SECCI�N G2
ADOPCI�N
Por Ralph Mahoney

Cap�tulo 1
Adopci�n y Filiaci�n

Introducci�n

�De qu� se trata este asunto de la “filiaci�n” y de la “adopci�n”? �Qu� quiso decir Pablo cuando escribi�: “...hab�is recibido el Esp�ritu de ADOPCI�N... de manera que gemimos dentro de nosotros mismos esperando la ADOPCI�N...” (Ro 8:15, 23).

“Dios envi� a su Hijo,... de manera que podamos recibir la ADOPCI�N...” (Ga 4:4, 5).

�Tuvo el Ap�stol Pablo una revelaci�n de algo de lo cual no conocemos nada o muy poco acerca de hoy?

El servir en las tierras de la Biblia con un hermano nacido en Israel, me ayud� a comprender algo de las tradiciones y las costumbres que el Ap�stol Pablo daba por conocidas cuando escribi� sobre la adopci�n.

La gente nacida en Oriente no tiene problemas con las cosas que han confundido a los occidentales por mucho tiempo, pues comprenden la met�fora y el lenguaje.

Esto se debe a que no hemos conocido las tradiciones y costumbres de Oriente, y por ello, hemos perdido las poderosas verdades que se expresan en esta �nica palabra, ADOPCI�N.

La palabra traducida “adopci�n”, viene de la ra�z griega “huiozesia”, que significa “colocar a uno como hijo”. No se refiere a un hu�rfano o a adultos benevolentes que podr�an querer “adoptar” un hu�rfano.

Esta palabra se aplica a los j�venes que han llegado a la edad adulta:

“Aquellos que son de edad adulta... los cuales... por raz�n de uso, tienen sus sentidos ejercitados para discernir tanto el bien como el mal” (He 5:14).

A. COLOCADO COMO HIJO
Cuando un joven crece hasta la edad adulta en Oriente, ya ha demostrado su capacidad para llevar responsabilidades; luego, llega el d�a en que su padre en una ceremonia p�blica “le coloca como su hijo”.

Los vecinos, amigos y ancianos del pueblo son llamados para testificar de este suceso, pues tiene gran importancia en la vida de un joven. Todo cambia para �l despu�s de su ceremonia de ADOPCI�N.

El muchacho ha sido siempre el descendiente natural de su padre desde el d�a en que fue concebido en el vientre de su madre. Pero al llegar a la edad adulta, a la estatura completa, en el tiempo que el padre le considera listo, el joven maduro es “colocado como hijo”.

En el mundo Occidental, cuando nace un ni�o, el padre va a donde est�n las enfermeras y dice orgullosamente: “Este es mi hijo”.

1. Tres Palabras Usadas Para Hijo
Es un problema de sem�ntica, es decir, de idioma. En ingl�s tenemos solamente una palabra para “hijo”. En Griego, tres palabras.

a. Teknion se refiere a un hijo beb�.

b. Teknon se refiere a un hijo que est� madurando pero no est� listo para asumir responsabilidades.

c. Huios se refiere a uno que est� listo para asumir responsabilidades, quien ha pasado por la ceremonia de “adopci�n”.

Por lo tanto, podemos resumir el concepto de la siguiente forma:

El primero, teknion, significa un infante o un beb�. El segundo, teknon, significa un adolescente. El tercero, huios, significa un hijo (colocado como hijo por adopci�n).

En las tierras de la Biblia un beb� no ser�a llamado (huios). El t�rmino “hijo” usualmente es usado despu�s de la ADOPCI�N.

Pablo hace una alusi�n a esto cuando escribe a los G�latas:

“...el heredero mientras es hijo, no difiere nada de un siervo, aunque �l [est� destinado a que] sea se�or de todo; pero [el hijo] est� bajo tutores y gobernantes hasta el tiempo dispuesto por el padre [la adopci�n]” (Ga 4:1, 2).

Este es el cuadro del cristiano que tiene, de igual manera, que pasar a trav�s del proceso de crecimiento antes de ser colocado en la posici�n de hijo de Dios.

