Cap�tulo 12
El Llamado a La Cosecha

"Entre tanto, los disc�pulos le rogaban, diciendo: Rab�, come. �l les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sab�is. Entonces los disc�pulos dec�an unos a otros: �Le habr� tra�do alguien de comer?
�No dec�s vosotros: A�n faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aqu� os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya est�n blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega" (Jn 4:31-36).

A. SIGUIENDO EL PATR�N DEL AMO DE LA COSECHA
Jes�s siempre estuvo consciente del tiempo de la cosecha y siempre listo para aprovechar toda oportunidad. Durante Su ministerio terrenal, frecuentemente �l hizo referencia a la cosecha madura y a la necesidad de obreros que fueran a trabajar a los campos. �l era el Amo de la Cosecha, y llama a otros segadores para que se unan a �l en los campos de la siega.

Consideremos el ejemplo del Amo Segador, a fin de que podamos imitarlo. En esto podremos compartir de Su gozo el d�a cuando regresemos trayendo las gavillas (Sal 126:6).

1. La Comida Del Maestro Debe Ser Nuestra Comida
Juan 4 nos expone el trasfondo de este cap�tulo. En el vers�culo 4 leemos: "Y le era necesario pasar por Samaria". Esto no s�lo era necesario debido a que la carretera p�blica pasaba por esa ciudad, sino porque el Maestro sab�a que hab�a una alma all� que necesitaba salvar. Como resultado de esa sola alma, una gran Cosecha fue recogida.

El vers�culo 6 nos dice que �l estaba cansado, y se sent� junto a la fuente. Luego, la mujer samaritana apareci� a buscar agua, y Jes�s le pidi� que le diera de beber. All� estaba Su punto de contacto, y la oportunidad para el di�logo que conducir�a hacia la Cosecha de muchas almas en Samaria.

Considere al Maestro ministrando a una congregaci�n de una sola persona.

Cuando los disc�pulos regresaron con los alimentos que hab�an comprado en la ciudad, le ofrecieron de comer. Ellos sab�an que estaba cansado y con hambre. Para asombro de ellos, �l replic�: "Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sab�is" (Jn 4:32).

El cansancio f�sico y los dolores del hambre se hab�an olvidado, pues Su hambre m�s intensa fue satisfecha al ministrar para salvar un alma del dolor, del sufrimiento, la miseria y el tormento eterno.

a. Haciendo La Voluntad Del Padre. No es de asombrarse cuando �l dijo: "Mi comida es que se haga la voluntad del que me envi�, y que acabe su obra" (Jn 4:34). All� hab�a una clase de alimento que era de m�s nutrici�n y satisfacci�n que los alimentos que los disc�pulos le trajeron del pueblo.

�El Maestro hab�a testificado con gran ah�nco y entusiasmo a una sola alma! �Cu�n cautivado hab�a estado �l en Su evangelismo personal! Esa era Su comida, el hacer la voluntad del Padre.

Amigos, el Maestro nos ha ense�ado que el alimento del evangelismo, del ganar almas, deber� ser deseado m�s que el alimento natural, que el descanso y que las comodidades de la vida. �l estaba completamente dedicado a la voluntad de Su Padre. �l hab�a sido enviado a buscar y a salvar lo que se hab�a perdido.

Y no hubo "picadura" alguna en esta comida. Algunos de nosotros podemos estar inclinados a "roer o morder" la voluntad de Dios. El Maestro ten�a un inmenso apetito por la voluntad del Padre: "Mi comida es que se haga la voluntad del que me envi�, Y QUE ACABE SU OBRA" (Jn 4:34). Ojal� que nosotros tambi�n estemos tan dedicados al llamado de Dios en nuestras vidas, que nunca lo dejemos de lado hasta que concluyamos el trabajo al cual nos llam� y cumplamos con Su voluntad a plenitud.

�S�, amigo, la comida del Maestro debe ser nuestra comida!

2. El Momento Del Maestro Debe Ser Nuestro Momento
Jes�s siempre estuvo consciente del reto urgente de la hora: "No dec�s vosotros: A�n faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aqu� os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya est�n blancos para la siega" (Jn 4:35).

Se tardaban cuatro meses desde que se sembraba la semilla del trigo hasta que se cosechaba el fruto, pero no es as� con la Cosecha de las almas. Es evidente que en el asunto de las almas la siembra y la siega ocurren simult�neamente.

