec�an los Musulmanes. "Lo probaremos. Examinen estos vers�culos; observen lo que dicen". Comenzaron a leer la Biblia a los musulmanes.
"�Oh, no!", replicaron ellos; "esa no es la Palabra de Dios. Eso no prueba nada. Nuestro Cor�n es la palabra de Dios".
�La BIBLIA? o �el COR�N? �Cu�l es la palabra de Dios? �C�mo pod�an probarles que la Biblia era la Palabra de Dios? No podr�an sin la manifestaci�n de milagros.
As� que, ansiaban que ocurriera una experiencia como de las que leemos en la Biblia. "Y con gran poder los ap�stoles daban testimonio [maturion = algo evidente, una prueba] de la resurrecci�n del Se�or Jes�s" (Hch 4:33).
Ellos regresaron a su pa�s natal, enfermos, desanimados y quebrantados en el esp�ritu. A pesar de todo eso, no se rindieron. Se pusieron a ayunar y oraron por la salvaci�n de las masas que no han tenido el privilegio de escuchar el evangelio. �Cu�l fue la respuesta?
b. Una Visi�n De Jes�s. El desanimado misionero cuenta su propia historia:
Una ma�ana a las seis de la madrugada, fui despertado y vi a Jesucristo de pie en nuestro cuarto. Al contemplarlo, qued� como muerto. No pod�a mover ni un dedo, ni de mis manos, ni de mis pies. Agua comenz� a correr de mis ojos, aunque no estaba consciente de si era llanto.
No s� cuanto tiempo resist� Su mirada penetrante, antes que desapareciera, ni tampoco cuanto tiempo pas� hasta que pude moverme de la cama. Me mov� como pude hasta el piso con el rostro hacia abajo y permanec� postrado ante �l hasta la tarde.
Cuando camin� fuera del cuarto ese d�a, fui un hombre nuevo. �Hab�a conocido a Jes�s! �l no era meramente una religi�n. Estaba vivo y era un personaje real. �Le vi! Lo hice Se�or de mi vida.
Desde ese d�a, lo que la gente diga o piense, no es lo que importa. Descubr� al Cristo viviente y lo hice Se�or de mi vida.
Despu�s de esa experiencia, un hombre de Dios vino a nuestra ciudad predicando y ministrando a los enfermos. Nosotros presenciamos cientos de conversiones y de milagros de sanidades, fui abrumado por lo que vi.
Parec�an como 10 mil voces arremolinadas sobre mi cabeza diciendo: "Usted puede hacer eso. Eso fue lo que Jes�s hizo. Eso fue lo que Pedro y Pablo hicieron. Eso comprueba que los m�todos b�blicos son para hoy. Usted puede hacerlo".
Sab�a que pod�a hacerlo. En otras palabras, sab�a que Cristo pod�a hacerlo en y a trav�s de m�. Sab�a que �l nunca cambia.
c. Cruzadas De Evangelismo De Las Masas:
1) El Caribe. As� que, nos fuimos tras los inconversos. Volamos a Jamaica. En trece semanas, m�s de 9 mil almas aceptaron a Cristo; 90 ciegos fueron sanados; m�s de 100 sordomudos recibieron sanidad. Cientos de otros milagros tomaron lugar como "...ayud�ndoles el Se�or y confirmando la Palabra con las se�ales que la segu�an" (Mr 16:20).
Luego, salimos para Puerto Rico. Las cruzadas fueron aun mayores. �Fueron masivas! Nuestro mensaje fue simple. La gente ca�a a la realidad. Ellos creyeron "...porque ve�an las se�ales que hac�a en los enfermos" (Jn 6:2).
Despu�s viajamos a Hait�. Sucedi� lo mismo en este pa�s. Las multitudes eran demasiado inmensas para acomodarlas en alg�n edificio; se extend�an por todas las carreteras y avenidas.
El siguiente pa�s visitado fue Cuba. En este tiempo, comenz� a verse como algo m�s que una visitaci�n espiritual espont�nea en unos cuantos pa�ses, comenz� a ser como un patr�n.
Tales cruzadas hab�an sido anunciadas a trav�s de todo el mundo.
Pero la tradici�n es fuerte en la iglesia. Ministros con muy buenos testimonios comenzaron a prepararnos y a consolarnos para el fracaso inevitable. Se nos dijo que de seguro no pod�amos esperar que todas esas victorias espirituales fueran a obtenerse en todos los lugares.
Algunos nos aconsejaron que de tiempo en tiempo, Dios preordena esos grandes eventos, pero que no pod�an ser un patr�n.