B. DERECHO PARA LLEGAR A SER
La justificaci�n es s�lo el principio de nuestra gran salvaci�n. “Pero a todos los que le recibieron, a ellos les dio poder [autoridad, el derecho o privilegio] de llegar a ser los hijos de Dios...” (Jn 1:12).

La palabra “poder” es un vocablo muy importante en este vers�culo. Deber�a ser traducida “autoridad”, puesto que es la palabra griega “exousia”.

Esta es una palabra de privilegio o derecho o permiso. Cuando el sem�foro se pone verde, se tiene “exousia” (derecho, permiso, privilegio) para seguir adelante.

Si su motor se queda sin gasolina y se para en ese momento, usted no tiene el PODER para seguir aunque tenga la autoridad (derecho, permiso) para hacerlo.

As� que, cuando recibimos a Cristo, se nos da el derecho, el permiso, la autoridad, para llegar a ser hijos de Dios.

Sin embargo, la Biblia nos advierte: “por lo tanto, temamos, a causa de la promesa que nos ha sido dada... para que nadie se quede sin alcanzarla” (He 4:1).

Los cristianos hebreos del d�a de Pablo fueron reprendidos por no haber llegado a ser aquello a lo cual ten�an el derecho de llegar a ser.

“Por que para el tiempo en que deber�ais ser maestros, todav�a necesit�is que alguien os ense�e otra vez... y os hab�is convertido en alguien semejante a los que tienen necesidad de leche y no de alimento s�lido. Porque todo aquel que tiene que utilizar la leche... es un ni�o. Pero el alimento s�lido pertenece a aquellos que son mayores...” (He 5:12-14).

De manera similar, los hijos de Israel ten�an la autoridad (derecho, permiso, privilegio) para entrar en Cana�n y poseer la tierra de promisi�n, pero perecieron en el desierto por incredulidad.

La incredulidad los mat� (como est� matando espiritualmente a muchos hoy en d�a). Ten�an la autoridad y el derecho de aqu�llos “que a trav�s de la fe y de la paciencia heredan las promesas” (He 6:12). No llegaron a ser aquello a lo que ten�an la autoridad de ser.

Lo mismo puede decirse de los cristianos corintios a los que Pablo dijo: “Yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a... ni�os en Cristo. Os he alimentado con leche y no con vianda: porque no erais capaces de soportarlo, ni lo sois ahora tampoco” (1 Co 3:1,2).

Se trata de un pensamiento muy sorprendente cuando uno se da cuenta que la iglesia de Corinto ten�a todos los dones del Esp�ritu funcionando (1 Co 1:7) y muchas otras cosas dignas de alabanza con ellos. Pero no se hab�an llegado a convertir en aquello que ten�an el derecho de llegar a convertirse: Cristianos maduros y preparados para la filiaci�n. Gracias a Dios porque se nos ha prometido el poder (exousia-derecho) de llegar a ser hijos de Dios (Jn 1:12)

C. LAS TRES ETAPAS DEL CRECIMIENTO
Hay tres palabras griegas utilizadas para se�alar el concepto oriental de crecimiento. La primera es “teknion”, que significa un ni�o peque�o o infante. La segunda es “teknon”, que significa adolescente. La tercera es “huios”, que significa un hijo (uno que ha sido colocado como hijo por adopci�n).

El ap�stol Juan confirmaba este concepto cuando dice: “Os escribo hijitos... os escribo j�venes... os escribo padres...” (1 Jn 2:12,13). Aqu� est�n impl�citas las tres etapas del crecimiento.

Vemos estas tres etapas del crecimiento hermosamente ilustradas en la vida de Jes�s.

El primer vistazo que la Biblia echa sobre Cristo, es cuando era un BEB� en el establo (Lc 2:7).

Poco se dice acerca de Jes�s desde la infancia hasta los a�os de adolescencia, cuando para la edad de doce a�os, es visto en el templo “sentado en medio de los doctores” (Lc 2:46).

