Cap�tulo 2
L�deres Fieles

A. SE�ALES DE LOS VERDADEROS AP�STOLES
1. No Buscan Su Propio Beneficio Personal

LA PRIMERA se�al de un verdadero ap�stol, profeta, evangelista, pastor y maestro, es la siguiente: no usar� los dones del Esp�ritu, ni su ministerio adjudicado por Dios s�lo para beneficiarse a s� mismo, ni para ocuparse tan solo de su salvaci�n. Usar� los dones �nicamente cuando el Esp�ritu Santo los gu�e y dirija.

Cuando Jes�s estaba en la cruz, uno de los escarnios que le fueron dichos fue �ste: "A otros salv�, a s� mismo no se puede salvar" (Mt 27:42).

Y eso fue muy cierto. Jes�s nunca us� Su ministerio para servirse a S� Mismo, ni para su propio bienestar. �l no pudo salvarse a S� Mismo de la cruz.

2. Padecer�n Sufrimientos
EN SEGUNDO LUGAR, un ap�stol, profeta, evangelista, pastor o maestro genuino, estar� dispuesto a padecer sufrimientos y dificultades a fin de cumplir el ministerio que Cristo le ha dado. Esa era la actitud que el Ap�stol Pablo ten�a.

"Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy d�bil, entonces soy fuerte" (2 Co 12:10).

Cada ministerio que honre a Cristo, tendr� esa misma actitud "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo tambi�n en Cristo Jes�s" (Fil 2:5).

B. EJEMPLOS DE L�DERES FIELES
1. El�as, Un Profeta Fiel.

"Entonces El�as tisbita... dijo a Acab: Vive Jehov� Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habr� lluvia... sino por mi palabra" (I R 17:1).

A medida que ese juicio declarado prof�ticamente continu� vi�ndose durante los siguientes varios a�os, la tierra de Israel confrontaba una terrible sequ�a y hambre.

A El�as todo le fue bien por un tiempo. Dios le hab�a dirigido hasta un lugar donde hab�a un arroyuelo del cual pod�a tomar agua. Tambi�n le envi� cuervos que alimentaran a El�as con pan y carne por la ma�ana y por la tarde. Este era un panorama justamente pac�fico. En comparaci�n con los problemas que estaban experimentando los dem�s durante ese tiempo de sequ�a y hambre, El�as lo estaba pasando bastante bien.

Sin embargo, lleg� el momento en que el arroyuelo se sec�, y El�as vino a ser v�ctima de su propia profec�a. El comer pan seco sin agua, no es una merienda muy agradable. Es posible que se viera tentado a ordenar que lloviera.

Si �l hubiera obrado conforme a su deseo, ciertamente lo habr�a hecho fuera de la voluntad de Dios. �l todav�a no le hab�a dicho a El�as que ordenara que lloviera. Si �l hubiera hablado, cuando deber�a haber estado en silencio, una de dos cosas pod�a haber sucedido:

• Tal vez Dios no habr�a honrado su palabra, pues lo hubiera hecho como dijo Santiago 4:3: "Ped�s, y no recib�s, porque ped�s mal"; en otras palabras, sin contar con la voluntad divina. Si �l hubiera obrado de esa manera, se habr�a convertido en un profeta indigno y ego�sta.
• Quiz�s Dios pod�a haber honrado su palabra, pero ah� habr�a concluido toda la historia. El�as tal vez se hubiera perdido el milagro del "fuego que descendi� del cielo", y en su lugar, hubiera experimentado "flaqueza de alma" (1 R 18:30, 39; Sal 106:13-15).

As� como el Se�or Jes�s durante Su tentaci�n en el desierto (Mt 4:1-4), El�as rehus� usar su don para satisfacer su propia sed y hambre. �l esper� en Dios para que le dijera cu�ndo utilizar su don prof�tico. �nicamente entonces, podr�a articular la palabra del Se�or que concluir�a la sequ�a

Pero Dios es fiel. �l registro simplemente dice: "Vino luego la palabra de Jehov� diciendo: Lev�ntate, vete a Sarepta de Sid�n, y mora all�; he aqu� yo he dado orden all� a una mujer viuda que te sustente" (1 R 17:8, 9).