Se nos dijo que estuvi�ramos preparados para derrotas as� tambi�n como para triunfos, que vendr�an porque Dios obra de esa manera, a fin de que no vayamos a llenarnos de arrogancia.
Todo esto sonaba tradicional para nosotros y no aceptamos sus palabras. Est�bamos convencidos de que la Gran Comisi�n que Jes�s dio era para "todas las naciones, y para toda criatura". �l prometi� que estas se�ales seguir�an a "los que creyeran", y nunca mencion� una excepci�n "hasta el fin del mundo".
Cre�amos que cualquier persona, en cualquier naci�n en el mundo entero, creer�a cuando viera los milagros. Parec�a l�gico para nosotros que s� predicamos el evangelio, Cristo lo confirmar�a con milagros. Nosotros nos paramos firmes sobre este hecho.
No est�bamos preocupados por el fracaso entonces, y todav�a no lo estamos. Creemos en el �xito. Cristo nunca fracas�. Su Palabra nunca falla. El evangelio nunca falla.
Cuando llegamos a Cuba, los l�deres espirituales nos aconsejaron concerniente a la sabidur�a del equilibrio y paciencia, que no deber�amos esperar una gran cruzada evangel�stica en Cuba, como la que hab�amos experimentado en Jamaica y en Puerto Rico. Su l�gica afirmaba que ya "Jamaica era tradicionalmente cristiana. Por supuesto que Puerto Rico hab�a sido influenciado tanto por los Estados Unidos que la oposici�n religiosa no era un factor en su territorio".
"Pero ac� en Cuba", dijeron ellos, "las personas son radicales en su tradici�n religiosa cristiana. Puede que ac� no tengan el mismo �xito".
A pesar de todos aquellos avisos, result� que las personas son exactamente las mismas cuando el evangelio del Reino de Dios es predicado.
Una procesi�n organizada por cien l�deres cristianos de la iglesia tradicional, march� por las calles para avisar al p�blico contra el concurrir a nuestra cruzada masiva; no obstante, decenas de miles concurrieron y miles se entregaron al Se�or; cada cruzada conducida en cada una de las ciudades de Cuba tuvo gran �xito.
2) Venezuela. Despu�s salimos hacia Venezuela. Todav�a recuerdo el consejo que recibimos all�:
"Oh, es diferente aqu�. En Cuba y Puerto Rico, la oposici�n religiosa no es tan grande porque las gentes son influenciadas por los Estados Unidos; aqu� est�n en el continente de Am�rica del Sur. Ustedes podr�an ser apedreados hasta la muerte por la gente de la iglesia tradicional".
Venezuela fue exactamente como Cuba. Multitudes de personas creyeron. Miles fueron salvas. No hubo diferencia alguna.
3) Jap�n. Luego, viajamos hacia Jap�n. Cuando supieron que �bamos en camino, nos escribieron muchas cartas deprisa dici�ndonos: "No vengan ac�. Jap�n es muy dif�cil. Los milagros no son para esta tierra. Jap�n procura solamente el conocimiento acad�mico. Ellos miran a sus antepasados como su recurso o fuente espiritual. Demasiadas de sus religiones tienen cultos de sanidad. Nosotros los cristianos no queremos que nuestra religi�n sea identificada con esos sanadores. Adem�s, los milagros nunca convencer�n a los japoneses de que Cristo es el Hijo de Dios".
Otros dijeron: "Jap�n es budista y sinto�sta (especie de culto de los antepasados). Usted no est� acostumbrado a predicarles. Las personas en el hemisferio occidental son f�ciles de alcanzar. Ya ellos creen en la Biblia. Ellos creen que Jes�s es el Hijo de Dios, que su sangre fue derramada por nuestros pecados, pero los japoneses jam�s creer�n tal cosa. No tendr�n el mismo �xito ac�. Estas personas no son emocionales. De seguro que no responder�n".
El patr�n del �xito en nuestras cruzadas parec�a amenazar el mismo fundamento de las tradiciones de la iglesia en Jap�n, la cual, demostr� ser muy inefectiva.
En ese tiempo, era algo poco com�n el ir a una naci�n a predicar al aire libre en los lugares p�blicos, y cosechar miles de almas repetidas veces. Los tradicionalistas dec�an que ten�a que ser emocionalismo. Los conversos de ese nuevo evangelismo de masas no durar�an.
Los misioneros y l�deres de iglesias en el �ltimo siglo (1800), nunca lo hicieron de esa manera. Ellos trabajaron pacientemente durante a�os a fin de conseguir unos cuantos conversos, pero los tales, eran s�lidos y genuinos en sus creencias. As� que, muchos pensaron que el evangelismo de masas era algo superficial y que no soportar�a la prueba del tiempo.