De nuevo pasa el per�odo llamado de los “a�os silenciosos”, y tenemos poca informaci�n de la vida de Jes�s hasta que repentinamente, a los treinta a�os de edad, (Lc 3:23) aparece en el R�o Jord�n para ser bautizado por Juan.

Las tres etapas del crecimiento son claramente evidentes en la vida de Jes�s, el beb� (teknion) en el pesebre; el adolescente (teknon) en el templo; y la edad de los treinta a�os cuando su adopci�n tuvo lugar, cuando fue colocado como hijo (huios).

Su adopci�n fue confirmada durante Su bautismo en agua por Juan el Bautista.

Despu�s el Esp�ritu Santo descendi� sobre �l en forma de una paloma. Entonces, se escuch� una voz que dijo: “Este es mi HIJO AMADO, en el cual tengo contentamiento” (Mt 3:17; Mr 1:11; Lc 3:22).

Los sucesos que tomaron lugar despu�s de la adopci�n de Jes�s, son una revelaci�n maravillosa de aquello para lo que hemos sido predestinados a convertirnos: la �ltima adopci�n de Jes�s. “...habi�ndonos predestinado para la adopci�n...” (Ef 1:5).

D. LA ADOPCI�N DE JES�S: NUESTRO EJEMPLO
Cuando “Jes�s mismo comenz� a tener alrededor de treinta a�os de edad... cuando fue bautizado, sali� del agua: y los cielos se le abrieron... y el Esp�ritu de Dios descendi� como una paloma, y le ilumin�: y una voz del cielo dijo: ESTE ES MI HIJO MUY AMADO...” (Lc 3:23; Mt 3:16,17).

�Ah! Aqu� est� el misterio trascendente de la FILIACI�N que repentinamente es enfocada con poder. Aqu�, “los ojos de nuestro entendimiento son iluminados” (Ef 1:18), de pronto vemos a Jes�s como al HIJO de Dios “el primog�nito entre muchos hermanos...” (Ro 8:29).

La experiencia del R�o Jord�n fue claramente de adopci�n. Siguiendo la tradici�n oriental, el Padre celestial lleva a Su Hijo delante de los amigos, los vecinos y los Ancianos de Israel, (en el bautismo de Juan) y habla claramente desde el cielo para que todos sepan que “este es mi HIJO muy amado”.

1. Su Vida Cambia
Cuando Jes�s sale de las aguas del Jord�n, sale diferente tanto en relaci�n como en privilegio.

Ahora ha sido “colocado como Hijo” por el Padre. Desde este tiempo, todo es diferente en la vida de Jes�s.

No vemos milagros antes de este tiempo en el ministerio de Jes�s. De hecho, era conocido simplemente como: “...el carpintero, el hijo de Mar�a, sin honra en... Su propia casa” (Mr 6:3,4). No hab�a ninguna aureola alrededor de Su cabeza porque “...en todas las cosas le conven�a ser hecho semejante a Sus hermanos...” (He 2:17).

El profeta dijo de �l. “...no ten�a forma, ni aspecto agradable;... no hay belleza en �l para que lo deseemos... ni lo estimemos...” (Is 53:2,3)

Pablo dijo que: “...fue hecho a semejanza de los hombres... y en forma de hombre...” (Fil 2:7,8). Antes de Su adopci�n, hab�a poco que le distinguiera de cualquier otro carpintero o trabajador de Nazaret.

Pero la ADOPCI�N cambi� todo esto para Jes�s. La adopci�n trajo privilegios. La adopci�n obr� cambios demasiado grandes como para que se pudieran concebir.

2. Los Cielos Se Abrieron
Emergi� de las aguas bajo los cielos abiertos, �gloria a Dios!.

Los cielos hab�an estado cerrados por siglos bajo el racionalismo, la religiosidad, la dureza legalista y la apostas�a de la humanidad.

Los cielos que hab�an parecido como una cobertura de bronce mientras generaciones vivieron y murieron esperando este gran momento.

Los cielos que hab�an creado ampollas con el calor, que se hab�an resecado por el sol y que se hab�an cubierto de granizo, truenos y lluvia.