Tan pronto como la semilla fue sembrada en el coraz�n de la samaritana, la Cosecha estuvo lista para ser segada. Alzad vuestros ojos y ved a los samaritanos saliendo deprisa fuera de la ciudad: "Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en �l por la palabra de la mujer..." (v 39).

Un pecador salvado, un alma salvada testificando, y multitudes buscando al Se�or. Ese es el patr�n que requiere total obediencia a la voluntad del Padre.

En Hechos 8, Felipe el evangelista contin�a cosechando la Siega Samaritana. Aun despu�s que Cristo ascendi� al Cielo, los efectos del testimonio de la samaritana eran evidentes.

Donde el Maestro hubo sembrado la semilla y cosechado una buena siega, Felipe ahora cosecha una todav�a mayor:

"Y la gente, un�nime, escuchaba atentamente las cosas que dec�a Felipe, oyendo y viendo las se�ales que hac�a.

Porque de muchos que ten�an esp�ritus inmundos, sal�an �stos dando grandes voces; y muchos paral�ticos y cojos eran sanados; as� que, hab�a gran gozo en aquella ciudad" (Hch 8:6-8).

a. Un Tiempo Limitado. La Cosecha es un tiempo se�alado. Es un tiempo de oportunidad limitada; es un tiempo que debe ser reconocido, un momento que no debe ser desperdiciado.

A trav�s de esta �poca, ha habido muchos tiempos de cosechas, muchos per�odos de cosechar los frutos del evangelio.

No obstante, Jes�s nos dijo que habr� una Cosecha clim�tica enorme para el fin de los tiempos: "La siega es el fin del siglo (o �poca)" (Mt 13:39).

Estamos viviendo en el tiempo de la "Cosecha de todas las Cosechas". Estamos viviendo al final del tiempo. Es un tiempo se�alado, es un tiempo limitado, es la oportunidad de todas las oportunidades.

"Mir�, y he aqu� una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que ten�a en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.

Y sali� del altar otro �ngel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega, porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra est� madura.

Y el que estaba sentado sobre la nube meti� su hoz en la tierra, y la tierra fue segada" (Ap 14:14-16).

Cristo es el Amo Segador. �El momento del Maestro debe ser nuestro momento!

3. El M�todo Del Maestro Debe Ser Nuestro M�todo
En Mateo 9:36-38, Jes�s se refiri� a la Cosecha de Su d�a. �l exhort�: "Rogad, pues, al Se�or de la mies, que env�e obreros a su mies".

El vers�culo 35, sin embargo, nos muestra los m�todos que el Maestro us� para recoger la Cosecha de Su d�a: "...predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo".

Estas palabras parecen resumir el ministerio de Jes�s. �l predic� o proclam� el evangelio a la gente. �l ense�� e instruy� a las personas en la Palabra de Dios. Y por todos los lugares que iba, llevaba sanidad a los enfermos y liberaci�n a los cautivos.

Al recoger la Cosecha de nuestra �poca, los mismos m�todos prevalecen: la predicaci�n de las buenas nuevas, la ense�anza de la Palabra de Dios y el llevar sanidad y liberaci�n a las gentes.

a. Las Se�ales Y Maravillas Confirman El Evangelio. No es suficiente que ense�emos sanidad; no es suficiente tener una fe doctrinal en este ministerio. Es sanidad y liberaci�n real por el poder de Dios, lo que nos capacitar� para recoger la Cosecha de nuestro tiempo.

El evangelio debe ser confirmado con se�ales y maravillas. Las personas no solo necesitan escuchar las buenas nuevas, sino que tambi�n necesitan el poder de Dios para librarlas.

Estos son los m�todos que el Maestro us�, y tambi�n deber�n ser los nuestros. Dios no ha cambiado; Cristo no ha cambiado; la naturaleza humana no ha cambiado; y el poder de Dios est� a�n disponible para libertar a las almas.

Estos m�todos son adaptables a todas las generaciones, a todas las civilizaciones, a todos los pueblos. A medida que vamos adelante para recoger la Cosecha de nuestra generaci�n, hagamos de los m�todos de nuestro Maestro nuestros m�todos.

4. El Motivo De Nuestro Maestro Debe Ser Nuestro Motivo
Muchos son los motivos que conducen a las personas al servicio cristiano, pero no nos toca a nosotros juzgar tal cosa. No obstante, es imperativo que tengamos el mismo motivo que tuvo el Maestro.