Debido a que ambos, El�as y la viuda obedecieron la palabra de Dios, fueron remunerados por la bendici�n y provisi�n sabia y amorosa del Todopoderoso.

Sus necesidades fueron la oportunidad que tuvo Dios de ejecutar el milagro que salv� sus vidas. Si hubieran sido incr�dulos, o hablado cuando deber�an haber permanecido en silencio, no habr�an visto la ejecuci�n de tal milagro.

El�as nos mostr� un buen ejemplo. �l no utiliz� el poder de su don para resolver sus propios problemas o para satisfacer sus propias necesidades. Lo mantuvo bajo la disciplina y control de la voluntad de Dios.

2. Tres L�deres Fieles De La iglesia
"Ruego a los ancianos... apacentad la grey de Dios que est� entre vosotros... no por ganancia deshonesta... y cuando aparezca el Pr�ncipe de los pastores, vosotros recibir�is la corona incorruptible de gloria..." (1 P 5:1-4).

a. Pablo. El Ap�stol Pablo, fue un l�der con un coraz�n genuino de pastor. �l pudo haber recibido sost�n financiero leg�timamente de las iglesias, pero prefiri� trabajar con sus manos, a fin de dar un buen ejemplo (1 Co 9:17, 18; 1 Ti 5:17, 18). Leamos en 1 Corintios 4:11, 12 a este respecto: "Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija".

�l no era un jornalero o asalariado. "Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado... vosotros sab�is que para lo que me ha sido necesario a m� y a los que est�n conmigo, estas manos me han servido" (Hch 20:33-35).

b. Pedro. Cuando a Pedro le ofrecieron dinero por el don de Dios, �l respondi�: "tu dinero perezca contigo, porque has pensado se obtiene con dinero" (Hch 8:20). �Est� usted entregado a la consigna de ser un l�der como Pedro? Le conviene serlo.

Todo l�der genuino del pueblo de Dios, debe cuidarse constantemente del esp�ritu de ser un asalariado, aborreciendo siempre "el amor al dinero".

c. Timoteo. Pablo dijo: "Espero en el Se�or Jes�s enviaros pronto a Timoteo... pues a ninguno tengo del mismo �nimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros. Porque todos [el resto] buscan lo suyo propio..." (Fil 2:19-21).

Esas deben ser las palabras m�s tristes en el Nuevo Testamento, "Porque todos buscan lo suyo propio..." Pablo s�lo pudo hallar un l�der cuyos motivos eran limpios y sinceros, a fin de que fuera a ayudar a la Iglesia de Filipos.

C. RECOMPENSA O JUICIO
El Se�or nos dijo: "...No os afan�is, pues, diciendo: �Qu� comeremos, o qu� beberemos, o qu� vestiremos?... vuestro Padre celestial sabe que ten�is necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os ser�n a�adidas" (Mt 6:31-33).

1. Remunerados Por Un Servicio Fiel
Dios bendecir� a los que pongan sus vidas por Jes�s y al servicio de los dem�s. �l suplir� ricamente sus necesidades y proteger� a sus siervos.

Pero Dios no nos ha llamado para ir donde haya m�s oro (abundancia). �l nos ha llamado para ir donde quiera que el Esp�ritu Santo nos dirija.

Puede que nos env�e a las personas mas duras de cerviz, como sucedi� con Jerem�as (Jer 6:19); o a un pueblo que sea sensible a la palabra de Dios, como sucedi� con los habitantes de N�nive (Jon 3:5-10). Lo que realmente importa, es que hagamos la santa voluntad de Dios, con un coraz�n gozoso y contento. Esa deber� ser la dedicaci�n suprema de nuestras vidas.