Ahora, en la adopci�n de Jes�s, “los cielos le fueron abiertos” (Mt 3:16). Abiertos para realizar sanidades para los cojos, dar vista a los ciegos, restauraci�n a los ca�dos, perd�n para el pecador, esperanza para el desesperanzado, vida para los muertos, belleza para las cenizas y �leo de alegr�a para el enlutado.

El Sol de Justicia se levantaba ahora con sanidad en sus alas y los cielos abiertos llovieron justicia y bendici�n, en lugar de maldici�n y destrucci�n. �ALELUYA!

3. Los Privilegios De La Adopci�n
Antes de seguir elaborando sobre el significado de los “cielos abiertos”, hagamos una pausa para considerar brevemente los tres privilegios primarios que pertenecen al joven en la cultura oriental una vez que ha sido “colocado como hijo”.

Despu�s de la adopci�n el hijo tiene estos tres beneficios:

• El poder (utilizar el nombre de su padre).
• La recepci�n de su herencia (la utilizaci�n de la riqueza de su padre).
• La igualdad con su padre mientras permanezca en uni�n con �l (utilizaci�n de la autoridad y el poder de su padre).

�Demostr� Jes�s que ten�a todas estas cosas despu�s de Su adopci�n? En el evangelio de Juan encontramos la mayor�a de las respuestas a la pregunta anterior. Juan presenta a Cristo como EL HIJO DE DIOS, de manera que la mayor�a de los hechos importantes con relaci�n a la filiaci�n, se encuentran en Juan.

a. La Utilizaci�n Del Nombre. Cuando se tiene el poder, se tiene el derecho de hacer contratos, firmar cheques, comprar o vender, todo en el nombre de aqu�l que le da ese poder.

Cuando se firma con el nombre de la persona que le ha dado el poder para hacerlo, es tan v�lida como su propia firma. Su orden es como su edicto.

Jes�s dijo: “ vengo en nombre de mi padre...” (Jn 5:43). “Porque como el Padre tiene... as� a dado al Hijo tener... autoridad para ejecutar juicio...” (Jn 5:26, 27). Tal autoridad no es posible sin una relaci�n correcta con el Padre.
Los siete hijos de Esceva intentaron imitar a Pablo y echar demonios en el nombre de “Jes�s, al que Pablo predica”. (Vea Hechos 19:13). El diablo se irrit� tanto en resentimiento contra esta falsa autoridad, que el hombre que ten�a el demonio salt� sobre ellos y los venci�... de modo que tuvieron que salir huyendo de aquella casa, desnudos y heridos.

No es por medio de decir: “En el nombre de Jes�s te ordeno...”, sino en uni�n con el Padre, en la relaci�n correcta con �l, es que tal autoridad opera libremente.

La adopci�n hace la diferencia, y es otorgada solamente a los que tienen una plena estatura espiritual, los que est�n en el estado adulto.

No es de extra�ar que Pablo exhortara a los Efesios para que “... no fueran ya ni�os... sino que... crecieran en todas las cosas como �l, que es la cabeza, Cristo...” (Ef 4:14,15).

b. La Utilizaci�n De La Riqueza. Hemos se�alado previamente que el segundo privilegio de la filiaci�n era recibir la herencia (la utilizaci�n de la riqueza del padre). Esto queda ilustrado en la historia del hijo pr�digo (Lc 15:11-32).

Tanto el hijo pr�digo como el hermano mayor, hab�an sido colocados como hijos en la casa del padre. El hijo pr�digo derroch� su herencia en fiestas y borracheras.

Despu�s del arrepentimiento y la restauraci�n, el padre hizo una celebraci�n por el gozo de que el hijo pr�digo hubiera regresado. El hermano mayor se quej�: “T� nunca me diste ni siquiera un cabrito para que pudiera divertirme con mis amigos” (Lc 15:19).

El padre contesta correctamente: “Hijo, t� est�s siempre conmigo, y TODO lo que tengo ES TUYO”. Este es el glorioso privilegio de la adopci�n, de la filiaci�n, todo lo que el padre tiene est� a disposici�n del hijo. “Todo lo que tengo es tuyo” (Lc 15:31).

