Les dije que no esperaba que aceptaran a Jesucristo a menos que �l les demostrara que estaba vivo por medio de la realizaci�n de milagros. Expres� mis sentimientos respecto a que un Cristo muerto no podr�a hacerles ning�n bien.

Enfatic� el hecho de que Jesucristo fue confirmado como el Hijo de Dios por medio de los milagros que realiz� 2 mil a�os antes, y que si �l estaba vivo hoy, entonces, Dios confirmar�a tal hecho mediante la operaci�n de milagros y maravillas en su presencia.

Ellos conoc�an acerca del Jes�s hist�rico. Hab�an escuchado que fue un hombre bueno, y profeta de obrar sanidades y milagros. Ellos sab�an que hab�a sido crucificado, y estaban convencidos de que la ense�anza cristiana de Su resurrecci�n fue falsa.

S�lo hay un mensaje para los musulmanes: Si Jesucristo est� vivo, deje que �l haga los milagros que hizo antes de que fuera crucificado. Si est� muerto, no los podr� realizar. Si resucit�, de seguro que los har�.

Llam� a los sordos y les dije que iba a orar en el nombre de Jes�s. Si Cristo est� muerto, su nombre no tiene ning�n poder. Si est� vivo, entonces, har� las mismas obras que hizo antes de morir sobre la cruz.

El primer hombre que pas� fue un sacerdote musulm�n de aproximadamente 55 a�os de edad; vino usando su Fez (especie de gorro de lana usado en el oriente) color negro, indicando que hab�a sido peregrino a la ciudad musulmana reverenciada: La Meca, en Arabia. Naci� totalmente sordo de uno de sus o�dos y nunca hab�a escuchado ni un sonido por �l.

Le testifiqu� acerca de Jesucristo, luego, le dije como iba a orar. Le expliqu� que Dios nos estaba contemplando desde el cielo. Le testifiqu� que Dios hab�a levantado a Su Hijo de los muertos, y que �l quer�a que todos los pueblos del mundo supieran que Jes�s estaba vivo, y que demostrar�a la verdad de Su resurrecci�n por medio de realizar un milagro en �l.

Despu�s le dije a la audiencia: "Si este hombre no oye despu�s de que haya orado por �l en Su nombre, pueden catalogarme como un predicador falso y seguir creyendo que Jes�s est� muerto. Pero si su o�do est� restaurado, entonces, quedar� comprobado que Cristo resucit�, pues un Cristo muerto no puede realizar tal milagro".

Le mir� y le dije: "Para que sea conocido que Jesucristo es el Hijo de Dios, que Dios le levant� de los muertos, que solo a trav�s de �l y la sangre que derram�, podemos recibir salvaci�n y vida eterna, que sea hoy conocido en conformidad con la Escritura que la oraci�n de fe sanar� al enfermo, y que su o�do una vez sordo, quedar� sano en el Nombre de Jesucristo. �Am�n!".

Toda la audiencia suspir� cuando el sacerdote musulm�n testific� que pod�a escuchar cada susurro y hasta el tic tac de un reloj.

Miles levantaron sus manos esa noche indicando su deseo de aceptar a Cristo como su Salvador. Cu�n diferente fue esto del bochorno que sufrimos al tratar de convencer a los musulmanes en la India siete a�os antes.

Los musulmanes fueron exactamente como los japoneses. Cuando vieron la prueba de las buenas nuevas, de que Jesucristo estaba vivo, entonces, creyeron.

El cristiano sin milagros no puede demostrar que Jes�s est� vivo. Deje a un lado los milagros del cristianismo y todo lo que le queda es otra religi�n muerta.

Los musulmanes o mahometanos saben que su profeta Mahoma est� muerto, pero nosotros creemos que Cristo nuestro Salvador vive. Cuando eso es probado con milagros, sus seguidores abandonan al profeta muerto para seguir a Aqu�l que vive para siempre. Sin milagros, no hay prueba.

Esta es la raz�n por la cual Jes�s comision� a todo creyente a predicar por todo el mundo, prometiendo que se�ales sobrenaturales seguir�an: "en todas las naciones... hasta el fin del mundo". �l sab�a que siempre se necesitar�an milagros para convencer al mundo de que Jes�s est� vivo.
Cuando estuvimos en la India como j�venes misioneros, los musulmanes nos retaron: "pru�benos que su Cristo vive".

Nos sent�amos in�tiles y avergonzados. Ten�amos que salir de la India o aceptar la posici�n de los que cre�an la "fidelidad y paciencia sin resultados" era una virtud. No pod�amos aceptar tal "status quo" (posici�n relativa o manera de ser).

Pero en Indonesia, la cosa fue muy diferente.

Una noche en aquella gran campa�a, un joven sacerdote musulm�n, un verdadero fan�tico, comenz� a subir los escalones hacia la plataforma con enojo, con el prop�sito de interrumpir mi predicaci�n. Daisy, mi esposa, lo vio venir y lo intercept� cerca de la escalera.

�l dijo: "Ese hombre es falso. Jes�s est� muerto, �l no es el Hijo de Dios. Perm�tame hablar a la audiencia acerca de Mahoma, el verdadero profeta de Dios".