2. Juzgados Por La Infidelidad
"No todo el que me dice: Se�or, Se�or, entrar� en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que est� en los cielos.

Muchos me dir�n en aquel d�a: Se�or, Se�or, �No profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

Y entonces les declarar�: Nunca os conoc�; apartaos de m� hacedores de maldad" (Mt 7:21-23).

Su remuneraci�n en el Cielo ser� basada sobre lo que usted haya hecho para Cristo sobre la tierra, y sobre C�MO (con qu� motivo) lo hizo. El utilizar el poder de Cristo para sanar, echar fuera demonios y profetizar, mientras se est� viviendo en las contaminaciones de la carne, en la codicia del dinero, amando las adulaciones de los hombres por amor a la popularidad, de seguro acarrear� el juicio divino.

�Cu�l es ese juicio?

El juicio pronunciado sobre este grupo de ministros cristianos de parte de Dios fue: "APARTAOS DE M�".

�El asunto es cercan�a! �Cu�n cerca de Cristo se le permitir� estar a usted en el cielo? Depende de cu�n cerca de �l viva y camine diariamente sobre la tierra; por el contrario, en el cielo no estar� cerca de �l.

a. Apartaos De M�. Durante un tiempo de apostas�a (que se hab�an descarriado) en Israel, la mayor�a de los sacerdotes se hicieron id�latras y sacrificaron a los �dolos. Los HIJOS DE SADOC permanecieron fieles y cerca del Se�or.

Cuando el tiempo de rendir cuentas vino, el juicio sobre los sacerdotes ap�statas fue el siguiente:

"Y los levitas que se apartaron lejos de m� cuando Israel err�, el cual se desvi� de m� en pos de sus �dolos, llevar�n su iniquidad... no ser�n allegados a m�..."

Pero aqu�llos que fueron fieles y se mantuvieron en la verdad, tendr�n esta recompensa:

"Mas los sacerdotes... hijos de Sadoc, que guardaron el ordenamiento del santuario cuando los hijos de Israel se apartaron de m�, ellos se acercar�n para ministrar ante m�, y delante de m� estar�n para ofrecerme la grosura y la sangre dice Jehov� el Se�or" (Ez 44:10-15).

El juicio para la desobediencia y la apat�a, fue la negaci�n de allegarse a Su presencia. Esto es un privilegio que yo no deseo perder.

La remuneraci�n por la obediencia y fidelidad no fue el cielo en este caso. Fue el privilegio de estar cerca de Su presencia. "Ellos se acercar�n para ministrar ante m�... dice Jehov� el Se�or". Eso es algo que debemos desear m�s que cualquier otra cosa en esta vida y en la eternidad, estar muy cerca de Jes�s.

�Cu�n cerca estar� usted de Jes�s en el cielo? Tan cerca como lo est� de �l aqu� en la tierra. Si camina en los placeres pecaminosos de la carne, codiciando el dinero, deseando las adulaciones de los hombres m�s que de Dios (Jn 12:43), Jes�s le dir�: "AP�RTATE DE M�" usted sufrir� la p�rdida de todas las recompensas, y el fuego quemar� todas sus obras (lea 1 Corintios 3:10-15; 1 Juan 2:28).

Si usted camina en fidelidad a su llamamiento y ministerio, si mantiene motivos �ntegros y justos, Jes�s le recompensar� d�ndole un lugar junto a Su trono (Ap 3:21). De seguro que disfrutar� de la cercan�a de Su presencia por toda la eternidad.


D. EL JUICIO DEL CREYENTE
"Hermanos m�os, no os hag�is maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenaci�n" (Stg 3:1).

"Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba seg�n lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo" (2 Co 5:10).