He dicho a menudo: “Despu�s de la adopci�n de Jes�s en el R�o Jord�n, fue por todas las partes predicando el Reino de los cielos”.

�Por qu� hago una afirmaci�n como esa? La Biblia dice: “... Los cielos le fueron abiertos”. Como Hijo, Jes�s entr� en Su herencia (comenz� a usar la riqueza del Padre). El almac�n de los bienes del Padre, Su bendici�n y Su gloria fueron entregados a Jes�s en Su adopci�n. “Los cielos le fueron abiertos”.

1) Cielo En La Tierra. Me asust� hace algunos a�os cuando vi este vers�culo: “Ning�n hombre ha subido al cielo, sino el que ha descendido del cielo, el hijo del hombre que EST� EN EL CIELO” (Jn 3:13).

Jes�s estaba parado en la tierra cuando dijo esto. �C�mo puede ser que estuviera “en el cielo”, estando parado en la tierra?

A menudo he imaginado el cielo como una nube invisible que desciende y rodea a Jes�s como si �l estuviera “en el cielo”.

No solamente estaba en el cielo, sino que el cielo estaba en �l. Estaba hablando del cielo, sirviendo a los necesitados del cielo y sanando a los enfermos del cielo, porque estaba en el cielo, aunque estuviera en la tierra.

Se hab�a convertido, en toda su gloria resplandeciente, en “el tabern�culo [el lugar de morada] de Dios con el hombre” (Ap 21:3).

Esto prefigura, se�ala, tipifica y pronostica nuestra “gran salvaci�n, reservada en el cielo para nosotros, dispuesta a ser revelada en los �ltimos d�as” (1 P 1:4, 5) cuando seamos tambi�n conformados a la imagen de Su Hijo (Ro 8:29).

Y en ese d�a vendr� a suceder el mayor cumplimiento en el Cuerpo de Cristo, de lo que vemos en Jes�s, cuando o�mos la “...voz que sal�a del cielo diciendo: Mirad, el Tabern�culo de Dios est� con los hombres y �l habitar� EN ellos...” (Ap 21:3).

�Gloria a Dios! �Lo ve? “...Dios envi� a su Hijo... para que NOSOTROS pudi�ramos recibir la ADOPCI�N... nosotros que... gemimos en nuestro interior esperando NUESTRA ADOPCI�N...” (Ga 4:4, 5; Ro 8:23).

En nuestra adopci�n, nosotros tambi�n tenemos la bendici�n de traer el cielo a la tierra, de compartir el cielo con la tierra.

2) La Escalera De Jacob. Jacob “so�� y vio una escalera colocada en la tierra, y la parte alta de la misma llegaba hasta el cielo. Y los �ngeles de Dios sub�an y bajaban por ella... y dijo: esto no es nada m�s que la casa de Dios... la puerta del cielo” (Gn 28:12, 17).

�Se ha preguntado usted alguna vez por la interpretaci�n del sue�o de Jacob, “esta es la casa de Dios, la puerta del cielo?”

Esto es exactamente lo que Jacob vio. Usted tiene que comprender la met�fora, el s�mbolo espiritual expresado por el sue�o.

�Qu� tiene esto que ver con los “cielos abiertos”? Lea Juan 1:51.

“Y Jes�s le dijo: En verdad te digo, que de ahora en adelante ver�is los cielos abiertos y a los �ngeles de Dios subiendo y bajando SOBRE EL HIJO DEL HOMBRE”.

Jes�s toma el sue�o de Jacob y a�ade dimensi�n y comprensi�n al mismo, mostr�ndonos que la escala de Jacob fue s�mbolo de S� Mismo como el Hijo de Dios, actuando y movi�ndose en la tierra, y tambi�n en el cielo (Jn 3:3).

La escalera llegaba hasta los cielos, donde el cielo y la tierra estaban unidos y se convert�an en uno. Jes�s realiz� esto durante Sus tres a�os y medio de ministerio como Hijo de Dios; trajo el cielo a la tierra y llev� la tierra al cielo.