Mi esposa trat� de razonar con �l, pero estaba demasiado emocional.

Finalmente, ella dijo: "Escuche, soy cristiana y esto es lo que voy a hacer. Interrumpir� a mi esposo con una sola condici�n: Usted y yo iremos juntos hasta el micr�fono. No discutiremos. Demostraremos qu� profeta es el verdadero y qui�n est� vivo por medio de llamar a alguien que est� completamente ciego a subir a la plataforma".

"Usted ora por el ciego en el nombre de su profeta Mahoma ante toda la audiencia. Si �l recibe la vista, nosotros creeremos en su profeta".

"Si no hay milagro alguno, entonces, yo orar� por el ciego en el nombre de Jes�s. Si �l recibe la vista, entonces, usted y su pueblo sabr�n que lo que dice la Biblia acerca de Cristo, es cierto: que �l es el Hijo de Dios y que Dios le levant� de los muertos para ser el Salvador del mundo".

El joven sacerdote musulm�n rehus� el reto de mi esposa. Dio media vuelta y se march� furioso.

Esto fue lo que no pudimos hacer en la India como j�venes misioneros.

6) Parte Norte De La India. Finalmente, experimentamos el gozo de regresar al Norte de la India unos catorce a�os m�s tarde, a la misma ciudad donde hab�amos fracasado tan miserablemente. Volvimos a la ciudad universitaria del Lucknow, donde no hab�amos podido demostrar a los hind�es y musulmanes que Jesucristo es el Hijo viviente y resucitado de Dios, el Salvador del mundo.

En esta ocasi�n, hubo una gran diferencia: de 20 mil a 40 mil personas concurrieron a los terrenos del gran estadio.

Predicamos que "Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre" (He 13:8). Luego, oramos. Los sordos escucharon; los cojos anduvieron; los ciegos vieron; los leprosos fueron limpiados; y miles aceptaron a Cristo.

Jes�s se estaba mostrando a S� Mismo a la India a trav�s de nosotros. Nuestra b�squeda de la verdad hab�a tenido buenos dividendos. Fue de esa manera que Cristo quiso que el evangelismo mundial fuera llevado a cabo.

"Cristo se present� vivo con muchas pruebas indubitables" (Hch 1:3).

Un joven hind�, estudiante de la universidad, se puso de pie ante toda la multitud y comenz� a ridiculizar todas las cosas. Cuando oramos, Jesucristo se le apareci� de repente vestido de p�rpura. �l abri� Sus manos y le mostr� sus cicatrices de los clavos dici�ndole:

"He aqu� mis manos, yo soy Jes�s".
El joven cay� a tierra, llorando, temblando y arrepentido de sus pecados. Luego, pas� corriendo hacia uno de los micr�fonos y con l�grimas ba�ado su rostro, relat� lo que hab�a visto urgiendo a su pueblo a creer en Jes�s.

�Cu�n diferente hab�a sido esta vez, de lo que hab�a sido catorce a�os antes en nuestra cruzada! Con la demostraci�n de milagros, la India hab�a sido exactamente igual a las dem�s naciones.

7) �frica. El siguiente continente fue �frica, donde demostramos tambi�n que las personas son las mismas donde quiera.

Durante treinta a�os un pordiosero musulm�n se hab�a arrastrado por el suelo en �frica, paralizado por la polio. �l se arrastr� a s� mismo como pudo hasta entrar al auditorio donde conduc�amos la cruzada. Escuch� el evangelio y a medida que cre�a en Jesucristo, recibi� la sanidad instant�neamente. Camin� a empujones entre la multitud y subi� a la plataforma para mostrarse a s� mismo y a la multitud en cuanto al milagro que hab�a recibido.

Mientras permanec�a sobre la plataforma derramando l�grimas, exclam�: "Jesucristo tiene que estar vivo, de otra manera, �C�mo podr�a haberme sanado? Mahoma est� muerto, pero Jes�s vive. M�renme. Ustedes me conocen. He sido limosnero en vuestras calles. Pero ahora puedo caminar. �Miren! �Jes�s vive!".

�Qu� serm�n mayor que ese podr�a ser predicado? Era exactamente como si el libro de los Hechos pudiera ser representado otra vez en nuestra �poca.

Hemos visto que los habitantes alrededor del mundo quieren a Cristo. Ellos buscan la realidad y la creen cuando reciben la prueba de que Jes�s est� vivo y es real.

Dios cre� a los seres humanos iguales. Todos han sido formados para que sirvan a Dios. Instintivamente le buscan. Esa es la raz�n por la cual cada tribu sin evangelizar, practica alguna clase de religi�n ritual en busca de Dios.

El evangelio, en t�rminos simples y directos - no explicado, mas proclamado - "...es poder de Dios para salvaci�n a todo aquel que cree" (Ro 1:16).

Las personas quieren el evangelio. Nuestra tarea es predicarlo, testificarlo, contarlo, confesarlo por todas partes a las multitudes o a las personas individuales, en los lugares p�blicos o en los hogares privados. Ellas desean lo que nosotros tenemos. Es por eso que somos ganadores de almas, por las cosas que hemos visto y o�do.


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