La Biblia ense�a que los l�deres y creyentes alg�n d�a tendr�n que dar cuenta ante "el tribunal de Cristo" por todas las obras hechas mientras vivieron en el cuerpo, buenas o malas. Concernientes al juicio del creyente, los siguientes hechos deben ser considerados:

1. Todos Los Cristianos
Todos los cristianos estar�n sujetos a juicio, no habr� excepci�n a la regla (Ro 14:12; 1 Co 3:12-15; 2 Co 5:10).

2. Cuando Cristo Regrese
Este juicio tomar� lugar cuando Cristo regrese por Su Iglesia (lea Juan 14:3; y 1 Ts 4:14-17).

3. El Juez Ser� Cristo
(Jn 5:22; 2 Ti 4:8).

4. Solemne Y Serio
La Biblia habla del juicio del creyente como algo solemne y serio, especialmente debido a que incluye la posibilidad de perjuicio o "p�rdida" (1 Co 3:15; 2 Jn 8), "De que en Su venida no seamos confundidos de �l" (1 Jn 2:28), y en primera de Corintios 3:13-15 leamos respecto a "si la obra de alguno se quemare", sufrir� p�rdida total. No obstante, el juicio del creyente no envolver� una declaraci�n de condenaci�n de parte de Dios.

5. Todo Ser� Manifestado P�blicamente
Todas las cosas ser�n manifestadas o tra�das a la luz. El t�rmino "comparecer" (del griego phaneroo, 2 Co 5:10) significa "manifestar p�blica o abiertamente".

Por consiguiente, Dios examinar� y revelar� p�blicamente, con toda verdad:

a. Nuestros Actos Secretos (Mr 4:22; Ro 2:16).

b. Nuestro Car�cter (Ro 2:5-11)

c. Nuestras Palabras (Mt 12:36, 37)

d. Nuestras Buenas Obras (Ef 6:8)

e. Nuestras Actitudes (Mt 5:22)

f. Nuestros Motivos (1 Co 4:5)

g. Nuestra Falta De Amor (Col 3:18; 4:1), y

h. Nuestra Obra Y Ministerio (1 Co 3:13)

6. Rendir cuentas
En otras palabras, todo creyente tendr� que rendir cuentas del grado de su fidelidad o infidelidad a Dios (Mt 25:21, 23; 1 Co 4:2, 5), y de sus acciones a la luz de la gracia, oportunidad y entendimiento a su disposici�n (Lc 12:48; Jn 5:24).

7. Las Obras Del Creyente
Cuando el creyente se arrepiente de sus malas obras, le son perdonadas y no ser� condenado al castigo eterno (Ro 8:1); sin embargo, tendr� que dar cuentas de ellas para el tiempo en que sea juzgado para recibir recompensas: "Mas el que hace injusticia, recibir� la injusticia que hiciere" (Col 3:25; Ec 12:14; 1 Co 3:15; 2 Co 5:10). Las buenas obras y la caridad del creyente, son recordadas y recompensadas por Dios (He 6:10): "Sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ese recibir� del Se�or" (Ef 6:8).

8. Ganancias O P�rdidas
Los resultados espec�ficos del juicio del creyente, ser�n variados. Puede que reciba ganancias o p�rdidas de:

a. Gozo (1 Jn 2:28)

b. Aprobaci�n Divina (Mt 25:21)

c. Tareas Y Autoridad (Mt 25:14-30)

d. Posici�n (Mt 5:19; 19:30)

e. Recompensas (1 Co 3:12-14; Fil 3:14; 2 Ti 4:8), y

f. Honra (Ro 2:10; lea 1 P 1:7).

9. El Temor A Dios
La anticipaci�n del juicio que viene sobre el cristiano, deber� perfeccionar su temor a Dios (2 Co 5:11; Fil 2:12;1 P 1:17) y hacerle pensar sobriamente, vigilar y orar m�s (1 P 4:5, 7), vivir en santidad de vida (2 P 3:11), y mostrar compasi�n y misericordia a todos los hombres (Mt 5:7; lea 2 Ti 1:16-18).


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