3) Casa De Dios. Pero hay otra gran verdad aqu� que no fue cumplida en Jes�s: “Esto no es sino la CASA DE DIOS”

�Qu� o qui�n es “la casa de Dios”? �Son los edificios hechos de piedra, cemento y acero que a menudo denominamos Iglesia? No, mil veces no. �No sab�is que sois templo de Dios y que el Esp�ritu de Dios mora en vosotros? (1 Co 3:16).

Es importante notar aqu� que la Palabra “vosotros” en espa�ol se refiere al pronombre personal “ustedes” en plural. Pero en el griego no es as�. Hay una palabra utilizada para la forma singular y otra para la plural, al igual que en espa�ol. Aqu� se utiliza la forma plural. As� que, en efecto, Pablo est� diciendo: “�No sab�is que TODOS USTEDES en Corinto, corporalmente, constituyen el templo de Dios?”

Yo no soy el templo (la casa de Dios) por s� s�lo. Como piedras vivas, nosotros (corporativamente) estamos edificados como una casa espiritual. “En la cual vosotros (corporativamente) est�is edificados juntos para habitaci�n (casa) de Dios” (1 P 2:5; Ef 2:22).

As� que, la Iglesia, que es Su Cuerpo ( los creyentes), constituye, el lugar donde Dios vive.

Recuerde, Jes�s dijo: “D�nde dos o tres est�n reunidos en mi nombre, all� estoy yo (�d�nde?) en medio de vosotros”. (Es decir, mora en el cuerpo corporativo de creyentes.)

La casa de Dios, La Iglesia, es un cuerpo corporativo, de muchos miembros, y esta visi�n de Jacob fue una visi�n de la casa de Dios. �Qu� significa esto entonces para nosotros?

Sencillamente esto: Al igual que la visi�n ten�a aspectos prof�ticos cumplidos en Cristo cuando estaba en la tierra, as� tiene aspectos prof�ticos que tienen que cumplirse en la Iglesia mientras esta est� todav�a en la tierra.

4) Ministerio De Los �ltimos D�as. Al igual que los tres a�os y medio de ministerio de Jes�s fueron el cumplimiento de lo que Jacob vio, de la misma manera que Jes�s se convirti� en la puerta por la que los cielos pod�an pasar y venir a los hombres, as� tambi�n a trav�s de Jes�s los hombres pod�an ver los cielos manifestados en la tierra:

DE LA MISMA MANERA, los santos que lleguen a su estatura completa, que lleguen a su madurez completa, que lleguen a la gloria de la adopci�n, tienen un ministerio tremendo para el tiempo del fin (que similarmente ser� tambi�n de tres a�os y medio).

Los santos se convierten en el cumplimiento de la escalera que Jacob vio con sus pies en la tierra y su parte de arriba llegando al cielo, haciendo descender los cielos hasta los hombres, y llevando a los hombres al cielo a trav�s del ministerio de la reconciliaci�n y la palabra de reconciliaci�n encomendada a la Iglesia (2 Co 5:18,19).

Esta escalera de Jacob, bajo “los cielos abiertos”, con los �ngeles ascendiendo y descendiendo es un cuadro t�pico de la casa de Dios, “la cual casa somos nosotros, si mantenemos la confianza y la alegr�a de la esperanza firmes hasta el fin” (He 3:6).

La adopci�n trae este bendito beneficio. La riqueza del Padre se convierte en nuestra, para que le dispensemos; los cielos abiertos se convierten en nuestra porci�n y toda su gloria es puesta a disposici�n del hijo para bendecir y levantar al hombre maldito por el pecado hasta el cielo. Esto es parte de la gloria de Su herencia de la que Pablo habla en Efesios 1:18.

c. Igualdad Con El Padre. “Y he aqu� una voz del cielo que dec�a: Este es mi hijo muy amado...” (Mt 3:17). La gente escuch� la proclamaci�n con enorme sorpresa, �el HIJO DE DIOS? se preguntaban.