�Qu� fue lo que le impuls� adelante para buscar y salvar a los perdidos, y para sanar a los enfermos? Encontramos la respuesta en Mateo 9:36.

"Y al ver las multitudes, tuvo compasi�n de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor".

Compasi�n fue el motivo en el ministerio de Jes�s. A medida que �l levantaba Sus ojos y ve�a a las multitudes, las ve�a como un vasto campo de Cosecha lista para la siega. �l se conmovi� en lo m�s hondo de Su ser, y fue movido a compasi�n por ellas.

a. La Compasi�n Nos Mueve A La Acci�n. Compasi�n no es simpat�a. Podemos simpatizar con las personas, y no hacer nada para ayudarlas.

La compasi�n no es sentimentalismo. Muchas personas son movidas sentimentalmente por las necesidades de los dem�s, y con todo, no hacen nada para satisfacer sus necesidades.

La compasi�n siempre mueve a uno hacia la acci�n.

Cuando Jes�s fue movido a compasi�n por la multitud, inmediatamente llam� obreros a que fueran a la Cosecha y a ministrar a las necesidades de la multitud.

Considere esos ejemplos del Se�or cuando fue movido a compasi�n y actu� inmediatamente a satisfacer las necesidades de las gentes:

"Y... Jes�s... tuvo compasi�n de ellos, y san� a los que de ellos estaban enfermos" (Mt 14:14).

"Y Jes�s, teniendo misericordia de �l, extendi� la mano y le toc�, y le dijo: Quiero, s� limpio" (Mr 1:41).

"Y... Jes�s... tuvo compasi�n de ellos, porque eran como ovejas que no ten�an pastor; y comenz� a ense�arles muchas cosas" (Mr 6:34).

"Y cuando el Se�or la vio, se compadeci� de ella, y le dijo: No llores" (Lc 7:13-15). Luego, resucit� su hijo a la vida.
Estas Escrituras y otras, demuestran que la compasi�n es mucho m�s que sentir simpat�a o pena. La compasi�n nos mueve a la oraci�n, al evangelismo personal, al estudio y preparaci�n de nosotros mismos para el servicio activo.

Cuando la compasi�n motiva nuestro ministerio, no estamos contentos a menos que llevemos almas a Cristo, que los enfermos sean sanados y que las almas sean bendecidas con la plenitud del evangelio. Si sigui�ramos el ejemplo del Maestro Segador, entonces, Su motivo vendr�a a ser el nuestro tambi�n.

5. La Remuneraci�n Del Maestro Ser� Nuestra Remuneraci�n
Una remuneraci�n es una recompensa. Jes�s dijo: "Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna..." (Jn 4:36).

Habr� una remuneraci�n para el que es fiel en su servicio, hay una corona para el obrero que es digno.

El Ap�stol Pablo escribi�: "Porque �cu�l es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me glor�e? �No lo sois vosotros?, delante de nuestro Se�or Jesucristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo" (1 Ts 2:19, 20).

�Qu� gran gozo habr� en la presencia del Se�or cuando las gavillas sean recogidas, cuando la Cosecha final sea acabada de recoger!

a. "Fruto Para Vida Eterna". No obstante, no s�lo habr� una remuneraci�n futura, sino tambi�n una remuneraci�n para el presente. Aquellos que trabajen en la Cosecha recogen "fruto para vida eterna".

Cuando una alma es salvada, significa m�s que "otra decisi�n", u "otro contacto", o "un nuevo miembro". Cuando una alma es salvada, alguien ha nacido a la vida eterna.

A medida que vamos adelante hacia los Campos Blancos de la Cosecha predicando el evangelio de Cristo, vamos recogiendo "fruto para vida eterna". Luego, cuando el Se�or de la Cosecha aparezca, los sembradores y los recogedores, todos juntos recibir�n sus salarios.

El �ltimo mensaje del evangelio habr� sido predicado, el �ltimo testimonio personal habr� sido expresado, el �ltimo contacto habr� sido hecho y la �ltima gavilla habr� sido recogida en el granero.

Compartamos la visi�n del Maestro Segador. Sigamos en Sus pisadas.

Envolv�monos en la "Operaci�n Expansi�n", y recojamos la Cosecha antes de que Cristo regrese y esta �poca sea concluida �AM�N!


.::3er Trimestre - .::SECCI�N E