Un pastor en India me dijo: "He ministrado aqu� durante cinco a�os y nunca he ganado un alma para Cristo. Ese es el estilo de vida en la India. Hay que tener mucha paciencia".
Un patr�n revolucionario parec�a estar tomando forma. Instintivamente, las mentes tradicionales rechazan cualquier cosa nueva que amenace con reemplazar las normas y posiciones instituidas y aceptadas de la Iglesia.
Es evidente que Dios quer�a mostrar a Su pueblo en todas partes, que no hay excepciones en el evangelismo. Jes�s quer�a que todos supieran que Su Gran Comisi�n demostrar�a ser efectiva en todas las partes donde el evangelio fuera proclamado con fe viva y acciones obedientes.
No todos los l�deres de la Iglesia en Jap�n fueron pesimistas y negativos. Algunos escribieron: "Vengan por aqu� y ay�denos. Los conceptos teol�gicos modernos acerca de Cristo, nunca pueden salvar a los japoneses. �Ellos necesitan ver milagros!".
Todav�a recuerdo la l�gica de un pastor bautista que escribi�: "Jap�n est� lleno de falsos cultos de sanidades. Los japoneses tienen que ver lo que es real. Nuestras iglesias modernas carecen del poder de hacer milagros. Vengan y ay�denos. Ustedes tienen lo que necesitamos para ganar esta vasta naci�n de personas".
Nosotros aceptamos el reto y Jap�n demostr� ser exactamente como Jamaica, Cuba y Venezuela. Cuando ellos vieron los milagros, los japoneses gritaron, lloraron y se arrepintieron con m�s emoci�n que la jam�s vista en todos los lugares ya visitados.
Fuimos al coraz�n hist�rico y religioso de Jap�n, Kyoto. All�, en un extenso campo cerca del �rea del pueblo, miles escucharon el evangelio. Un promedio de 44 sordomudos reclam� la sanidad en esa primera cruzada. Muchos grandes milagros fueron obrados por el poder de Dios.
Aquellos sinto�stas y budistas actuaron exactamente del mismo modo que los jamaiquinos y cubanos. Miles creyeron en Cristo. Los japoneses respondieron como las dem�s naciones que visitamos anteriormente.
4) Tailandia. Fuimos a Tailandia, la monarqu�a budista fuerte del Sureste de Asia. Alguien dijo: "Esta no ser� como Jap�n. Los budistas japoneses han sido influenciados por la ocupaci�n posterior a la guerra. Los japoneses son sensibles ante la influencia de los americanos, pero ac� en Tailandia tenemos a los budistas de la vieja guardia. Ellos nunca han sido gobernados por un poder extranjero; de seguro que no prestar�n atenci�n a los extranjeros".
Cuando ministramos por primera vez en Tailandia, hab�a menos de una docena de personas en todo el pa�s que hab�an recibido un bautismo apost�lico en el Esp�ritu Santo. Aun esos l�deres bautizados en el Esp�ritu, no eran entusiastas tocante a la proclamaci�n del evangelio en los lugares p�blicos. Eso era una violaci�n a la cultura tailandesa.
Un m�todo como ese parecer�a demasiado agresivo para cualquier comunidad en Tailandia. Ellos son una comunidad de personas muy serena y sensible. Cualquier m�todo o acercamiento a ellos, deber� estar en armon�a con su equilibrio tradicional.
No hay necesidad de decir que cuando los habitantes de Tailandia vieron los milagros: los ciegos viendo, los paral�ticos caminando, los leprosos limpios y los sordos oyendo, su reacci�n no fue diferente a la de los japoneses, los venezolanos, los cubanos, los portorrique�os o la de los jamaiquinos. Ellos recibieron al Cristo viviente y comenzaron a seguirle con gran entusiasmo.
Hoy, hay miles de cristianos llenos del Esp�ritu a trav�s de toda Tailandia. Muchos ministros ganadores de almas han florecido en su territorio, como edificadores de iglesias grandes y fuertes.
5) Indonesia. Cuando ministramos por primera vez en Java, Indonesia, el 95% de la poblaci�n era musulmana. En nuestro viaje alrededor del mundo, hab�amos escuchado cu�n dif�cil eran los musulmanes de alcanzar. Ellos no creen que Jes�s es el Hijo de Dios o que Dios le levant� de los muertos.
Nosotros recordamos cu�n in�tiles nos sentimos para convencer a los habitantes de la India. Sin embargo, cuando llegamos a la ciudad capital de Java, las cosas eran diferentes. Sab�amos c�mo ten�amos que creer en milagros.
La primera noche que prediqu� a la multitud, efectu� algo poco usual al final del mensaje.
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