La interrogaci�n, la sorpresa y la hostilidad, tienen que haber surgido simult�neamente a medida que aumentaba el crescendo de la conversaci�n.

Estas palabras indudablemente llegaron hasta los fariseos y los dirigentes de los jud�os, que esperaban una ocasi�n para apedrearlo. “Los jud�os le contestaron diciendo: Por una buena obra no te apedreamos; sino por blasfemia... porque t�, siendo un hombre, te haces a ti mismo Dios. Jes�s les contesto... �Dec�s de aquel, a quien el Padre ha santificado, y enviado al mundo, que blasfema porque dije que yo soy el Hijo de Dios?” (Jn 10:33, 34, 36). “Por lo tanto, los jud�os buscaban todav�a m�s matarle, porque no solo hab�a quebrantado el s�bado, sino que tambi�n dec�a que Dios era Su (propio) Padre, pareci�ndose igual a Dios” (Jn 5:18).

1) El Hijo De Dios. Mientras que los te�logos liberales de hoy en d�a, todav�a evocan sus pretensiones y discuten acerca de Su divinidad, Jes�s sab�a qui�n era, el Hijo de Dios, igual al Padre.

No es de extra�ar que Pablo pudiera exclamar alegremente: “Porque en �l toda la plenitud de la divinidad se complaci� en morar” (Col 1:19). “Porque en �l mora toda la plenitud de la divinidad, corporalmente” (Col 2:9).

“Pero al HIJO le dijo: Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos”. (He 1:8). Aqu� se dirige claramente al HIJO como DIOS. S�, Jes�s era Dios vestido de carne. Se convirti� en lo que nosotros somos para que nosotros pudi�ramos ser lo que �l es, un Hijo de Dios.

2) Hijos De Dios. “Mirad con que amor nos ha amado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios... Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Esp�ritu de su Hijo a nuestros corazones clamando Abba, Padre. Por lo tanto, ya no sois mas siervos: y si sois hijos, entonces sois HEREDEROS DE DIOS a trav�s de Cristo” (1Jn 3:1; Ga 4:6, 7).

“Por que hab�is recibido el Esp�ritu de adopci�n, y por eso clamamos Abba, Padre.

Por que el mismo Esp�ritu da testimonio a nuestro esp�ritu que somos hijos de Dios.

Y si hijos tambi�n herederos; herederos de Dios , y coherederos de Cristo; si empero padecemos juntamente con �l, para que juntamente con �l seamos glorificados.
Porque yo reconozco que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que se revelar� en nosotros. Porque la mayor esperanza de la creaci�n es la revelaci�n de los hijos de Dios.

Porque sabemos que toda la creaci�n gime y padece dolorosamente hasta ahora... y tambi�n nosotros, que tenemos los frutos del Esp�ritu, incluso nosotros... gemimos en nuestro interior... esperando la adopci�n [plena filiaci�n], la redenci�n de nuestros cuerpos. Porque en esperanza somos salvos” (Ro 8:15-24).

Nosotros no podemos colocarnos como hijos a nosotros mismos. Esa es la obra y asunto del Padre.

Podemos “avanzar hacia la meta para conseguir el premio de la vocaci�n de Dios en Cristo Jes�s. Por lo tanto, en la medida que seamos perfectos [maduros] tengamos esta mente: y si algo es considerado de manera distinta, tambi�n os revelar� esto” (Fil 3:14, 15).

La Segunda venida de Jes�s a la tierra es conocida como “esperanza bienaventurada” (Tito 2:13)

“... Cristo fue ofrecido una vez para agotar los pecados de muchos; y la segunda vez, sin pecado, ser� visto de los que le esperan para salvaci�n” (He 9:28).

Yo creo que la salvaci�n completa ser� nuestra adopci�n. �Oh, c�mo quiero verlo! �Y usted?

“Y el Esp�ritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga: y el que quiere, tome del agua de la vida de balde.

El que da testimonio de estas cosas, dice: Ciertamente, vengo en breve. Am�n, sea as�. Ven, Se�or Jes�s” (Ap 22:17, 20).


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